¡Hola! Sean bienvenidos a este humilde escrito. Este es el primer fanfic que he publicado; espero y les guste.

Decidí ambientar esta historia en un universo alternativo al de la serie. Por lo que, todos los países y ciudades se llamaran tal cual se muestran en NARUTO. Pero, será en un mundo como el nuestro, o sea, sin ninjas.

Ah, otra cosa que avisaré: Por lógica, esta historia se desarrolla en un universo alternativo. Por tanto, los personajes sufrirán de un ligero "Out of Character" (OoC). Ya que, obviamente, al haber nacido en un mundo donde los ninjas habitaron hace cientos de años, sus vidas, se reducen al las de un ser humano común y corriente, y sus experiencias cambian, convirtiéndoles en lo que les mostrare a continuación. Pero, no se espanten, como ya dije, será algo muy leve, yo trataré de conservar las actitudes principales de cada personaje.

Sin más, disfruten de la lectura.

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TITULO: LA PROMETIDA DE MADARA
AUTOR: Desert Rose / Fleur du Desert
PERSONAJES: Sakura Haruno, Sasuke Uchiha, Madara Uchiha, Etc.
GENERO: Drama/Romance/Universo Alternativo.
CLASIFICACION: No menores de 16 años
ADVERTENCIAS: Lenguaje obsceno/ Ligero OoC/ Lime/Lemon
PUBLICACIONES:
Mundo SasuSaku como "Desert Rose", en Fanfic . es con el nick: "Desert Rose" y en Fanfiction . net como "Fleur du Desert".

RESUMEN:

A veces, la pasión, una magnética atracción, y el más puro amor, vienen de la mano de quien menos esperas.

La bella Sakura Haruno, es la prometida de su respetable –y temido- tío. Pero, ¿En serio, la sangre y el agradecimiento, son motivos fuertes para no sucumbir a la tentación? Uchiha Sasuke, tendrá que enfrentarse personalmente a esa cuestión.

..."No desearas a la mujer de tu prójimo"...— Sonrió como solo él sabía hacerlo, mientras le taladraba con aquellos profundos ojos negros. — Hmp. Es una lástima que ese mandato no se aplique conmigo. Esto es algo que no puedo evitar sentir.

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"…Cuando en sueños murmuro un nombre que no es el suyo.
Sin embargo, me casaré con él, amando al otro.
Guardo silencio pensando que estoy entre sus brazos.
El
corazón se me acelera.
Tiembla de amor.
Al final, despierto y admito que solo es un sueño. Lloró, porque murmuro el nombre del hombre que amo.
Teniendo a mi lado a quien no lo es…"

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~oO:: Prólogo ::Oo~

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"En toda historia de amor siempre hay algo que nos acerca a la eternidad y a la esencia de la vida, porque las historias de amor encierran en sí todos los secretos del mundo."

-Paulo Coelho

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Imagina que a tus tiernos trece años, tu madre, la única familia que te queda, muere en un trágico accidente automovilístico.

Tú obviamente estas destrozada y completamente desamparada. — o eso es lo crees— puesto que, sin imaginarlo siquiera, el mejor amigo de tu mamá le prometió tanto a ella como a ti, cuidarte, protegerte, y ver por ti hasta que pudieses valerte por ti misma.

Todo va bien. Tu vida poco a poco, se normaliza. Sanan tus heridas, y conforme vas creciendo, te das cuenta de lo importante que se ha vuelto ese hombre en tu vida. ¿Y cómo no serlo? si él mantuvo su promesa.

Te cuida, protege, y siempre está al pendiente de ti. Es casi como tu ángel de la guarda. Además, es inteligente, exitoso, formal, caballeroso, amable –Por lo menos contigo— y para despejar algunas dudas, también es sumamente apuesto…

Simplemente: Encantador.

Lo quieres. ¡Claro que sí!... Pero no como se quiere a un padre, tío, o amigo. Lo quieres como hombre, ¡Y vaya hombre! Sin embargo, a tus escasos dieciséis años, decides mantener ese gran amor celosamente guardado. En pocas palabras, lo amas tanto que no quieres perjudicarlo de ningún modo.

Pasa el tiempo. Años, que en lugar de conseguir mermar tu amor hacia él, solo lo intensifican más. Logras terminar la preparatoria —con excelentes notas, por cierto— y recién comienzas la universidad. Los años han hecho maravillas con tu persona. Has madurado, y ya eres toda una mujer. Sientes que todo lo puedes, tu juventud y ganas de comerte el mundo te dan ánimos y fuerza para hacer lo que sea. Y harta de esconder lo que sientes por tu tutor finalmente, un día, al presentarte en su oficina en una de tus habituales visitas, decides –al fin—confesarle tus sentimientos.

¿Qué más puedes esperar?...

Él se queda estupefacto. Por supuesto no esperaba semejante confesión de tu parte. Te dedica una mirada gélida que logra paralizarte el corazón y te pide que te vayas y que lo olvides.

–– Es lo mejor...

Dice por ultimo, en un tenue susurro que apenas y alcanzas a oír.

Tienes el corazón roto. Lo has arruinado todo. Lloras amargamente, como no lo hacías desde hacía ya mucho tiempo. Porque sabias que, al menos, tenias su cariño de padre y ahora, ni eso te quedaba.

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Los días transcurren como agua –aunque a tu parecer, el tiempo se hace más lento— Y un día, como cualquier otro en tu vida, tocan a la puerta de tu departamento. Abres y te encuentras frente a frente con quien menos te esperabas: Tu tutor.

Lo miras y te pierdes en el negro de sus ojos. Hay algo diferente en él, pero no sabes exactamente que es. De pronto, como si todo fuese realizado en cámara lenta, todas y cada una de tus dudas se despejan. Pues en un acto por demás inesperado para ti, te jala hacia a él y te besa desesperadamente. Sin pensarlo le correspondes. ¡¿Qué más podías hacer?!... El momento que más habías esperado y soñado al fin se estaba haciendo realidad.

Cortan el apasionado beso. Él toma tu rostro entre sus manos, mientras que tú estas paralizada, y con los orbes muy abiertos esperando una explicación…

––Yo también te amo...

Son las palabras que salen de su boca, dejándote totalmente absorta. Nunca, ni en tus más locos sueños, pensaste escuchar esa frase de los labios de tu amado.

Intentas articular al menos una frase coherente, pero él, posando su índice en tus labios, te lo impide y continúa hablando.

–– Te amo. Desde hace mucho tiempo deje de verte como aquella niñita que llego a mí, totalmente desprotegida. –– Negó con la cabeza un par de veces. ––Me llegue a considerar un depravado por sentir esto por ti, mi pequeña. Tú, que con solo una sonrisa logras iluminar mi vida y hacerme tan feliz. ––Rozó la comisura de tus labios con los suyos dejándote más que muda. –– Pero, ahora que se que tu también sientes lo mismo por mí, no me importa si casi te doblo la edad o lo que opinen los demás. Te amo por sobre todas la cosas. ––Notaste como sacaba algo del bolsillo de su saco, y lo que viste casi te provoca un paro cardíaco. –– Por esa razón, aquí mismo, y con este anillo, te pido que seas mía…

Casi te desmayas en sus brazos, tu felicidad es inmensa, simplemente no te cabe en el cuerpo. Quieres gritar, saltar, llorar. Tantas cosas juntas. Tu más grande sueño por fin se hace realidad. Tan pronto como logras reaccionar, te aferras fuertemente a su pecho.

–– Si, acepto…

Son las únicas palabras que puedes pronunciar. Debido a la emoción y al llanto que poco a poco, se apodera de ti…

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Ahora, caminas de la mano de quien se ha convertido en tu prometido.

No falta quien los mire extrañados, admirados, o con total desdén. Pero eso, no te importa en lo absoluto. A él mucho menos. ¡Que se jodan! Tú eres inmensamente feliz, por personas como esas, no vale la pena sentirse culpable. Ambos son felices y eso es lo único que realmente cuenta.

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Una mañana, después de casi cuatro meses de noviazgo –muy discreto, por cierto—al fin te presentara con toda su familia.

Te llega el temor. ¡Lógicamente! Ya que solo conoces a dos de ellos, y lo único que sabes de los demás, es gracias a las anécdotas y algunas fotos que con el paso del tiempo fuiste conociendo.

En pocas palabras: El panorama no luce muy prometedor.

Entras en pánico cuando él te anuncia que todo lo tiene planeado para esa misma noche. Que pasara por ti a las 8:00 pm. Te pide también que no temas ni te preocupes por nada, más que por lucir hermosa. ¡Como si ambas cosas fuesen tan sencillas!…

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Ya casi son las ocho y esperas la llegada de tu prometido. Te encuentras sentada en uno de los sillones de tu sala. Y al parecer, lograste tu cometido –gracias a tu mejor amiga quien no dudo en apoyarte, luego de un arduo trabajo de casi tres horas—

Luces simplemente hermosa: Ese vestido halter en color negro que más o menos te llega a las rodillas y que tu novio te compró –especialmente— para que lo usases esa noche. Era simplemente divino. Pues realzaba las curvas de tu cuerpo al máximo. Con aquel generoso escote y la espalda al descubierto.
Tu calzado, unos stilettos en el mismo color de tu vestido. Decidiste usar joyería más discreta. Pendientes, y una pulsera de cristales. Es todo lo que necesitabas.
El cabello suelto. Y lo único que le adorna es un broche de cristal en forma de corazón.
El maquillaje, lo más juvenil y natural que pudiste, resaltando claro, tus ojos. Puesto que tus orbes son lo que más te gusta de tu cara.

Por último, un toque de tu perfume favorito, que rociaste cuidadosamente, en tus muñecas, sienes, cuello ¿Y por qué no? también entre tus senos.

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Deslumbrado. Así dejas a tu futuro marido al abrir la puerta. Y el cual, sonriente, toma tu mano y te gira lentamente –según él— para apreciarte mucho mejor. Mientras eso ocurre, se acerca a tu cuello, lo besa, y te susurra al oído lo perfecta y bella que eres. Inmediatamente te sonrojas ante su acción. No es para menos. Ya que recibir un halago de un hombre tan guapo como él, es algo casi irreal.

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Durante todo el trayecto no dices palabra alguna. Tienes un hueco en el estomago debido al nerviosismo. No te muerdes las uñas porque temes estropear en lindo esmalte rojo que tanto tardo en secar. Tu amado ex tutor, lo nota y te pide por décima vez que no temas pues todo saldrá bien. Pero, al llegar a la mansión que pertenece a tu prometido, el hueco en tu estomago —nuevamente—se hace presente.

Baja del auto y te abre la puerta alargando su mano para ayudarte a salir. Tú te quedas inmóvil. Pero él con una de sus características sonrisas, logra que por un instante se te olvide todo tu temor.

Al bajar, sientes algo extraño. Como si fueses observada desde lejos. Notas que esa sensación aumenta conforme avanzas a la enorme casa. Por alguna razón, no quieres mirar hacia arriba, —específicamente, hacia el ventanal que se encuentra justo sobre tu cabeza— pues presientes que ahí se encuentra la causa de tu incertidumbre –sea lo que sea—. Aunque podrías apostar que se trata de alguno de sus familiares.

Tu prometido y tú se dirigen al umbral de la gran puerta. El ama de llaves, al parecer, los esperaba ya en la entrada. Abre y los recibe cordialmente. A ti con un cálido abrazo, y a su patrón, con una pequeña reverencia.

Segundos después de haber entrando al recibidor, puedes escuchar a varias personas platicando en la sala de estar. Tu novio –extrañamente— te pide que esperes ahí. Tú sin entender muy bien el asunto, accedes con un mohín de molestia. –Aunque por dentro casi haces una fiesta, pues eso significa que tienes un par de minutos más para relajarte— y se aleja, no sin antes depositar un casto beso en tus labios. Al entrar al living, él anuncia su llegada y se disculpa si los hizo esperar demasiado.

Luego de varios saludos, algunas risas, y un pequeño diálogo entre aquellas personas. Pudiste escuchar como alguien –un chico— notaba tu ausencia.

— Por cierto… ¿En donde esta ella?... Hemos venido de muy lejos solo para conocer a la afortunada…

Segundos después de haber escuchado eso. Tu prometido, se asomó ligeramente por la puerta y extendió su mano invitándote a tomarla. Tiemblas ligeramente, pues te sientes más que nerviosa. Aun así, no dudas ni por un instante.

Al verte entrar, todos guardan silencio al instante. –Silencio bastante incómodo a tu parecer—Tomas la mano de tu amado con más fuerza.

— Buenas noches…

Es lo único que sale de tu boca, mientras tratas de mostrar una de tus mejores sonrisas. Ellos responden el saludo casi al unísono. Son cinco personas. Y notas que, prácticamente todos son hombres, no hay ninguna mujer presente…

Excepto tú.

Te sientes aun más nerviosa, pero te tranquilizas un poco, al reconocer a dos de ellos: uno es el hermano menor de tu novio, una persona alegre y muy amable, al cual conoces de hace mucho tiempo atrás y siempre que podía te apoyaba cuando lo necesitabas. Y el otro, es el primogénito y único hijo de tu amado. De escasos 14 años de edad, muy alegre, divertido y despreocupado en fin, un buen chico, al cual le tienes mucho cariño.

A los otros tres nunca los habías visto. Al menos en persona. Pero, anteriormente, tú querido tutor, te había comentado que tenía tres sobrinos y que los tres eran hermanos. Seguramente son ellos.

Tu adorado, no pierde el tiempo, y te presenta enseguida como su novia y futura esposa. Tú te tensas al ver sus reacciones.

Un silencio sepulcral invade el lugar…

Te miran y lo miran a él, entre extrañados, alarmados y sorprendidos. Al parecer no se esperaban a una mujer tan joven, o eso es lo que piensas…

Luego del incómodo silencio, se escucha una alegre celebración de parte del hijo de tu novio. Aparentemente, la noticia lo hace feliz y corre a abrazarte efusivamente. Tú solo le correspondes con cariño. Piensas que tal vez hace eso porque, en realidad, el chico no conoció a su madre ya que esta murió al nacer él.

También tu cuñado te hace saber lo contento que se encuentra por las próximas nupcias y los felicita a ti y a su hermano, con un fuerte abrazo. No sin antes hacerles prometer que él será el padrino.

Bueno, después de todo… las cosas estaban dándose muy bien.

De repente, y si que lo esperaras, uno de los supuestos hermanos articula palabra.

Lo miras y te mira. Es un muchacho guapo. De piel muy pálida, cabellos negros, al igual que sus ojos, que son algo inexpresivos. Al parecer, es menor que los otros dos. Les felicita, no sin antes, presentarse contigo y decirte con una amable sonrisa qué aunque eres muy joven para su tío, te desea lo mejor.

El segundo de ellos se aproxima rápidamente hacia ti, tanto, que ni siquiera lo notaste llegar hasta que estuvo a tu lado. De cabellera negra, piel ligeramente broceada, bella sonrisa de dientes blancos, y unos hermosos ojos negros de largas pestañas. Muy apuesto sin duda—empiezas a creer que en esa familia todos los varones suelen ser muy atractivos—. Toma tu mano para besarla delicadamente, te dice su nombre, y que está encantado de conocerte. Pero antes de soltarte, te pregunta en un tono divertido:

— ¿Cómo una mujer tan bella, como tú… pudo hacerle caso al amargado de mi tío?...

Tú solo ríes ante su comentario. En verdad ese joven te pareció de lo mas encantador.

—Hmp, los felicito…

Aquella ronca voz llamó tu atención al instante. ¿Para que negarlo? Se oía realmente… atrayente.

No supiste como definirlo a falta de una mejor palabra. Pero, en fin, eso era lo de menos. Y dices que era lo de menos, porque al mirar a aquel sujeto de alborotados cabellos negros, piel blanquecina, y bellas facciones, sumergido en una expresión de seriedad. No pudiste hacer otra cosa que sonrojarte.

Ese joven de parcas palabras, era el más hermoso que habías visto en toda tu vida.

No era una belleza cándida, como la de un ángel. Era algo más. Bello y peligroso, como un demonio. Definitivamente, estabas completamente loca.

Pero, justo en el momento que él dirigió su obscura mirada hacia ti, una mirada que —según tu parecer—observa cada milímetro de tu cuerpo con una expresión llena de escrutinio. Mentirías si dijeses que eso no te inquieto. Sentiste una corriente eléctrica recorrerte la espalda y seguido de eso, tu piel se erizó involuntariamente.

Nunca habías sentido algo semejante. Bueno, de hecho, es la misma sensación sobrecogedora que experimentaste al bajar del auto de tu prometido. Al menos ya sabes gracias a quien te encontrabas así.

Esta sensación aumenta cuando él posa sus ojos en los tuyos. Te pierdes en su enigmática mirada. Una mirada que parece expresar todo… y a la vez nada. Un inevitable sonrojo aparece en tus mejillas cuando él se acerca a ti para estrechar tu mano a manera de saludo. A la par que te dice su nombre con una encantadora sonrisa torcida que casi logra que se te salga el corazón.

Tú no haces más que sonreírle, algo embobada.

¡Maldición! Es peligrosamente atractivo.

Posee un gran porte y una apabullante presencia. Si eso fuese una competencia, jurarías que el susodicho casi opaca a tu futuro marido por completo y eso que no parece tener más de 25 años de edad.

De un momento a otro, el tiempo parece haberse detenido para ambos. O al menos para ti. Y lo único que deseas es seguir contemplando al dueño de esos ojos por toda la eternidad.

Él aparta su vista de ti, algo ¿Desconcertado? No sabrías como definirlo. Se dirige a su tío para felicitarlo con un abrazo y una frase que apenas y alcanzas a oír. No porque él no hable lo suficientemente fuerte, todo lo contrario, mejor dicho, era mucho más interesante seguir comiéndote con la mirada a aquel joven. En ese momento sales de tu ensimismamiento y te reprochas mentalmente por pensar ese tipo de cosas.

¿Qué te sucede?...

Se supone que amas a tu prometido con toda el alma, y no debería existir nada ni nadie más. Pero no logras entender cómo es que ese hombre puede hacerte sentir todo eso con solo una mirada. Y lo peor de todo, es que es la primera vez que lo has visto en toda tu vida. Simplemente no logras comprender tu falta de raciocinio.

De pronto, el ama de llaves, entra a la sala avisando que la cena esta lista.

Así, todos se dirigen hacia el comedor.

Segundos después de haber puesto en marcha tus pies, tu novio rodea con su brazo tu cintura mientras caminan. Él te observa fijamente, y te pregunta que es lo que te sucede. Tú estas muy nerviosa ya que, sinceramente, no esperabas que te notara algo extraño. Después de todo, intentas convencerte de que no es para tanto encontrar atractivo al sobrino de tu novio. Tú lo miras a los ojos, le sonríes tiernamente y respondes que estas bien y que no se preocupe.

Aunque, en el fondo sientes que le estas mintiendo. Más aun cuando aquel joven vuelve a clavar su fría mirada en ti. Y una vez más, sientes que te estremeces por completo. Desvías la mirada hacia un punto inexistente y el mismo sonrojo de hace un rato se hace aun más perceptible de lo que era antes.

¿Qué pretende?...
¿Por qué te mira de esa forma?...

No haces más que preguntártelo como si, mágicamente, una vocecita dentro de tu cabeza fuese a responder todas tus preguntas.

Una fuerza extraña te hace girar un poco tu cara en dirección hacia él. Al volver a mirarle, puedes notar otra media sonrisa, pero esta vez parece estar llena de orgullo y arrogancia. Al parecer, está jugando contigo, y tú –como una gran tonta- has caído por completo en su pequeña trampa. Lo peor es que eso te agrada.

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Ahora, todos están en el gran comedor. Distribuidos de tal manera en aquella enorme mesa rectangular que tu quedas a la derecha de tu prometido. Quien –como cabeza de familia que es- se encuentra sentado en el asiento del anfitrión.

Y aquel muchacho, esta ubicado justo en el otro extremo de la mesa. Con un brazo apoyado sobre esta y recargando su rostro sobre el dorso de su mano. Sin quitarte la mirada de encima, para no variar.

Así, mientras te remueves incómoda en tu asiento y evitas a toda costa volver a mirar a aquel hombre, muchas preguntas y dudas giran en tu mente.

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¿En verdad amas a tu novio tanto, como piensas amarlo?...

Si es así, ¿Estás dispuesta a casarte con él, aun después, de conocer a un hombre que te estremece con tan solo verte?...

¿Cómo puedes sentir eso, si apenas lo conoces?...

¿Te has vuelto loca?...

Y lo que verdaderamente te importa…

¿Este hombre siente lo mismo por ti? …

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Bueno, a final de cuentas, solo te pedí que lo imaginaras.

Mi nombre es Sakura Haruno, tengo 21 años y esta es mi historia.

O mejor dicho, solo el comienzo de ella…

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"Cuando menos lo esperamos, la vida nos coloca delante un desafío que pone a prueba nuestro coraje y nuestra voluntad de cambio"

-Paulo Coelho

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~oO:: Fin del Prólogo ::Oo~

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Espero que les haya gustado la idea. Sé que parece un total MadaSaku, pero nada que ver. Por favor comenten, me gustaría saber que les pareció si no es mucha molestia. Soy nueva por estos rumbos, y me gustaria en demasía saber sus opiniones. Acepto críticas -constructivas-, y demás. ;) Actualizo el lunes próximo sin falta. Nos leemos pronto. =)