Texto: Letra normal
Diálogos: - Letra normal
Pensamientos: "Letra cursiva"
Recuerdos: Letra cursiva
Rated M por strong language, escenas de violencia y contenido para adultos
Los personajes de Naruto son propiedad de Masashi Kishimoto. La historia y los personajes que no son de la serie son míos
Historia basada en Naruto Shippuden (Postguerra)
Preludio
Arrancar los recuerdos
Los primeros rayos del sol despuntaban al alba en un nuevo día sobre los cielos de la Aldea Oculta de la Hoja, justo en el momento en que unos ojos negros como la noche que acababa de terminar paseaban la mirada sobre la extensión de la aldea desde lo alto de una suave colina bañada por el rocío.
Suspiró, cansado. Habían pasado cinco largos años desde que el heredero de los Uchiha había abandonado Konoha por segunda vez. Sasuke estaba apoyando su único brazo sobre el tronco del árbol que se erguía orgulloso sobre el montículo de hierba fresca en los alrededores de la villa. Una brisa tímida le acarició el rostro, meciendo su cabello azabache. Lo tenía más largo que cuando se marchó. Todavía conservaba algo de su particular forma, con los dos mechones a ambos lados de la cara y la parte posterior encrespada, aunque la largura hacía que el cabello pesara más y no estuviera tan de punta. El flequillo despuntado le caía por la frente, tapándole de vez en cuando el ojo izquierdo.
No hubo nada en especial que lo hiciera regresar. Ni señales, ni emociones. Simplemente había terminado su viaje de redención y ahora su lugar era regresar a Konoha. A casa. El astro rey, que ya le elevaba sobre la bóveda celeste iluminando la tierra, dejó ver a Sasuke los grandes cambios que había sufrido la Hoja.
Había edificios más altos, más modernos que las casas de madera que todavía inundaban las calles. Distinguió la Torre del Hokage, restaurada y altísima tras los estragos de la Cuarta Guerra. Más allá, en el acantilado escarpado que custodiaba el norte de Konoha, el rostro de Kakashi tallado en la piedra le observaba estoico.
El Uchiha sonrió de medio lado. "Así que el dobe todavía no es el Hokage, ¿eh?". Sasuke retiró la mano del árbol, dejando que la capa negra le cubriera por completo y comenzó a bajar la colina tranquilamente en dirección a las puertas principales.
Llegando al bosque que rodeaba la entrada, se dio cuenta que estaba deshaciendo el camino que decidió emprender aquel día, después de recuperarse de las horripilantes heridas que le dejó el combate a muerte con su camarada. Se paró un segundo, rememorando su segunda despedida, esta vez lícita.
- Si no llega a ser porque ayudaste en la guerra y que gracias, en parte, a ti, se deshizo el Tsukuyomi Infinito, pasarías toda tu vida entre rejas, Sasuke –. Kakashi, en su nuevo cargo como Hokage, miraba seriamente a un joven de apenas 15 años listo para partir de su aldea natal –. También ha sido cosa de Naruto. Ahora es considerado héroe de guerra. No lo olvides.
Sasuke miró hacia su izquierda. Lo recordaba perfectamente. El árbol donde Naruto le esperaba para despedirse de él. Sasuke elevó las comisuras de los labios de nuevo.
El rubio Uzumaki estaba recostado en la corteza, mirándole con una sonrisa bailándole en los labios. Llevaba una sencilla chaqueta blanca con el cuello naranja. También podían distinguirse en él las secuelas de su enfrentamiento.
- No creía que vinieras a despedirte… -. Naruto no pronunció palabra, simplemente estiró la mano que le quedaba para tenderle a su amigo un objeto muy preciado. Sasuke abrió los ojos de la sorpresa.
- ¿Todavía la tienes? – en la mano del jinchuriki del Kyubi descansada la bandana ninja azul oscura de Sasuke, con el tajo perfectamente marcado en el metal, seccionando el símbolo de la Hoja. El Uchiha le miró directamente a los ojos.
Sasuke rozó con la yema de los dedos la bandana que guardaba en uno de los muchos bolsillos ocultos del interior de la capa. No la llevaba puesta en ese momento, aunque a lo largo de los años, se había permitido el lujo que volver a anudársela en la frente. Al principio se sintió extraño, como si estuviera haciendo algo improcedente. Con el tiempo, a medida que se iba perdonando a sí mismo, la bandana de la Hoja le resultaba cada vez más cómoda, sobre todo cuando el flequillo le iba creciendo y ésta le ayudaba a despejarle el pelo de los ojos.
El ex-vengador siguió avanzando. Ya había enviado un halcón hace tres días anunciando su llegada, así que le resultó un poco extraño no encontrarse absolutamente a nadie recibiéndolo en la puerta. Ni siquiera veía el pelo rosa de la molestia de Sakura.
Durante esa mañana, Sasuke volvió a sonreír levemente por tercera vez.
La tierna Sakura Haruno, casi una mujercita ya a sus 15 años, miraba a Sasuke entre preocupada y triste. El Uchiha odiaba que le mirase así. Se sentía miserable. Ella siguió removiéndose intranquila en el sitio, al lado de Kakashi, mientras éste le hablaba.
- ¿Seguro que… Tienes que irte? Tsunade ya casi ha terminado con la prótesis de los brazos de las células del Primer Hokage – los ojos de la chica se estrecharon al mirarle.
- Tengo que ver el Mundo Shinobi, el mundo en general, sin la venda del odio. Necesito ver todo lo que pasé por alto una vez… - Sasuke le devolvía la mirada, sereno. Tenía que marcharse y ni Sakura ni nadie podrían impedírselo.
- Y si… - las mejillas de la muchacha se tiñeron del mismo color que el de su extravagante pelo - ¿Y si te dijera que quiero ir contigo? – se lo soltó a bocajarro, sin más. Sasuke cambió el peso de una pierna a otra.
- Este viaje es para redimirme de mis pecados y tú no tienes nada que ver con ellos – la respuesta fue directa y tajante. Sin embargo, la mirada de decepción de su compañera de equipo le hizo sentirse bastante intranquilo. "Hmpf… Joder, Sakura… Molesta hasta el último segundo, ¿no?". Pero no podía enfadarse con ella. No ahora. No después de lo que había hecho.
- Nada que ver, dices… - la joven bajó la cabeza, decaída. Sasuke distinguió el rombo morado, fruto de su tremendo esfuerzo y entrenamiento durante todo ese tiempo. Sin duda era una chica fuerte. Lo soportaría. Lo esperaría.
Sasuke, en un impulso, elevó su única mano y dio un pequeño toque en la frente de Sakura. Un gesto que significaba tantísimo para él que no sabría si Sakura era consciente de lo que quería transmitirle con ese hecho. "Eres importante, pesada". Pero no lo dijo con palabras. No consideraba que hicieran falta, nada más que un:
- Te veré pronto – Sakura le miraba anonadada desde sus orbes esmeraldas –. Gracias – otra palabra preñada de significado, pero sin decir nada más.
De repente, Sakura se vio a sí misma contemplando la espalda de su compañero alejarse cada vez más por el camino que conducía a la entrada de la aldea.
Ése iba a ser un agradable día de primavera. Las gotas de las primeras luces que se posaban en el anverso de las hojas había desaparecido y el sol calentaba la superficie del terreno sutilmente. Cuando Sasuke Uchiha estuvo a un paso de entrar en Konoha, cerró sus negros ojos por un instante.
Sí. Definitivamente, tenía ganas de regresar.
No supo qué hora era cuando se despertó de golpe, sudando y jadeando, llevándose una mano al pecho inconscientemente. Se giró para mirar el reloj digital que descansaba en la mesita de noche. Las 4:07 de la madrugada. "Mierda… Otra vez. Otra vez he vuelto a soñarlo". La mujer se llevó ahora la mano a la cara, sobándose las sienes con el índice y el pulgar. El largo pelo rosa le caía a ambos lados del rostro como una cascada. Algunas hebras se le pegaban a la frente y mejillas por el sudor de la pesadilla. "No… No era una pesadilla. Fue verdad".
Sakura crispó la expresión, sintiendo cómo fruncía el ceño bajo los dedos que seguían masajeándole la cabeza. Inspiró hondo varias veces y cerró los ojos, intentando calmarse. Poco a poco, el sueño que de vez en cuando la atormentaba, emergía desde las profundidades de sus recuerdos.
La guerra. El suelo quebrado bajo sus pies. Todos esos shinobis muertos. La luna roja como la sangre en el cielo. El puñetazo a Kaguya. La traición de Sasuke. El genjutsu. Dolor.
Ella apretó los dientes con fuerza. "Maldita sea". Retiró la fina sábana blanca que la cubría y se levantó del mullido colchón, que se quejó al retirar su peso del mismo. Se echó agua helada varias veces en la cara mientras ponía en orden sus emociones. Elevó la cabeza y se miró al espejo del bonito cuarto de baño contiguo a la habitación. La joven mujer que le devolvía la mirada distaba bastante de la chiquilla que fue una vez.
El perfil de su cara era afilado, dejando atrás las formas redondeadas de la niñez, su pelo tan llamativo caía con volumen desparramado sobre sus hombros hasta el pecho. Lo había dejado crecer de nuevo hacía un tiempo. Su nariz era recta sobre una boca con unos labios delgados, de un rosa más oscuro que su pelo, que se cerraban en una línea dura de expresión. Los pómulos se marcaban finamente debajo de esas ojeras… Y sus ojos. Lo que más había cambiado en ella eran sus ojos. Ya no quedaba rastro de la mirada inocente e infantil que una vez tuvo. Ahora sus ojos verdes parecían algo más oscuros, afilados, con un rastro de tristeza y madurez… Aunque seguían siendo igual de grandes. Parecía un gato.
Suspiró. Ya era una mujer de todas formas. Volvió a encender el grifo y se echó más agua en el cuello, masajeándolo. Escuchó movimiento desde la habitación. Concretamente, desde la cama.
- ¿Sakura? – una profunda voz grave le llegó a los oídos, adormilada - ¿Qué haces? – escuchó más sonidos de muelles quejándose y un frufrú de las sábanas –. Son más de las cuatro de la mañana… Vuelve a la cama – Sakura se asomó por el marco de la puerta del lavabo. La luz que había encendido iluminaba escasamente la habitación, una amplia sala cubierta por una suave esterilla de color verde que tenía unos enormes ventanales a modo de pared desde donde se accedía a la terraza exterior con unas vistas increíbles de Kumogakure. Incluso se podían distinguir las nubes que pasaban lentamente por debajo de su nivel. El cielo nocturno se elevaba sobre sus cabezas, plagado de estrellas y constelaciones. Era una vista muy hermosa. El frío de la montaña no llegaba a traspasar las paredes, aisladas térmicamente. Aún así, Sakura no pudo evitar sentir un escalofrío recorrerle toda la columna vertebral provocado por un recuerdo que ahora parecía un mal sueño.
Estaba muy oscuro cuando despertó. Las estrellas titilaban y la luna llena se alzaba en la bóveda tan oscura, tan negra… Se podía respirar la energía del ambiente, cargado de polvo, olor a metal y chacra.
Sakura abrió los ojos de golpe, saliendo de la duermevela en la que se encontraba. Le dolía todo. La cabeza, los brazos, le dolía en el alma hasta tragar saliva. Y el pecho. Sakura inclinó la cabeza a la vez que se llevaba una mano al pecho, justo donde Sasuke la había metido el brazo hasta el codo en el genjutsu al que le sometió.
"Hijo de…". Sakura frunció el ceño hasta que no pudieron salirle más arrugas. Estaba furiosa. Harta. Cansada de ser una estúpida por regalarle al último de los Uchiha lo más preciado que tenía. Su amor. Todo ese revuelto de cabreo y emotividad se arremolinaban en su estómago y garganta.
- Sakura… Recuéstate de nuevo, estás débil – Kakashi había colocado su mano sobre la de ella. La miraba con un destello triste en sus ojos, sabía que ella había luchado hasta el último segundo por recuperar a Sasuke, todo el mundo en Konoha sabía lo que esa chica sentía por el Uchiha. Iba más allá de lo físico, de lo terrenal, había sido capaz de amar tanto sus luces, si es que aún le quedaba alguna, como sus sombras. Especialmente éstas últimas. No se podía pedir más. No la merecía.
Y todos lo sabían.
- No, Kakashi, ya estoy bien. Gracias – dijo Sakura con una débil sonrisa hacia su maestro - ¿Qué… ha pasado? La atmósfera vibra… Puedo sentir la electricidad.
- No lo sé muy bien pero… - Kakashi tragó saliva, el sentimiento que le invadía lo tenía inquieto – "Naruto… Sasuke… ¿qué habéis hecho?" – Después de que… – Sakura alzó la cabeza, un brillo afilado cruzó su mirada –, Naruto siguió a Sasuke, iban en dirección al Valle del Fin, después hubo muchísimas explosiones, el cielo se iluminó… Y hubo una sacudida tan fuerte que las grietas en la tierra llegaron hasta aquí…
La chica se llevó las manos a la cabeza, apoyando los codos sobre las rodillas y comenzó a masajearse el cuero cabelludo mientras su mente se despejaba para intentar asimilar las palabras de Kakashi. Sasuke. Naruto gritándole. Sasuke atravesándole el corazón tras decir lo molesta que era. La oscuridad. Sasuke yéndose. Naruto corriendo detrás de él. Explosiones. Grietas en el suelo. El Valle del Fin.
- Kakashi… Tengo que ir. Ya.
- Sakura, hace por lo menos dos horas que cesó todo, no sabemos dónde están exactamente, y tú tienes los niveles de chacra por l-
- ¡Me da igual! ¡Se siente su energía hasta en los huesos! ¿¡No lo notas!? – Sakura se encaró a Kakashi, apretando los dientes como una fiera. Kakashi abrió mucho los ojos, ¿pero todavía le quedaban fuerzas para ir tras ellos…? Además, no sabían si estaban… - Tú haz lo que quieras, yo voy a buscarlos. Es Naruto quien está por ahí, vete tú a saber cómo… Y Sasuke… - cerró los ojos – Si le ha hecho algo a Naruto, seré yo entonces quien extermine a los Uchiha de este mundo.
Ahora sí, a Kakashi se le iban a salir los ojos de las órbitas. El tono con el que Sakura dijo esas últimas palabras era tan grave que Kakashi juraría que el Sello que tenía la chica en la frente se volvió de color rojo.
Sakura se incorporó, estaba hecha un asco y poco le importaba. Tenía todas las partes visibles de la piel magulladas, el pelo rosa sucio y revuelto. Sus ojos verdes destilaban determinación, parecía una auténtica guerrera curtida en la batalla. Salió corriendo hacia donde le guiaban las energías de Sasuke y Naruto. Electricidad y fuego. No eran tan intensas como cuando estaban los tres juntos anteriormente, pero podía sentirlas.
En el camino se le cruzaron varias imágenes de lo que se podía encontrar. Y ninguna le gustaba. Su corazón latió fuerte, aceleró el ritmo. No sabía si Kakashi la estaba siguiendo y no iba a girarse para comprobarlo. Los chacras de ambos ninja eran más palpables a cada metro.
El pelo le azotó en la cara cuando llegó al borde de un acantilado y frenó en seco. Lo que vio hizo que se le atascara un gemido de impresión en la garganta. El Valle del Fin completamente destruido. Las rocas formaban figuras grotescas y puntiagudas por todas partes. Las paredes de la cascada parecían a punto de reventar y las enormes estatuas de Madara Uchiha y Hashirama Senju… No estaban.
Los ojos de Sakura barrieron el lugar. Estaba empezando a amanecer, el cielo clareó por el este, haciendo paso al primer día del final de la Cuarta Guerra Ninja. Cuando el primero rayo del sol salió, dio a Sakura de lleno en la cara, haciéndola entrecerrar los ojos y en ese momento… Allí.
Los vio, como dos motas de tinta en el suelo, encima de lo que fueron las manos de las estatuas del Valle del Fin. El corazón de Sakura latía desbocado, creía que se le iba a salir por la tráquea. Saltó y corrió lo más rápido que pudo.
"No. Por favor, no. Naruto… Sasuke…". No, basta. No iba a llorar ahora, tenía que ser fuerte, apretó los puños hasta clavarse las uñas en la palma y avanzó hasta donde estaban tirados los cuerpos de sus compañeros.
Cuando estuvo a cinco metros de ellos, sus piernas no le respondieron. El charco de sangre bajaba como un río de tinta oscura por la piedra. Naruto era el que estaba más cerca de ella, sin su brazo derecho. Sasuke tenía la cabeza girada en sentido contrario a su dirección. Creyó que estaban muertos. Los dos.
Los pasos hasta llegar definitivamente a ambos pasaron a cámara lenta. Se arrodilló entre ellos, con los ojos abiertos, pero no veía nada.
- Sakura… - la chica escuchó a Naruto decir su nombre como si estuviera lejos, estaba casi en shock – Sakura…. – ahora sí, ella giró la cabeza hacia el rubio, que le devolvió la mirada con el ojo que tenía abierto y una mueca, tratando de sonreír.
Sasuke dirigió la mirada hacia donde estaba escuchando a Naruto llamar a Sakura. Pensó que el idiota estaba alucinando e imaginando que ella estaba ahí. Pero cuando enfocó la vista con el ojo que no tenía morado, vio el cabello rosa de la chica, cayendo como una cascada de flores del árbol que le daban su nombre, ocultando su rostro.
El Uchiha no supo razonar por qué al verla sintió como si todo el peso de la Tierra estuviera aplastándole contra la roca en la que estaba tirado. Le estaba costando respirar más que cuando se despertó y vio que había perdido el brazo de la katana. Más que cuando, tras hablar con Naruto, se dio cuenta de todo, de que había perdido, de lo que había hecho. Sakura miró a Naruto, todavía no había fijado las esmeraldas que tenía por ojos en él.
-Naruto… - su voz salió como si la estuviesen estrangulando. Y entonces alzó su cara hacia Sasuke. Si antes se sentía aplastado, ahora juró que la mirada de Sakura le estaba mandado miles de chidoris por toda la espina dorsal. "Pero qué…". Se sentía mal. Muy mal. Peor que en toda su vida. El sentimiento de culpa y vergüenza lo estaba calando por todos los poros de su piel.
Sakura sacudió la cabeza para retirar su pelo de la cara y en seguida colocó sus manos por encima de los brazos mutilados de los shinobis. Con un suspiro, dejó fluir ese chacra verde tan característico, sanador, y ahí Sakura se rompió. Sin hacer ni un solo ruido, los lagrimones le caían por las mejillas sin control mientras se mordía el labio inferior con fuerza.
- Sakura… - por tercera vez, Naruto la llamó.
- Cállate – fue como una bofetada.
- Sakura… Yo… - Sasuke sintió como si estuviese tragando arena al hablar – Lo siento…
La chica le atravesó con la mirada.
- Lo sientes… Sois… Unos estúpidos… - ella estaba hablando entre dientes, controlándose para no gritar – Casi os matáis… Casi mandáis a la mierda todo el esfuerzo que ha hecho todo el mundo por acabar con esto… No se os ocurre otra cosa que daros de hostias después de sellar a Kaguya… ¡¿DE QUÉ VAIS, IMBÉCILES?! – al final no pudo retener las ganas de soltar con todos sus pulmones el cabreo y el alivio que sentía por igual en esos momentos.
Silencio. Ambos chicos sabían que, tanto uno por toda la trayectoria de sufrimiento que le había hecho pasar desde los doce años, como el otro por dirigirse a una muerte casi segura, el corazón de la única mujer que los seguía hasta el fin del mundo estaba hecho puré.
Ahora, los hombros de Sakura convulsionaban con cada espasmo que le provocaba el llanto a la vez que seguía emitiendo el chacra curativo para cerrar la hemorragia de los brazos de Naruto y Sasuke.
- Sakura, ¿me estás escuchando? – un hombre que pasaba la veintena se había incorporado sobre la ancha cama rectangular y miraba con una ceja enarcada a la Haruno. Ella reaccionó.
- Perdona… Perdona, Rai. Es que… - la chica bajó la mirada turbada al suelo, agarrándose las manos. Se mordió el labio inferior.
- ¿Otra vez pesadillas? – el joven se apoyó en las rodillas dobladas bajo las sábanas y miraba comprensivo a la chica de pelo rosa. Ella asintió levemente –. Ven aquí – Rai hizo un gesto con la mano, animándola a volver al lecho. Sakura trotó hasta volver a la cama de un salto y se acurrucó en el pecho desnudo del joven, que la estrechó entre sus brazos. Le gustaba el contraste que hacía su piel, blanca como la leche, con la tostada de él.
Rai era el hijo de A, Cuarto Raikage de la Aldea Oculta de la Nube. Tenía el pelo rubio blanquecino y los ojos castaños, igual que mucha gente de Kumogakure. Era bastante alto y fibrado. Un buen ninja que luchó al lado de todo su pueblo y el resto de los países del Mundo Shinobi. Él también era casi un crío cuando les pilló la guerra, aunque Sakura era cuatro años más joven.
Se conocieron cuando Sakura se encargó de aquella sección en el hospital para curar a los heridos. Todo era un caos. Había guerreros muy malheridos por todas partes. Los gritos y el olor de la sangre y la muerte impregnaban las paredes del derruido Hospital de Konoha. Aún así, los medic-nin, tras días y días durmiendo sólo lo necesario para no morir, apenas comiendo y al límite de la extenuación, consiguieron sacar adelante muchas vidas.
Rai no era de los peores pero no sentía movilidad en su brazo derecho ni el su pierna izquierda. Sakura había sido parte del equipo médico que le atendió. A partir de ahí, con los años, Rai fue visitando a Sakura en Konoha. Cada vez era más a menudo, hasta el punto que el Raikage, A, habló directamente con Kakashi, el actual Sexto Hokage. No era ninguna relación de conveniencia, ni mucho menos, pero A dejó claro al Hatake que sería un gran honor y algo bueno para sus aldeas que la gran heroína de la Cuarta Guerra Ninja formara lazos con su primogénito.
Y por parte de Sakura, no sabría muy bien explicar cómo se metió en todo esto. Al principio, con la reciente partida de su eterno amado Uchiha, la chica no estaba para nadie. Sólo pensaba en su trabajo, en seguir formándose para llegar a ser Jounin y poco más. Sin embargo, se fue dando cuenta que cada vez le alegraba más saber que Rai, aquel muchacho que había atendido en el hospital, iba a visitarla. Era tan distinto a Sasuke… No sólo en lo físico, sino en lo personal. Con Rai se reía, hablaba por los codos sin sentir que estaba molestando y comenzó a sentirse en paz.
Quizá fue eso lo que le llevó a aceptar la primera cita oficial, y la segunda, y la tercera, hasta que un día se vio a sí misma en los brazos del chico, correspondiendo al beso que éste le había dado. Una parte de su mente viajó hasta el recuerdo de la oscuridad de los ojos de su ex-compañero, pero esa vez, apretó los ojos con fuerza y se apegó más al cuerpo de Rai. Se sintió bien. A partir de entonces, Sakura empezó una nueva vida con alguien que nunca creyó que fuera a establecer una relación con ella.
Rai adoraba a Sakura. La admiró desde el primer momento en que la vio al frente de las filas de combate en la guerra, desde que la observaba trabajar sin descanso atendiendo a todos los heridos que podía en esos pasillos atestados del hospital y desde que supo que Sasuke Uchiha había vuelto a abandonar Konoha. Como todos sabían, para ella fue otro golpe más a su pobre corazón. Rai simplemente quiso devolverle el favor de haberle devuelto a su estado de salud original tras el horror bélico y ser un apoyo, al menos durante su estancia en el Hospital de la Hoja.
Sin embargo, se convirtió en algo más que un simple gesto de agradecimiento y tuvo el impulso de querer verla cada vez más seguido. Su padre aprobaba sus escapadas a la Aldea Oculta de la Hoja. Le gustaba que su hijo pudiera terminar con una figura tan llamativa como lo era Sakura para el Mundo Shinobi después de la guerra. Y así, como se van formando las flores de cerezo que despiertan en el hanami, Rai y Sakura comenzaron su relación has casi dos años. En esos instantes, era ella la que estaba visitando la aldea originaria del chico.
- Hacía tiempo que no volvías a tener esos sueños – comentó distraídamente el rubio sobre la coronilla de la chica sin dejar de abrazarla.
- No sé porqué me vienen ahora – dijo sin más ella. Sintió un pequeño beso en el nacimiento de su frente, donde todavía se dibujaba con claridad el rombo morado símbolo de su constancia. Una de las fuertes manos de Rai se posó bajo su barbilla, obligándola a mirarle.
- ¿Sabes lo que yo sé? – ella negó, mirándole con ese par de focos esmeraldinos – Que eres demasiado bella para tener pesadillas, así que me parece que tendremos que ponerle remedio a eso – Sakura vio una sonrisa ladina en su boca. Le pasó lentamente el dedo índice por la nariz recta. A diferencia de su padre, Rai tenía una nariz fina. Bajó el dedo hasta sus labios, dibujándolos con la punta y le volvió a mirar directo a los ojos almendrados. "Es tan diferente…". Sakura se elevó un tanto desde su posición y, llevando la mano a la nuca del joven, posó su boca sobre la de él.
Rai correspondió el gesto de buena gana, apretando a Sakura todavía más contra él.
- Pues hazme olvidarlo todo, Rai, por favor – el mencionado sintió a la muchacha soltarle esa frase contra la boca, sin parar de besarle. Por toda respuesta, él la recostó en la almohada, se colocó encima de ella y comenzó a pasear sus manos por todo su ser, arrancándole suspiros de su boca al mismo tiempo que le arrancaba los recuerdos de su memoria.
Cuando se hubo adentrado entre las calles de la Hoja pudo percatarse de los grandes cambios que había sufrido, pero también de todo lo que seguía igual. Los olores y los colores de las tiendas y puestecillos de la avenida principal le teletransportaron a cuando apenas levantaba medio metro del suelo y soñaba con superar a su hermano Itachi algún día mientras volvía a su casa, donde le esperaba su madre.
Era todavía muy temprano en la mañana y las calles estaban desiertas. Se dirigió directamente a la Torre del Hokage mientras los recuerdos le inundaban los pensamientos. El hospital, la Academia Ninja, los parques, todo estaba restaurado y parecían más grandes de lo que él recordaba.
No sabía si Kakashi estaría ya en su enorme despacho con esas vistas desde las grandes ventanas de toda la aldea, sentado tras montañas y montañas de papeles sobre su escritorio. Cuando estuvo a tres pasos de la entrada, los guardias que la custodiaban le miraron un instante. Como en la puerta principal, no hubo necesidad de identificarse. Con un gesto de la cabeza, le indicaron que podía pasar. Subió por el ascensor que habían instalado en la reconstrucción y se encontró dando unos suaves toques a la puerta que tenía una elegante placa enmarcada en finas líneas doradas y que rezaba solemnemente "Hokage". Seguidamente, giró el pomo de la puerta de madera de roble oscura y entró.
No le dio mucho tiempo a ver nada, ya que al segundo tuvo un torbellino rubio lanzándosele encima, llorando y berreando "temes" y "tebayos". A Sasuke no le dio tiempo a apartarse y acabó de espaldas contra el suelo, empapado de mocos y lágrimas de su amigo. Con el único brazo que tenía, intentó quitárselo de encima entre sus "dobes" y "usuratonkachis". Se alegraba de verdad de verle, pero no que se pegase como una lapa y le llenase de porquería al llorar como si le hubiesen matado. Al principio se le hizo extraño el contacto con otra persona. Naruto estaba en verdad conmocionado de verle la cara a su mejor amigo después de tantísimos años. Había estado esperando la llegada de Sasuke como si se tratara de Santa Claus en Navidad y él tuviera 5 años. Incluso se había pasado la noche en el despacho de Kakashi. Total, como estaba siendo entrenado por él mismo para sustituirle como Hokage, tenía acceso directo.
- ¡Temeeeeeeeeee! – Naruto comenzó a calmarse y Sasuke le apartó de una patada, molesto, pero contento en su interior.
- Hmpf… Eres tan escandaloso como siempre, dobe – Naruto sonrió con toda la boca y las marcas de sus mejillas se elevaron. Se llevó una mano vendada detrás de la nuca, rascándose.
- No queríamos ir a la entrada a recibirte por si acaso se te hacía un poco violento. Además, has venido muy temprano'ttebayo – Naruto se rascó un ojo que lagrimeaba. Sasuke recorrió el despacho rápidamente con la vista. Kakashi no estaba todavía allí pero estaba claro que el hiperactivo rubio había dormido ahí. Pudo distinguir un improvisado futón y mantas en la esquina. Suspiró.
- Pues mejor. Si me montas este numerito en la entrada de la aldea… - dejó la frase inconclusa.
- ¿Cómo fue tu viaje? ¿Qué viste? ¿Hasta dónde llegaste? ¿Por qué has pasado tantos años fuera? ¿Sabes algún jutsu nuevo? ¿Comiste ramen de otros países? – como si de una metralleta se tratase, Naruto comenzó a inflarle a preguntas. Sasuke volvió a suspirar. Tenían tiempo hasta que llegara Kakashi, al menos para ponerse al corriente en líneas generales. Se sentaron en unas sillas algo desgastadas que se situaban frente al sillón principal del Hokage y el Uchiha comenzó a relatarle su viaje de redención a su amigo y rival.
No pasó demasiado tiempo cuando el Sexto Hokage, seguido de Shikamaru, entraron en el despacho con aire somnoliento.
- Eo, Sasuke – Kakashi saludó de esa guisa a su antiguo aprendiz, cerrando el ojo que le quedaba visible ya que volvía a llevar la bandana ninja tapándole la mitad izquierda de la cara.
- Bienvenido, Sasuke – Shikamaru hizo un gesto con la cabeza a modo de saludo, manteniendo las manos en los bolsillos.
- Hmpf.
Comenzaron a hablar sobre lo que Sasuke había descubierto durante su redención, sobre las novedades de la aldea y sobre la nueva posición de Sasuke como shinobi de la Hoja.
- El barrio Uchiha está algo… Deteriorado aún. Hiruzen y Tsunade se encargaron de que tu herencia no fuera reclamada por el Consejo cuando ocurrió la Masacre del Clan Uchiha. Ya eres mayor de edad, así que tú decides qué hacer con todo. Imagino que querrás restaurar tu barrio – Sasuke sólo asintió –. Bien. Mientras que se restaura, al menos la que era tu casa, te quedarás con Naruto en su apartamento. Espero que ambos tengáis muy claro que no vais a meteros en problemas… En ninguno – Kakashi señaló con el dedo a ambos ninjas mientras decía esto. Sasuke miró con claro fastidio a su anterior sensei e iba a protestar, pero el Hokage levantó una mano impidiéndoselo –. Como Naruto, te daré el rango de Jounin una vez realices unas pruebas que aquí el amigo consiguió superar – Kakashi señaló a Naruto –, así que imagino que no será gran cosa para ti – ahora fue Naruto quien le miró hastiado. Para el Hatake, Sasuke siempre fue su alumno preferido.
Sasuke escuchaba todo esto en silencio, sentado frente a Kakashi. La sonrisa de Naruto volvió a su cara cuando recordó que Kakashi dijo que iban a vivir juntos hasta que la casa del teme fuera habitable. Una vez hubo finalizado la reunión, Sasuke y Naruto se levantaron para disponerse a arreglarlo todo para que el ex-integrante del Equipo 7 se instalara con el Uzumaki.
- ¡Comeremos ramen todos los días'ttebayo! ¡Y veremos millones de películas! ¡Entrenaremos hasta el agotamiento y te patearé el culo todas las veces!
- Naruto, dobe, me estás levantando dolor de cabeza… Y tú tienes que seguir preparándote para ser Hokage, no tienes todo el día para hacer lo que quieras….
- ¡No me llames dobe, teme!
- Y tú no me llames teme, dobe.
- ¡Teme!
- ¡Dobe!
- ¡Teme!
-¡Dobe!
Kakashi y Shikamaru les vieron desaparecer por la puerta, mirándoles con cara de circunstancia. Ambos ninjas habían crecido bastante. Sasuke llegaba a ser casi un poco más alto que Naruto, rozando el metro ochentaiocho. Sin duda eran un par de bestias que hacían de Konoha un lugar aún más reconocido en el País del Fuego y el resto del Mundo Shinobi.
- Algunas cosas son eternas, eh, Sexto – dijo el Nara, medio sonriendo. Kakashi se sostuvo la barbilla sobre las manos, apoyando los codos en la superficie lisa de la elegante mesa de su despacho con aire pensativo.
- No todas, Shikamaru. No todas – el joven shinobi de la coleta miró a su jefe, comprendiendo. Sakura. ¿Qué iba a pasar cuando la pequeña flor de cerezo regresara a la aldea para reencontrarse con los fantasmas de su corazón? ¿Y qué ocurriría ahora que ella había dejado atrás su profundo amor por su viejo compañero? Moría por ver la reacción de Sasuke. Las preguntas rondaron la mente de Kakashi durante toda la mañana.
Notas de Autor: ¡No tengo tiempo ni para pararme a escribirles! ¡Sólo quiero decir que aquí tienen una sorpresa de Halloween y que sigo trabajando en el próximo capítulo de "La Maldición del Clan"! ¡Disfruten!
Shirokami Mori :3
