I.- UNA MISIÓN EXITOSA

Sakura atravesaba el bosque con rapidez, no estaba sola. Orochimaru y Kabuto iban a su lado, ambos estaban cansados y heridos. Se habían enfrentado a Kakashi, Naruto y un ninja al que no pido reconocer, pero que fue el encargado de controlar a Naruto cuando el Kyubi tomó el control. Su antiguo equipo, ¿cómo habían logrado encontrarlos?, no tenía ni la menor idea pero ella no participó en tal combate. Había sido una fortuna que no la necesitaran a tal extremo pues de haberla llamada ella habría roto la regla más importante que tuvo que aprender en dos años: nunca desobedecer. No lo haría, jamás atacaría a Naruto o a Kakashi, no importaba el precio que tuviera que pagar, aunque sonora raro, incluso con los años distanciados, había cosas sagradas y ellos eran una de esas.

Esperaba que no los estuvieran siguiendo, no era una buena idea para ninguno y ellos ya debían saberlo. Ese día, Kabuto y Orochimaru se encontrarían con un Akatsuki, todo iba bien hasta que al intentar asesinarlo un ninja de la hoja había emergido de aquel disfraz. La sorpresa de Orochimaru fue mayor y con el mismo carácter ansioso de siempre, enfrentó a Naruto y Kakashi. Todo se salió de control cuando el Kyubi apareció. Sakura sintió miedo después de tanto tiempo, pero no por ella, sino por su lejano compañero, le aterraba y preocupaba que aún después tiempo siguiera sin poder controlarse. Se preguntaba si la desesperación era por ella, por él o por ambos. No estaba segura de que hubiera perdonado su traición al abandonar la Aldea al lado de Sasuke. Ella aún no se había perdonado.

Cuando la batalla terminó, el espacio había sufrido grandes cambios, gran parte del bosque había desaparecido y el puente, que era el lugar de encuentro, estaba completamente destruido. Había visto como el ninja desconocido controlaba el poder del Biju, a Kakashi gravemente herido, dio unos pasos para ayudarlo pero Kabuto le había encontrado y era hora de marcharse. Estaba segura de que no la habían visto y eso era lo único que la reconfortaba. No estaba lista para que vieran en lo que se había convertido, y de ser preferible, que nunca lo llegaran a ver. Aunque se moría de ganas por volver, no podría soportar que no la reconocieran.

Tenían un escondite no muy lejos de allí donde Sasuke los esperaba, seguramente que venía por él, era casi el último del clan Uchiha. Una pieza valiosa para cualquier Aldea, en cambio ella, una ninja simple y de la cual rondaban muchas no era algo que tuviera valor.

Llegaron al escondite y nadie parecía seguirlos de cerca, eso la alivió momentáneamente. Aquel refugio se encontraba bajo tierra y cualquiera que no supiera la ubicación exacta no podría encontrarlo. Su compañero estaba en perfectas condiciones y cuando escuchó el relato que Sakura le contó, se mostró tan indiferente con su pasado que la ninja se preguntó si realmente había algo de vida en él. Sakura con mucho trabajo había logrado calmar el latir de su desbocado corazón cuando los vio por primera vez en dos años. Pero su compañero siguió con su entrenamiento apenas escuchando lo que ella tenía que decir.

-Mi hombro aún no está bien- le comentó. Sakura sabía lo que tenía que hacer, no hizo preguntas ni comentarios. Se acercó a él y desvistió su torso. Aplicó chakra y comenzó a curarle. Ese era el único propósito que tenía en ese grupo, cuidar de Sasuke, Kabuto la había instruido con esa especial ambición; era su proyecto personal. Ahora Sakura era casi tan buena como él y eso le había valido que no se deshicieran de ella aún. Terminó de curar pero un ruido ensordecedor, proveniente de un par de habitaciones más alejadas, irrumpió en el silencio.

-¡Maldición!- Sakura se lamentó que ellos no hubiesen sido lo bastante listos como para alejarse. Porque estaba segura de quiénes eran los intrusos. Ahora tenía que mantenerlos a salvo y cuidar bien su espalda si quería salir viva ella también. Si llegaba a demostrar un poco de consideración hacía ellos no saldrían, ni ella ni ellos, vivos.

-No te preocupes, me encargaré de todo- la respuesta que temía escuchar.

-De ninguna manera- declaró haciéndole frente. Hacía mucho tiempo que no le temía, él parecía aceptar algunas de las imposiciones que ella le hacía. –Ellos vienen exclusivamente por ti y no podemos arriesgarte ni un poco. Además aún no estas completamente recuperado- la ninja vio que su compañero cedía.

-¿Y qué harás tú?, ¿Curarlos?, es lo único que sabes hacer-

-No te confundas, estoy segura de que sabes perfectamente lo que puedo hacer- de su mano surgió un chakra verde luminoso que tenía como último recurso, curar y sanar. Él la observó complacido, conforme con lo que se había convertido, eso la sorprendió. Hacía algún tiempo que la consideraba una ninja que mereciera ser su compañera.

-No tardes. Te estaré esperando- le giñó un ojo y desapareció de la habitación.

Sakura se dirigió hasta el origen de aquel estallido, estaba dispuesta a ayudarlos a salir vivos de ahí sin importar el costo. El resto del grupo ya debía haber partido, Sasuke les debió contar los planes de ella y debían haber convenido que lo mejor sería que fuera ella la única contrincante, ganaría tiempo y nadie importante saldría herido, sin embargo a medio camino se encontró con Kabuto.

-Me han mandado a ayudarte con este problema- esa sonrisa maliciosa, sabía perfectamente lo que estaba planeando y tenía que impedirlo.

-Es mejor que te vayas, Sasuke necesita un médico a su lado, aún no está recuperado por completo. Y tú y yo somos los únicos capaces de curarlo. Déjame encargarme de esto-

-Muy valiente de tu parte Sakura- se acercó a ella –Pero creemos que ellos no sólo vienen detrás de Sasuke. Orochimaru-sama piensa que el jinchuriki te quiere a ti. Durante su enfrentamiento no dejó de preguntar por ti y el ninja que copia hizo lo mismo, parecía muy interesado en saber de ti. Necesitamos más tiempo, así que es momento de que seas útil- la ninja comprendió lo que pasaría sólo un segundo antes de que pasara. Un rayo de chakra verde luminoso atravesó su pecho. Después de todo si que le habían descubierto una utilidad.

-Gracias- le dijo a Kabuto antes de que desapareciera. No tenía mucho tiempo, estaba a unos metros del lugar donde provenía una gran luz. Aplicó chakra en la herida, parecía no servir de mucho pero le ayudó a dar unos pasos, los suficientes para llegar hasta esa luz.

Cuando llegó hasta aquel lugar, la luz la cegó durante largos segundos, se balanceaba involuntariamente y sus extremidades se entumían, sintió un hilo de sangre que resbalaba por la comisura de su boca y que los pensamientos cuerdos comenzaban a alejarse de ella, con una rapidez que la asustó. Comenzaba a dudar de la compasión de Kabuto, hasta ese momento estaba segura de que la había herido con la intención de dejarla vivir para ser salvada, le había agradecido porque su herida estaba a centímetros de ser verdaderamente fatal, pero ahora no estaba tan segura, la fuerza la abandonaba con rapidez y no había nadie que realmente pudiera ayudarla.

Cuando sus ojos aceptaron la claridad de la luz de día, pudo distinguir a Naruto y a Kakashi. Ambos la veían con la mirada más aterrada que jamás les vio, sus ojos estaban desmesuradamente abiertos pero opacos. Parecían no saber cómo actuar ante su compañera moribunda. Les dedicó una sonrisa, estaba feliz, realmente feliz de volver a verlos, saber que estaban intactos y segura de que no se atreverían a abandonarla, y eso era lo mejor. Se habían olvidado de Sasuke y el resto, se quedarían con ella y estarían a salvo. El plan había salido a la perfección.

Dio un paso hacia ellos, quería decirles algo muy importante que de repente olvidó. Volvió a sonreír al verlos sanos y se desplomó. Pero no cayó en el frío suelo, alguien la sujetó en el aire.

-¿Quién eres?- le preguntó al ninja que la sostenía, ciertamente que no lo reconocía.

-Yamato- le dedicó una suave sonrisa de lástima. Su antiguo equipo se acercó a ella con la mirada tan temerosa que la hizo reír. De verdad estaba mal pero se permitió observarlos detenidamente antes de que sus ojos se cerraran involuntariamente.

-Han cambiado mucho- le susurró con la última fuerza que le quedaba.

Su mente pareció alejarse de ella, sus pensamientos no tenían una secuencia. No vio su vida pasar frente a sus ojos ni nada por el estilo, sólo sentía flotar en la nada, en el espacio más grande que alguna vez existiera. Allí estaba rodeada de una luz que encandilaba y un viento que la llevaba a placer a cualquier rincón de ese pequeño universo luminoso. No recordaba nada, no pensaba en su equipo, en nadie, su mente parecía incapaz de mostrarle sus recuerdos, parecía haberlos extinguido por completo. Sólo se recordaba ella misma, las emociones la invadían con fuerza demoledora, primera la inocencia, el amor, la pasión, el arrepentimiento, el miedo, la convicción, la esperanza y por último la resignación; era como estar siendo moldeada de nuevo. No oía a su corazón latir ni su respiración, ni siquiera estaba segura de seguir viva. Sintió que no se reconocía así misma y que se estaba perdiendo, desaparecía en aquel pequeño pero infinito universo.

No supo cuanto tiempo estuvo allí, flotando y viajando con el tiempo y las emociones, parecían años los que habían transcurrido. Pero súbitamente sintió que caía, que era llevada hasta el fondo del abismo que jamás vio pero que estaba justo debajo de sus pies. Todo se oscurecía en segundos, la única emoción que reconocía era el miedo; los recuerdos la invadieron, eran como kunais lanzadas a su memoria. Su infancia, su juventud, en la Aldea con Naruto y Kakashi, en cualquier otro lugar huyendo con Sasuke. Todo, absolutamente todo volvió a ella con claridad y fuerza, cada detalle y día de su vida se incrustó en su memoria de nuevo. La ninja estaba saturada con imágenes que se quedaban en su mente y taladraban su cabeza, era demasiado para lo que parecía ser cuestión de segundos. Seguía en caída libre absorbiendo su pasado. Un golpe seco la detuvo, su cuerpo dolía de una manera insoportable. No había sentido ni una pizca de dolor durante ese viaje, que pareció durar una eternidad, había estado en absoluta calma. Pero ahora cada fibra de su cuerpo dolía, su corazón se sentía débil y cada latido lastimaba. Estaba sufriendo y estaba cansada, el dolor se acrecentaba y llenaba cada rincón de su cuerpo. Sin embargo, entre todo el dolor, se sintió viva.

Sus ojos se abrieron de repente, por instinto, porque ella no recordaba cómo hacerlo, de la misma forma respiraba. Sintió sus pupilas dilatarse por una luz brillante pero artificial; quiso moverse pero dolía demasiado y su cuerpo parecía no responder.

Pronto se dio por vencida y se dedicó a observar su entorno, era una habitación de hospital, un foco iluminaba todo con mucha intensidad, las paredes eran blancas y no había una sola ventana. El aire parecía pesado y no ser suficiente para sus pulmones que luchaban por expandirse. Notó que no estaba sola, había un ANBU en la misma habitación, le daba la espalda y estaba a unos metros, pero reconoció la típica vestimenta.

Estaba en la Aldea Oculta entre las Hojas, sus recuerdos la guiaban y respondían cada duda. Había sido rescatada por su antiguo equipo justo después de que Kabuto la hiriera para darles tiempo a huir, nada había escapado de su mente, cada recuerdo estaba allí. Intentó hablar pero dolía mucho, cada músculo que se movía causaba un insoportable dolor; lo más que pudo salir de su garganta fue un agudo grito, pero fue suficiente para que el ninja élite se girara hacia ella. Dio un leve pero evidente asentimiento de cabeza y desapareció.

Su cuerpo seguía doliendo, cada respiración, cuando su pecho subía y bajaba lastimaba, su corazón latiendo no le daba descanso alguno, por el contrario, punzaba con saña y la torturaba a tal extremo que sus ojos se humedecieron. Lágrimas resbalaban y se quedaban atrapadas en sus oídos, incluso llorar por dolor era doloroso. Sentía que llevaba horas sufriendo, pero sabía que no había pasado ni un minuto, el dolor podía ser engañoso; no olvidaba que era una ninja médico pero de nada le servía, no podía mover un solo dedo para curarse a sí misma.

Por fin la puerta se abrió y el ruido de unos pasos resonaron en la habitación.

-Tranquila, Sakura- Tsunade la veía con suavidad. Aplicó un poco de chakra sobre su pecho y el dolor pareció ceder de a poco. Mientras era atendida, la ninja, observó a la Hokage, no había cambiado nada, su rostro se veía tan joven como siempre, no era de sorprenderse. Lo que si era de sorprender era que ella misma la atendiese, no se olvidaba de que se había convertido en una renegada. –No te esfuerces mucho- le pidió con una dulzura que hizo más honda su culpa.

El dolor disminuyó ligeramente pero seguía allí, lastimando su pecho. Su cabeza parecía explotaría de un segundo a otro, así que con la fuerza que recuperó levantó su brazo izquierdo hasta llevarlo a su frente. La Hokage la observaba curiosa y parecía querer detenerla, pero cuando notó que chakra verde salía de la palma de su mano, se quedó congelada por unos segundos. La vio utilizar técnicas médicas para aliviar el dolor de su cabeza en pleno silencio. Parecía ser lo último que esperaba ver, así que sólo frunció el ceño y salió de la habitación.

Cuando Sakura sintió que era suficiente dejó de aplicar chakra y se concentró en guardar la escaza fuerza que le quedaba. El ANBU volvió a aparecer, aunque esta vez, en lugar de darle la espalda, la veía de frente, no la estaba cuidando. La vigilaba.

Pasaron un par de días más hasta que Sakura pudo hablar y moverse, no había recibido más vista que la de la Hokage, pero desde que supo que ella también era médico, no le dirigía palabra alguna. Algunas miradas confundías y de reproche pero nada más.

Cuando por fin tuvo fuerza suficiente se sentó sobre la cama, su cuerpo estaba entumido pero seguía doliendo todo el tiempo, comenzaba a creer que jamás se recuperaría. Notó que en su pecho había un gran parche que seguramente escondía su herida, la herida de Kabuto. No le importó que el ANBU siguiera vigilándola, quitó las gasas y dejó al descubierto una herida, de 15 centímetros de largo, que atravesaba su pecho.

-¡Maldito Kabuto!- estaba convencida de que la había dejado vivir pero no había más compasión que esa, tardaría mucho en recuperarse por completo. Dejó salir chakra de su mano izquierda para curarse, pero el ninja que la custodiaba tomó posición de ataque. Sakura rió incrédula de que pensara que pudiera atacarlo cuando apenas tenía fuerza para sentarse –Tranquilo, no pienso matarte. No por ahora- le dedicó una mirada divertida y curiosamente el ANBU dio un paso hacía atrás. Sakura no podía creer que incluso ahora luciera tan atemorizante.

-Debes esperar a la Hokage- le ordenó cuando notó que aplicaba chakra sobre su herida.

-Sé lo que estoy haciendo- declaró segura. Su intención no había sido sonar ni actuar grosera, pero dos años con la gente equivocada la habían cambiado notoriamente. Ahora no podía evitar amenazar a quien la retara, esa había sido una técnica que Sasuke le había ensañado, si quieres sobrevivir será mejor que finjas no tener miedo, el miedo mata, Sakura, le había dicho. Fue el único consejo que le dio durante dos años pero se lo repetía cada que se mostraba insegura. Había salido viva gracias a eso.

-Parece que sabes lo que haces- Tsunade entró y, por primera vez en días, habló con ella. Sakura no contestó y siguió curándose, no le había preguntado nada así que no tenía nada que responder. –Te llevaremos a una habitación donde podrás recibir visitas. Hay alguien que quiere verte- La ninja supuso que serían sus padres, no quería verlos, aún estaba avergonzada de lo que había hecho.

-¿Cómo logré sobrevivir?- preguntó mientras preparaba todo para trasladarla.

-Kakashi llegó contigo en brazos- la voz de Tsunade temblaba ligeramente –Creo que dejó un rastro de sangre detrás suyo porque llegaste aquí tan pálida como un muerto. No sé como consiguió traerte tan rápido estando tan lejos pero lo hizo. Estuviste en coma por dos semanas antes de despertar-

-Dos semanas- repitió para sí misma –Gracias por salvarme- jamás se olvidaba de agradecer a quién le había salvado la vida. No era una ingrata. Sabía que la Hokage misma la había atendido porque de otra forma no hubiera sobrevivido.

-¿Piensas volver a huir?- le preguntó viéndola directo a los ojos. Sakura le ofreció una sonrisa sincera antes de responder:

-Ya tuve suficiente y he aprendido mi lección- se encogió de hombro. Ni que estuviera loca para volver al lado de Orochimaru y Kabuto.

-Eso vamos a ver… supongo que fue Kabuto quien te enseñó a ser médico-

-Yo era su pequeño proyecto personal. Me enseño a ser útil-

-Parece que le guardas cariño- Sakura sonrió, pero esta vez su sonrisa no era suave, era oscura.

-Lo mataré cuando lo tenga en frente- la seguridad de su voz sorprendió a Tsunade –Podrá tener habilidades como médico pero no tiene ni idea de lo que significa la vida. Me asquea recordar sus experimentos, me repugna recordar que soy lo que soy gracias a él- un chakra luminoso comenzó a salir de sus manos involuntariamente. Estaba furiosa. Hubiera dejado salir esa ira pero un dolor seco llegó hasta su pecho, su corazón pareció detenerse durante algunos segundos.

-Tranquilízate, Sakura- le ordenó la Hokage obligándola a acostarse. Aplicó chakra en su pecho pero el dolor no cedió. La ninja sentía la herida abierta de nuevo, la sangre deslizándose, respirar se convertía en una tortura y su corazón más que latir, punzaba. Lágrimas resbalaban por sus mejillas. Veía la desesperación en Tsunade por aliviarla, pero no funcionó y hasta que se desmayó, el dolor desapareció, o por lo menos ya no lo sentía.

No fue como su último desvanecimiento, esta vez se sentía viva en todo momento, escuchaba todo lo que sucedía a su alrededor y notaba cuando alguien la tocaba. Estaba en un profundo sueño inducido por su cuerpo, así que por más empeño que pusiera en despertar no lo lograba. Su cuerpo parecía indicarle que aún no estaba lista, que debía esperar un poco más.

Por fin, un buen día, pudo abrir los ojos. Ya no se encontraba en la misma habitación, esta tenía un color rosa suave en las paredes, una gran ventana que mostraba un hermoso cielo azul, y un gran ramo de flores estaba sobre una mesa. Se incorporó lentamente, ya estaba acostumbrada al dolor de su pecho, que seguía sin desaparecer o disminuir. Revisó su herida, estaba ligeramente abierta, parecía que jamás cicatrizaría, aún con los cuidados de la Hokage y eso la preocupó.

Miró por la ventana, el viento sopló tranquila y suavemente contra su cara sacudiendo su largo y rosado cabello, era muy largo pues no lo había cortado en dos años. No era del todo lacio, como en su infancia, ahora tenía algunas ondas que eran agitadas por el viento. Definitivamente que no era la misma ninja, no sólo no se veía igual, sino que se sentía totalmente distinta. Un poco más segura, quizá.

Suspiró pero el dolor aumentó de nuevo, era un pequeño precio a pagar por estar en casa, porque así era como se sentía, en casa. No le había dicho a nadie, y no lo haría, cuánto había extrañado la Aldea, de nada valía ahora si decía que había querido regresar cada maldito día desde que se había marchado, eso ya no importaba. No les diría que se había arrepentido cuando dio el primer paso fuera de la Aldea, pero que no había tenido la valentía de enfrentar a Sasuke, en aquellos tiempos hubiera dado y hecho lo que fuera porque su compañero la viera como una ninja valiosa, y vaya que lo había hecho, había dejado su hogar por él, fue una gran equivocación y lo supo unas horas después. Había cosas que era mejor que no supieran nunca y que era mejor que no recordara. Si lograban perdonarla nada más importaba.

Kakashi estaba afuera de la habitación donde estaba su alumna, no sabía a qué se debían los nervios que lo invadía, pero lo verdad era que estaba nervioso y ansioso por verla. Lo había impresionado fuertemente haberla visto moribunda, sus manos aún temblaban cuando recordaban haberla llevado, más muerta que viva, de vuelta a la Aldea. Su corazón se oprimía rememorando la sangre de su alumna que brotaba como si fuera agua, y lo más preocupante había sido que por momentos no reconocía a la ninja que cargaba en sus brazos. No habían bastado los años juntos para que pudiera reconocerla, cuando se encontraron con ella moribunda, la había reconocido sólo por su cabello rosado, siempre inconfundible. Pero seguía sin creer que fuera la misma que su pequeña alumna, con su cuerpo pequeño y aniñado, su rostro inocente y cabello corto, todo en ella había cambiado y eso lo impresionó.

Hacía varios días que la visitaba pero siempre estaba dormida, Tsunade había dicho que necesitaría tiempo para recuperarse, pero él sólo agradecía que siguiera viva. ¿Qué si ya la había perdonado por irse con su compañero?, no estaba seguro.

Abrió la puerta convencido de que la encontraría dormida como los días anteriores, pero no. La ninja veía por la ventana, su largo y ondulado cabello era sacudido por el viento, su delicado rostro era bañado por la luz del día remarcando su fina nariz, sus suaves mejillas y su piel lucía un color blanco pero vivo.

En ese momento supo que si aún no la había perdonado, lo haría pronto.

La ninja se giró para verlo y lo detuvo en seco, le mostraba una sonrisa discreta pero suficiente para aumentar su ansiedad. Sus ojos jade brillaban. Había planeado mantenerse distante y frío, pero esa sonrisa derrumbó la seguridad con la que había entrado. Era como si los dos años separados no hubieran existido, como si jamás se hubieran separado, pero bastaba verla, para saber que el sí tiempo había pasado.

-Hola Kakashi- su voz era dulce pero un poco ronca, parecía que se esforzaba mucho por hablar. Tardó unos momentos en que el hechizo de su voz pasara.

-Aún sigo siendo tu sensei- le recordó acercándose a ella. Su alumna mantuvo su sonrisa y aceptó su regaño.

-Gracias por salvar mi vida, Kakashi-sensei- corrigió acomodando su cabello detrás de sus oídos. Ese gesto tan simple le mostró que no era la misma niña que había abandonado la Aldea. Pero de pronto el rostro de Sakura se transformó en una mueca de dolor, Kakashi pensaba salir para pedir ayuda pero cuando notó que Sakura comenzaba a curarse sola, se quedó allí plantado, hipnotizado.

-¿Cómo es que…-

-soy una ninja médico?- completó su alumna cuando terminó de curarse. –Kabuto- respondió simplemente, como si no importara y eso le recordó que se había marchado. Se enfureció.

-¿Por qué te fuiste?- su tono era duro y serio, pero Sakura seguía mostrando una sonrisa tan tierna y suave que era difícil mantenerse molesto.

-Amaba a Sasuke, lo hubiera seguido hasta el fin del mundo- no podía creer lo que estaba escuchando. No podía creer que pudiera decirlo con tanta naturalidad, que se hubieran arriesgado para salvarla cuando seguía siendo la misma ninja encaprichada. Si le contara lo que había sufrido por ella, imaginar a su pequeña alumna sufriendo había sido una tortura de dos años. De pronto la joven comenzó a reír –Pero puede estar tranquilo, sensei, ya no amo a Sasuke, ni mucho menos lo seguiría hasta el fin del mundo. Esos son viejos tiempos a los que no planeo volver- si antes estaba furioso, ahora estaba sorprendido, más que eso, estaba estupefacto. No podía creer lo que escuchaba, parecía tan segura de sus palabras, como si fuera lo más obvio del mundo, era claro que ya no conocía a esa mujer.

-¿Cómo fue que llegaste hasta ese punto? Estuviste a nada de morir- ella no parecía incomodarse por hablar y él quería escuchar todo lo que tuviera que decir.

-No debieron seguirnos- eso lo confundió, pareció un reproche pero esperó para que ella siguiera hablando –Después de enfrentarse a Orochimaru, debieron volver. Estuvieron realmente en peligro. Tuvieron suerte de que fuera un sacrificio tentador para ustedes, de lo contario no seguirían vivos-

-¿Casi te matan por nosotros?- ahora se sentía culpable, había estado al borde de la muerte. Querían traerla a casa, incluso más que a Sasuke, pero casi la mataban intentándolo.

-Ocupaban una distracción, y yo era la mejor opción- a ella no parecía importarle el dolor por el que había y estaba pasando. –Como sea, funcionó para ambas partes, ellos querían huir y yo quería volver, aunque eso no lo saben-

-Si realmente querías volver, ¿Por qué no lo hiciste antes?- su alumna estaba apunto de responder cuando la puerta se abrió. Era Naruto, su compañero, quien no había dejado de interesarse por la joven. Durante todo el tiempo alejados, él jamás se molestó con su compañera, no parecía recordar que había sido ella quien había huido y siempre estuvo más empeñado en traerla de vuelta a ella que a Sasuke.

Sakura observó a su compañero, había cambiado tanto o más que su sensei. Lucía más alto, su sonrisa parecía, sin embargo, un poco más apagada.

-Gracias por salvar mi vida, Naruto- le dijo mostrando una sonrisa de agradecimiento. Extendió sus manos para que él las tomara. Después de unos instantes de duda, su compañero se acercó dudoso. Tomó sus manos, estaba nervioso y sudaba un poco. –Gracias por traerme de vuelta, ambos- también vio a su sensei, por ellos había vuelto a casa.

-No tienes nada que agradecer, Sakura-chan- la sonrisa de su compañero parecía volver a ser la misma de siempre. Pero aún parecía incómodo, como si no supiera dirigirse a ella. Sakura sabía que tomaría algún tiempo acostumbrarse a su presencia.

-¡Claro que sí!- sabía que no podría borrar el pasado y que ellos no olvidarían su abandono, pero si lograban perdonarla un poco, sería suficiente. Acercó a su compañero y lo abrazó, sabía que jamás había sido cariñoso con él pero no era la misma de antes y ellos tenían que saberlo. Había aprendido que los sentimientos no le eran útiles, pero ya no estaba con Orochimaru o Kabuto. Estaba en su hogar.

Debió apretarlo con más fuerza de la que tenía porque sintió la herida abrirse de nuevo. Se alejó de su compañero y tal como había supuesto, su bata se encontraba ya manchada de sangre. Su antiguo equipo estaba muy inquieto, la observaban preocupados mientras ella luchaba por demostrar que no estaba tan mal como aparentaba. Pero la verdad era que estaba mucho peor, sabía que algo no andaba bien; claro que notaba lo delicada que era su herida, pero había algo más, como si no pudiera volver a sanar por completo.

Para fortuna de todos la puerta se abrió y entró Shizune, la observó sólo unos segundos antes de acercarse a auxiliarla. No hizo preguntas y se dedicó a intentar calmar el dolor que recorría a la joven, pero Sakura veía la desesperación en su mirada, ella también sabía que algo no andaba bien. Unos minutos después entró la Hokage y con gran velocidad se acercó a la herida ninja. Apoyó en la curación en pleno silencio pero Sakura de nuevo vio esa cara, estaba confundida, como si no supiera lo que estaba mal en ella aún con la gran herida en su pecho.

Estaba acostada pero podía ver a Naruto y a su Sensei, no habían salido de la habitación y su cara era aún más desalentadora que la suya propia

Cuando por fin el dolor se volvió soportable, las médico se alejaron de ella. Estaban cansadas por intentar ayudarla.

-¿Qué me pasa?- preguntó. Aún seguía acostada pero todos la rodeaban.

-Sólo necesitas tiempo, Sakura-chan-

-¡No, Naruto!, no necesito tiempo, llevo tres malditas semanas en cama y la herida parece jamás sanar. Parece que fue hecha ayer y no deja de doler. No puedo mover un solo músculo sin que se abra de nuevo y eso no es normal. Así que ¿qué me esta pasando?- intentó conservar la calma pero estaba frustrada. –Perdóname, Naruto. No fue mi intención hablarte de ese modo- su disculpa fue bien aceptada por su compañero que tomó su mano afectuosamente.

-Creo que Kabuto te dañó más de lo que creímos. Hay algo en esa herida que no permite que sane por completo y no estoy segura de que alguna vez lo haga- esas palabras dejaron helada a la ninja –Tu cuerpo no soporta que te esfuerces, cualquier jutsu será un problema. En especial las técnicas médicas-

.-Significa que ahora soy completamente inútil- reía amargamente y no podía creer que después de dos años hubiera vuelto a ser tan inútil como al principio. -¡Me las pagaras, Kabuto, tú y Orochimaru! ¡Juro que los mataré!- se cubrió el rostro con ambas manos para ocultar sus lágrimas. Alguna vez, mientras Kabuto la instruía y notando lo rápido que ella aprendía, le había confesado lo importante que se sentía ahora que podía curar a los demás. Le habían quitado eso, le habían dado vida pero le arrebataron el propósito de vivir.

-Tranquilízate, Sakura- oyó la voz de su sensei.

-Quiero estar sola-

-Tus padres están afuera y quieren verte- la voz de Tsunade estaba cargada de compasión y eso la calmó un poco. Ella más que nadie entendía lo que acababa de perder.

-De acuerdo- accedió. Escuchó como todos abandonaron la habitación y la dejaron sola. Secó sus mejillas y trató de recuperar la calma. Pero se sentía incompleta, como si su esencia se hubiera perdido. Claro que odiaba haber sido instruida por Kabuto, pero amaba lo que era capaz de hacer, sanar y curar. La puerta se abrió en el momento en el que la última lágrima salió.

Sus padres se lanzaron a su cama. La abrazaron con tanta delicadeza como su amor se los permitió. La inundaron de información, de lo que había pasado durante su ausencia y en ninguna ocasión le reprocharon su huida. No hubo un solo comentario de regaño o llamada de atención, actuaban como si sólo hubiera ido de misión y no huido. Durante esas horas el corazón de Sakura se conmovió profundamente, era imposible no hacerlo cuando le profesaban un amor tan profundo. Olvidó el odio amargo que se había instalado en el centro de su pecho y lo inútil que volvía a sentirse.

Sus padres la esperaban en casa, con su habitación lista y un par de cortinas nuevas, que según su madre, le daba un toque más juvenil. Sabían que su hija había cambiado. Lo notaba por cómo la veían, como si trataran de adecuarse de nuevo a ella y fingiendo que sólo habían pasado un par de días desde su ausencia. Sakura no podía sino escucharlos atentamente, también fingiendo que seguían siendo los mismos padres que había dejado, que no había cambiado ella misma y que todo podría ser como antes.

Era cierto que se había acostumbrado a estar sin ellos pero no había pasado un solo día en que no los extrañara y pensara.

Estuvieron con ella hasta que la hora de visitas terminó, la dejaron con un gran beso en la frente y se marcharon temerosos de que volviera a desaparecer de nuevo.

Sakura quedó sola de nuevo, pero ahora casi en medio de la oscuridad. Una lámpara le daba un poco de luz. La ninja se sentía amargamente feliz. Le agradaba estar de vuelta pero no podía evitar darse cuenta de cuántas cosas se había perdido. No había podido crecer como ninja rodeada de sus compañeros y amigos, llena de esa calurosa ambición juvenil y lo lamentaba porque ahora sus esperanzas de volver a ser la ninja médico que era se habían esfumado.

-Puede pasar, sensei- la ninja sintió su inconfundible presencia en la ventana. Después de unos segundos el ninja entró. El dolor en su pecho aún seguía presente pero era torelable, mientras no hiciera esfuerzo alguno todo estaría bien y eso era lo más frustrante.

-Parece que no es fácil sorprenderte- se quedó a unos pasos de ella apoyado en la pared. Traía el libro que siempre acostumbraba leer, pero Sakura estaba segura de que hacía un buen rato que no lo leía.

-Estoy segura de que usted podría sorprenderme si realmente lo quisiera, sensei- la ninja seguía el ritmo de la conversación, pero sabía a qué había venido. No era sólo una visita de cortesía.

-Lamento que tu recuperación vaya tan lento-

-Tan lento que jamás podré sanar completamente- estaba siendo realista. –Pero no importa, no me quedaré de brazos cruzados. Recuperé mis habilidades y acabaré con ese par- todo lo dijo con una sonrisa que confundió a Kakashi, en momentos así no era capaz de reconocerla.

-Debería concentrarte sólo en ti. Espero que no hayas vuelto con la idea de vengarte, porque esas ideas, como bien sabes, te llevan lejos- su alumna bajó la cabeza avergonzada. No había notado lo preciosa que lucía con su cabello suelto, su rostro iluminado por la suave luz de la lámpara y sus grandes ojos jade mirándolo con un brillo especial.

-No esperará que me quede tranquila después de todo-

-Espero que hagas lo que es mejor para ti-

-No planeo hacer otra cosa- Sakura se detuvo por unos segundos a observar a su sensei, si había olvidado lo atractivo que era, lo estaba recordando justo ahora. Su rostro siempre cubierto pero revelando su fina nariz, su semblante serio y misterioso. Su sonrisa tan discreta y poco común. Su carácter que mostraba el hombre maduro que era, a pesar de llegar tarde todo el tiempo y siempre tener la nariz metida en esos libros, por lo menos así lo recordaba, se preguntó si es acoso seguiría siendo el mismo sensei que algunos años atrás la había cuidado.

-Todos están ansiosos por verte de nuevo. Han estado preguntado por ti cada día- sus pensamientos volvieron a la realidad.

-No creo que sea capaz de reconocerlos, apenas y he sido capaz de reconocer a Naruto-

-¿De veras?- su sensei parecía prestarle toda su atención, no fingía leer o ver por la ventana. La veía directo a los ojos.

-Por supuesto, ha crecido bastante y luce bastante atractivo. Seguramente que tiene a la mitad de las chicas de la Aldea vueltas locas- Kakashi no creía lo que estaba escuchando, se resistía a creer que su alumna estuviera interesada en su compañero.

-No podría responderte eso- estaba ligeramente incómodo con ese tema. Hablar de posibles parejas para la joven que tenía en frente no era la mejor actividad, en especial cuando la chica era tan linda. Naruto sería afortunado si lograba conquistarla.

-¿Sakura, cuándo Naruto, Yamato y yo nos enfrentamos a Kabuto y Orochimaru, tú estabas ahí?- La ninja asintió y después añadió.

-Era la primera vez que los veía después de dos años-

-¿Por qué no saliste y pediste ayuda?, No habría dejado que nada te pasara-

-No habríamos salido vivos. Ellos hubieran atacado a alguien para crear una distracción y no los arriesgaría a ustedes. Sabía que tarde o temprano Orochimaru se daría por vencido y regresaríamos al escondite-

-Si no los hubiéramos seguido, no estarías aquí. ¿De verdad estabas tan resignada a no volver a la Aldea?-

-No es tan fácil como usted piensa, sensei. No puedes sólo decir que quieres volver y esperar que ellos lo comprendan. Ustedes nos siguieron la pista durante dos años, ¿Cuántos ninjas regresaron vivos después de dejar a Orochimaru?- el silencio de Kakashi respondió –Él no deja pistas vivas y yo quería regresar viva a esta Aldea.-

-Tú también has cambiado, Sakura- su sensei la vio de una manera muy significativa. Parecía estarla viendo por primera vez y la ninja se sonrojó ligeramente. Peinó las puntas de su cabello con los dedos nerviosamente. –Me alegra tenerte de vuelta- se despidió antes de salir por la ventana.

La ninja lo observó desaparecer en medio de la oscuridad.

-Demasiado imposible- se susurró a sí misma con una sonrisa.