Tal vez dijimos promesas

Que no podían cumplirse.

Nos engañamos con dulces mentiras de amor.

Estaba enamorado no podía negárselo había caído en una enfermedad mortal, un veneno enfermizo, pero allí estaba tal vez peor que su hermana, deseando volver a verle al día siguiente, esperando y deseando que no descubrieran su pequeño secreto.

Mientras se adentraba a las profundidades del bosque para encontrarse nuevamente con él, no podía negarse, tal vez deseaba tanto como Mabel esos amores de verano que termino atrapado en uno muy peligroso con un monstruo, un demonio que no sabía amar y él lo sabía.

Era absurdo, pero el amor nos hace irracionales.

Fuimos inocentes.

Solo actuamos como niños.

Sin pensar en nada.

Más que en nosotros mismos.

Y aunque su mente gritaba ¡Engaño! y ¡Mentira! simplemente las creyó, la verdad es todo aquello que decidimos creer, decidido solo a sentir y no pensar pobre niño, pobre niño.

Palabras que jamás nadie le brindo, siendo un bicho raro que no obtiene amor, siendo el chico asocial, aislado de los demás y encerrado en los libros, sonreía y era feliz de pasar tiempo con quien se le brindaba un tiempo que no le sería regresado, momentos que en un futuro le desgarrarían el alma.

Y mientras que ese ser triangular se volvía un humano para poder estar con él, tomando forma de un rubio con algunos mechones en negros uno de sus ojos tapado con un parche y el otro dorado como el oro fundido, más alto que él como de unos dieciocho tal vez.

-Te amo pino –fueron aquellas palabras que le pusieron en alerta –Déjame demostrártelo.

-Eres un mentiroso Bill, se bien que no puedo creer en ti –Contestó cruzado de brazos –

-Anda pino te digo la verdad, sé que mi reputación siempre me precederá pero por esta vez ¿puedes creer en mí? –Extendiendo su mano le ofrecía un amor que nadie más le había dado –Déjame enamorarte pino.

-"no puedo confiar en él" –pensó –"me engañara"

-Siempre tan listo pino –comentó para golpear ligeramente la cabeza del nombrado –Deja de utilizar ese cerebrito tuyo por una vez y déjate llevar, te prometo que nada malo va a pasar.

-Suspiro –Bien Bill –Respondió –pero si intentas usarme te destruiré.

-Claro pino, claro –El ser triangular mostraba una sonrisa de afilados dientes –

Y si era una mentira la que queríamos vivir.

¿A quién podemos engañar?

Más que a nosotros mismos.

Pasar rato con él era interesante, tener a alguien con quien conversar y que lograra entenderte, recibir caricias, acostumbrarse a los besos y palabras de afecto, sentirse amado llevándonos a la ilusión destructiva de un final perfecto.

Estaba en peligro lo sabía, sabía que no debía confiar y aun así se entregaba a ese ser a ese demonio que solo deseaba apoderarse de su dimensión, con palabras de afecto conquisto su corazón.

Pero que tonto.

-¿En realidad me amas Bill? –le pregunto –

-Te amare por siempre y para siempre, al final del universo te seguiré amando mi pequeño pino -Pronuncio mientras dejaba un beso en sus labios, cerró los ojos dejándose llevar –Y mi pequeño pino ¿me amas?

-Si te amo Bill –Sonrió si, era más que seguro que esa mirada en el niño era de amor –

Tal vez dijimos promesas

Que no podían cumplirse.

Nos engañamos con dulces mentiras de amor.

Dipper miro aquella estatua soltando un suspiro se acercó tocando la mano de aquel ser extendida –Te dije que si intentabas usarme te destruiría Bill –una lágrima resbalo por su mejilla –mentiroso. . . y aun así. . . te amo.

.

Y si era una mentira.

La que quería vivir.

A quien podría engañar.

Más que a mí mismo.