Título: I hate you.
Fandom: Mortal Instruments.
Disclaimer: Los personajes no me pertenecen, la trama sí.
Claim: Jace/Maia.
Rated: M
Advertencias: Limme.
Summary: No le interesa hablar con él ni su falsa camaradería; no le interesa él en absoluto. O al menos eso solía decirse hace pocos segundos.
Notas: Este es un regalo para Alice (Mistakeland) porque me pidió algo de Maia y yo quise escribirlo :)
I hate you.
No le interesa hablar con él ni su falsa camaradería; no le interesa él en absoluto. O al menos eso solía decirse hace pocos segundos.
(—Tienes lindos ojos —sonrisa quebrada y brillo perverso.
—Que te den.
Cejas alzadas y sonrisa socarrona.
—¿Te ofreces? —ríe.
—Jódete.)
Tiene los dedos en la cadera y la mira fijamente, se derrite entre sus brazos y el dorado brilla como mil Soles. Se acerca lentamente, porque él muy maldito sabe (quiere que la bese, debería darle vergüenza), sabe que no se apartaría.
(—Jace.
—¿Sí? —de nuevo la sonrisa burlona. Se la quiere quitar a golpes.
—¿Te importaría darme espacio personal?
—No tengo ganas de moverme.
O a mordiscos.)
Al principio él tiene los labios cerrados, probando, espera dos segundos antes de pedir permiso (¿o quizás sólo se lo comunica? No es como si Jace pidiera permisos muy a menudo) para juntar sus lenguas. Ella es cálida y su lengua sabe a vainilla.
(—Quiero follar —suelta, como si nada.
—Ve a un bar y busca una tía que sea tonta y esté necesitada —le sugiere ella, mordaz. Él sonríe ampliamente.
—Me gustan las chicas de casa, suelen ser unas lobas en la cama.
—Para, Jace.
—No he dicho nada malo —falsa inocencia en su tono, Maia rueda los ojos.)
Las manos de él comienzan a vagar entre la ropa y ella jadea; se siente tonta por caer ante ese idiota, se siente más idiota que él (eso es decir demasiado: Jace le parece un total imbécil). Ella le clava las uñas en todas partes, queriendo causarle dolor, le roza la piel del cuello con los dientes y desliza la lengua por la mandíbula. Caen en el sofá.
(—Te odio, eres tan insoportable —maldice, alejándose de él.
—A mí me pareces muy entretenida.
—Que te follen —le suelta. Él suelta una carcajada, ella quiere matarlo.
—De nuevo lo digo, ¿te ofreces, acaso? —la ceja alzada, la sonrisa de satisfacción que no cae cuando ella niega con la cabeza.
—Nunca.
—…Digas nunca.)
Gime fuertemente cuando las manos de Jace encuentran camino entre su ropa interior, enloqueciéndola; le muerde el hombro para no gritar muy fuerte, las uñas clavadas en la piel repleta de cicatrices. No puede evitar notar que sus manos son ásperas y fuertes, como si pudiera tomarla de la cintura y estamparla contra la pared (y darle, darle una y otra vez); le jode mucho pensar así de él, pero es inevitable cuando él le besa el vientre y los dedos juegan en su intimidad.
«Te tenía ganas» contra la piel de sus pechos, exhalando aire tibio que la hace gemir un poco; «Lo he notado» mientras se empuja hacia arriba y chilla al sentirlo tan adentro. La toma de las caderas y la guía, no queriendo perder el control (machista, como siempre pensó), ella se suelta y lo obliga a voltearse.
«No lo creo» de nuevo el sobre ella, embistiéndola con fuerza (profunda y rápidamente), encajándose una mil veces en su interior (como cuchillos). Puede sentir los finos dedos de Maia haciéndole presión en los brazos, «Más rápido imbécil» y él obedece (es rápido, como sólo Jace puede ser, y tan profundo que lo siente en todos lados).
Grita, chilla, patalea, «Te odio» mientras se corre; él ríe, jadea, cae sobre ella, «Me di cuenta». Un beso húmedo en el cuello y Maia sabe que puede posponer el odio un poco más.
Quizás unas dos veces más.
