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Disclaimer: Yuri! On Ice no me pertenece, son propiedad de Kubo Mitsurō, yo solo tomo prestados a sus personajes y los convierto al mundo Omegaverse!.

Advertencias: Esto es un intento algo raro de shota, es decir, relación de un niño pequeño con un adolescente o adulto. Es un intento, pero ténganme fé. :v

Nota de la Autora: En mi imaginación, yo veo a los Alphas, Omegas y Betas como algo parecido a InuYasha, es decir, con orejitas, colmillos un poquito más grandes que los de un humano promedio (en el caso de los Alphas) y un instinto natural muy arraigado a su personalidad.

Ósea…

Que sí un omega es alguien de carácter sensible y tranquilo, su personalidad será sumamente sumisa y así :v

En resumen, son personas con rasgos animales :3 pero dejemos de lado las colas, no sabría cómo meterlas a la historia sin reírme y esto tiene que comenzar trágico para que les guste :v

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Nota: Warm and Fuzzy Feeling :3 , Alternative Universe, Out of Character, Fluff a montones, un poco de PwP(?, también tengo que recalcar que esto es un miserable "What if..." XD y tiene Lemmon y Lime en grandes y rikolinas cantidades, lenguaje de marinero por doquier y vale aclarar que esto es un Slash, Shota y casi casi ronda lo Harem :v casi. ¿algo más que deba decir así no me demandan?... Oh sí, hago esto con fines lucrativos :v así que ¡paguen carajo! X3 es broma. Disfrútenlo.

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α

Yuuri corría, muerto del miedo y la desesperación. Sentía como pequeños escalofríos para nada placenteros subían por su espalda para acabar generándole una horrible sensación en el estómago que casi no lo dejaba respirar. Tenía miedo, claro que lo tenía. ¿Y cómo no tenerlo? Era un pequeño omega de apenas doce años que intentaba escabullirse por las calles en busca de alguien que lo ayudase, claro que sin éxito alguno. La mayoría de las personas simplemente lo evitaban.

¿Y cómo no hacerlo?

Era un omega que andaba en fachas puramente desaliñadas en un barrio cerrado solo para alfas estirados. Las personas lo miraban y en cuanto olfateaban su aroma fruncían el ceño y se alejaban con asco. Claro que esto a Yuuri le importaban tres pepinos, es decir, solo buscaba escaparse de quien lo perseguía.

Y hablando de Roma...

Escuchó a alguien llamarlo a lo lejos y los vellos del cuerpo se le erizaron inmediatamente. Si lo capturaba sabía perfectamente lo que le haría, y pese a que ya se había resignado a la idea, la sola posibilidad de escapar de ese fatal destino hacía que quisiera luchar con todo su corazón por ser libre.

Hacía más o menos media hora que había logrado escaparse de esos matones que lo mantenían prisionero en aquella asquerosa residencia y cuando uno de los que lo cuidaba se distrajo un momento para orinar, fue la oportunidad perfecta para poder tirarse de cabeza por la ventana.

Literalmente.

Bueno, en realidad no. Se trepó al árbol que estaba cerca de la ventana y de ahí se tiró. Pero el resultado fue el mismo. Una caída de más de veinte pies* que le dejó una hermosa fractura en el tobillo izquierdo, un músculo lastimado en su brazo derecho, un par de raspones, moretones por aquí, un par de cortadas por allá y algunos rasguños por acullá,

¿Cuál es el resultado?

Un Yuuri tambaleante y horrorizado que intentaba correr por su vida.

Cojeaba mientras que miserablemente se mordía el labio inferior para poder contener sus quejidos por el dolor de tener que ejercer fuerza para correr con su tobillo magullado. Pero el dolor no le importaba, era nada comparado a lo que le habían hecho. Había perdido lo que más quería y lo peor es que le arrebataron la felicidad que tanto había anhelado. En su mundo de dolor y vejación encontró una pequeña chispa de alegría cuando esa dulce criatura llegó a su vida.

No tenían mucho en común, y tampoco tenían la misma edad, ni siquiera eran de la misma clase pero eso no impidió que crearan lazos de amistad en poco tiempo. Sus constantes bromas y sonrisas hacían que la vida de Yuuri en ese asqueroso lugar fuera un poco más llevadera. En los días que hacía un frío insoportable, no dudaban en acurrucarse juntos y compartir sus escasas mantas. Uno solía cederle la comida al otro cuando alguno tenía mucha hambre y también se arrullaban y velaban sus sueños mutuamente. A veces, cuando el dolor era insoportable para Yuuri, no dudaba ni un segundo en improvisar alguna rutina de baile y alegrarlo con algún movimiento torpe o alguna caída accidental que le sacaban risas al ojimiel. Los abrazos tambien eran constantes entre ellos, incluso más de una vez compartieron algún que otro pequeño beso en la frente o en la mejilla, pero si bien eran simples gestos, para ellos significaban mucho, porque les recordaba que no estaban solos en eso, que alguien más compartía su dolor, y que aun a pesar de ello, siempre intentarían ver al otro alegre.

Sí, sin dudas Yuuri no descansaría hasta volver a verse.

Tenía la ligera esperanza de que cuando todo esto acabara, y si es que no terminaban muertos, pudiera reecontrarse con esa persona especial otra vez. De solo pensar que en este preciso momento, pudiera estar sufriendo algún tipo de maltrato o daño hacía que se le encogiera el corazón.

Buscaría la manera de que pudieran estar juntos de nuevo,y si no podía ser así, al menos quería tener un par de recuerdos más juntos.


Ω

Un joven rubio caminaba distraídamente mientras miraba la gente pasar a su lado. Realmente estaba aburrido, el abuelo Nikolai aún no había regresado del mercado por lo que le pareció bien salir a caminar un rato en lo que él tenia listo el almuerzo.

Tenía planeado invitar a un par de amigos a casa en cuanto llegara el fin de semana, que sería en dos días más o menos, ya que el abuelo se iría de viaje por unos días, casi una semana. No planeaba aburrirse como ostra estando solo en casa, así que quizás llamaría a Becka y a Vitya, y si estaba de buen humor Minami también sería invitado, pero solo si estaba de buen humor. Unas pizzas y una buena película de terror sonaban bien. Podrían desvelarse jugando videojuegos y viendo alguna que otra pagina interesante en Internet.

Sí, eso sonaba realmente bien.

Caminaba tan metido en sus pensamientos de fin de semana que no notó que un pequeño corría despavorido en su dirección. El chiquillo, venía huyendo hasta que miró hacía atrás buscando con la mirada a su captor, que fue inevitable que no se diera de lleno contra quien, al igual de distraído que él, venía en dirección contraria.

Yuri apenas y tuvo tiempo de respirar y levantar la vista hasta que algo chocó de lleno con él, propiciando que se fuera al suelo aterrizando en su trasero repentinamente. Lógicamente, cuando te caes, tomas lo que tienes más cerca para sostenerte, y como en este caso lo que tenía más cerca era a aquel pequeño revoltoso de cabello negro, se fueron ambos al suelo con un lindo golpe que dolería más tarde.

El primer pensamiento de Yuri fue mandarlo bien a la mie... ejem, bueno, mandarlo a tomar por culo, pero cuando inhalo aire para poder soltarle un sermón lleno de improperios, un dulce aroma a vainilla con un ligero toque a cerezos invadió sus pulmones. El aroma era tan delicioso, que se permitió dar otra larga inhalación para retenerla un poco en su organismo y luego exhalarla. Era un olor demasiado suave y dulce como para pertenecer a un alfa.

—¡L-lo siento mucho! — exclamó apenada una voz muy tierna— Y-yo… no veía el camino y… yo… — tierna y dulce, claro que sí, pero muy exaltada también.

Yuri chasqueó la lengua. Era un omega. Y no solo eso, era un niño. Y como no podía ser de otra manera, estaba agitado. Probablemente andaría jugando y …

—¡Mocoso!, ¡¿Dónde carajo estás?! — se escuchó a lo lejos y Yuuri, que aún estaba encima del rubio, empezó a temblar de una manera algo errática, casi como si estuviera convulsionando.

Yuri se asustó, no entendía que estaba pasando.

—Niño, me estas aplastando, ¡levántate! — exigió, pero de todas formas lo empujó a un lado y se puso en pie. —¿de dónde demonios saliste o qué?

Yuuri lo miró y casi le da un infarto al rubio al ver esos hermosos ojos miel. Las facciones de aquel chiquillo eran preciosas, muy delicadas y suaves, pero contrarrestaba mucho con lo que traía puesto, que parecían ser prendas de unos dos o tres talles más grande de lo que él necesitaba. Además, estas estaban viejas y algo rotas, delatando que ya estaban por demás gastadas.

—Y-yo… — se veía tan temeroso. — ¿usted… po-podría ayu-ayudarme? — preguntó en un hilo de voz.

—Tú…

—¡YUURI!, ¡VUELVE AQUÍ MALDITA SEA! ¡YA VERAS CUANDO TE AGARRE! — se escuchó una vez más, pero esta vez, se escuchaban más cerca esos gritos.

En un abrir y cerrar de ojos Yuuri ya estaba en pie y se había lanzado a los brazos del rubio que seguía sin comprender nada de nada.

—¡Por favor!, ¡se lo ruego!, ¡ayúdeme! — pidió entrando en pánico.

—Pero yo no…

—¡Haré lo que sea, pero por favor, no deje que me encuentren! — rogó ya al borde del llanto.

Ver esa imagen tan frágil y temerosa hizo que algo se removiera dentro del rubio. Un inmenso instinto de protección se hizo presente en él y no faltó una segunda suplica para que tomara una decisión.

Yuri solo asintió y sujetó de una forma poco amable al pequeño que acababa de "conocer" y lo arrastró un par de calles abajo a paso apresurado, cuidando perfectamente que no estuvieran siguiéndolos. Tuvo que esconderse en un callejón cuando sintió la presencia de alguien potencialmente peligroso, puesto que este tenía un fuerte olor a menta y habanos.

Yuuri que estaba al borde del colapso nervioso, vio como el rubio que lo estaba rescatando se quitaba su sudadera y se la tendía.

—Póntela.

—P-pero…

—¡Póntela! —demandó molesto— ¡apestas! Y esto hará que disminuya tu olor natural.

Yuuri asintió tembloroso y la colocó sobre sus hombros mientras se acomodaba la capucha. Yuri lo miró un momento y luego miró a su alrededor, tratando de ubicarse.

Bien, estaba a una calle de su casa, lo preocupante aquí era el abuelo Nikolai. Si bien era un hombre comprensivo y cariñoso con su Yuratchka, los niños le venían como una patada en los huevos. Muy literalmente. ¿qué hacer entonces? ¿llevarlo a casa como si nada? ¿esconderlo en su habitación como si estuviera traficando drogas ilegales?

Pensó un momento hasta que sintió aquel desagradable olor potenciarse, aquel sujeto estaba cerca. Sin miramientos tomó a Yuuri en sus brazos, notando lo delgado y ligero que era, el pelinegro por su parte, enredo sus piernas en la cadera del mayor y se sujeto firmemente al cuello del ojiverde pero teniendo cuidado de no apretar muy fuerte para no ahorcarlo. Con el chiquillo bien sujeto a su cuerpo emprendió una rápida huida hacia su hogar, sintiendo que alguien le pisaba los talones.

Cuando lograron escabullirse en la casa del rubio, la primera intención de Yuri era preguntarle quien demonios era o de donde carajo venía, pero solo se encontró siendo apresado por una pequeña masa de espasmos nerviosos que temblaba tan violentamente que parecía estar convulsionando en un ataque de epilepsia.

Yuri soltó un suspiro, lo intentó acomodar mejor entre sus brazos y cruzó la entrada, pasando por la sala de estar y empezando a subir las escaleras pensando en que diablos y centellas haría con el omega que tenía entre sus brazos.

—Llamaré a los chicos.


Continuará...