Capítulo 1: And She Said
Era un soleada mañana de verano en Kanagawa. El sol picaba con fuerza y el calor se hacía insoportable por momentos. Pero en la estación de tren, un adolescente de casi dos metros de altura con brillante pelo rojo esperaba pacientemente sin importarle lo más mínimo la temperatura, al tiempo que acaparaba las miradas de casi todos los pasajeros que entraban o salían.
-¡Hanaaaaaaaaaaaa! – se oyó gritar a una jovencita que corría en dirección al chico.
-¡Aya! ¡Por fin! ¡Qué alegría verte!
La chica se colgó del cuello del alto pelirrojo y los dos jóvenes se fundieron en un cariñoso abrazo.
-¡Caray Hana! ¡Estás altísimo! ¡Y súper-cachas! No me extraña que seas una estrella en tu equipo de básquet, ¿quién va a poder contigo? – dijo la muchacha, desbordante de alegría, mientras le pasaba a su amigo algunas de sus maletas.
-Por supuesto, nadie puede con un genio como yo – asintió Hanamichi, haciendo su patentada pose de tensai – Tú también estás muy cambiada, ¡estás muy guapa! ¿Vamos tirando?
-Vamos.
A sus 17 años, Hanamichi Sakuragi se había convertido en un gran jugador de baloncesto, además de un chico muy popular en su instituto, y así se lo hizo saber a su vieja amiga Aya Horie. Le contó con pelos y señales cómo había comenzado a jugar a básquet, dos años antes, y cómo había evolucionado como jugador hasta convertirse en el que era hoy; uno de los mejores jugadores de todo Japón. Aya escuchaba con atención; aunque muchas cosas ya las sabía porque Hana se las había contado por carta, le encantaba el entusiasmo con el que el chico se lo explicaba todo.
-¿O sea que este año habéis ganado el campeonato nacional y todo ha sido gracias a ti? – preguntó Aya, divertida. Desde pequeñito que a Hana le gustaba autoproclamarse el mejor, hiciera lo que hiciera, aunque esta vez tampoco exageraba tanto.
-¿Acaso dudas del talento de un genio como yo? Si ese zorro idiota se ha convertido en el mejor jugador del país en vez de mí es porque nadie ha sabido valorar las enormes cualidades como jugador de baloncesto que yo poseo.
-¿Zorro idiota? ¿Te refieres a Rukawa?
-Rukawa, sí. Se cree que es mejor que yo, pero nadie es mejor que este genio, ¿verdad?
-Verdad, verdad - ¿quién era Aya para contradecir al tensai? – Pero oye, ¿no me dijiste que al final de tu primer año en el instituto tú y Rukawa habíais comenzado a llevarlos mejor?
-Pse, la verdad es que sí, pero después me piqué porque a él le convocaron para la selección, ¿y te lo puedes creer?, mientras yo me recuperaba de mi lesión él venía a restregármelo cada día por las narices. Y mira, al final volvimos a llevarnos mal.
-Eres de lo que no hay, Hana-kun.
Poco rato después llegaron a la casa de Hanamichi, donde Aya iba a pasar el mes y medio de vacaciones para el que había venido.
-¡Ah, qué recuerdos! – Hana vio como los ojos de Aya brillaban con emoción, y sonrió con ternura. Recordó las largas tardes en las que él y la chica jugaban sin parar, hasta que desaparecía la última luz del día; lo cierto es que estaban muy unidos, y además, como eran vecinos, se veían a todas horas. Para Hana, Aya era como la hermana que nunca tuvo.
-Te he echado mucho de menos, ¿lo sabías? – dijo Hana, sonriendo a su amiga.
-Yo también, Hana-kun. Ojalá no hubiera tenido que irme al extranjero, pero qué le vamos a hacer. Al menos ahora tenemos un mes y medio por delante para recuperar el tiempo, ¿no crees?
Aya se mudó al piso de al lado de Hanamichi cuando ambos tenían tres años. Al estar tan cerca, enseguida se hicieron grandes amigos. Solían pasar los días jugando y, a medida que crecían, su amistad se hacía más y más profunda. Pero a los doce años, el padre de Aya tuvo que irse a trabajar a Inglaterra, y Aya tuvo que irse con él. Para Hana fue un golpe muy duro, aunque afortunadamente poco después conoció a Yohei Mito quien se convirtió rápidamente en el amigo fiel que tanto necesitaba el pelirrojo. Para Aya también fue una época muy difícil, ya que quería a Hanamichi como si fuera su hermano de sangre; maldijo su destino el día que el padre de Hanamichi murió y ella no pudo estar ahí para consolarlo, del mismo modo que le hubiera gustado estar a su lado cuando Hanamichi comenzó a salir con una chica por primera vez.
-A propósito, ¿qué tal te va con Haruko? – preguntó la chica, cuando se hubo cansado de mirar cada rincón de la casa en la que tantas horas pasó cuando era pequeña - Hace tiempo que no me dices nada al respecto.
Cuando Hanamichi bajó la mirada y dudó al contestar, Aya ya supo que la cosa no iba muy bien.
-Pues... No sabría qué decirte. Creo que lo nuestro está cada vez peor. Creo que ella ya no está enamorada de mí y... creo que yo tampoco lo estoy de ella. No sé, es posible que cortemos pronto.
-¿Es por Rukawa?
-¿¿Cómo?? – las mejillas de Hana se habían sonrosado, algo que no le pasó para nada desapercibido a su amiga - ¿Qué insinúas?
-¿No me dijiste que Haruko estaba enamorada de Rukawa hace tiempo y que por eso era que Rukawa te caía tan mal? Pensé que quizá ella aún sintiera algo por él.
Hanamichi se dio cuenta de su malinterpretación y se sonrojó aún más.
-No quiero hablar de eso, ¿vale? – evadió el pelirrojo.
-De acuerdo, pero si en otro momento te apetece hablar cuenta conmigo, ¿vale?
Hanamichi asintió y se dirigió a la cocina a preparar algo de comer para los dos. Su madre se había ido a visitar a los abuelos de Hanamichi así que el jugador del Shohoku pasaría el verano solo en su casa, ahora con la compañía de su compañera de juegos. Mientras, Aya seguía curioseando por la casa hasta que se fijó en una foto que estaba en la habitación de Hana.
-¿Qué miras? – preguntó Hanamichi, mientras esperaba que la comida estuviera lista – Ah, eso. Es la foto que nos hicimos después del campeonato nacional. Mira, también están mis antiguos compañeros de equipo, el excapitán Gori, Ryota, Micchy, el cuatro-ojos...
Aya observó con qué orgullo hablaba Hanamichi de sus viejos compañeros de equipo. Le alegraba saber que Hana podía contar con tan buenos amigos.
-¿Quién es Rukawa? – quiso saber la chica, curiosa. Tenía que saber qué pinta tenía ese chico del que siempre hablaba Hana, aunque fuera mal.
-¿Ese zorro estúpido? Es ése que tiene los ojos cerrados. El muy idiota siempre está durmiendo por todas partes.
-¿Es ése? ¡Qué guapo Hana!
-Bah – dijo a modo de respuesta Hanamichi.
-¿Me lo presentarás? Dime que me lo presentarás, ¿me lo presentarás, Hana- kun?
-¿Para qué quieres conocer a ese imbécil?
-Porfaaaaaaa, porfa, Hanaaaaaaaaaaa – suplicó la muchacha.
-Mira que eres pesada.
Hanamichi salió de la habitación y fue de nuevo a vigilar la comida, mientras Aya seguía mirando a ese zorro dormilón de la foto. Tal como pensaba, Rukawa era un chico guapísimo, no le extrañaba nada que tuviera tantas fans. Siguió mirando la foto un rato. Al lado de Rukawa estaba Hanamichi. Aya no pudo dejar de fijarse que Hanamichi no estaba mirando a la cámara, sino que miraba a su zorruno compañero de equipo... Pensó en todas las cartas que le enviaba su pelirrojo amigo desde que entró en el equipo de baloncesto. Aya había notado que en todas ellas Hanamichi mencionaba a Rukawa un mínimo de tres o cuatro veces. Lo insultaba, eso sí... Pero siempre estaba ahí. Su reacción anterior... la mirada en la foto... esa obsesión casi enfermiza... Decididamente, Aya tenía que hacer algo. Tenía un mes y medio por delante... Un plan comenzó a formarse en su cabecita.
Después de la comida, en la que Aya le puso al día de todas las novedades de su vida, Hanamichi y ella salieron a dar una vuelta por Kanagawa. Por la tarde habían quedado con Haruko, Yohei y los chicos para que Aya los conociera, y hasta entonces Hanamichi quería enseñarle a su amiga sus sitios preferidos.
Al pasar por delante de la cancha de básquet, pero, tuvieron que pararse. La intención original de Hana era mostrarle a Aya el sitio donde entrenaba de vez en cuando las ocasiones en las que no podía utilizar el gimnasio del instituto, pero sus planes se truncaron al ver a la persona que más detestaba en el mundo entrenando allí como si nada. Kaede Rukawa, alias zorro, quién si no.
-¿Es que vives aquí, hombre zorro? ¿O es que entrenas a todas horas para tratar de superar a este genio? Te aviso que es inútil, por mucho que te esfuerces este genio siempre será mejor que tú – trató de picarle Hanamichi, aunque no con mucho éxito.
Rukawa se limpió el sudor con la camiseta y se giró para mirar al dueño de esa escandalosa voz que conocía tan bien. Intentó dirigir su famosa mirada de hielo al pelirrojo, pero sus ojos se abrieron con sorpresa al ver a su rival con una chica. Con una chica que le cogía del brazo, que sonreía, y que no era esa novia hermana del ex-capitán con la que se suponía que iba a cortar pronto según los rumores que habían llegado a sus oídos. Ni siquiera fue capaz de devolverle el insulto, como de costumbre. Cogió el balón y siguió encestando. Aya tomó nota mental de todo eso.
-¡¿Cómo te atreves a ignorarme, zorro idiota?! ¿Ya ni siquiera tienes argumentos para rebatir a este genio? Si ya lo sabía yo, con este genio nad-
-¡Hana! – le cortó Aya – Preséntanos, ¿sí?
"Lo que faltaba", pensó Rukawa.
-Si no os presento me vas a estar dando la tabarra cada día, ¿verdad? – Aya asintió, así que Hana se encogió de hombros, resignado – Zorro idiota, ésta es Aya Horie, una vieja amiga, muy pesada, por cierto, que se ha empeñado en conocerte, aunque yo ya le he dicho que eres un zorro estúpido y antisocial. Pero mira, cuando a las mujeres se les mete algo en la cabeza pues no paran y-
-Hana-kun, déjalo. Encantada de conocerte, Rukawa-kun –. El moreno pasó olímpicamente de ella, y siguió encestando como si no hubiera nadie más en el mundo.
-Déjalo, no vale la pena, Aya-chan. – dijo Hanamichi, más que acostumbrado a los silencios de su archienemigo –. Vamos, que aún tenemos varios sitios a los que ir.
-Ve tú solo, Hana-kun – respondió Aya, quien no se daba por vencida tan fácilmente.
-¿Que vaya yo solo? ¿Y eso por qué, vamos a ver?
-Quiero estar a solas con Rukawa. Quiero hablar de unas cosas con él.
-Pierdes el tiempo, ya te lo he dicho. Rukawa no habla.
-Tú déjame a mí. Nos vemos después en esa cafetería, ¿cómo me habías dicho que se llamaba? ¿Danny's, no? Allá nos vemos.
-¿Pero ya sabes ir?
-Ya me las apañaré, tú no te preocupes. Nos vemos luego.
-Tan testaruda como siempre. Te conozco y sé que no te voy a hacer cambiar de idea por mucho que lo intente, así que... En fin, nos vemos luego. Eh, zorro, ni se te ocurra meterte con ella o probarás uno de mis famosos cabezazos, ¿me entiendes?
-Idiota – murmuró Rukawa, aunque lo suficientemente alto como para que Hana lo oyera.
-Rukawa imbécil.
Hanamichi ya ni se quedó a discutir. Se fue echando chispas farfullando algo así como que los genios no deberían dignarse a hablar con gente con tan poco talento como ese zorro o algo así. "Ay, Hana, nunca cambiarás", pensó Aya.
Por su parte, Rukawa seguía ignorando a la chica, aunque comenzaba a sentir cierta curiosidad por lo que ésta tenía que decirle.
-Kaede Rukawa. Hanamichi me ha hablado de ti, ¿sabes? – comenzó a tantear Aya, pendiente de las reacciones de la estrella del Shohoku. Como suponía, éste ni siquiera la miró –. Quizá te preguntes quién soy, ¿es así? Como ya te ha dicho Hana, soy una vieja amiga suya... Nos conocemos desde peques, Hanamichi es casi como mi hermano.
"Como su hermano", repitió mentalmente Rukawa. "Así que sólo es una amiga... ¿Debería estar más tranquilo?"
-¿Y qué quieres? – preguntó finalmente el moreno, dejando sus prácticas por un momento.
-Quiero salir contigo. Como pareja, quiero decir.
Rukawa miró a la chica con sorpresa. Jolín, estaba acostumbrado a que las chicas se enamoraran de él sin ni siquiera conocerlo, pero ésta debía de tener el récord de velocidad.
-¿Perdona?
-He dicho que quiero salir contigo.
-Tú estás loca – se limitó a decir el chico. "Tan loca como ese pelirrojo gritón, la cosa debe de ser contagiosa".
Rukawa cogió el balón y lanzó a canasta, pero su tiró no llegó a entrar y rebotó en el aro. Aya fue con toda tranquilidad hacia donde estaba la pelota y la cogió, con una sonrisa en la boca y una mirada muy segura.
-Sí, quizá esté loca... ¿Pero sabes una cosa? Algo me dice que no vas a poder negarte a mi proposición.
Rukawa seguía mirando con sorpresa a aquella entrometida chica que pretendía meterse en su vida por las buenas.
En aquel momento un escalofrío recorrió su espalda.
--TBC
Mi primer fic de Slam Dunk, tengo la historia más o menos en la cabeza pero ya veré a ver cómo la continúo. Ay, no me he resistido a escribir un HanaRu... Pero es que son la pareja más mona que existe.
Espero que os guste.
