Es el primer fic que escribo. Dedicado a mi maravillosa beta Blackspirit y a mi par de locos que me divierten mucho.

Summary: AU Un ataque mortífago tiene graves consecuencias para el golden boy de Griffindor. Todo es como el ojo del huracán, lo peor viene después de la calma. . .

Disclaimer: J.K.Rowling, la Warner bla, bla, bla. . .

El ataque.

Hace mucho frío y aprietas más la capa del colegio contra ti. El carruaje va disminuyendo su velocidad. Un escalofrío recorre tu espalda al ver los thestrals. Tu eterno recordatorio de haber visto el cuerpo de Cedric inerte en la tierra del cementerio. Imágenes pasan por tus ojos. Wormtail con la daga, tú atado a una fría lápida, una ligera niebla, la mansión Riddle en la colina, unos ojos rojos surgiendo de nuevo.

-Es sólo un recuerdo. Es sólo un recuerdo. - Te repites como mantra tranquilizador.

Pero aquellos ojos lucen diferente y lo sabes. Sabes que ahora tienen cierto brillo. Parecen con vida. Una risa sádica, cruel y fría a tu lado. Te das cuenta que dejaste de ver las imágenes. Estás ahí. El ambiente luce diferente ¿Es que acaso tocaste un traslador? ¡Maldita sea! Esto ya no te es tan familiar, ¿verdad?. ¿Esto es parte de tu recuerdo? Junto a tu lado hay alguien. Sabes que hay alguien pero el miedo de lo que pueda ser te paraliza. Un dolor conocido para ti se hace presente. Tu cicatriz arde. La incertidumbre es demasiado grande. Ves como a tan sólo unos cuantos metros está él. Tu cuerpo no responde. Quieres sacar tu varita pero no puedes. Estás indefenso. El miedo y el dolor te carcomen. Aquellos ojos rojos se acercan más y más. Intentas pensar en poder escapar. Hacer algo. Cada vez más cerca. Pedir por ayuda parece imposible. Más cerca. Sabes que está empuñando su varita. Sabes que estas indefenso. Esperas. Sólo está a unos pasos. Esa voz, esos destellos rojos, tan cerca. Una carcajada estridente. Sientes que tu cabeza se partirá por el dolor. Es demasiado intenso. Has perdido tu visión y te encuentras de rodillas en el suelo. Tu cuerpo se tensa con anticipación. Dentro de un momento sentirás como llega de golpe la maldición. Sólo un momento más y. . .

-¿Harry? ¿Harry?

La voz de Ron te saca de tu trance. Notas que el carruaje ya se detuvo por completo y se divisa el centro de lo que parece Hogsmeade cubierta de nieve. Das una sonrisa tímida para ocultar que estás temblando. No de frío.

-No sucede nada.

Esa careta que siempre pones con ellos. Son tus amigos. Los aprecias. No dejarías que nada les pasara. Ni a ellos ni a lo que ahora es tu verdadera familia. Sirius. Nunca a Sirius. Son lo único que tienes. El dolor de tu cicatriz sigue molestándote. Te frotas los ojos por debajo de las gafas. Estás más cansado de lo que esperabas. Oyes algo acerca de que Hermione quiere ir a un lugar cálido.

-Lo que sea.

-Las Tres Escobas estará bien...

Entran al lugar que está decorado con esferas de colores y luces. Reconfortante. Una cerveza de mantequilla te caería muy bien después de todo. Te sientas con ellos en la mesa más apartada del local. Un ligero ardor todavía recorre tu frente.

-De acuerdo. ¿Qué haremos para deshacernos de Snape por media hora?

La tan esperada broma para navidad. Lo habías olvidado.

-Bueno, creo que Neville puede cubrir esa parte. Sé que estará encantado de ayudarnos.

-Cierto Ron, pero tiene que aguantar más de media hora o todo se vendrá abajo. No podemos darnos el lujo de fallar.

No puedes creer que las horas que pasasteis Ron y tú tratando de persuadirla hayan funcionando. Ella había aceptado ayudarlos. Tal vez los tres necesitaban un poco de distracción. Todos. Bueno, los que había creído el retorno del Dark Lord. Lo que se reducía bastante si se eliminaba el apellido Weasley del nombre del susodicho o si pertenecía al personal de Hogwarts. Sí, sería divertido. Aparte la necesitarían si querían pasar sin ser detectados. No que los consejos de Fred y George (que misteriosamente habían desistido de participar) y cierto mapa no fuesen de gran ayuda, pero. . .

-Hermione, siempre tienes que encontrarle errores a todo.

-Si tú dijeras cosas correctas, no tendría que hacerlo Ron. . .

"Ya van a empezar de nuevo"- Piensas mientras te recargas en el respaldo de la silla. No que estuvieras en contra, pero todo esto era simplemente demasiado repetitivo. ¿Nunca se callaban? Tu cicatriz sigue ardiendo levemente.

-¡Siempre tienes que salir con lo mismo Ronald Weasley!

Hermione golpea con su puño la mesa de madera. Por un momento, dejas de prestar atención a lo que dicen los demás. Sientes como la calidez del lugar y de la cerveza de mantequilla empiezan a hacer efecto. Te relajas mientras se oye un suave murmullo de las pláticas de las otras mesas. Tienes sueño. Estás cansado. Solo te dejas envolver de la delicia de sensaciones que ahora cobijan tu ser. Tus amigos siguen discutiendo. No te importa. "Ojalá que esto no termine" - Piensas mientras cierras tus ojos. Tu cabeza se llena de imágenes que desconoces. La calidez y el confort desaparecen mientras aquellas se hacen más nítidas. Gente corriendo despavoridamente aparece delante de tus ojos. Destellos rojos. Gente lastimada, sangrando visiblemente. Gritos y alaridos de dolor atraviesan tus oídos. Ojos rojos. Lluvia de luces alrededor. Quieres ayudar. Hacer algo por ellos. Tu cicatriz estalla en dolor. Oyes una risa llena de frialdad y crueldad. Indiscutiblemente sabes a quien pertenece. Miedo. Todo se desvanece de pronto. Te encuentras de Las Tres Escobas. Hermione y Ron justo frente de ti.

-¿Y tu que opinas Harry?

Como si hubieras estado esperando esa pregunta como bandera de salida, un impulso te lleva a levantarte de tu asiento, logrando la mirada de varias personas al casi tirar la mesa. Un gran estruendo retumba por todo el local. Las ventanas explotan ante tus ojos y cubres tu cabeza con los brazos. Inmediatamente los profesores que se encuentran ahí se incorporan con las varitas en alto.

-¿Que rayos...?

Te abres espacio entre la multitud que se generó en la salida del local para ver un panorama escalofriante. Gente gritando y corriendo por todas partes. Luces provocadas por maldiciones, gente cayendo al suelo cubierto de nieve. Ruegas que solo estén inconscientes. Sabes que está sucediendo. Regresas con dificultad hasta donde se encuentran Ron y Hermione mientras la gente empieza a escapar aterrorizada del local.

-Esto es un ataque.

-Por Dios, Harry. . .

-Honeydukes. Intenten llevar a todos de regreso al castillo. ¡Vayan! - Ordenas.

Ellos asienten sin dudar. Ves cierta resignación y determinación en su mirada. Sientes un vacío inmenso en tu alma. Ellos están dispuestos a morir. No dejarás que eso suceda. Es tu culpa que él haya regresado. Te prometes en tus adentros que ese bastardo mal nacido no les hará daño. Sales corriendo con ellos fuera de Las Tres Escobas. El ambiente se ha tornado aún más difícil. Un simple asentimiento de cabeza y parten en diferentes direcciones decididos a encontrar a todos los alumnos de Hogwarts posibles. Das gracias que debido a las medidas de seguridad de Dumbledore las visitas al pueblo sólo fueran de tu mismo año. Sólo un año por salida a Hogsmeade. No hay alumnos de grados superiores y gracias al cielo que mucho menos de inferiores. Ahora solo faltaba encontrar a todos los alumnos de las cuatro casas.

Es un ataque masivo. Es visible. La gente corre histérica pero ni gritos ni súplicas les salvarán la vida. Lo sabes. Corres. Sientes el viento helado en tu cara y notas que ha empezado a nevar. Maldición. Ves a un grupo de asustados Ravenclaw correr hacia un callejón. No hay tiempo que perder.

-Vayan a la bodega de Honeydukes. Sigan las instrucciones que les de Hermione o Ron. ¿Entienden? Corran. No miren atrás. Informen a todos los que puedan.

Ves como Cho Chang asiente en tu dirección y salen tratándose de proteger de las maldiciones que cruzan el campo de batalla. ¿Han llegado refuerzos o solo son magos comunes que intentan salvar a su familia? Te inclinas por lo segundo pero sigues corriendo. Cada segundo podría ser una vida. Por Merlín, ¡que lleguen los refuerzos! Observas como la gente cae retorciéndose del dolor mientras gritos de agonía llenan tus oídos.

Encuentras a un Hufflepuff intentando poner en pie lo que parecía una niña de no más de cinco años. Te acercas para ayudar. El estómago te da un vuelto brusco. Te basta un segundo para observar que ella está muerta. Ves el esfuerzo que hace el Hufflepuff como si su vida dependiera de que ella despertase. Lo separas del cuerpo inerte y fijas tus ojos en los de él.

-De Hufflepuff ¿verdad? Tienes que irte. Ella, ella. . .

-¡NO! Ella está bien. No la dejaré. . .

-No hay más que se puede hacer. . .

-¡NO!

-Por favor. Por favor, ve a Honeydukes. Todos corremos peligro. . .

Te parte el hilo de voz que sale de él pero no hay tiempo que perder. Con mucho cuidado lo sostienes y lo conduces hacia la dichosa dulcería. Dejando el cuerpo de la pequeña niña atrás. No debate. Parece que está ausente. Entran a la dulcería. Ves algunos cuerpos tirados en el suelo y piensas lo peor. Sientes como el miedo recorre cada parte de ti. Si ellos no lograron llegar. . .

-¡Harry!

Hermione.

-¡Hermione!

-Llegamos después de que esto sucediera. - Te responde mientras señala los cuerpos en el suelo.

-Y ¿cuantos...?

-Faltan pocos Harry. Ojalá que Ron regrese pronto.

-¿¡Por qué no está contigo!?

-Salió a buscar más. ¡Por Merlín! Harry

-Voy a buscarlo. . .- Te das la vuelta pero tu mejor amiga te retiene. Ves cómo se debate en dejarte ir. Los dos saben que la muerte está esperando afuera pero simplemente no pueden dejar a Ron. Ni siquiera pasa por sus mentes como opción.- Voy a ir, tú vas a cerrar la compuerta que da al pasadizo y vas a correr con toda tu fuerza hasta llegar al castillo. Intenta que nadie se retrase pero tú no dejes de correr. Te alcanzaremos en un momento, ¿ok?

Una última sonrisa que pretende ser convincente y sales corriendo de la tienda, sabes que ella podrá hacerlo. Corres contracorriente, pues todos los sobrevivientes están escapando de la fuente inminente de peligro. Mortífagos. Cientos de ellos. Mucha gente muy mal herida. ¿Dónde maldita sea están los aurores? - Piensas. Oyes a alguien gritar en pánico que no puede desaparecerse.

-¿Qué clase de hechizo. . .?

Pero una estridente explosión apaga tu voz. Las Tres Escobas, dos tiendas contiguas y lo que parece ser una heladería explotan y las risas de los mortífagos resuenan en toda la calle. Te pones en posición de ataque pero antes de que puedas siquiera pensar en un hechizo sientes como alguien te saca con brusquedad del bullicio del campo de batalla. Piensas lo peor, te ha cogido un maldito mortífago. Volteas desafiante a ver el rostro de tu captor y ves para tu sorpresa que no es nadie menos que Dumbledore. Pero, ¿por qué tenía una capa encima de su usual túnica? "Estamos a salvo" piensas y te calmas por un momento. Pero….

-Profesor, ¡tenemos que regresar! ¡No tenemos tiempo!. . .

-Tienes que regresar al castillo, Harry.

-No pero. . .

Intentas librarte de la mano que aprisiona tu brazo y de regresar a dónde se encuentra toda la gente pero el director no se inmuta ni te libera. No entiendes por qué no te suelta de una maldita vez y van ayudar, ¡había personas muriendo, por Merlín!

-Profesor tenemos que ir, Ron. . .

-Lo siento, Harry.

Y de momento la conocida sensación debajo de tu estómago se hace presente. ¡Era un translador! Gritas "NO", pero tus sentidos se aturden mientras una lluvia de colores te rodea. Después de unos instantes sientes como tus pies colisionan con el frío piso de piedra. Estás en el despacho de Dumbledore.

No lo piensas dos veces y te diriges corriendo a la puerta. Intentas abrir, pero el picaporte no cede ni un centímetro. Vuelves a intentar. Nada. Apuntas tu varita y susurras "Alohomora". Nada. Tu desesperación empieza a crecer. Te vas a la chimenea y buscas polvos flu. No hay nada. Regresas a la puerta e intentas girar el picaporte, pero se ríe de ti quedándose inmóvil. Estás realmente desesperado ahora. ¿Y si Ron no había logrado llegar a Honeydukes? ¿Por qué diablos te habían encerrado ahí? ¡Nadie más sabía de ese maldito pasadizo! Si pudieras regresar y ayudar a la gente a escapar. . .

Una idea corre por tu mente.

Incendio!

No. La puerta sigue igual, ni siquiera una pequeña quemadura. Parece que ha absorbido el hechizo. Pruebas con todos los hechizos que alguna vez has oído. No funcionan. Optas por tirar cosas a la puerta.

-¡Maldita sea!

Imágenes corren por tu cabeza. Estar encerrado aquí te hace pensar. Piensas en la ciudad destruida, en la gente corriendo por su vida con sus hijos en brazos, los mortífagos llenando el lugar, en los demás alumnos, en Ron siendo tomado preso. . .

Un escalofrío recorre tu espalada e inmediatamente sacas a ese pensamiento de tu mente. Definitivamente tienes que salir de ahí a como de lugar.

Regresas a realizar los hechizos y maldiciones en prejuicio del pedazo de madera que te impide largarte de ahí. Un murmullo de desaprobación de los retratos colgados recorre toda la habitación. A la mierda con ellos. Eres presa de la desesperación. Avientas tu varita al suelo y empiezas a golpear la puerta. Hasta que la escena del cementerio se hace presente en tu mente. Sabes que él regresó por tú culpa y toda la gente que murió hoy es por que tú lo ayudaste a regresar. Y si le pasa algo a tu mejor amigo definitivamente es tu culpa. Los pensamientos de lo que puede pasar te abruman mientras lentamente te dejas caer al suelo. Te pasas una mano por el cabello desordenándolo aún más que de costumbre. Esto es una maldita pesadilla.

Un ligero "pop" suena en el despacho y te incorporas solamente para ver a la persona que te dejó encerrado ahí desde un principio.


¿Review?

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