—¡Apartaos todos de mi camino!
Atenea estaba paseando con su hermanastra Ilithia por los jardines del Olimpo, cerca del templo de Temis, donde la diosa de la justicia solía permanecer cuidando sus rosas en el jardín. Cuando de pronto, Forcis, uno de los dioses marinos más temidos irrumpió en el jardín gritando como loco.
—¡Dejadme pasar o juro que os mataré y arrasaré el templo!— les gritaba a las dos sacerdotisas que guardaban las puertas del templo de Temis.
Era raro ver a uno de los dioses más antiguos en el Olimpo, pues el rey de los dioses no era precisamente hospitalario con aquellos que no le eran fieles y no se amedrentaban ante su poder.
Atenea e Ilithia se acercaron y se interpusieron entre él y las sacerdotisas.
—¿Qué te ocurre Forcis? ¿Te aburres dándole la lata a Tritón? ¿O es que tus preciosas sirenas han perdido sus escamas?— se burló Atenea.
—No te metas en esto Atenea. Las Moiras han ido demasiado lejos esta vez y van a pagarlo caro, con sus vidas. No me obliguéis a soltar a mis górgonas por el Olimpo u os arrepentiréis.
Ilithia miró al dios a los ojos y supo que estaba más que decidido a matar a las Moiras y si eso ocurría el caos se apoderaría de la tierra, el mundo perdería su equilibrio y ella a sus hermanastras. No era que las Moiras fuesen sus únicas hermanastras, en realidad la mitad de los Olímpicos lo eran, pero le tenía especial cariño a Lacy pues era la más joven e inocente de todas.
Mientras Atenea discutía con Forcis, advirtiéndole que se marchase antes de que Zeus oyese el revuelo, Ilithia aprovechó para comunicarse mentalmente con su hermano. Ares era gilipollas en el mejor de sus días pero si había alguien que no fuese a cagarse en los pantalones por tener que enfrentarse a Forcis ese era su hermano.
"Ares, necesito tu ayuda, hermano."
"Y ahora qué tripa se te ha roto, Lith", proyectó Ares en su mente seguido de un suspiro.
"A mi ninguna, pero como no saques de aquí a las Moiras mientras Atenea y yo distraemos a Forcis, te aseguro que va a haber tantas tripas esparcidas por el suelo como para hacer una barbacoa."
Ares gruñó en respuesta. "Esas tres perras van a deberme una muy gorda después de esto…"
Ilithia sintió a su hermano dentro del templo y volvió a prestar atención a la discusión entre Atenea y Forcis… No se había dado cuenta pero el dios se había puesto bastante violento, tanto que le lanzó una descarga a Atenea. Ilithia se enzarzó en la pelea esperando que su hermano fuese lo suficientemente rápido como para sacar a los tres destinos del templo antes de que fuese demasiado tarde.
—¿Y tu qué haces aquí?
Átropos se levantó enfurecida de su sillón dirigiéndose hacia Ares.
—Eso mismo iba a preguntarte yo. ¿No deberías estar matando a alguien con tus tijeritas, hermanita?—replicó Ares con tono socarrón.
Clotho entró en la estancia alarmada por el grito de su hermana.
—¿Atty qué ocurre?— Clotho frunció el ceño en cuanto vio al dios de la guerra en medio de su salón apoyado con una pose que resultaba más ridícula que chulesca, con su mano abierta y apoyada en el pecho izquierdo de la estatua de Temis que presidía la sala.— ¿Tienes idea de lo que te haría mi madre si te viese tocando ahí?—levantó una mano para callarle antes de que le contestase.—No contestes… ¿Qué quieres? Creo que es a primera vez que te veo entrar en este templo.
Una sonrisa de suficiencia se dibujó en la cara de Ares.
—¿Es que no habéis oído el alboroto de ahí fuera? Vengo a salvar vuestros preciosos culitos de una muerte segura. No sé qué le habréis hecho a Forcis pero hacía como 6000 años que no veía a ese hijo de puta por aquí y ahora está ahí fuera, vociferando a las puertas de vuestro templo y dispuesto a arrancaros la cabeza. Por vuestra seguridad será mejor que vengáis conmigo y no uséis vuestros poderes. No me apetece que me encuentre con vosotras ahora mismo.
Clotho abrió los ojos como platos y se giró para mirar a Atty.
—¿Qué has hecho Cloie?— inquirió Átropos con la cara desencajada.
—Yo…—Clotho bajó la mirada y tragó con fuerza.— Galatea me lo pidió y no pude negarme… Están tan enamorados…
—¿Me estás diciendo que has emparejado a la ninfa que tiene obsesionado a Forcis con un maldito were?
La voz de Átropos sonó chillona, denotando su nerviosismo. Desde luego había sido bastante temerario por parte de Clotho emparejar a Galatea, una hermosísima ninfa nereida, con un were-tigre a sabiendas de que Forcis llevaba siglos obsesionado con ella.
Era bien sabido por todos que el dios había quedado prendado de ella hacia mucho tiempo y que la ninfa jamás había correspondido sus sentimientos. Forcis había tratado de conquistar su corazón enviándole regalos que, más que agradables, resultaban espeluznantes. Y ahora Clotho había unido a la ninfa con un vulgar were.
El movimiento perfecto para ganarse los afectos del "loco de las marismas", como solían llamar en el Olimpo a Forcis.
Clotho respiró hondo y se sentó en el sillón.
—Eros dijo que eran almas gemelas y ella lo ama tanto…
—Oh, dioses, hermanita. De veras que necesitas dejar de leer esas novelas románticas de los mortales. Te tienen atontada…
