Hola... desde el 2007 que no escribía en Fanfiction, la inspiración se fue y bueno muchas cosas han pasado en mi vida.
Hace poco recupere mi cuenta y estoy feliz de poder subir este fic que lleva bastante avanzado.(Este comencé a escribirlo después de recuperar la inspiración en Coyotes y antes que los one-shots ya publicados).
Gracias de corazón a todas las personas que han dejado reviews a mis historias antiguas a lo largo de este tiempo. Espero poder finalizar algunos de esos proyectos inconclusos en un futuro.
AU, OOC. Tiempos Modernos.
Aoshi Shinomori – Misao Makimachi.
(Con Kenshin y Kaoru obviamente, porque ¿Qué es de Misao sin Kaoru?).
Disclaimer: Rurouni Kenshin no me pertenece, y esta historia es solo producto de mi loca imaginación.
Bodyguard
Guardaespaldas
Capítulo 1
...
..
El vapor se juntaba en el amplio baño, mientras ella se encontraba en silencio dejando que el agua tibia la cubra, amaba ese lugar la hacía sentir en casa aunque sin su madre. Le dolía un poco el cuerpo por culpa del avión, había llegado temprano al Holiday Inn Tokyo.
Suspiro pesadamente y tomo la toalla perfectamente colgada a un lado de la ducha.
Envolviéndose en esta y con el cabello mojado cubriendo su espalda salió. El baño era amplio, al lado derecho estaba el jacucci y entre este y la ducha una puerta para el sanitario.
En frente un espejo enorme, con un tocador tan largo que podrían perfectamente 4 personas arreglarse allí. Reviso los cajones, todo estaba intacto, su maquillaje, cremas, útiles de aseo. Tal cual los había dejado hace un año atrás. Arrugo la nariz, pensando en que su padre no había movido un solo alfiler de ese lugar.
Se sorprendió a si misma pensando que si alguna vez había entrado allí si quiera. Al menos sabía que Tsubame lo hacía para dejar las cosas que enviaba.
Tsubame una chica de 17 años que solía ser una mucama en el hotel, había sido promovida ese año a recepcionista. Tenía porte y era muy amable. Siempre fueron amigas durante su niñez. Y cada vez que podía la ayudaba. Sonrió pasándose una mano por el pelo, mientras con la otra sostenía la toalla blanca que colgaba de su delgado pero bien proporcionado cuerpo.
Levanto el teléfono colgado junto al espejo y pulso el botón.
"Señorita, en que podemos servirle"
"Necesito que Tsubame venga, por favor"
"La señorita Tsubame está en recepción en este momento, pero…" soltó la voz que fue interrumpida.
"La quiero aquí en 5 minutos o 3 máximo"
Colgó el teléfono.
Se revolvió el cabello y soltó la toalla mirándose al espejo. Volvió a suspirar y camino a la salida rumbo a su habitación, pero se detuvo entrando en un pasillo que llevaba a un inmenso armario lleno de ropa, zapatos, joyas y accesorios.
Camino desnuda tocando apenas con la punta de sus dedos las prendas. Se detuvo en un vestido color coral, corto que tenía dos tirantes y dejaba la espalda descubierta. Lo dejo deslizarse por su cuerpo y siguió caminando hasta los cajones tomando una pequeña tanga de encaje blanco que subió lenta y cuidadosamente por sus piernas.
Se giró hacia el centro apoyándose en amplio mesón de accesorios, tomo un collar largo con un pequeño pajarillo que colgaba de él y se movió a tomar de la inmensa estantería unas sandalias con plataforma color piel. En eso sintió la puerta.
"Ya voy" sonrió diciendo suavemente y después de ajustar la correa de la sandalia, se levantó a salir a la habitación, al lado izquierdo había un enorme televisor, y unos sillones blancos, al frente una gigantesca cama blanca con muchos cojines que daban a un precioso balcón con vista a la ciudad, en la mitad del camino estaban sus maletas tiradas, junto con la ropa del viaje que no se molestó en levantar.
Miro la pantalla antes de abrir, Tsubame se arreglaba el cabello y ajustaba su uniforme, moviendo las manos nerviosa. Sonrió abriendo la puerta.
"Hey extraña"
"Señorita Makimachi" sonrió la chica sin levantar la cabeza.
"Oh por favor, solo dime Misao y pasa"
Tsubame entro y Misao la abrazo, juntas sonrieron. Empujándola hacia el centro de la habitación comenzaron a conversar naturalmente de todo y nada, entre las cosas que le conto era que estaba postulando a una Beca a Inglaterra para la Universidad y pronto tendría una respuesta, Misao le sonrió orgullosa, mientras se sentaron en uno de los puff cerca de la televisión.
La miraba sin comprender porque de pronto Tsubame se contenía tanto con ella. Estaba sentada muy derecha, con las piernas juntas y apenas la miraba. La analizo un rato sin se sonrojo preguntándole que tal habían sido sus clases, sonrió relajándose y le comento que todo en Chicago iba bien, ella estudiaba moda y diseño de vestuario. Estaba en segundo año, antes de ir de vacaciones a otro lugar prefirió volver al Japón pensando que podría pasar un poco más de tiempo con su padre, si es que con suerte se dignaba a verla.
O simplemente estar allí y recordar a su madre.
"Te he traído algo" sonrió caminando hasta las maletas sacando una enorme caja, para luego revolver la otra y tomar un bolso de tamaño medio café, para volver a sentarse junto a ella.
"Señorita no tiene porque…"
"Deja de llamarme señorita, tu eres mi amiga" le sonrió Misao. "Apenas tienes tres años menos que yo" agrego entregándole la caja.
Tsubame agradeció con una reverencia y miro la caja curiosa.
Misao amaba ver su rostro de sorpresa, sentía que Tsubame era su otro yo, ella misma más calmada, más joven, con una familia normal, con una vida que ella hubiese querido tener.
"Ábrela"
La chica con manos temblorosas la abrió, dentro había mucha ropa, y dos cajas de zapatos, se tapó la boca y levanto la vista con ojos llenos de lágrimas. Misao se levantó y le beso la frente entregándole el bolso café. Dentro de él había un Mac pro y algunas cosas extra, además de un sobre.
"Misao…"
"Oh vamos, vas a necesitar todo esto en UK si ganas esa beca, o donde sea que vayas a la Universidad. Es un pequeño regalo de muchos que te daré, no es nada"
"G-gracias" susurro Tsubame sinceramente abrazándola como antes cuando eran niñas.
"Tengo que irme o su padre…"
"Si lo sé, lleva todo y guárdalo, espero verte durante el día"
Se echó hacia atrás. Hoy vería a su padre después de dos años, se preguntó si seguiría igual de maniático, se giró hacia la ventana mirando el balcón, le parecía que aun podía ver a su madre en un vestido blanco de satín sonriéndole.
Levanto su cuerpo pesadamente y arrastro las sandalias hasta la cama, allí se quedó dormida encima con el cabello mojado.
…
..
Kenshin caminaba apresurado hacia gerencia, se ajustó la corbata y el micrófono en el oído, mientras soltaba una que otra sonrisa a la gente alrededor. Tae le sonrió apenas llego y le dijo que esperara un momento, que iba a ser atendido enseguida. Él se quedó de pie como hacia siempre y se dedicó a escuchar su auricular.
Vio a Tae levantarse y abrir las enormes puertas, para sonreírle y hacerlo pasar. Al final del despacho estaba la silla girada hacia el enorme ventanal, desde la entrada pudo ver el humo del cigarrillo.
"Kenshin"
"Sr. Makimachi" soltó muy erguido sin siquiera acercarse mucho.
"¿Conseguiste lo que te pedí?" pregunto bruscamente girándose a verlo, los ojos cansados y el cabello alborotado hacia adelante le daban un aspecto melancólico.
"Sí señor, está en camino" Saito lo miraba tomando bocanadas de su cigarro.
"Estará a prueba… ¿le dijiste que es por todo el verano, quizás un poco más?"
"Si Sr."
"Esto es bajo tu responsabilidad y le enseñaras todo el procedimiento" agrego Saito para volver a girarse – "Ahora retírate, en media hora lo quiero aquí"
"Si Sr." dijo girándose para salir cerrando la puerta , se apresuró a sacar el celular de su bolsillo donde escribió un texto y bajo al lobby.
…
..
Misao despertó con el sonido de la puerta, se levantó pesadamente para mirar por la pantalla, le traían un carrito con desayuno. Refunfuño maldiciendo y abrió la puerta sonriente dejando pasar a la chica que dejo todo en orden y se retiró sin decir una palabra. Ella solo suspiro, y miro el contenido
Tomándose el pelo en una cola alta, sonrió pensando en que por fin le daban lo que ella quería. Su teléfono vibro y mientras comía un poco de avena con frambuesas encima, leyó 'llego a las 8 de la noche al hotel'.
Moviéndose incomoda viendo la hora, eran casi las 10 y ella no estaba ni maquillada.
Tomando un jugo de naranja se volvió al baño, donde dio vuelta su bolso de cosméticos, allí se detuvo un poco mientras rápidamente se hacía un delineado de ojos y ponía un rosado claro en sus labios.
Se apretó los senos desde los costados riendo, se veía bien. Se giró pesadamente para salir a la habitación, tomando el celular de la cama, lo metió en un pequeño bolso negro de mano con apliques plateados pequeños en una orilla, tomo su tarjeta y abrió la puerta.
Enfrentar a su padre, no podía ser tan malo.
Camino moviéndose delicadamente por el pasillo blanco largo hasta llegar a los ascensores, estaba en el penúltimo piso donde se encontraban las mejores habitaciones del lugar. Solo había 4 Palace Suites en ese piso. Entro al ascensor mientras su vestido se meneaba graciosamente con ella, era tan corto que no dejaba muchas cosas a la imaginación, sus piernas largas y tonificadas mostraban el fruto de años como runner.
Levanto la vista hacia las 4 cámaras de seguridad suspirando. Al bajar en uno de los pisos entro una pareja y dos ejecutivos, que se le quedaron viendo de forma divertida. Lo que la hizo erguir la espalda y pronunciar más su trasero. Podía sentir las miradas sin aliento a su alrededor. En el piso 20 se bajó, dejando un estrago tras ella.
Tae la vio caminar como si una modelo fuera hacia ella, se quedó sin aliento.¿ Cuándo Misao había crecido?,¿ no llevaba sostén?. Suspiro nerviosa pensando en lo que sucedería.
"¿Cómo estás?" Misao apoyándose en su cubículo.
"Muy bien Señorita, ¿qué tal el viaje?" sonrió Tae mirándola. Misao era la imagen viva de su madre, sonrió con pena.
"Bien, normal supongo. ¿El ogro esta?" le guiño el ojo, suspirando. Tae pensó que hasta su aliento era increíble. La muchachita había cambiado mucho desde que se fue.
"Si, te está esperando" sonrió levantándose para abrir, pero Misao le movió las manos y ella misma abrió la puerta.
Dentro del despacho se podía ver a su padre como siempre, de espaldas mirando hacia la ventana, fumando. Camino hasta el centro de la habitación delicadamente y allí se quedó en silencio, esperando el ataque.
Saito se giró y quedo pasmado. De pie ante él, estaba su hija, o la que creía que era su hija, tocio un poco levantando la vista hacia ella. ¿Dónde estaba la muchachita con zapatillas y cabello en una trenza que corría por su hotel hace unos años?.
Se levantó pegando bocanadas a su cigarro sin decir una palabra, le parecía que el parecido con Tokio era demasiado para él, llegaba a ser doloroso.
Tuvo que sacudir la cabeza.
"Papá… ¿no vas a decir nada?"
"Me alegro que estés en casa"
Misao pensó que un abrazo habría sido mejor, pero bueno estaba pidiendo demasiado.
Noto su confusión y admiración cuando la vio. Sabía que le recordaba a su madre, pero no había nada que ella pudiera ser al respecto. Además ya no era la inocente chica que corría por el hotel jugando como un niño. Era una persona diferente, una mujer diferente. O eso creía.
Incomoda miro alrededor, aún mantenía una estantería llena de libros, alrededor algunas fotos donde estaba su madre con ella de bebe, o ella más pequeña. Ninguna de ellos dos juntos.
Saito se giró suspirando y ella hablo.
"Kaoru vendrá a pasar el verano conmigo, si no te molesta"
"Excelente" No tenía idea quien era o como la conocía, pero suponía que sería su amiga de la Universidad. – "Tengo que hablar contigo sobre algo importante" agrego, Misao se movió nerviosa apretando sus dedos en el pequeño bolso negro.
…
..
Tae miraba a Kenshin y al recién llegado que estaban de pie en el pasillo. El pelirrojo caminaba en círculos de forma graciosa y el chico más alto solo asentía a sus palabras. Le pareció curioso que estuvieran allí. Luego abrió los ojos como platos. Si era lo que pensaba que era.
Iba arder Troya.
"Señor ya está Kenshin aquí"
Kenshin se giró a Aoshi al escuchar que podía pasar y le dijo que lo espere allí, que lo llamaría cuando el Sr. Makimachi dijera que podía pasar. Este asintió sin pronunciar una palabra.
Cuando tuvo la oportunidad de ir al ejército, jamás pensó que iba a terminar como guarda espaldas, pero parecía una buena opción, después de haber dejado la escuela de oficiales. Al menos para matar el tiempo. Exceptuando por el pequeño detalle de Lilith todo en su vida había ido de maravillas. Suspiro mirando de reojo a la secretaria que no le quitaba los ojos de encima.
Kenshin le había dicho que era un trabajo sencillo, debía cuida a la hija del gerente y dueño del Holiday Inn. Ni siquiera había podido revisar quien o como era, ni investigar nada debido a lo abrupto que había sido el llamado el día anterior. Solo le dio unas ideas vagas sobre la chica en cuestión. Que era simpática y relajada. Que no tendría problemas.
Espero impaciente. Odiaba esperar.
"Kenshin…" susurro al verlo y corrió hasta el abrazándolo. El solo levanto la vista asustado hacia Saito que lo miro de esa forma que tenía de ver, y él se alejó de la chica con aroma a flores.
"Señorita Makimachi, tanto tiempo" Misao noto la expresión de Kenshin y se giró hacia su padre.
"Por favor, llámame Misao" hablo sin despegar los ojos de su padre. Que levanto una ceja y comenzó a hablar.
"No voy a cometer el mismo error dos veces" tomo una bocanada de aire
"Así que mientras estés aquí, tendrás un guarda espaldas las 24 horas del día" soltó de golpe apagando el cigarro en un cenicero de la mesa y tomando otro de su bolsillo. Misao iba a hablar pero él continuo.
"No te estoy preguntando". Misao lo miro confusa casi con lágrimas en los ojos. Se giró a Kenshin esperanzada.
"Kenshin hazlo pasar" Saito hablo antes de que pudiera decir nada. Y él se giró hacia la puerta.
Al salir, Tae apretó los ojos, podía empezar a reconocer a la antigua Misao, no a la elegante muchacha que casi la dejo sin habla cuando apareció frente a ella.
Kenshin junto los hombros y le hizo un gesto a Aoshi que camino en silencio hacia él. Podían sentir medianamente los gritos.
"¡Pero que te has creído! ¡Tengo 20 años, papá!, vivo en el extranjero hace 2 años, ¡Cómo crees que me desenvuelvo allá!" gritaba moviendo las manos, había perdido el control, la antigua Misao estaba en ella, la sangre le hervía, se pasó una mano por la frente mientras caminaba en círculo meneando el pequeño vestido.
"No me interesa, escogiste venir a pasar las vacaciones en casa, bueno esto es casa"
"¡¿Porque me odias tanto?!" Grito Misao al borde de las lágrimas mirándolo de lado, la voz quebrada y llena de ira los hizo detenerse en la entrada.
"…"
Aoshi podía ver la pequeña silueta de la muchacha, en tacones con piernas torneadas, un vestido coral que apenas dejaba a la imaginación y un cabello sedoso medio ondulado tomado perfectamente en una cola alta, no podía ver su cara, pero por como apretaba el pequeño bolso negro, entendía que no estaba muy contenta con su presencia allí.
"No es cuestión de odiar o no" Saito les hizo una seña con los ojos de que siguieran caminando hasta ellos. Aoshi miro de reojo a Kenshin dubitativo mientras lo veía caminar de forma lenta y pausada hasta unos cuantos metros de la chica.
"¡Entonces por qué lo haces! meneaba su pequeño vestido, apoyando las manos en el gigantesco escritorio. "¡¿Porque?!"
"Porque eres lo único que tengo…"
Esa afirmación la hizo pasmar. Recobro la compostura y apretó una pierna contra el escritorio.
"Lo hago porque necesito saber, Donde, Como, Cuando y Por qué…" – resoplo molesto girándose hacia la ventana de nuevo.
Y allí estaba, ese pequeño instante en el que le había parecido oír que sentía algún aprecio por ella, se desvaneció, tan rápido como vino.
"¿Así como hiciste con Mamá?, si hubieras podido con ella, seguro aun estaría aquí" – Soltó Misao sin pensar en lo cruel que había sonado, y recién advirtiendo que había gente a su espalda.
"No quiero ningún guardaespaldas de mierda, siguiéndome las 24 horas del día" agrego escupiendo de golpe a su padre. "Quiero disfrutar mis vacaciones como las planee, y relajarme"
"Te he dicho que no te estoy preguntando"
"¡Y-y… yo te he dicho que no quiero un viejo de mierda siguiéndome hasta el baño!" grito golpeando la mesa.
Tae se sobre salto entrando de golpe con un carrito de tazas de café.
"Señor, el café" sonrió tras Aoshi, Kenshin y Misao que no se giraba.
"Señorita Misao quiere un té?" Kenshin y Aoshi observaron cómo los hombros de la muchacha se relajaban ante la voz de Tae y con una voz distinta le respondía educadamente que no.
Kenshin miraba a Misao con lastima, en realidad él la conoció el año en que ella entro a la Universidad y se fue, ese año donde todo sucedió.
Había cambiado mucho, podría decirse que era toda una mujer, pero sus arranques aun eran los mismos. Fueron amigos al instante cuando Saito le presento a su familia. Aoshi por otro lado se sentía muy fuera de lugar, quizás había sido mala idea asistir. Obviamente no era bienvenido y Kenshin no había mencionado nada al respecto de las situaciones familiares.
La paga era excelente pero a qué precio. Pensó respirando pesadamente.
"Kenshin va a explicarle todo, por favor no hagas nada estúpido" resoplo Saito. Misao lo ignoro, se sentía furiosa, iba a destrozar la habitación. La antigua Misao lo habría hecho, la nueva respiraba profundamente intentando calmarse.
"Sr. Shinomori, esta es mi hija" dijo de pronto, haciéndola con esa frase girar.
Lo que vio la dejo pasmada.
Un muchacho como de la misma edad de Kenshin, mucho más alto, con hombros anchos y brazos fuertes por lo que notaba en el ajuste del traje estaba de pie frente a ella.
Cabello negro con flequillo, y unos penetrantes ojos azules la miraban sin ninguna expresión. No pudo evitar mirarlo de pie a cabeza, traía un traje al igual que Kenshin negro con camisa blanca y un auricular en la oreja, pero hubiera jurado que sin el estúpido aparato en el oído perfectamente hubiera pasado por un alto ejecutivo o un modelo. Era desbordantemente guapo. Se quedó sin habla, sin poder evitar abrir ligeramente la boca.
"Te quiero las 24 horas con ella, un segundo que se te pierda y estas fuera, estarás 2 semanas a prueba" agrego Saito acercándose a él y dándole la mano que el acepto sin hacer ninguna mueca. Mirando atrás del señor Makimachi a la muñeca de porcelana que debería cuidar.
Si de espaldas ya era muy guapa, el frente lo dejo sin aliento. No llevaba nada bajo ese minúsculo vestido, el cuerpo se le tenso de solo verla. Sus ojos verdes chocaron con él y se sintió mucho más fuera de lugar que hace unos momentos. Misao salió del trance y junto los labios suspirando luego que su padre le diera la mano al recién llegado.
Su cabeza volvió hacer funcionar y la rabia regreso.
"No es un viejo, ¿ves?..." Saito apoyaba una mano en el hombro de Aoshi, lo que lo hizo tensar más mientras sentía el cigarro cerca de él. "Podrás llevarlo a cualquier lugar y nadie notara nada"
"Oh si nadie notara nada" ironizo abriéndose paso hacia la salida furiosa, uno de los tirantes de su vestido se movió ligeramente hacia un lado y ella lo alcanzo a tirar hacia arriba.
"Detente ahí, Misao. Sr. Shinomori es toda suya"
Saito sonrió girándose y caminando por el borde del escritorio hacia el sillón.
Ella gruño de rabia y miro como los dos chicos se giraban hacia ella y caminaban en su dirección. Volvió el paso y tomando el mantel de la mesa de reuniones de su querido padre, lo tiro dejando un desorden a su paso, abrió de golpe las puertas y las soltó sin cuidado. Si, la vieja Misao era difícil de controlar.
Tae entro corriendo viendo el desastre, la vio tocar su cabello apenas y caminar rápidamente hacia los ascensores.
Kenshin y Aoshi tuvieron que correr para alcanzarla. El pelirrojo alcanzo a poner el pie en él ascensor antes que la puerta se cerrase, Misao suspiro y se cruzó de brazos apoyada en la pequeña baranda.
Entraron con Aoshi y la puerta se cerró.
"No será tan malo, Señorita Makimachi, Aoshi es buenísimo además ni siquiera sabrás que está contigo" Kenshin se giró a verla. Misao miraba el espejo del ascensor donde los dos hombres están de pie delante de ella.
"Kenshin ¿Por qué haces todo lo que mi padre te dice?" pregunto jugando con el tacón de su sandalia.
"Lo hace por su bien"
"Ojala hubiera hecho más cosas por Mamá…"
Kenshin se volvió al frente sin decir nada al ver las lágrimas de la chica.
Aoshi parecía tenso y no quitaba la vista de la puerta. Él era perfecto para cuidar a Misao según Kenshin, no iba a entrometerse más de lo que debiera y estaría protegida. Por eso pensó en él. Porque era buenísimo y porque confiaba ciegamente en su discreción.
Misao se movió a un lado de Aoshi y apretó el botón del lobby. Volvió atrás y saco el celular de su bolso, moviendo los dedos muy rápidamente mientras pegaba bocanadas de aire.
Ninguno de los dos hombres frente a ella dijo nada más.
Al llegar se hicieron a un lado para que ella pase. La chica se asqueo de solo ver el gesto. Camino apresurada hasta recepción en busca de Tsubame pero no la vio allí, mucha gente caminaba por el lobby a esa hora, el almuerzo debería estar listo.
Se puso una mano en la barriga y suspiro pesadamente en el recibidor largo donde otras dos muchachas estaban. De reojo vio como Kenshin y el otro chico se quedaban a una distancia prudente apoyados en la pared.
…
..
"Voy a estar contigo hoy acompañándote por si… ya sabes" suspiro Kenshin. "Pero mañana no puedo moverme del Hotel así que empezara el periodo de prueba".
Aoshi asintió sin decir nada y se giró a verla, se apoyaba en el mesón graciosamente, moviendo los tacones. El vestido aparte de revelar gran parte de sus piernas, dejaba ver su espalda blanca. Meneo un poco la cabeza e intento no tensar los dientes, cuando la vio moverse para conversar con otra chica vestida de uniforme del hotel.
"Es su amiga Tsubame, crecieron juntas aquí es 3 años menor" Kenshin susurro a modo de indicación. El solo asintió.
Misao no paraba de hablar, toda la cordura la había perdido. Le estaba diciendo que tenía un guardaespaldas y que no soportaba la idea de ello. La única que había estado con ella en el peor momento de su vida había sido Tsubame y bueno Kenshin, pero ni con Kenshin podía contar ahora.
Esta intento calmarla, sonriéndole e indicándole que pasaran al gran comedor a que se sirviera algo. Misao acepto, solo si comían juntas.
Aoshi y Kenshin las siguieron en silencio hacia el lugar. Estaba repleto de gente, familias, turistas extranjeros y nacionales, que reían animadamente, otros estaban en el buffet, y algunos solo de pie conversando.
Tsubame indicó a Misao una de las mesas en el sector exclusivo del comedor, más alejado y solitario, con flores alrededor, y con vista más amplia a la gigante piscina.
En una de las grandes mesas cerca de la terraza se sentaron. Ella apoyo el bolsito negro y saco el celular, volviendo a escribir rápidamente.
"Es impulsiva, y quizás… solo quizás querrá perderte los primeros días, se astuto. Luego se acostumbrara." soltó de golpe Kenshin. "Es muy amable así que no tendrás problemas, confió en eso"
Él se limitó a asentir. ¿Podría ser eso que decía Kenshin después de lo que vio en la oficina?, aunque debía reconocer que la chica tenia agallas aunque estaba llena de rabia y pena. No quiso preguntar qué había sucedido con su madre, pero era evidente que no dejaba de pensar en ello.
Misao dejo el celular a un lado y se dispuso a comer su ensalada de mala manera, mirando la mesa mientras tres camareros hacían su mejor esfuerzo en poner cosas para que ella se sirviera. Tsubame avergonzada a su lado la miraba tensa.
"Déjenlo, no voy a comer todo eso". Los 3 chicos salieron disparados de allí.
"Señorita Misao tengo que volver a recepción, si tu padre sabe que yo…" susurro Tsubame asustada. La chica de ojos verdes se giró a verla.
"¡Para con el señorita! y ¡Que sepa!... e-estas almorzando conmigo" Bajo el tono al ver a su amiga nerviosa mirándola, se encogió de hombros y siguió comiendo.
De pronto mientras llevaba una lechuga a la boca, se preguntó si Kenshin y el otro muchacho habrían comido. Se sentía tan ridículamente mal de pronto. Odiaba tener empleados, odiaba que la llamaran Señorita Makimachi para acá y para allá. Odiaba la idea del guardaespaldas, pero ignorarlos iba contra sus principios.
Se giró a Ken.
"¿Comieron ya?"
"Si"– mintió Kenshin agradeciendo con la cabeza. Misao levanto una ceja y se paró de golpe hacia ellos, quedando de pie entre los ojos. Aoshi veía a un punto en la piscina, y Kenshin le sonreía.
"Siéntense con nosotras por favor, ya es difícil. No lo hagan peor" se giró para volver a sentarse.
"Señorita no podemos"
"He dicho que se sienten, Kenshin" – el tono de orden de Misao tan parecido al de su padre, hizo que Tsubame casi soltara la comida. Kenshin le pego un codazo a Aoshi que lo miro estupefacto. No podían.
Tsubame hizo un gesto y los tres camareros arreglaron dos puestos frente a ellas, Misao comía sin ningún interés. Kenshin le sonreía con pena y preocupación.
Aoshi no sabía que pensar, iba a perder el trabajo sin siquiera empezar.
Mientras comían algo en silencio. Tsubame aprovecho de agradecerle el sobre con dinero que había en el bolso café. Llorando la abrazo, haciendo que Misao soltara el tenedor sonriendo contra su hombro.
"No es nada, tonta. Ahora dime, ¿Qué hay de nuevo y divertido en el hotel?" sonrió ya visiblemente más relajada.
"Pues pusieron dos gimnasios nuevos, hay un teatro, y cine, incluso un pequeño centro comercial al lado derecho" Tsubame hablaba apuntando al lugar.
"Vaya…"
"Tiene, Spa, peluquería, masajes de lo que se le ocurra, bronceado, etc."– Rio Tsubame al ver que Misao la miraba divertida mientras decía su monologo de recepción.
"Bueno ya me enseñaras. Hoy llega una amiga, así que podemos ir las tres a todas esas cosas" Misao rio por primera vez al verla mirándola con sus ojos como platos. Tsubame se levantó de golpe dejando la servilleta en la mesa.
"Yo no puedo señorita. Me van a echar, tengo que volver. Luego nos vemos" Le hizo una reverencia y volvió apresurada entre la gente hacia recepción.
Misao la vio irse un poco triste. Miro al frente y ninguno de los dos había comido nada. Permanecían inmóviles frente a ella con la vista perdida en algún lugar de la mesa. Como toda la gente que se acercaba a ella, se recordó.
Aoshi movió los ojos al frente, notando sus preciosas pestañas y el perfecto delineado, la delicada forma que tenía de abrir la boca para echarse un poco de lechuga. Era delgadísima pero tenía abultado donde debería tener, desvió la mirada.
La verdad es que si tenía un poco de hambre y sed, bastante sed. De pronto sentía que la boca la tenía muy seca.
Kenshin resoplo a su lado y se soltó un poco la corbata. Haciendo reír a Misao con el gesto.
"¿No pueden usar ropa normal?, todo el mundo va a notarlo"
"No señorita" respondió Kenshin sonriéndole.
Misao revolvió la ensalada. Cabizbaja pensaba en que en realidad no tenía mucho que hacer hoy más que esperar a Kaoru.
Se levantó de golpe y sin decir nada comenzó a caminar entre las mesas hacia la salida, los dos la siguieron en silencio. Ella suspiro. Pasando al lado de recepción mientras Tsubame la veía, entre pena y alegría.
Se miró las manos, el perfecto manicure rosa pálido se veía impecable, el cabello no lo llevaba mal y no había nacido aun la persona que la obligara a cortárselo, pensó jugando con la punta de la coleta.
Iba a dormir definitivamente. Se dijo entrando al ascensor.
Al llegar a su piso camino lenta pero armoniosamente hasta su habitación y metió la tarjeta. Los dos muchachos se quedaron uno a cada lado de la puerta con los brazos cruzados.
Misao se limitó a tirar el bolso al suelo y tenderse en la cama.
Y llorar.
Su padre una vez más la trataba igual y como cuando se fue. Igual a como la había tratado estos dos años fuera. Sin absolutamente ningún signo de cariño.
Pensando en eso se dejó llevar por el cansancio y sueño.
…
..
Fin Capítulo 1
Nota: Estoy moviendo el fic de la cuenta nueva que había utilizado antes de recuperar esta, así que lo estoy revisando y volviendo a editar. Iré subiéndolo durante la semana. Besos!
Misao-21
