DE CUANDO CRECI…

Capitulo 1: Unos centímetros

Por: Okashira Janet

Estoy aquí en mi negocio pensando en la inmortalidad del cangrejo cuando de repente me entran ganas de escribir ¿Y por que no volver con mi pareja favorita?.

Ningún personaje de Rurouni Kenshin me pertenece, todos son propiedad exclusiva de Nobuhiro Watsuki, yo solo escribo para entretenerme y entretenerlos si se puede, sin mas que agregar, vayamos a la historia.

Aoshi ladeo su cabeza y sintió como el viento despeinaba su cabello negro como la noche. Sentado como estaba en posición de loto era casi imposible hacer ningún movimiento drástico pero…

"Donde estará esa niña" la mirada del joven se volvió un poco turbia pensando en su pequeña protegida, se suponía que la chica le llevaba su té a las seis de la tarde, a esa hora el sol empezaba a languidecer y la suave brisa que anunciaba la noche empezaba a soplar pero de la chica ni las luces.

El tic-tac del reloj (Que Okina expresamente le había comprado para que no sometiera su trasero a duras pruebas de resistencia por más tiempo del indicado) lo estaba volviendo loco.

-Misao…- gruñó tomando aire para no perder los estribos, quizás nadie en el Aoiya lo sabía con certeza pero la dieta de Aoshi consistía en lo siguiente: En la mañana alguna bola de arroz y verduras, en la tarde lo que pudiera alcanzar de la cocina sin ser visto y en la noche el té que Misao le hacía el favor de llevarle.

Si no iba Misao no había té y si no había té no había cena. Unos gruñidos procedentes directamente de su estomago le hicieron apretar los dientes, quizás eso de "el ayuno revive el alma" no era una buena metodología a seguir.

Pero ahora no podía quejarse así que cerró los ojos e intento concentrarse en sus pecados y en lo que tenía que reparar con su vida, la primera lista era larga e interminable tanto que empezaba a agotarlo pero en cuanto al segundo punto aún no estaba muy seguro de lo que debía hacer.

Le gustaba su vida en el Aoiya, hace algún tiempo un enemigo le había dicho que no podía creer que Aoshi Shinomori líder de los Oniwabanshu hubiese terminado en una simple posada pero para él las cosas no podían ser mejores.

Después de mucho meditar, después de mucho pensar y vaciar su alma por completo había llegado a la conclusión de que el Aoiya era su hogar, ahí había vivido desde que era un niño, ahí había aprendido todo lo que sabía y justo ahí quería que lo encontrara la muerte mirando por uno de los hermosos ventanales el cielo cubierto de estrellas.

Sí, ya no planeaba guerras ni victorias, incluso ser el mas poderoso había dejado de tener sentido, ahora lo único que se preguntaba era ¿Qué hacer con su vida en ese lugar?, el Aoiya era un restaurante-posada y como tal tenía mucho trabajo para ofrecer pero el antiguo okashira no era de los que se ponían mandil para hacer la comida ni de los que andaban de mesa en mesa entregando ordenes.

Lo primero porque… bueno, al parecer en su magnifico entrenamiento ninja habían olvidado enseñarle ese pequeño detalle, con la espada era casi un dios pero en la cocina primero acabaría carbonizado antes de poder preparar algo decente y en cuanto a repartir platos con ordenes pues, digamos que no era su estilo servir a los demás, por lo menos no de ese modo, demasiados años de ser entrenado como un líder realmente dejaban huella en su alma.

-Grrr- sus ojos vieron con detenimiento el horizonte que se extendía frente a si mismo mientras sus dedos pulgares se entrelazaban… empezaba a dudar que Misao fuese a verlo.

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-¡Orden para la mesa tres!- Okon le paso la bandeja precipitadamente a Shiro y el joven a punto estuvo de perder el equilibrio al recibirla.

-¿Cuánto trabajo, no?- Omasu que preparaba unos pescados fritos en la cocina se paso una mano por la sudorosa frente, empezaba a anochecer pero parecía que en el Aoiya el quehacer no tenía fin.

-¡Mis queridos muchachos, no desfallezcan!, trabajar, trabajar y trabajar, eso es lo que nos ha enseñado la vida y eso es lo que haremos-

-Sí Okina- contestaron a coro los tres muchachos presentes volviendo a sus tareas, lo ultimo que querían era recibir otro sermón de el viejo y otra anécdota que invariablemente empezaba con "En mis tiempos…" el viejo al verse olvidado hizo una mueca con la boca, la juventud de ahora si que era irrespetuosa.

-¡Pero ya verán!, hay un dios-

-Si Okina…- en el momento en el que el viejo alzaba su puño para empezar a sermonearlos una figura imponente y oscura hizo su aparición en la puerta provocando que por un segundo la cocina (hace unos momentos calurosa) se enfriara hasta llegar a punto de congelación.

-¡Pero Aoshi, muchacho, que sorpresa!, ¿Has decidido abandonar tu meditación y venir a celebrar con nosotros?- ante la pregunta el muchacho alzó una ceja y como si de pronto despertaran de su aletargamiento los jóvenes volvieron a sus tareas.

-¡Shiro, la orden!-

-¡Sí allá voy!-

-¿Omasu ya estará listo eso?-

-Solo un poco mas, no tardo- El joven ninja se hizo a un lado para no estorbar mientras los jóvenes realizaban su labor.

-¿Y entonces?- Okina puso una mano sobre la mesa y el joven encogió ligeramente un hombro.

-Me dio hambre- ante la respuesta tan sincera el viejo no pudo hacer otra cosa que parpadear, por lo general Aoshi jamás hablaba de los deseos que pudiese sentir su cuerpo (de hecho no hablaba de nada casi nunca).

-Bueno hijo si tienes hambre solo debes comer ¿Omasu le sirves a este muchacho?-

-Con gusto- la chica corrió por un plato y el joven se sentó en una esquina sintiendo que faltaba algo, bueno, no era normal que él se paseara por el Aoiya a esas horas pero aparte de eso había algo extraño, faltaba algo ¿Qué era?.

-Señor Aoshi, su comida-

-¿Y Misao?- la pregunta salió automáticamente de sus labios y en ese momento supo que eso era lo que faltaba, que raro que no viera a Misao brincoteando de un lado a otro con una bandeja de comida o preparando alguno de esos manjares que solo ella sabía hacer.

-Misao…- la joven ninja se llevó un dedo a la barbilla pensando un momento y después ladeo un poco la cabeza –Me parece que esta dormida-

-¿Dormida?- la pregunta sonaba tan glacial e impersonal que pareciera que no era dirigida a nadie en concreto pero la joven ninja ni se inmutó, perfectamente bien sabía como era la personalidad del antiguo líder.

-Sí, últimamente Misao duerme mucho, pareciera que tiene sueño todo el tiempo-

-¡Omasu!- el grito de Okon obligó a la joven a alejarse casi como alma que lleva el diablo dejando a Aoshi solo en el rincón ya que Okina se había retirado murmurando algo sobre jovencitas en el restaurante y otras cosillas que sonaban algo perversas.

"Tiene sueño" el pensamiento paso por la mente del joven para después perderse en el intrincado laberinto que era su cerebro, ahora lo que lo preocupaba un poco era el hecho de que aún no sabía que era lo que iba a hacer con su vida.

Se iba a quedar en el restaurante claro, el Aoiya y todos sus integrantes eran su familia, pero como el hombre que era no podía quedarse sin hacer nada, todos trabajaban menos él y eso era una vergüenza (Bueno, Okina tampoco trabajaba mucho que digamos pero se le disculpaba porque ya estaba decrepito).

"Debo encontrarme una ocupación, necesito generar dinero" meditó el apuesto muchacho mientras comía lentamente las bolas de arroz, Saito muchas veces le había ofrecido trabajo pero eran misiones arriesgadas que siempre lo llevaban fuera de la ciudad por tiempo ilimitado así que nunca había aceptado su ofrecimiento, lo que tenía que encontrar era algo que le permitiera permanecer en la ciudad, con su familia.

-¡Kuro no te comas eso!-

-Es que están muy buenas-

-¡Son para los clientes grandísimo animal!- la ceja del joven se alzó casi imperceptiblemente, sí, estaban locos, completamente dementes pero eran su familia, no quería alejarse de ellos.

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Todas las mañanas los miembros Oniwabanshu se reunían a almorzar, quizás era el único momento del día en donde todos los jóvenes (y Okina) estaban juntos en un mismo cuarto, incluso Aoshi asistía a ese casi ritual en donde las bolas de arroz y las verduras eran las mejores de todo Kyoto.

Esa mañana todo parecía normal, el cielo estaba igualmente azul, Shiro y Kuro cantaban para iniciar el día, Omasu y Okon servían la comida, Okina contaba una de sus viejas y aburridas anécdotas y Misao… ¿Misao?, ¿Dónde estaba Misao?, el joven frunció ligeramente el ceño y paseó disimuladamente la vista por todo el salón pero de la chica ni la sombra.

-Omasu hoy te toca atender en la mañana y a Shiro en la tarde, creo que hay que ir al mercado a comprar mas víveres, se nos están acabando- los comentarios matutinos, las tareas diarias pero faltaba una pieza importante del rompecabezas y Aoshi no se decidía a preguntar del porque de su ausencia, es decir, "supuestamente" el joven no notaba a ningún ser vivo a su alrededor y preguntar de repente por su protegida sería algo extraño, así que decidió quedarse sus incertidumbres y seguir comiendo, despacio, lentamente, disfrutando cada bocado mientras los demás seguían platicando sobre los percances del día y las tareas que llevarían a cabo.

-¿Y Misao?- la pregunta de Shiro realmente liberó al antiguo líder de tener que preguntar por si mismo del paradero de la joven.

-Sigue dormida, últimamente duerme mucho- contestó Omasu sin dejar de comer mientras pensaba en la lista de cosas que tendría que comprar en el mercado.

-¡Bueno, todos a trabajar!- un "gracias por los alimentos" general se dejo oír al tiempo que los chicos se paraban y salían del salón entre chanzas y bostezos, todos menos Aoshi quien se quedo sentado justo en donde estaba pensando en lo que acababa de oír, Misao seguía dormida… que cosa tan rara, ella siempre era la primera en despertarse gritándole los buenos días al sol, quizás la joven se encontraba enferma, pero no, de ser así no se la pasaría acostada, si algo tenía la chica era que nunca se dejaba vencer por las adversidades pero ¿Entonces?

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Misao se giró en su futón y su largo cabello cayó sobre su rostro impidiéndole respirar apropiadamente.

-Que fastidio- murmuró la chica mientras lo aventaba a un lado y se hacía un perfecto ovillo tapándose con las mantas hasta la cabeza, pero que sueño tenía, a pesar de tener múltiples ocupaciones y responsabilidades como okashira lo único que quería era dormir y soñar, sobre todo soñar. Bajo las mantas blancas el rostro de la muchacha se tornó tan rojo como una amapola, y es que últimamente unos sueños bastante subidos de tono la acechaban sin darle ni un respiro, todo había empezado hace dos semanas, cuando por equivocación había visto lo que unos ojos puros jamás deberían de ver.

flashback

Misao ladeó su cabeza mientras se secaba el sudor de la frente, que día tan agitado pero gracias a dios ya se había terminado y ahora solo le quedaba darse un buen baño para después dormir un reparador y merecido sueño, bueno por lo menos eso era lo que ella pensaba porque…

-Misao, ángel mío ¿Me quieres hacer un favor?-

-Si Jiya, dime- apenas las irreflexivas palabras salieron de su boca la muchacha sintió deseos de volver a tragárselas, seguramente el anciano la pondría a trabajar.

-Azúcar lindo, lleva estas sabanas a la habitación que esta siendo rentada ¿bien?-

-No hay problema- la chica suspiró tomando el paquete con alivio, que bueno que solamente era llevar un encargo a la habitación de huéspedes, últimamente el Aoiya servía mas como restaurante que como posada pero los huéspedes siempre eran bien recibidos, así que esbozando una sonrisa la chica subió a todo correr las escaleras y se detuvo frente al shoji.

-Servicio ¿Puedo pasar?- pero no escuchó ninguna respuesta, mas bien podía percibir algunos jadeos y algo que parecían ser suplicas, que raro ¿Habría alguien herido?, sin perder mas tiempo la joven ninja abrió a toda prisa la puerta dando un paso adentro.

-¿Están bien, no hay…?- la pregunta no pudo ser terminada, sin saber porque ni como los colores se le subieron al rostro como si un huracán de pronto hubiese hecho erupción en su cuerpo. Frente a ella una pareja de jóvenes la observaron con los ojos desorbitados, él arriba, ella abajo, no, no, era al revés, ¿O así estaban bien?, ambos desnudos, sus cuerpos sudorosos y juntos ¿Pero como? Misao no lo sabía, no lo entendía, jamás había visto algo como aquello pero algo dentro de ella le grito que observarlo estaba mal.

Se dio la vuelta aceleradamente y cerró la puerta huyendo como una liebre asustada, pero las imágenes no se iban de su mente, él arriba, ella abajo, sus cuerpos desnudos y una expresión en su rostro que era imposible de describir. La pareja de jóvenes se fue esa misma noche pero para Misao el recuerdo le era imborrable.

fin del flashback

Desde ese día su vida ya no era la misma, continuamente tenía sueño, un sueño que parecía reclamarla a todas horas, en la mañana le costaba pararse, en la tarde los calidos rayos del sol le causaban somnolencia y en la noche era la primera en acostarse y cada vez era lo mismo, sudaba frío tan solo con imaginarse lo que venía. Entre sueños y fantasías, entre oscuridad e inconsciencia toda la noche era un continuó encuentro con la pasión. Siempre era ella la protagonista y aunque casi nunca podía ver el rostro de su compañero el resultado siempre era el mismo, terminaba en sus brazos, perdiéndose entre su cuerpo, haciendo algo que probablemente estaba prohibido pero que ella no podía controlar.

Al amanecer cuando el sol la obligaba a despertar su corazón latía desbocado y un calor ardiente siempre le quemaba la entrepierna. En algunas de esas ocasiones al despertar había susurrado el mismo nombre entre suspiros "Aoshi", tan solo pensar en que era él justamente quien la tenía así, de esa forma tan, tan, tan bestial la hacía estremecerse de pies a cabeza, imaginar ese cuerpo perfectamente formado junto al suyo empezaba a convertirse casi en una obsesión pero no podía decírselo a nadie. Ni siquiera a Omasu a quien tanta confianza le tenía, era imposible ¿Qué dirían de ella?, probablemente las chicas buenas no soñaban con esas cosas pero Misao no podía hacer nada por detenerlo. Cada noche era una constante desesperación que la obligaba a estrujar sus sabanas y a removerse intranquila en el futón.

Calor, calor, calor, parecía que su mente y su cuerpo solo podían captar esa delirante sensación, al amanecer el sudor empapaba su ser como una segunda piel. Y era por eso que se había aficionado a dormir, algo dentro de ella le gritaba que no estaba bien, que lo que hacía era impuro pero simplemente no podía pararlo, superaba sus fuerzas por entero.

-Debo levantarme- el susurró se ahogó entre las sabanas y la chica soltó un bufido, ¿Qué clase de okashira era si no se obedecía ni a si misma?, esa situación debía parar, debía detenerse, debía sacar esos (deliciosos, maravillosos y excitantes pensamientos) de su cabeza o terminaría perdiéndose por entero.

Sacudiendo la cabeza y haciendo total acopio de su voluntad la joven se incorporó a medias en el futón pasando una mano por los enredados cabellos, si quería deshacerse de todos sus "pecaminosos" pensamientos debía darse un buen baño (uno frío, muy frío).

-Vamos Makimachi, arriba- se animó a si misma mientras se ponía de pie y tomaba la vestimenta que usaba para atender el restaurante, si no se equivocaba (y rara vez lo hacía) ese día le tocaba atender el Aoiya en la tarde así que tenía bastante tiempo libre para asearse y cumplir con sus responsabilidades como Okashira (que últimamente no eran muchas que digamos).

Tratando de olvidarse de lo soñado esa noche (que según sus estándares había sido mucho mas ardiente de lo normal) salió a toda prisa de su cuarto (ese salón que se estaba convirtiendo en su principal centro de perversión) y se metió al baño sin preocuparse en calentar agua, no, eso le hacía daño a su cabello y en esos instantes lo único que quería era echarse una buena cubeta de agua encima (y así apagar cualquier vestigio extraño de calor en su cuerpo).

La ropa fue arrojada a una esquina al tiempo que entraba a la tina casi con desesperación sintiendo como su cuerpo liberaba vapor al contacto con el agua helada.

-Demonios, esta fría, esta fría, esta fría- se quejó la chica mientras se sumergía en el congelado líquido que rápidamente cubrió todo su cuerpo apagando de manera casi instantánea el calor sumiéndola en un agradable entumecimiento.

-Adiós malos pensamientos- exclamó con alegría la chica alzando una pierna y… que raro, habría jurado que antes cuando levantaba una pierna esta no se salía de la bañera… quizás solo eran imaginaciones suyas.

UNA MEDIA HORA DESPUES…

Misao alzó una pierna, alzó la otra y subió su short hasta su cintura como normalmente lo hacía pero…

-¿Pero que diablos pasa?- gruñó con coraje, el short le quedaba tan corto que pareciera que se trataba de su ropa interior, de hecho sus piernas jamas habían estado tan descubiertas como en esos instantes.

-La ropa se encoje, hay que encontrar una tela de mayor calidad- murmuró desganadamente mientras se quitaba el atuendo y buscaba algo mas en su armario, pero por alguna razón extraña toda la ropa se había encogido de manera alarmante, lo único que parecía quedarle aunque sea un "poquito" mas decente era un short que jamás usaba porque estaba demasiado largo, bueno, eso era antes porque ahora apenas y si le tapaba medio muslo.

-Tengo el peor cuarto de todo el Aoiya, la humedad se mete y encoje mi ropa, tendré que decírselo a Jiya, no puede ser posible que yo, la okashira tenga que sufrir estos problemas- gruñó la chica entre dientes mientras metía sin muchos miramientos toda su ropa "encogida" en un morral, que problema tan grande, ahora tendría que fabricarse mas ropa y mientras tanto tendría que contentarse con lo que traía puesto.

-La vida es taaan injusta- sollozó haciendo un puchero con la boca al tiempo que se echaba el morral al hombro y salía de su habitación con su trenza aún escurriéndole agua por el hombro.

-Misao ¿Por qué te quejas?- Kuro estaba demasiado ocupado acomodando unas cajas así que no se volvió a ver a la jovencita, sin embargo su experto oído podía detectar los lamentos de su okashira aún a diez kilómetros a la redonda.

-¡Mi ropa se encogió, toda, todita, nada me queda, todo esta ajustadísimo, chiquitisimo, diminuto…!-

-Ya, ya entendí- contestó el muchacho sacudiendo la cabeza, de verdad que Misao a veces era una exagerada ¿Cómo se iba a encoger toda su ropa de la noche a la mañana?.

-Y ahora tengo que usar esta cosa y no me gusta ¿No sabes donde esta Okina?-

-Creo que salió al mercado- contestó el muchacho sin prestarle mucha atención a la chica, debía terminar de hacer ese trabajo o Shiro no dejaría de molestarlo.

-Que desgracia, ahora no podré decírselo, bueno ni modo, creo que me tendré que aguantar, nos vemos Kuro-

-Nos vemos Misao- contestó el muchacho haciéndole un vago gesto con la mano y entonces… mientras Misao se alejaba por el pasillo jalando penosamente un gran morral a sus espaldas el joven ninja sintió como su rostro se contraía involuntariamente ¿Así de alta había sido Misao siempre?, ¿Qué no era mas bien pequeñita e insignificante a simple vista?.

-¡ZAZ!- Las cajas cayeron encima de él produciendo un gran estruendo y el pobre chico no pudo hacer otra cosa que quedarse tendido en el piso con los ojos en forma de espiral mientras murmuraba un apenas audible "Auch".

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Misao entró a la cocina después de dejar el morral en el patio y corrió a ponerse su mandil, esa tarde le tocaba cocinar y de verdad que iba a dejar a todo Kyoto con la boca convertida en agua ¡No por nada era la mejor cocinera del Aoiya y sus alrededores!, el trapito azul que solamente ella y Shiro usaban (ya saben para verse originales y frescos) se amoldó perfectamente a su cintura pero al amarrarlo la joven notó que ya no le colgaba hasta las rodillas sino que dejaba entrever un poco de su short.

Confundida la chica alzó una ceja, empezaba a parecerle imposible que toda su ropa se hubiese encogido de un día para otro, a menos claro de que se tratara de una broma de sus amigos ¡Ya verían Shiro y Omasu por hacerla sufrir!.

-¡Pero Misao que haces papando moscas hay mucho trabajo!- la orden de Okon provocó que Misao olvidara todas sus preocupaciones y corriera a lavarse las manos, una tarde mas empezaba en el Aoiya y había llegado el momento de cocinar, nada mas maravilloso que el olor de los alimentos recientes para preparar un excelente platillo, incluso a ella se le habría el apetito.

-Okina aún no ha vuelto, creo que esta persiguiendo muchachas-

-Sí, ya sabes, esa es su costumbre- al girarse para sonreírle a la joven okashira Okon sintió que algo estaba fuera de lugar en ella, como siempre traía su mandil azul, como siempre su cabello estaba perfectamente recogido en una trenza y como siempre una bella sonrisa adornaba su cara pero… ¿Qué no anteriormente al picar algo no tenía que agacharse?, la mayor de las chicas sacudió la cabeza restándole importancia a sus pensamientos, quizás tenía que descansar, estaba trabajando demasiado.

-Misao ¿Te importa si me tomo el día libre?-

-¿He?-

-Es que creo que estoy muy fatigada, me parece que últimamente no he descansado-

-Oh, bueno, supongo que esta bien, Shiro y yo atendemos ¡Pero nos lo tienes que compensar con un día libre ¿he?!- la chica asintió haciendo un gesto vago con la mano y Misao volvió a su labor, ese no parecía ser un día tan normal después de todo.

AL ANOCHECER….

Shiro cerró con cansancio las puertas del restaurante y se dejó caer en el suelo completamente extenuado.

-Que malos son todos, nadie vino a echarnos una mano-

-Sí, son unos malagradecidos- lo apoyó Misao sentándose tras de él y apoyando su espalda contra la suya.

-Por suerte ya todo acabo-

-Lo dices como si hubiese sido un verdadero suplicio-

-Déjeme decirle señorita que llevar charolas de un lado a otro es mas difícil de lo que parece, realmente necesitamos mas ayuda aquí, ya es demasiado trabajo-

-Supongo que tienes razón, tratare de remediar eso- la joven dejo escapar un sonoro suspiro y bajó un poco la cabeza viendo el piso.

-Bien, pero no traigas otra mujer-

-¿He?- Misao parpadeó ladeando la cabeza y de paso provocándole cosquillas en la nuca a su amigo –Jamás pensé que tú, Shiro el mujeriego me dijera algo así-

-No malinterpretes- exclamó rápidamente el chico negando con la cabeza –Amo a las mujeres, las adoro, son lo mejor que existe en le mundo pero suficiente tengo con proteger a las chicas lindas de mi familia-

-¿Proteger?- repitió Misao esbozando una sonrisa, que ella supiera Shiro nunca había tenido que salvarla de algún malvado rufián.

-Sí, proteger aunque se te haga tan increíble, o que ¿Tu crees que no llamas la atención con esa ropa que te cargas?- al terminar su pregunta el chico tanteo con su mano tras de él para sujetar un poco de la tela que la chica usaba como short.

-¡Oye!- lo reprendió Misao dándole un manazo –Además no es mi culpa, por alguna razón extraña, intrigante y completamente ajena a mi persona toda mi ropa se ha encogido- el tono de voz de la chica sonaba molesto pero Shiro no pudo contener las ganas de reírse y así lo hizo, soltó una profunda, sonora y (bastante irritante para la joven okashira) carcajada.

-¿Qué pasa, que es tan gracioso?-

-Es que a veces eres tan tontita-

-¡¿Qué?!-

-Es que tú ropa no se ha encogido, tú has crecido y bastante déjame decirte-

-¿Qué dices?- como si fuera movida por un resorte la muchacha se puso de pie en un salto y Shiro tras de ella.

-Es en serio, mira fíjate- el joven se puso de espaldas y ella hizo lo mismo, antes la cabeza de Misao apenas y si rozaba el pecho del joven pero ahora le llegaba hasta los hombros.

-¡No puedo creerlo!, ¿Cómo paso?-

-Bueno señorita duermo diez horas diarias, no tengo ni la menor idea-

-¡Cállate!- el joven se agachó rápidamente para no ser victima de una violenta patada, vaya que era irritable su amiga.

-Pero entonces…- Misao puso un dedo bajo su barbilla y ladeo la cabeza, si Shiro era casi de la misma altura que su señor Aoshi y si ella ya le llegaba a los hombros a Shiro -¡Entonces ya le llego a los hombros al señor Aoshi!-

-¿Qué dices?- el joven ladeó la cabeza, siempre le llamaba la atención que el mundo de Misao pareciera girar alrededor de esa persona de ojos fríos como hielos.

-¡Nada, adiós Shiro, gracias por avisarme!-

-A-a-adiós- tartamudeó el muchacho pero ya era demasiado tarde, su joven okashira se alejaba a toda prisa por las escaleras con rumbo a las habitaciones.

"Ya crecí, estoy alta, alta, ¡Mayor!" pensaba la joven con entusiasmo mientras prácticamente volaba hasta encontrarse con su eterno sueño, con el hombre que le quitaba el aliento, ni mas ni menos que con Aoshi Shinomori.

"Cuando me vea tendrá que aceptar que ya no soy una niña, que ya soy mayor" se decía la joven a si misma sintiendo una gran alegría naciendo de su pecho, cuando la viera lo tendría que aceptar, ya no podría hacerse mas de la vista gorda, ya no… al terminar de subir las escaleras Misao se encontró con la mas hermosa imagen que sus ojos hubiesen visto jamás, ahí estaba su querido señor Aoshi, de pie bajo el ventanal, con la luz plateada de la luna iluminando su rostro dándole un aspecto simplemente perfecto, era sublime, enloquecedoramente sexy, era… los recuerdos de sus mas atrevidos sueños volvieron a su cabeza tiñendo de carmín sus mejillas e impidiéndole seguir con su propósito ¿Cómo iba a decirle que había crecido?, apoco iba a llegar, a plantarse frente a él y a decirle "¡Mire señor Aoshi ya crecí!" claro que no, eso sonaba tonto, de hecho ahora que lo pensaba su plan era de lo mas infantil.

Queriendo desaparecer de la faz de la tierra la chica vaciló a unos cuantos pasos de la escalera, no podía devolverse porque seguramente Aoshi ya la había oído aunque no la había volteado a ver y tampoco podía seguir porque si pasaba frente a él seguramente con lo inteligente que era el joven notaría su turbación (algo que es sumamente difícil de esconder si en vez de mejillas parece que tienes dos jitomates maduros).

"Vamos Makimachi, actúa normal, solo pasa, solo pasa" nuevamente su mente dándole ánimos, la chica cerró los ojos, tomo aire y simplemente caminó.

-Buenas noches señor Aoshi-

-Buenas noches Misao- un dialogo simple, sin esfuerzos, la voz de él igual de fría que de costumbre, haciendo un gran esfuerzo de voluntad llegó hasta su cuarto sin correr y estando dentro cerró de golpe el shoji dejando escapar un potente resoplido para después sonreír, debía ser una niña todavía si era capaz de emocionarse con cosas tan simples.

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Aoshi estaba molesto (aunque realmente nadie podía notarlo porque estaba tan serio como de costumbre, eso de no tener emociones tenía sus contras) Misao no le había llevado su té al templo, con ese ya eran tres días que no lo hacía y él se quedaba sin nada en su pobre estomago soportando huelgas de hambre que no había deseado en un principio.

Así que como estaba molesto subió a su cuarto, pero se quedo en el pasillo observando el paisaje nocturno, eso lo relajaba y le daba una sensación de paz que no encontraba en ningún otro lado, ni siquiera meditando. Y sí, justamente cuando estaba por meterse a su cuarto y dormir (algo que su atormentada espalda le agradecería) oyó pasos subiendo la escalera, cuando los mismos se detuvieron a escasos metros de él supo que se trataba de Misao pero ya no se encontraba molesto así que sería amable.

-Buenas noches señor Aoshi-

-Buenas noches Misao- no supo porque lo hizo, siempre se giraba a verla cuando estaba seguro de que ella no lo veía pero esta vez volteó a verla mucho antes, cuando ella aún estaba frente a él, sin embargo la chica llevaba la vista clavada en el suelo y se alejó rápidamente aunque no lo suficiente para que Aoshi notara que… había crecido… sí, no podía equivocarse, le llegaba hasta el hombro cuando antes apenas y le pasaba la cintura. Sin embargo eso no fue tan grave, lo realmente grave fue haberla seguido con la vista, no debió de haberlo hecho pero estaba tan sorprendido que no lo noto, sus ojos siguieron su espalda, su larga trenza de cabello negro azabache, su cintura estrecha, el bien formado trasero y las largas, largas, largas y bellas piernas, esperen ¿Por qué podía ver tanto de sus piernas?, el short le quedaba escandalosamente corto, terriblemente estrecho, enloquecedoramente sexy, inconcientemente sus labios se entreabrieron y su boca se seco mientras un calor que hacía años no sentía le subía hasta cierta parte especifica de su cuerpo.

"¡¿Pero que?!" de haberlo podido hacer el joven ninja hubiese gritado un ¡¿Oro?! escandaloso como lo hacía Kenshin pero claro se trataba ni mas ni menos que de Aoshi Shinomori así que lo único que hizo fue entrar precipitadamente a su cuarto, la presión del pantalón tan estrecho lo estaba matando.

Notas de Okashira Janet: Bueno que puedo decirles, no se de donde a salido esta historia, no se que tanto vaya a durar y no se que va a pasar con Aoshi y con Misao pero espero que les guste. Dejen sus reviews. Los quiero, besitos Ciao

Lunes 25 de Febrero del 2008