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Desde que fui capaz de decidir por mi mismo he sido tan libre como he querido, he viajado a cualquier sitio que se me antoja y he tomado las decisiones que me placen; entre ellas, tú. Si, fui yo quien decidió convertirte en una miembro más de la familia Andrew.

Trato de convencerme de que tu vida ha tomado un rumbo diferente al que habrías tenido de seguir como una persona desamparada; al menos me consuela el saber que tuviste la oportunidad de ingresar a una buena escuela, aunque hayas terminado por abandonarla; y de haber conocido Londres. Eso me hace creer que gracias a mi, has recorrido el mundo, o al menos la distancia entre Norteamérica e Inglaterra.

Aun a veces trato de convencerme de que tu adopción fue inducida por la insistencia de mis sobrinos, de que te libere de un destino sombrío, y de que te salve de entre las garras de los Leegan, al menos a medias. Pero, la verdad es que el admitir la realidad ha resultado ser más complicado de lo que creí.

Cuando te rescate en la cascada, al principio no te recordaba, lo cierto es que me llevo demasiado tiempo, pero una vez que caí en cuenta de que tu eras aquella pequeña niña que una vez conforté en medio del bosque, la decisión de estar emparentado contigo, fue aun más sencilla, y tu sutil parecido con mi hermana, otro aliciente.

Darme cuenta de mis verdaderos sentimientos, me ha costado demasiado; tuve que pagar con mi memoria, con el lastimarme al darte consuelo cuando rompiste tu relación con Terry, también me vi forzado a mentirte una vez que había recordado mi pasado y lo que más me pesa es haberme alejado de ti para cumplir con mis obligaciones. Así es, después de tanto tiempo, después de tantas aventuras, después de un par de relaciones; al fin pude darle nombre a lo que siento por ti.