Ya había publicado antes esta historia pero sentí que aun podía sacarle mucho provecho y que merecía más. Gracias a las personas que me siguieron en la historia original y espero que lo hagan en esta nueva edición.

LOS PERSONAJES DE ESTA HISTORIA NO SON MIOS SON DE LA GRAN STHEPENIE MEYER. LA HISTORIA VIENE DE MI MENTE.

#217

Te extraño mucho. Duele tanto que te hayas ido, han pasado dos años y el dolor sigue igual. Sigo adelante… o por lo menos lo intento, pero es difícil hacerlo sin motivaciones, es complicado el hecho de querer vivir pero a la vez solo querer tirarte al vacio y no salir más. Hubiera estado encantada en hacerlo, encantada de no luchar contra de dolor. Muchas veces pedí no sentir nada.

No quiero sentir.

Pero luego me doy cuenta que el dolor me hace recordar que fue real. Que alguna vez estuviste aquí, que no son fantasías o falacias de la vida, solo la realidad. Incluso aunque no haya tenido un final feliz.

Lo peor y lo mejor de todo son los recuerdos, ¿sabes? A veces quisiera no tenerlos.

No quiero recordar.

Porque recordar duele, quema, sofoca, es asfixiante el solo vivir de ellos. Pero los necesito, te necesito.

Pero ya no estás.

Y tengo que aceptarlo.

También, cuando lo necesito, los recuerdos alivian un poco el dolor. Por eso aun los guardo, no quiero olvidarlos.

No quiero olvidarte.

Mamá dice que me aferro a ti, la escuche hablando el otro día con papá, cuando creen que son discretos, pero nunca lo son. Tú y yo solíamos burlarnos mucho de eso.
Quisieron separarme de Jasper, según sus palabras "Me hace mal seguir con él". Me negué, grite, llore, incluso amenace con irme si hacían eso. No estoy orgullosa de lo que hice pero creo que comprendes mi punto, siempre lo hacías.

¿Aun lo haces?

Quiero borrar la estúpida promesa que te hice, quiero cerrar los ojos y no recodarla. Porque es lo que me mantiene en pie. Y lo odio.

Te odio.

Te amo.

Te extraño.

Atormentan, lastiman, alivian, uno tras otro, una y otra vez.

*-¿Qué pasa si una de nosotras muere? - Me gire a mirarte aun tiradas sobre el pasto, tus ojos brillaban con la alegría que te caracterizaba, aun con el tema del que estabas hablando.

-No hables sobre eso- Conteste simplemente volviendo a recostarme y cerré mis ojos. Escuche como te movías a mi lado, gire un poco mi cabeza y te vi con tu cabeza recargada sobre tu mano. Querías una respuesta. -No lo sé, Al. No tardaría mucho en seguirte, supongo.

No dijiste nada y te sentaste doblando tus piernas, mirando hacia la nada. Sueles hacer mucho eso. Pero no sueles estar callada mucho tiempo, así que me sorprendió que después de un rato siguieras sin decir nada. Estaba a punto de romper el silencio cuando tú hablaste.

-Prométeme algo.

-Lo que sea.

-Sobrevivirás.- Me costó un momento comprender lo que querías decir, pero en cuanto pude procesarlo tuve mi respuesta.

-No.

Te giraste y me diste la mano para que me sentara junto a ti, jugaste con mis dedos un rato.

-Lo harás, porque eres mi mejor amiga y me quieres. Y porque yo haría lo mismo por ti.

-¿Cómo se supone que haga eso? ¿Por qué de todas maneras estamos hablando de esto? -Te encogiste de hombros con una sonrisa.

-Por si acaso. Y respecto a como lo harás, respirar, dormir, despertar, comer, estudiar…y harás todo de nuevo hasta que un día ya no duela tanto.

-De acuerdo, si. Como sea. Es tarde, hay que irnos.- Me levante sin querer prestar mucha atención a la conversación y negándome a tomarla enserio.

-Bella, promételo. Por nuestra amistad. - trate de imaginarme la vida sin ti. Porque no muchas personas entienden lo que nos une. Pero no pude hacerlo, pero si podía hacerte feliz. Así que acepte.

-De acuerdo, lo prometo.- Tu sonrisa se ensancho y me abrazaste.

-Muy bien, ahora… ¡De compras!

Habías vuelto a ser tú. *

El recuerdo del día que te hice esa promesa es el que más me atormenta, porque me detiene de hacer cualquier tontería.

Sé que te enojaras, pero he pensado en hacerlo. Ya sabes.

Suicidio.

Siempre tuve una extraña y alucinante fascinación con ello.

Tú la odiabas.

Yo la amaba.

Pero mis promesas son más importantes que las tendencias que ahora tengo. Sobre todo mis promesas hacia ti. No puedo fallarte.

Así que despreocúpate porque no lo hare, aprendí a vivir con el dolor consumiéndome día a día, quien sabe tal vez pronto acabe.
Quiero que acabe.

En cuanto a Jasper. El sufre, puedo verlo en sus ojos, en la manera en que se pierde en su mente, en los días en que llega con los ojos rojos, la manera en que me abraza cuando algo le recuerda a ti.

¿Podrá superarlo algún día? ¿El dolor se irá?

Eso me pregunta a veces, como en su etapa donde pasaba la mayor parte del tiempo alcoholizado, no podía juzgarlo. Cada quien sufre a su manera. El se cerró a ti. Ignorando lo que había pasado, negándose a recordar.

Ignorando tu muerte.

Porque estas muerta.

Y eso nos está acabando a ambos.

Pero supimos superar esa pequeña parte del dolor. Vivir lo más decentemente posible, ayudándonos mutuamente. No es fácil.

Pero yo lo tengo a él.

Y él me tiene a mí.

Así que con eso en mente tomamos una decisión, nos mudaremos.

Forks, es un pequeño pueblo en el estado de Washington, según dicen siempre llueve y hace mucho frio. Justo como nuestro estado de ánimo. La idea era irme sola, llámalo huir si quieres pero no puedo estar más aquí, con los recuerdos de mi mente es más que suficiente. Pero Jasper se negó a alejarse de mí y no podría estar más agradecida por eso.

Mi papa tiene una casa ahí que era de su familia, nos dejo irnos con la condición de que usáramos esa casa. Creo que piensa que así podrá vigilarnos, pero no me importa realmente. Ya está todo listo y partimos mañana, es deprimente el hecho de que no me sienta feliz ni triste con eso. Te llevaste mis emociones.

Jasper es el único que logra hacerme sentir algo. Cuando me hundo y siento que me ahogo el me saca. Desde que te fuiste, el es todo lo que tengo.

Mis padres simplemente no lo entienden, se preocupan, me cuidan, me apoyan…pero no lo comprenden. Los tengo a medias.

Nunca he tenido amigos a excepción de ustedes, no es por falta de personas es por falta de interés. No me interesa ser amiga de personas que te miran con lastima en los ojos porque la única persona que estaba contigo no lo está más. No necesito su compasión.

Te necesito a ti.

Pero ya no estás.

"Respirar, dormir, despertar, comer, estudiar…y harás todo de nuevo hasta que un día ya no duela tanto."

Créeme, lo hago todos los días con la absurda esperanza de un día despertar y no sentir dolor.

Vanas esperanzas.

Falsas ilusiones.

Me mentiste.

¿Por qué lo hiciste?

Sé que ya no importa, porque al final del día…tú no estás aquí.

Ni lo estarás nunca más.

Eso es lo que más duele, no tener la posibilidad de volver a verte, de reír contigo, contarte mis cosas, que me obligues a hacer cosas que por mi misma jamás haría…he intentado ser fuerte, de verdad lo he hecho. Pretender que lo supere, que estoy mejor, no dejarme vencer por el dolor, pero luego cualquier cosa me recuerda a ti. Y el porqué no estás aquí.

Y siento como me hundo de nuevo.

Lo siento, lo siento tanto. Desearía haber sido yo, no tienes idea de cuánto.

Pero no puedo cambiar nada así que seguiré haciendo lo que hago, sobrevivir. Empacare mis cosas, me llevare mis recuerdos, guardare esta carta junto con las demás en mi baúl y me iré a Forks.

Esto no cambia nada.

Te extraño y te quiero.

Bella.

Suspire mientras terminaba de doblar la carta, tome el baúl junto a mí y la metí dentro. Deje todo en el escritorio frente a mí, solo observándolo. El baúl de toda mi vida estaba lleno de recuerdos, como esa camiseta que use el último día de clases y mis amigos rayaron, el boleto del cine de mi primera cita con un chico, el concierto de rock al que fui con mi mejor amiga…la ultima foto que me tome con ella.

Y cartas, cartas, cartas…porque ahora es la única manera de desahogarme.

Pensé que el hecho de mudarme haría las cosas más fáciles, ahora no estoy tan segura. Mire alrededor de mi habitación y había ropa tirada por todas partes, faltaba mucho que empacar y mañana nos iríamos.

Se me fue el tiempo escribiéndole, como siempre pasa. Estaba harta de eso, harta de sentir dolor y estar estancada. Harta de sofocarme y no encontrar la salida. Harta de culparme, de quererla de vuelta, de extrañarla. Harta de mi misma.

Frustrada me levante y vacié todas las cosas del baúl en el bote de basura, tome el encendedor que tenía en mi bolsillo agarre una carta y la sostuve en el aire, vacile por un momento, viendo la flama a punto de consumir el papel. Sentí un nudo en mi garganta y apague el encendedor.

Puse todo de nuevo en el baúl, cerré el candado y lo metí debajo de mi cama.

Otro intento fallido.

Finalmente, decidí terminar de guardar todo aunque mi mente no estaba en lo que hacía, envuelta entre sentimientos dañinos me concentre en la música, las notas de una canción. Mi mejor distracción.

Escuchaba en mi mente la armonía y los sentimientos de ella. Extrañaba tocar, pero cuando quería hacerlo algo me lo impedía. Tampoco podía escucharla realmente, era como ponerle alcohol a la herida.

Termine de empacar en menos tiempo del que esperaba, no tenía muchas cosas básicamente mis libros y discos abarcaban el máximo espacio. Busque mi celular hasta encontrarlo en mi buro, mande un texto rápido.

¿Pizza y películas? B.

Tan solo 5 minutos después, tuve mi respuesta.

Llego en 15. J.

Mis padres no estaban habían salido a cenar con unos amigos, yo creo que en realidad fueron a llorar mi partida a solas, detesto dejarlos y lastimarlos así pero en verdad lo necesito.

El timbre de la casa me sobresalto, estaba tan metida en mis pensamientos que no note el tiempo que había pasado. Baje las escaleras y abrí la puerta.

Un rubio de ojos grises, con cabello alborotado y sonrisa triste me saludaba desde el umbral de la puerta. Le dirigí una pequeña sonrisa antes de saltar a sus brazos que me esperaban abiertos.
Aspire su olor sintiéndome como en casa, la poca paz que podía tener la sentía cuando estaba a su lado. Era egoísta.

-Hola- saludo una vez que me aparte de él, entro a la casa y se dirigió a la sala, lo seguí- ¿Tienes todo listo?

-Si- suspire sentándome su lado- Jasper, no tienes que hacerlo, lo sabes. Aquí tienes a tu familia y amigos, yo…

-No empieces con eso de nuevo- me corto - No necesito nada de lo que tengo aquí, nada más me ata a este lugar. Por otro lado, si lo miras desde mi perspectiva… solo te tengo a ti. Iré contigo. Eso es todo, ¿de acuerdo?

Luche contra la sonrisa estúpida que quería abrirse pasó en mis labios, le di un beso en la mejilla y cambiamos de tema. Pasamos lo que restaba de la tarde, viendo películas, comiendo y platicando. Era sencillo estar con él.

-No puedo creer que después de tanto tiempo, aun sigas amando "La máscara de hierro" la has visto tantas veces que ¡hasta te sabes sus diálogos! -Se quejo mientras hacía muecas. Me reí y le tire un cojín a la cabeza, lo esquivo y me sonrío mostrando su blanca dentadura.

-¡Es Leonardo DiCaprio! Y no solo eso, la historia es hermosa, ¡D'Artagnan era su padre!, dime ¿quién veía venir eso?

Sacudió su cabeza negando y unos mechones cayeron en su frente.

-Insisto, esto y tu obsesión extraña por los vampiros es enfermo.

-Lo dice el tipo que no puede vivir un día sin escuchar a The Beatles.

-¡Hey The Beatles son grandes! -Se quejo, nos comenzamos a reír.

-Es hora de irte- dije después de unas horas - Mañana sale el vuelo temprano y hay que dormir.

Recogí las cosas que había en la mesa llevándolas a la cocina, las lavaría mas tarde.

-Tú y tu manía de correrme. Sabes que viviremos juntos y no podrás echarme, ¿cierto? - grito desde la sala, reí y grite de vuelta:

-Si llegas tarde te cerrare la puerta, los vecinos estarán encantados de darte asilo.

-Vamos, ambas sabemos que eres completamente incapaz de hacerle eso - Me gire rápidamente al escuchar esa voz, mi respiración se acelero y sentí mi pulso tronar en mi cabeza. No es real, no es real, no es real, repetí en mi mente.

Busque con la mirada por toda la cocina pero no encontré nada, sentí mis ojos llenarse de lagrimas que me negué a derramar. Tanto tiempo sin escuchar esa voz.

Me estaba volviendo loca.

Respire profundo, negándome a que me afectara más, apoye mis manos contra el lavamanos y cerré los ojos.

-¿Me corres, pero no vienes a despedirte de mí? - Escuche a lo lejos a Jasper, con un profundo respiro me voltee mirándolo frente a mí con el ceño fruncido - ¿Estás bien? Estas pálida.

Puso su mano en mi frente y su rostro estaba teñido de preocupación, me sentí mal en ese momento.

-Sí, solo es un mareo. Los nervios, supongo. No es nada.- Le reste importancia dirigiéndome a la puerta. Se puso frente a mí bloqueándome la pasada, me miro fijamente. Le sonreí, en lo que esperaba fuera una sonrisa tranquilizadora, parece que funciono ya que me la devolvió y de repente estuve entre sus brazos. Lo abrace por la cintura y suspire.

-¿Estás segura de esto?- sabía que no se refería a mi salud así que trate de sonar lo más convincente posible.

-Estoy segura de querer comenzar en otra parte, de intentar salir de donde estoy metida… y estoy segura de que quiero hacerlo contigo. - Me sentí orgullosa del tono fuerte de mi voz y al mismo tiempo, me di cuenta de que lo que decía era verdad. No estaba del todo bien, pero estaba convencida de que quería cambiar eso.

Aunque decirlo es mucho más fácil que hacerlo.

-Entonces, a Forks.- sonrío- Mañana te recojo temprano.

Beso mi mejilla y se dirigió a su auto, lo seguí con la mirada hasta que lo vi desaparecer. Entre a la casa y cerré la puerta tras de mí.

El recuerdo de lo que paso en la cocina regreso a mi mente. Algo estaba mal, no podía ser. Seguramente es solo el estrés, debe ser eso.

Con eso en mente regrese a mi habitación, acomode las maletas y me dispuse a dormir. Mañana haría un gran viaje. Estaba decidido.

No podía seguir estancada, tenía que intentar salir.

Pero como dije, es más sencillo decirlo que hacerlo.

Bien, aquí está el primer capítulo. Espero que les haya gustado, se aceptan comentarios de todo tipo. Gracias por leer.

Misery.