A/N: Si están leyendo esta nota es porque este capítulo ya fue reescrito, por lo tanto agradezco su paciencia y apoyo. Trataré de irlos escribiendo lo más rápido posible y por supuesto agregando otros. Este ha sido mi primer fanfic y lo continuaré hasta terminarlo. Gracias a los que se han quedado, a los que han esperado y a los que están a punto de leer. Cualquier cosa estaré a su servicio y espero sea de su agrado y haya valido tanto tiempo de espera.

Capítulo 1.- Cornelia

Se podría decir que Cornelia tenía una vida de ensueño. Una familia, 4 mejores amigas, el control del elemento de la Tierra, y un novio: Peter.

Entonces, ¿por qué se sentía tan infeliz, tan vacía? ¿Qué había hecho para merecer eso? Tal vez nada, pero el destino podía funcionar de las formas más inexplicables para algunas personas. Al fin y al cabo ella solamente estaba siendo ella misma, sin buscar conflictos.

El mundo de Cornelia se desmoronaba lentamente, no tenía control de sus emociones por lo tanto tampoco de sus poderes, se encontraba en un letargo producido por la tristeza más pura, sólo conocida por ella.

Al principio la guardiana de la Tierra apareció con una sonrisa llena de falsedad en el rostro. Todas sus amigas, exceptuando a Irma, creyeron su actuación, enfocándose en cada uno sus propios problemas. La guardiana del Agua parecía conocer mejor a Cornelia de lo que aparentaba, muy en el fondo realmente la quería, la pasaban discutiendo pero si una de las dos resultara en peligro seguramente la otra la ayudaría como pudiera.

Irma sólo pudo pensar ''Ella lo superará sola'', desafortunadamente estaba equivocada, el apoyo de sus amigas era lo que realmente la guardiana de la Tierra necesitaba, aunque siendo Cornelia probablemente lo negaría.

Gradualmente todo parece normal, pero lo importante es observar los pequeños detalles, cuando las defensas están bajas y se pueden ver las grietas de la armadura del ''estoy bien''. Ahí se notaba un cambio que sucedía momento a momento en la vida de la guardiana de la Tierra.

Era distante, vivía en un mundo de fantasía. Simple, no quería confrontar la realidad que estaba alrededor de ella, se introducía cada vez más seguido en sus pensamientos. Y la única guardiana que estaba genuinamente al pendiente de ella era Irma. No por eso significaba que Will, Taranee y Hay Lin no la quisieran o no les importara, pero hay situaciones, momentos en la vida en la que uno da por sentado lo que realmente importa y que debería ser valorado más que otras cosas.

La guardiana del Agua estaba entre ambos lados: tratando de ayudar a su amiga Corny y siendo partícipe de las conversaciones de las demás. A veces tenía que dejar a alguien de lado y muchas veces terminaba siendo Cornelia, Irma ignorando las alarmas de su cabeza que le decían que tenía que confortarla a como diera lugar. Una chica no podía resolver todo sola.

''¿Han visto a Cornelia recientemente? Ha estado un poco rara ¿no?'' Irma decía constantemente a las otras guardianas, ellas normalmente negarían con la cabeza y continuarían hablando de sus asuntos, o le darían un poco de tiempo para pensar, resultando en la misma conclusión a la que había llegado la guardiana del Agua al principio: Ella se las arreglará sola.

Cornelia no hablaba mucho, sólo si era necesario, usualmente en clase. Si no era necesario ni siquiera saludaba a sus amigas. Aún usaba ropa elegante y con estilo, pero un toque desaliñado se había adherido a éste. Ya no sonreía sinceramente. Sin embargo algo positivo había salido, había dejado la inmadura superficialidad que muchas veces la había caracterizado, ya no le veía un sentido a seguirse comportando así. Su rostro era una máscara que cubría todas esas inseguridades, frustraciones y tristezas que venían persiguiéndola desde un tiempo atrás.

En su familia las cosas no eran tan diferentes, su padre no paraba de trabajar hasta horas extras en el banco, su madre atendía su trabajo, y Lilian… bueno ella simplemente era Lilian, si bien conocía a Cornelia a veces se distraía con cosas propias de su edad. Eso sólo dejaba a Napoleón que con su entendimiento propio de las mascotas más fieles, podía sentir el pesar de su dueña y trataba de aliviarlo. Desafortunadamente esto no fue suficiente y el cuarto de Cornelia poco a poco se fue convirtiendo en su único refugio del mundo exterior, una bóveda segura a la que sólo ella podía accesar, y en donde se sentía segura. Cada vez más sumida en soledad.

Por otro lado completamente opuesto estaba Peter, uno de los chicos más populares de la escuela, donde tener novia era más una cuestión de pertenecer que de realmente querer una. Y en estos momentos empezaba a dudar si había sido una buena idea.

La guardiana de la Tierra y él habían empezado a salir más tiempo juntos, ella para no sentirse tan sola y él porque le parecía atractiva. Casi no compartían nada sobre pensamientos, gustos o personalidad, pero ambos se veían muy bien juntos, o al menos eso decía la población estudiantil del Instituto Sheffield. Al principio parecía que se les veía en muchos eventos sociales importantes de la comunidad juntos; poco a poco Cornelia lo fue distanciando aún más con excusas tontas hasta que rara vez se les veía unidos.

Comparándose con sus amigos, Peter no podía comprender que estaba haciendo mal, si tener novia parecía lo más sencillo, como pasos a seguir, no sabiendo que el amor realmente no era así. Él era demasiado práctico, se enfocaba en las cosas que realmente le interesaban como el deporte o divertirse y listo. ¿Para qué complicarse tanto cuando las cosas podían ser simples?

Él tenía esta fantasía de ser el héroe de la película, rescatar a la damisela en apuros y ambos ser felices sin ningún esfuerzo. Pero él no sabía que realmente el héroe en la historia de la vida de Cornelia era otro, otro que su corazón ya había designado desde hace tiempo, grabado incluso, un caballero capaz de arriesgar su vida por ella, que le había traído tantas emociones en una sola y que ahora la había hecho caer en este estado roto: Caleb.