No se sabe cuándo precisamente empezó esta historia ¡Hay miles de maneras de empezar a escribir! Tal vez haya empezado el día de la Gran fiesta (¡Quién sabe!), esa noche, el castillo era sede de risas y sonrisas por la partida del Señor Oscuro, un poco de llanto por los seres queridos perdidos… En medio de la noche, la nueva directora McGonogall anunció que todo el mundo tendría que repetir el año porqué el curso anterior había sido desperdiciado en una mala educación de artes oscuras. Tal vez comenzó el 1° de Septiembre, cuando un grupo de alumnos de séptimo (ahora de dieciocho años), subía a unos carruajes tirados por los therstals que, seguramente, después de lo pasado, todos los estudiantes podían ver.
Pero yo quisiera empezar la historia que contaré, una semana después del primero de Septiembre. El ocho de septiembre al atardecer, para ser más precisa ¿Dónde? En la torre de Gryffindor, que había sido restaurada magistralmente gracias a un encantamiento de Flitwick.
Hermione, Harry y Ron estaban conversando en el salón de Gryffindor, hablaban del caso de los Mortífagos que habían huido de Azkaban
—… ¡Jamás hubieran podido si los Dementores no hubieran estado de su lado! —exclamó Ron, enojado
—Eso ya lo sabemos, nos lo dijiste diez veces ya —contestó hastiada Hermione
— ¿Para qué querrían huir? No tienen casa ni a su "amo" —reflexionó Harry
—Oh, Pues, Azkaban es verdaderamente horrible, recuerda… Principalmente, creo que querrán asesinarte o algo así, Harry…
— ¡Ja, ja! ¡Me hicieron acordar! Mi papá me dijo que te tienen miedo, Harry… Así que pierde cuidado
— ¿Miedo? ¿A mí?
— ¡Debe ser! Si creían que Voldemort era inmortal… ¡Me recuerdo sus caras pálidas al ver su cadáver!
—Hum… Tal vez tengan razón… Pero aún así… Todavía me pregunto que querrán
—Tal vez reunirse en casa de los Malfoy, sabemos que ya lo hacían…
— ¡Tienes razón! La familia ha sido absuelta por "pruebas" de haberse arrepentido
—Se han arrepentido, Ron ¿No me escuchaste? Mintieron a Voldemort para salvar a su hijo
— ¿Tu en serio lo crees? Para mí que siguen siendo tan oscuros cómo siempre…
— ¿Quieren mi opinión? Ha sido un milagro que los hijos de Mortífagos y los propios Mortífagos hayan podido volver a Hogwarts
—Sí… Y que los padres no los hayan cambiado de colegio por lo pasado
— ¿Por la batalla?
— ¡Sí! Por la cantidad de muertes que hubo —Hermione blanqueó los ojos
— ¿Cómo crees eso, Ron? Si todos saben que Voldemort murió
—No sé… La gente es de estúpi… —pero no pudo completar la frase porque un bostezó de parte de Harry lo interrumpió
— ¿Saben? Tengo sueño…
— ¡Son las ocho de la tarde! —exclamó Ron, sorprendido
—Sí… Pero no te levantaste a las tres porqué Peeves empezó a cantarte al oído una cancioncilla…
— ¿Porqué no te volviste a dormir? —Harry se cruzó de brazos
—Se me pasó el sueño…
Sin embargo, la muchacha también tenía sueño por que el sueño se había escabullido. Hermione pensó en ello todo el día. Estaba pensando en ello en ése mismo momento
"¿Porqué soñé desde inicio de clases con Mortífagos…? Espero que sólo hayan sido sueños normales"
El problema era que, ella sabía, no eran sueños totalmente normales. Si soñaba que necesitaba hablar con una mortífaga, y su aventura terminaba en el Salón de Gryffindor, allí despertaba… Y se había dormido en el Cuarto de mujeres… O soñaba que realizaba frecuentes visitas al Bosque Prohibido y todo terminaba en la escalera de la torre de Gryffindor y allí despertaba…
—Tonterías —se decía Hermione—debo ser sonámbula, eso es todo —pensaba sin convicción.
Entretanto, Ron daba una larga prerrelata sobre sus horarios de sueño, que jamás se interrumpían, cosa que terminó aburriendo a Hermione
—Oye Ron… —interrumpió ella —Yo también voy a dormir
— ¡Son solamente las nueve!
—Hum… Pero tengo sueño, adiós —se despidieron con un beso. Hermione y Ron eran novios ahora, y estaban felices, pero habían acordado actuar como amigos frente a Harry.
Hermione caminó hacia la habitación de mujeres todavía pensando en sus extraños sueños y deseando no tenerlos más… Bostezó. Miró hacia la sucia ventana del dormitorio de mujeres, ahora que Dobby había muerto, ningún elfo doméstico limpiaba la torre de Gryffindor… Recordó que al día siguiente sería la elección del equipo de Quidditch… Los ojos le pesaban cómo cemento, deseaba estar dormida. Escuchó música a lo lejos, los ojos cedían y su mente se relajaba cada vez más… Sintió qué, después de todo, dormir no era tan malo. Cerró los ojos completamente, sólo veía sus párpados cerrados, la música se hizo más fuerte. Quiso quedarse dormida… Pensaba en las elecciones de Quidditch ¿Harry seguiría siendo el capitán? Y pensó en él y en Ron, festejando… Miraban hacia ella y le decían que habían ganado la copa de Quidditch
— ¿Cómo puede ser eso? —les preguntaba mientras ellos se reían —Ni siquiera han hecho las elecciones para el equipo —pero sus amigos lanzaban estruendosas carcajadas que le lastimaban los oídos, cada vez más… Hermione escapó de ellos por el corredor que conducía a los terrenos de Hogwarts: estaba oscuro. Se fue al bosque prohibido sin dudarlo, entre las mullidas hojas de los árboles, pudo deslumbrar a con un unicornio al que siguió… y siguió… Hasta llegar a un callejón sin salida. El unicornio soltó un relinche y alzó las patas delanteras, bajó la cabeza y la amenazó con su cuerno plateado; ella solo se quedaba allí, esperando a que el animal le tomara confianza. Pasado media hora, el animal había dejado de relinchar, pero aún blandía el cuerno peligrosamente… Hermione agarró su varita y murmuró: Avada Kedavra! El animal murió sin más ni menos… Sólo quedaba su cadáver; la chica blandió un cuchillo y lastimó con él al difunto unicornio. Del tajo la sangre comenzó a emanar… Y ella recogió toda la que pudo en una botella de hidromiel vacía…
Alegre por el resultado de su operación, se dispuso a regresar a la torre de Gryffindor, subió por la escalera y le murmuró al retrato la contraseña. Ésta la dejó pasar y, rendida por el cansancio, quedó dormida en la Sala Común…
Abrió los ojos, horrorizada por el sueño que había tenido, sentía el cuerpo especialmente adolorido, con una sensación acongojada por todo el cuerpo, cómo si se hubiera sometido a un montón de maleficios imperdonables simultáneamente… Encogida por el dolor, se enderezó en el… ¿Sillón? Su corazón empezó a palpitar a lo más que podía, su pecho subía y bajaba, cómo si hubiera corrido una maratón toda la noche… Despacio, muy despacio, dirigió su mirada a sus manos: allí tenía una botella de hidromiel vacía, con un extraño contenido plateado.
Sintió una desagradable sensación por el cuerpo, peor que el horrible dolor que la consumía. Algo que se mezclaba con la vergüenza y el nerviosismo… Estaba sinceramente horrorizada ¡Debía deshacerse de la prueba de ése horrible crímen! No podía dejar que la culparan por algo que ella no había hecho conscientemente ¿Pero… qué le pasaba? ¿No era ella una Gryffindor? Debía hacerle fuerte a ese horrible sentimiento que la acogía… Debía entregarse
—Soy una estúpida —dijo en voz alta — ¿Cómo entregarme? ¡Sería expulsada! Sólo… sólo intentaré enmendar lo hecho… Espero qué el unicornio no haya muerto de verdad… —y luego sintió un vacío en el estómago que no se comparó con nada de lo que había sentido antes — ¡Hice una maldición asesina! —dijo para sí misma, sintiendo cómo la sangre que recorría por su cuerpo la mareaba… Había matado a alguien indefenso, a un ser puro. Se sintió sucia, terriblemente sucia, cómo si ella tuviera un germen mortal adentro ¡No, peor! Baja… tan baja como un Mortífago… Sintió qué debía morir tan sólo por ello… Las nauseas que había tenido antes la sobrecogieron aún más… ¿Morir? Debía terminar muriendo en una terrible agonía… Y pudo sentir cómo una lágrima cálida se deslizaba por su mejilla colorada. Miró hacia el cielo: todavía estaba oscuro, a pesar de qué en el horizonte se veían las aureolas de los rayos del sol, emergiendo…
—Hermione, no te ves bien —dijo Ron, observándole minuciosamente durante el desayuno
— ¿Eeh?
—No te ves bien, pareces enferma
—Estoy bien Ron… Deja de molestar
— ¡Pues no parece! —anunció él, molesto
—Es verdad… Eeh… ¿Te presentas a la prueba de Quidditch?
— ¿Yo? Por supuesto, aunque te diré qué sigues pareci…
—Es qué… He tenido pesadillas —contestó ella, cortante
— ¿Pesadillas? ¿Sobre qué? ¿Exámenes?
—Sobre las EXTASIS
—Aah… —dijo Ron procurando no reírse
— ¿Y Harry? —preguntó ella, deseando cambiar de conversación
—Está ya en la cancha, esperando a los participantes
— ¿Tan temprano?
—Sí… intenta organizar todo antes de tiempo, no quiere que ocurra lo mismo que el año anterior
—Aah… —Sentía cómo el peso de su acción se hundía en ella en cada palabra que decía… Debía decirle a alguien "Pero no a Ron" se dijo claramente "Es demasiado irreflexible… No, mejor a alguien a quién sé que podré confiarle algo tan importante sin que empiece a sugerir soluciones descabelladas"… Vio cómo Ginny sonreía a alguien en la entrada del Gran Salón, se dio vuelta y vio, decepcionada, qué no era Harry, sino Luna.
Se enderezó y marchó con la excusa de ya haber comido demasiado, pero la verdad era que se sentía tan mal que no creía ser digna de ingerir algo. Caminó lentamente hacia la cancha de Quidditch, creyendo que no habría nadie más que Harry, pero se equivocó: aún a esas horas de la mañana, la fila que había para entrar en la cancha para las pruebas de vuelo era demasiado extensa… Algo que la decepcionó un montón: sentía que debía estar sola.
Caminó hacia las gradas, dónde ya había gente sentada. Se apartó de todos y se dispuso a observar a su amigo, qué gritaba a los aspirantes algo cómo "¡ORGANICENSE O SI NO, NO ENTRARÁN!" Volteó la cabeza viendo hacia el bosque prohibido, pensando en que ya había estado allí anoche, y qué había asesinado sin proponérselo a alguien puro. Meneó la cabeza, de un lado a otro, deseando apartar esos pensamientos de su cabeza. Observó los diferentes grupos empezando ya a volar, tan solo para despejar un poco la cancha. El primer grupo estaba conformado por unos jugadores que volaban muy bien. Dieron vueltas a la cancha habilidosamente: eran chicos de quinto. Harry, viendo la agilidad de los concursantes, les pidió qué hicieran una jugada rápida. Soltó la Quaffle, la gran pelota roja, que se dispuso a dar vueltas por la cancha. Pasado ese grupo, se reunieron chicos de segundo, que, debido a su pequeñez, no eran muy eficaces con la escoba: Sólo volaron tres minutos sin accidentes. El tercer grupo eran: mitad chicos de cuarto, y la otra mitad chicos de tercero. Volaron sin ningún accidente, pero no eran tan ágiles cómo los primeros. Llegó el cuarto grupo, entre ellos la mayoría lo conformaban alumnos de séptimos: sus compañeros. Obviamente, volaron tan bien (si no es que mejor) que los primeros. Hermione observaba todo esto aburrida, no podía esperar a que sea el turno de Ron: había mucho en que pensar.
Procurando que su amigo no la vea, se escabulló entre la multitud, yendo hacia la biblioteca: la única amiga que le aportaría información sobre su extraño sueño. Los corredores eran largos, y, con la pesadez el sueño encima, no se consideró lo suficientemente fuerte cómo para llegar hacia la biblioteca, así que paró en un rincón a recargar fuerzas; lo cierto era que estaba muy cansada, abatida, quién sabe por qué. Mientras esperaba en el rincón, oyó pasos a lo lejos, y escuchó una conversación ahogada
—…Y entonces empezó a arder, nuevamente… Ninguno de nosotros sabe el significa… —pero se paró en seco, había advertido en ella. El chico rubio platino la observó con sus fríos ojos grises, examinándola cómo si nunca la hubiera visto bien — ¿Qué haces aquí, Granger? —le preguntó despectivamente, pero con un leve rubor en sus mejillas, sabiendo que ella había escuchado algo que no debía…
— ¿Disculpa?
—Se supone que todos ustedes están observando su estúpida elección
— ¡Aah! Pero no te incumbe si hay otras personas de nosotros que no quieran presenciar eso —y sin dar más vueltas, volteó y marchó hacia la biblioteca, con más interrogantes que antes ¿La Marca Tenebrosa había vuelto a arder? ¿Cómo era esto posible? Debía de contárselo a sus amigos cuánto antes. Pero debía leer algo sobre el fenómeno que se cernía en ella: esos horribles sueños.
Paró ante la dubitativa: ¿Contarle a sus amigos o investigar en la biblioteca? Dio media vuelta y se marchó al campo de juego, decidida en contarles eso a sus amigos. Nada, absolutamente nada la haría parar.
La cancha de Quidditch estaba aún con más convocatoria que antes: la aglomeración era incómoda. Las filas y filas convulsionaban la cancha, que se veía pequeña con la cantidad de estudiantes de Gryffindor que habían acudido allí.
Hermione localizó a Harry rápidamente: estaba gritándole a un chico de sexto algo sobre los golpes con bates. Corrió hacia él lo más rápido que pudo… Cuándo llegó, Harry la vio, extrañadamente
—Hermione ¿Qué…?
—Escucha… vine a… decir….te algo muy… importante —contestó ella, en medio de jadeos
— ¿Qué? ¿Qué pasa? —preguntó asustado
—Es…. sobre… —respiró una gran bocanada de aire fresco —la marca tenebrosa —Harry la miró, intrigado, ella lo llevó hacia una parte oscura de la cancha, procurando que nadie los escuche —Malfoy dijo que le empezó a arder nuevamente la marca…
— ¿¡quee?!
—Lo que escuchaste… Hablaba con Zabini sobre eso y… los escuche accidentalmente —Harry la miró, lívido
— ¿Segura?
— ¡Sí! Es algo…. Que me sorprendió completamente
—A mí no tanto… —dijo él, mintiendo. No quería derrumbarse en ése momento, pero estaba sumamente avergonzado de su mentira, y replicó —Bueno… Me sorprende un poco
— ¿Crees que él… esté de vuelta? —Harry la miró, pensativo
—No lo sé, pero sé que algo traman los Mortífagos —Hermione se mordió el labio.
— ¡Es imposible! No puede… No puede ser —Se sintió demasiado avergonzada cómo para comentar sobre sus escapadas al bosque…
Harry agachó la cabeza y dio medio vuelta, sabiendo que todavía estaban por delante las elecciones de Quidditch.
Dejó a Hermione sola, pensativa.
Corrió por los largos pasillos, hacia el camino ya memorizado hacia la biblioteca; su cerebro daba vueltas y vueltas…. Intentaba entender el porqué de la situación, pero nada acudía a ella.
Se sentó en una silla apartada de todos, abrió el libro y se sumergió en la lectura.
Era ya pasada la medianoche cuando cerró el libro que estaba leyendo: Maldiciones Terroríficas. Lo colocó encima de una enorme pila de libros que tenían nombres tales cómo: El bello arte de la Destrucción; La Otra cara de Las Maldiciones Imperdonables, Las Artes Oscuras: la Guía completa, entre otras cosas. Libros que los Mortífagos habían introducido en Hogwarts, y habían quedado olvidados en la Biblioteca.
Bostezó un par de veces con temor, ninguna de las cosas que había leído ése día le habían ayudado ¿Qué serían entonces esos extraños sueños? ¿Magia negra? Sí así lo fuesen debían de estar en esos libros. Caminó hacia la torre de Gryffindor, todavía pensando en las terribles cosas que había leído ése día
—Valentía y honor —le dijo a la señora Gorda, quién se abrió a su paso al salir las palabras de su boca. Vio la Sala Común vacía, a excepción de dos chicas que hablaban a susurros en una de las esquinas de la torre. Hermione subió las escaleras a la Torre de las Chicas. Se abrió paso entre las sábanas e inmediatamente después se durmió.
…Bajaba las escaleras lentamente, casi cómo un susurro. Nadie notó a la chica de dieciocho años bajar la escalinata, hacia los terrenos prohibidos de Hogwarts. Llevaba en su mano izquierda una botella con una estampa que decía, en enormes letras doradas "hidromiel", pero que en su interior no añejaba el cálido líquido marrón; sino que un bello contenido plateado bailaba dentro de ella.
Hermione salió del castillo, viendo la cabaña de Hagrid a lo lejos. Corrió hasta el borde del bosque prohibido, como hipnotizada. Se deslizó entre los árboles hasta llegar a un claro de luna, dónde descansó. En el claro había una rebosante piedra, lo suficientemente grande cómo para que un humano se acueste en ella sin ningún problema. Hermione la escaló hasta su cima, cuidadosamente, cómo si supiera exactamente lo que tuviera que hacer.
Ya en la cima, extrajo de la botella, la tapa; la agarró fuertemente y, cerrando los ojos, dejo vaciar su contenido en la forma rocosa. Agarró un cuchillo filoso y lo deslizó a través de su brazo. No gritó. Sólo vio cómo la sangre brotaba rápidamente de la herida, y caía magistralmente junto con la platina sangre de unicornio…
Se puso en posición oratoria, y susurro palabras ininteligibles para el ser humano, algo se elevaba a partir de esta extraña mezcla, pero ella no parecía darse cuenta. A medida que avanzaba en su oratoria, la sombra se alzaba cada vez más… De repente, todo cesó, y la horrible sombra emitió un sonido terrible, cómo si fuera un chirrido a muy alto sonido… Sintió cómo su cuerpo se alejaba de la roca, cada vez más, y en su desesperado afán de aferrarse a la piedra se golpeó fuertemente la cabeza.
Y Hermione cayó inconsciente al suelo.
