Nalala me pertenece, por lo tanto no la podéis usar.
Hay quién dice que el infierno no existe. Se equivocan. ¿Que cómo lo sé? Yo he estado ahí.
Desde que tengo memoria siempre he sufrido una verdadera tortura. Con un montón de artefactos a mi alrededor, cables y jeringuillas, Causando... Dolor.
Esto es lo único que conozco... No. Me equivoco. También se que és el sufrimiento y la desesperación. Sentir como cada parte de tu cuerpo hierve mientras oyes esa voz riéndose. No me acostumbro.
A veces pienso que no vale seguir, que lo mejor seria rendirse y perder toda poca esperanza... Total, ¿Para qué? Eso es lo que siempre pensaba. Hasta que el diablo cometió un error. Se dejó destruir por lo que había creado.
No era la única allí... Mi hermano, también estaba. Destruyó ese ser que me enferma cada vez que recuerdo que es mi padre.
Lo primero que pensé cuando entró y me dijo que era mi hermano y que el diablo ya no existía era que por fin sería libre y sabría que es vivir. Pero me equivoqué.
Quizás hasta ahora había visto al demonio, pero él era el auténtico diablo. Creí que nunca podría sentir aún mas dolor, pero, otra vez, me equivoqué.
Al menos con el antiguo diablo era keronense. Ya no lo soy. Tengo garras, pelo, orejas y cola de lobo. Ahora soy un animal. Un monstruo. ¿Porqué? Mi hermano era el sujeto principal de los experimentos de mi padre. Yo solo era diversión. Un hobby.
Me decía que yo era la culpable de que mi padre fuera un enfermo mental. El también estaba tranformado, pero peor que yo. Él si que no parecía un keronense. Parecía un lobo híbrido con alguna especie de animal erguido a dos patas.
Y por eso me hizo sentir el peor dolor de todos. No os podéis ni imaginar cómo duele tu cuerpo mientras tus manos se convierten en garras, o tu cola de renacuajo se alarga para convertirse en una cola peluda y espesa. Mis orejas, ahora son muy sensibles, puntiagudas y peludas. ¿Debería dar las gracias al seguir teniendo parte de la forma keronense?
Pero un día... Aún no me explico qué paso. Qué hice. Pero, no se cómo, me escapé. Lo último que recuerdo fué un fuerte aullido y un extraño dolor en el pecho. Sea como sea, me escapé.
Ahora estoy sola, sin nadie. Pero al menos he salido del infierno.
No. Por favor, cualquier cosa menos eso. Prefiero morir a volver allí.
Aunque... Aquí nadie me acepta. Dicen que soy rara. Que mi aspecto no es normal. ¿Y qué quereis? He estado encerrada hasta hoy.
¿Porqué me juzgais así? No quiero hacer daño a nadie. Lo único que quiero es una familia, o al menos algún amigo. ¿Nadie está dispuesto a intentar ver mas allá de mi aspecto? ¿Es así la libertad?
No lo sé. Aún no sé que es eso. Pero lo puedo aprender. Quiero aprender. Solo quiero saber qué es vivir y poder sentirlo. No creo que sea mucho pedir.
