STARGATE VS TRANSFORMERS
(Escrito por Federico Hernán Bravo)
CAPITULO 1
Nota del Autor: Optimus Prime, Megatron, Autobots y Decepticons son propiedad exclusiva de Hasbro Properties Group.
Me llamo Optimus Prime.
Soy el líder de los Autobots. Pertenezco a la raza de los Transformers, unos organismos mecánicos que habitábamos el planeta Cybertron.
Hace millones de años, nuestro mundo fue arrasado por las barbaridades de una guerra sin sentido contra una facción renegada de nuestra especie… unos disidentes que se autoproclamaron a si mismos con el nombre de Decepticons.
Con Cybertron agotado y sin recursos energéticos para sustentar la vida, mis Autobots y yo abordamos El Arca, una astronave que nos llevaría a un nuevo mundo donde podríamos encontrar una segunda oportunidad. Otro planeta con energía suficiente capaz de restaurar nuestro hogar.
Pero la desgracia vino con nosotros y el enemigo, los Decepticons, abordaron la nave que nos llevaba, en un intento de sabotear la misión que nos habíamos propuesto.
Combatimos.
En mitad de esa lucha, el destino quiso que El Arca cayera a la Tierra, sepultándose en las profundidades del monte que los humanos llamaron mas tarde Saint Hillary, en donde por varios miles de años, permanecimos dormidos y desactivados, esperando el despertar…
Llegó cuando fuimos finalmente reanimados por la computadora del Arca, luego de que el hasta entonces inactivo volcán donde descansábamos entró en erupción, y reformados por ella con la capacidad de adoptar como formas alternas las de los vehículos o armas de la Tierra.
Volvíamos a vivir, si, solo para ver como también lo hacia el enemigo, quienes ahora nos desafiaban en medio de un mundo inocente y ajeno a nuestra guerra.
No teníamos más opción. Debíamos detenerlos.
La Humanidad estaba en juego ahora…
SALA DE EMBARQUE DEL STARGATE.
SGC. POR LA TARDE.
El SG-1 emergió del brillante Portal con el semblante agotado. A la cabeza del grupo iba el Coronel Cameron Mitchell, quien una vez que descendió de la rampa y se reencontró con el General Landry, le comunicó las últimas novedades de la misión.
-Los Ori han convertido a su Fe al planeta Armantia – dijo, malhumorado – Fue inútil insistir. Salimos por los pelos.
-Si, el Prior de Armantia casi nos liquida. El muy miserable – se quejó Vala Mal Doran, pasando por delante de los dos hombres, moviendo la cabeza negativamente - ¡Si tan solo me hubieran dejado ponerlo en su lugar…!
-No es una idea muy razonable, querida Vala. Sobre todo teniendo en cuenta de que estamos hablando de un Prior – le recordó Daniel Jackson, bajando detrás de ella.
-Mal… muy mal – Landry se llevó una mano a la barbilla, pensativo – Cada día los Ori nos roban mas planetas. ¿Es que no hay forma de detenerlos?
-Creo que probamos todas las conocidas y seguimos sin tener éxito, Señor – Jackson se sacó sus gafas y las limpió con un pañuelo lentamente, mientras hablaba con su superior – La efectividad de los Ori radica en su persistencia en convertir al Origen a cada raza que visitan… y en que si se niegan, simplemente… los exterminan.
-Si tan solo tuviéramos el arma de Merlín… - masculló Mitchell.
-Lo sé, Cameron, lo sé – el General se volvió, marchando hacia la salida de la habitación – Descansen. Por el momento, basta de Oris. Ya nos ocuparemos de ellos en la próxima ocasión… con mejor suerte, espero.
Obedeciendo la orden, el SG-1 se encaminó fuera de la sala, deseando después de otro durísimo día de trabajo algo de paz.
Lamentablemente, eso estaba lejos de llegar…
ENTRADA AL COMPLEJO SUBTERRANEO. CUARTEL GENERAL DEL SGC.
MAS TARDE…
Los primeros en verlo llegar fueron los soldados que montaban guardia en la entrada del túnel cilíndrico de la montaña.
Perplejos, observaron como aquel inmenso helicóptero negro descendió en la calzada, justo detrás del portón exterior de acceso a la base.
-¿Es de los nuestros? – preguntó alguien, confundido.
No hubo respuesta inmediata y nadie pareció descender de la nave recién llegada. Apagando sus motores, el helicóptero se quedó completamente quieto… como esperando algo.
-Tenemos confirmación del interior del complejo – informó un soldado a su capitán – El General Landry dice que definitivamente no espera a nadie. Dio la orden de detener a los pasajeros e interrogarlos.
Con sus órdenes impuestas, un destacamento de soldados comandados por el capitán partieron a rodear el vehículo aéreo, las armas en alto.
-¡Está en propiedad del Gobierno, amigo! ¡Salga e identifiquese!
-Muy bien. Si insisten… - dijo una voz extraña, emergiendo del aparato.
El capitán y sus hombres se llevaron la sorpresa de sus vidas al comprobar que a pesar de haber surgido de su interior… ¡El helicóptero estaba vacío!
¡Nadie lo piloteaba!
-¿Qué clase de broma es esta?
Hubo un movimiento. De repente, las hélices de la aeronave se plegaron. Luego, con un ruidoso proceso de transformación, todo el helicóptero se convirtió ante los azorados ojos que lo observaban, en un gigantesco y terrible robot.
-¡Mierda! – el capitán retrocedió, espantado - ¡Fuego! ¡Fuego! ¡Bajen a esa cosa!
Las armas vomitaron una lluvia de balas, las cuales rebotaron en la exoarmadura oscura del robot, sin dañarlo.
-¡A un lado, humanos! – bramó la criatura comenzando a caminar con pasos pesados hasta la entrada del túnel. En su trayecto, derribó gente y vallas por igual, como si ni siquiera existieran.
-¡Den el alerta! ¡Esa cosa pretende entrar! – grito el capitán, en medio del caos que se desató.
Ignorándolos completamente, el misterioso autómata destrozó con los puños la entrada al cuartel general, provocando una feroz explosión.
…A continuación, se introdujo en la montaña…
Dentro del SGC, la alarma no tardó en dispararse.
Jackson salió de su cuarto y chocó con Mitchell en la vuelta de la esquina, en un pasillo. Detrás de ellos, se les unieron Teal'c, Carter y Vala.
-¿Qué rayos sucede? – preguntó.
-Ni idea. Pareciera que estamos bajo alguna especie de ataque – contestó Mitchell, dirigiéndose hacia la oficina de Landry.
-¡Los Ori! – exclamó Vala, con una mano en la boca.
-Imposible. Todavía están a años luz de la Tierra – replicó Carter.
-¿Y se supone que eso sea un consuelo?
El General salió a su encuentro, justo cuando un estruendo terrible los sacudió a todos…
-¡Están invadiéndonos! – dijo, sosteniéndose de una columna.
-¿Quiénes? – inquirió Jackson, los ojos abiertos de estupor.
El General iba a responder cuando el estruendo se repitió… viniendo esta vez de la Sala de Embarque del StarGate.
Para cuando el SG-1 llegó al lugar, mas soldados armados prestaban batalla contra el misterioso robot atacante, el cual, se había abierto un camino por toda la montaña hasta allí.
-¿Qué es eso? – Vala señaló a la figura imponente que se erguía desafiando la balacera con la cual, en vano, intentaban detenerlo.
Ajeno al caos desatado, el robot estiró unas manos descomunales hacia el anillo del Portal y tiró… arrancándolo de su sitio.
-¡Se esta robando el StarGate! – gritó Mitchell, tomando un arma y comenzando a disparar también contra el bruto mecánico.
Con el Portal entre sus manos, el gigante de hierro se volvió hacia ellos. En su rostro, una especie de sorna burla sarcástica se manifestaba.
-¡Tontos humanos! – espetó. En el interior del Silo, la voz de aquella cosa resonaba como un fuelle amplificado - ¿Pretenden detener a Vortex con balas? ¡Una completa perdida de tiempo!
El robot levantó un pie en el aire. Lo descargó con furia en el suelo, provocando un violento temblor que barrió con los soldados que le disparaban.
-¡Considérense afortunados, bolsas de carne! ¡Si Megatron no me hubiera dado la orden de solo traerle esto de inmediato, los freiría a todos! – dijo.
Cargando el StarGate sobre sus hombros, les dio la espalda y pegó un salto… atravesando el techo del Silo y abriendo un nuevo camino hacia el exterior, mediante más destrucción.
Confundidos y milagrosamente ilesos, Landry y el SG-1 salieron de entre las ruinas en las que quedó convertida la Sala de Embarque, con un solo pensamiento en sus mentes:
¡SE HABIAN ROBADO EL STARGATE!
SALA DE REUNIONES. SGC.
TIEMPO DESPUES…
El General Landry, sentado a la cabeza de la mesa, contemplaba junto con el SG-1 un video tomado por las cámaras de seguridad, del ataque del robot.
Cuando la imagen enfocó al "Hombre de Hojalata" (como "cariñosamente" le llamó Vala) en su máximo esplendor, en la Sala de Embarque, detuvo la cinta.
-Quiero respuestas – dijo, serio – Acabamos de ser asaltados… ¿Por qué cosa?
-Nunca vi maquinaria como esa, Señor – intervino Carter, pensativa – Detalladamente, pareciera una especie de autómata de alguna clase, inmune a las balas y con la camaleónica habilidad de convertirse en un helicóptero, si nos fiamos del testimonio de quienes le vieron llegar.
-Eso si, no un helicóptero cualquiera – Mitchell extendió a Landry unas fotos – PAV Americano, AF-4500. Nave para guerras pesadas… muy pesadas.
-Tiene estilo. Admiro eso – recalcó Vala, logrando que Jackson carraspeara incomodo - ¿Qué? ¿Dije algo malo?
-Lo que yo quiero saber, es sencillamente su origen – continuó Landry - ¿Quién lo envía? ¿Es otro truco de los Ori, quizás?
-Creo que los Ori no tiene que ver con esto, General – opinó Jackson – Ellos nunca se valdrían de autómatas para llevar a cabo sus ataques. Confían más bien en enlistar para las guerras a cientos de fieles de carne y hueso. Ese es más bien su estilo…
-Como fuera. Esa cosa se robó el StarGate. Ese es el punto – Mitchell tomó la palabra una vez mas – Lo que nos lleva a la conclusión de que sabia de su existencia.
-¿Y con que objetivo lo sustrajo?
-Quizás quiera viajar a otro planeta – dijo Vala, interrumpiendo – No lo culpo. A veces la Tierra resultar ser extremadamente… Bueno… ¿Qué?
Los ojos de todos estaban fijos en ella. Daniel volvió a carraspear, incomodo.
-Tal vez lo que ella dice no sea errado – sugirió Teal'c – Por las palabras y la forma en la que nos habló, ciertamente esa criatura podría ser extraterrestre.
-¿Ven? ¡Teal'c piensa exactamente como yo! – Vala sonrió satisfecha, pero se arrepintió cuando el Jaffa no festejó su ocurrencia - ¡Bah! ¡Hoy todos están de mal humor! – refunfuñó, cruzándose de brazos - Menudo planeta de amargos, este…
Se produjo el silencio. Landry pensaba, con el rostro serio.
-Esto esta mal… demasiado mal- dijo - ¡No podemos darnos el lujo de perder el StarGate en momentos como este! ¡Debe haber alguna forma de averiguar adónde se lo llevaron!
-Creo que podríamos rastrear los pulsos residuales del Portal con ayuda de los aparatos del laboratorio científico, Señor – aventuró Carter – Como usted bien sabe, el StarGate emite un pulso de energía en todo momento… Es como una señal, una firma… Si lo rastreamos, podremos saber si sigue en la Tierra, en dónde está y si no… adónde podría haber sido llevado.
-Háganlo – Landry se puso de pie – Señores… A trabajar. Sea cosa de los Ori o no, necesitamos el StarGate. ¡Y urgente!
EN LAS PROFUNDIDADES DEL MONTE SAINT HILLARY.
EL ARCA. MIENTRAS TANTO…
Optimus Prime esperaba con cierta ansiedad el informe del movimiento de los Decepticons. Mientras lo hacia, observaba por los foto-receptores que eran sus ojos cómo el trabajo de reparación que sus Autobots realizaban en el Arca daba sus frutos.
Hacia ya varios años que los Transformers llevaban en la Tierra, escondidos, acostumbrándose a combatir a sus enemigos mortales de manera furtiva, pero Prime suspiraba por regresar algún día a su planeta natal… el mundo que les dio origen.
Cybertron.
¿Qué seria de él?
Sus pensamientos se vieron interrumpidos cuándo otro robot se le acercó. Era el mentado informe que esperaba…
-Por como vienes a mí, Ironhide, no son noticias buenas, me imagino – dijo.
-Para nada, Optimus – Ironhide negó con su voluminosa cabeza de metal – Han ido demasiado lejos esta vez… muy lejos.
Prime aguardó pacientemente hasta que su subalterno terminó de relatarle lo que ocurrió. Cuando finalizó, el Autobot se dirigió a una consola de computadora y activó un altoparlante. Habló directo a todos los habitantes del Arca.
-¡Autobots! ¡Prepárense para situación de emergencia extrema! ¡Código Z!
-¿Qué haremos, Optimus?
-Lo que me temía, Ironhide. Lo que mas siempre, siempre temí que inevitablemente llegaría: involucrar a los humanos en nuestra guerra. ¡Ruego que no sea demasiado tarde!
Continuara…
