Lo edite y así. A nadie le importa de todas maneras, sooo it's ok.

I don't belong here

Nada va a ser como antes.

Claro nunca pensé que volvería a ser igual. De alguna u otra manera esa fue una de las razones por lo que lo hice.

Capricho o necesidad.

No sé bien cuál de las dos.

La mayoría de la gente pensara que fue puro capricho, los que me conocen no estarán tan seguros.

Pero la única opinión que me importa de verdad estará cargada de ira y odio desmedido.

Y es mi culpa, no supe hacer a un lado mi egoísmo, y tal vez nunca lo hare.

Por más que sienta que muero al ver que se va, no hare nada, así soy yo, el tendrá otra oportunidad de ser feliz.

¿Yo? Estaré jodido de por vida, atormentado por su recuerdo.

Lo amo, si no puedo negarlo, y nunca lo negué. Claro que nunca se lo dije.

El nunca lo sabrá y no me importa. Así el estará alejado de mi, pensará que solo fue un juego, un maldito y estúpido juego, en el cual el perdió todo.

Sin saber que, en realidad ninguno gano.

El es la jodida perfección andante.

Sus ojos eran, son, mi perdición. Lo serán por siempre.

No importa lo mucho que trate de olvidarlo, no funciona. Estará ahí, en ese oscuro rincón de mi supuesto corazón, la única persona que de verdad intento entenderme, la única que no se limito a criticar mi comportamiento una y otra vez.

Esta relación estaba destinada al maldito fracaso, siempre lo supe, también sabía que él era frágil, y aún así lo lleve conmigo al mundo de las adicciones.

El era mi jodida perdición, mi adicción.

Adicto a su sabor.

Adicto a sus besos.

Adicto a todo el.

Capitulo I

Don't waste your time on me

A shot to kill the pain

A pill to drain the shame

A purge to stop the gain

A cut to break the vein

A smoke to ease the crave

A drink to win the game

An addiction's an addiction

Because it always hurts the same

-Gerard, ¡despierta tarado!- El delgado chico intentaba con todas sus fuerzas despertar a su hermano mayor. –Imbécil, Michelle va a matarte esta vez.-

-mhmm…¿Mikey podrías guardar el secreto solo por esta vez?- dijo un Gerard medio despierto mientras intentaba levantarse.

-¿Solo esta vez? Gerard ojala esta fuera la única, o por lo menos la última- estaba tan harto de que Gerard tomara esas pastillas, bebiera hasta perder la conciencia y le mintiera a Michelle, ella no merecía nada de eso- Esta bien-dijo con cansancio. -No le diré nada, pero debes dejar de hacerlo, hazlo por mí, promételo ¿sí? ¡Joder Gerard, tienes que madurar! Tienes trabajo, una buena casa, tu situación económica es muy buena, y tienes a Michelle, ¿Por qué haces esto? ¿Por qué te haces esto?-

Pero Gerard ya estaba en el baño, eso no quiere decir que no escuchaba, simplemente no quería contestar. Lo siguiente que escucho fue a Mikey dar un portazo. Mikey a veces olvidaba que el dinero no era todo, el en cambio no podía olvidarlo.

Su hermano generalmente no se comportaba así, pero sabía que tenía razón casi todas las veces. El amaba a Mikey más que a nadie, pero no entendía un carajo su vida. Tal vez el tuviera una vida perfecta con su novia Michelle y su trabajo muy bien pagado, pero él no era tan conformista, siempre quería más.

Pero nunca buscaba de la manera correcta eso que faltaba en su vida.

A Michelle la quería, lo había conquistado desde que la vio bailando sin alguna vergüenza en ese bar, claro que ella también quedo prendida de él. Valla error aquel.

Aunque llevaba con ella casi seis meses aún seguía engañándola.

Anoche, de hecho, lo hizo.

Fue una noche fácil, despedida de soltero de Ray, al cual tuvo que obligar a ir, y su hermano como era de esperarse se negó, al final de cuentas no necesitaba que su hermano le arruinara el momento con sus discursos sobre moral. Lo que necesitaba era sexo y ya.

En el bar se encontró con unas de esas chicas que apenas rebasan los 18, creen que están listas para todo, se creen tan inteligentes. Gerard la llevo a su departamento.

Ahí está una de las razones por las que Mikey estaba furioso con él.

Para él era una ventaja no tener que vivir con Michelle.

A veces sentía que eran más como amigos con derecho, el sexo era bueno, le encantaba platicar con ella, era bien parecida, pero lo difícil de esto era que aunque fuera mucho o poco la quería, y sabía que no era justo lo que le hacía.

Salió del baño y se dispuso a ponerse el traje que su hermano había dejado colgado.

Tenía un buen departamento, tenía un buen trabajo en una galería, era pintor para ser exactos, tenía una novia, y aún así tenía que irse a drogar prácticamente todos los días para sentir algo.

Estaba jodidamente harto de la vida.

Hoy su mejor amigo se iba a casar. Su novia se encargaba de todos los eventos en la galería, Christa, estaba realmente feliz por él, o al menos intentaba estarlo. El matrimonio no era algo en lo que el creyera.

La ceremonia era a las siete, ya eran las seis y todavía tenían que pasar por Michelle y Rachel.

Salió del cuarto con su típica sonrisa.

Mikey lo fulmino con la mirada. –Vámonos ya, se suponía que ya deberíamos estar en su casa, ¿Ahora que les diremos?- Salió de la casa y se dirigió a su bebe, que venía siendo su coche recién comprado, ¿Marca? Gerard no sabía ni necesitaba saberlo.

-Tranquilo, les diremos que había mucho tráfico, yo que se- murmuró.

Durante el viaje nadie hablo, llegaron a la casa de Michelle, una casa muy típica de Nueva York, Mikey bajo del auto y toco el timbre, Gerard no pensaba salir del auto, ser un caballero realmente no estaba en su lista.

Rachel llevaba un bonito vestido negro y su típica melena rubia iba en un chongo bastante horrible desde el punto de vista de Gerard, o tal vez era porque Rachel no le caía bien del todo. Demasiado recta, demasiado seria, Mikey no la necesitaba, y esa maldita, pensaba Gerard, era la culpable de que su hermanito hubiera cambiado tanto.

Y Michelle estaba espectacular con un vestido rojo y su cabello negro suelto. Era obvio porque Gerard la había elegido. Era como un trofeo, algo para presumir, algo para recordarles a los demás que tan superior era, aunque en el fondo no se sentía más que basura.

El día estaba bastante gris, Que perfecto día para un funeral.

Tenían exactamente media hora para llegar. Y seguro que Ray nunca olvidaría que el padrino y mejor amigo no asistiera a la ceremonia.

Aunque muy pocas veces lo mostrara, Gerard si se preocupaba. Si le importaban las cosas, pero había aprendido a no mostrarlo, porque a la gente le gustaba herir, y el estaba jodidamente harto de ser la víctima, así que había decidido ser el que hería, aquel al que no le importaba nada, aunque se estuviera destruyendo poco a poco.