Disclaimer: Hi Hi Hi Hiiiii Hi Ma Ru Ya. Hi MARUYA MARUYA MARUYAAAAAAAA *cantar con la marcha nupcial*
Hochzeit
No sabía qué le había dado esa idea, pero hacia unos días que no dejaba de bailarle en la cabeza molestamente. Tal vez había sido mientras escuchaba las Bodas de Fígaro de Mozart en esa sublime interpretación que había conseguido encontrar en un disco antiguo. Detestaba los ruidos añadidos pero el maldito era el único grabado de ese concierto concreto. Generalmente prefería las partituras para escuchar música, prescindiendo así de las interpretaciones de terceros, siendo nada más él y Wolfgang, como cuando estaba con vida, pero ese concierto... Llevaba toda la semana peleando intentando encontrar una versión mejor. La única persona del mundo que no iba a la discoteca a bailar y a drogarse si no cuando el concepto consistía en conseguir música... igual que se iba a la biblioteca a conseguir libros.
Al final no había conseguido concentrarse ni en una cosa ni en la otra y como siempre, eso se traducía en un montón de castigos extra para todo el mundo. Así que tras pensarlo por cuatro minutos y decidir que era una soberana estupidez, había pasado cuatro días más peleando con la idea antes de dejarse vencer (nunca había sido especialmente resistente) por ella y decidir que lo mejor acercarse a Hungría para que peleara con la idea por él con el aire de desinterés habitual que adoptaba cuando alguna cosa empezaba a no dejarlo dormir.
Podría haber elegido a Alemania o a Italia, pero en esta clase de cosas nadie era su confidente como la húngara. Así que cuando nota que acaba de lavar los platos del desayuno (no antes no sea que le pida que le ayude... seguro no iba a hacerlo, pero tampoco era tan amante del riesgo como para propiciar la tentación) se acerca a ella sin, cosa rara, tener ni puñetera idea de cómo abordar el tema de sus desvelos.
Hungría se está untando crema en las manos y sonríe un poco cuando le siente, no tanto le mira, acercarse a ella.
—Mmm... Está buenísima la mermelada ¿no? Creo que le diré a Italia que haga más tarde una tarta —comenta con esa familiaridad y naturalidad de los que viven en la misma casa.
—Una... tarta —repite un poco desconcentrado.
—Sí, a él le salen bien esas cosas... ¿O quieres hacerla tú? De hecho a ti te salen mejor —le sonríe y levanta la cara mirándole.
—Ah, una tarta... yo... tal vez sí podría hacer una.
Parpadeo, parpadeo.
—¿De verdad? Es decir... No me quejo ni nada, si quieres te consigo todos los ingredientes —sonríe aunque le mira un poco extrañada porque suele ser más complicado que diga que sí.
—Was? Nein, nein —niega con la cabeza saliendo un poco de la estupefacción.
Hungría levanta una ceja e inclina un poco la cabeza.
—Nein, no vas a hacer la tarta o nein vas a conseguir tú los ingre... Vale, vale... ¿Qué pasa? ¿Va todo bien? —pregunta levantando un poco las manos porque se ha puesto crema de más y ahora las siente pringosas.
—Nein, no voy hacer la... —suspira y se quita las gafas pellizcándose el puente de la nariz
Ella arruga un poco la nariz en plan "¡demoooonios! Ya decía yo" pero frunce el ceño porque sí que pasa algo.
—¿Qué te aturde, querido?
Austria suspira.
—Nada más es... —la mira a los ojos y sonríe un poquito.
—¿Ajaaa? —sonríe un poquito igual, creo que por imitación, aunque se relaja visiblemente al ver que no parece ser nada grave.
—Algo en lo que he estado pensando —sentencia pesadamente.
—¿Aja? ¿Qué cosa? —mueve un poco más las manos y al ver que definitivamente se puso MUCHA más crema de la apropiada toma a Austria de la mano, quien hace un gesto con la cara al notar la mano con demasiada crema. Es que ella pretende ponerle un poco del exceso. De hecho le embadurna un poco la mano y sigue mirándole esperando respuesta, ignorando los gestos
Austria vuelve a suspirar dejándola hacer cuando lo nota y hasta le da la otra mano.
—Con cuidado —no deja de advertirle no obstante, distraídamente—. Me conoces, sabes qué tipo de hombre soy y como hago las cosas —empieza a plantear la idea con palabrería en vez de ir al grano, una prueba más de la desconcentración.
—Perfectamente —ralentiza un poco los movimientos de las manos sin pensar para hacerlo con más cuidado aún, extrañada porque sí que está habituada a que vaya directo. Asiente.
—Tú estuviste casada conmigo, ¿Y cuánto tiempo estuvimos saliendo?
—Un poco desde Napoleón, pero ¿formalmente? De Febrero a Junio.
—Eso son cinco meses formales.
—Sí, eso duró el compromiso como tal, antes era... Bueno. ¡Qué te cuento!-Le sonríe un poco realmente perdida por a donde va con esto, soltándole la otra mano.
Austria sonríe un poco de nuevo negándose a sí mismo con la cabeza.
—¿Pero entonces? ¿Qué has pensado? ¿Qué estás pensando? ¡Vengaaaa! —no se aguanta más casi con ganas de zarandearlo porque no le dice a donde va con esto.
—Estaba pensando en Schweiz y en que hace más de cinco meses que esto es más formal que menos —confiesa con los ojos cerrados aun sonriendo un poco.
Hungría levanta las cejas... Y las levanta más... Y sonríe.
—Estas... Estas...¡ Estaaaas! —da unos saltitos contenta poniéndole las manos en los hombros.
—Sh, sh, shhh... —la calma mirándola intensamente aunque sonríe aun un poco.
Hungría se pone una mano en la boca y se ríe un poquito, contenta.
—Tienes que decirme exactamente que estás pensando y como y todo y... —hace un esfuerzo por tranquilizarse y comportarse maaaas o menos cercanamente a algo relacionado con una señorita—. Vale. Vale. Perdona. Es que me parece muy lindo y estas sonriendo así como estas sonriendoooo.
El austriaco aprieta los ojos y se sonroja un poco sin dejar de sonreír demasiado porque de hecho, que a ella le parezca tan buena idea le calma bastante.
—¡Y te has puesto sonrojado! —se ríe y contra todo pronóstico le abraza un poco, torpecita y más fuerte que de costumbre, aunque no va a romperle nada... Le suelta casi que antes de que pueda protestar—. Ya, ya... Vale, no me riñas... No me riñas pero habla, ¡que no has dicho nada! ¿Qué has pensado? Así en... ¿Boda? ¿Boda boda? ¿O...?
—Calma, calma, eso lo primero —pide de nuevo.
—Lo primero y lo que siempre se me olvida —se ríe—. Soy incorregible. A ver, voy a hacer un café y mientras me vas contando que has pensado y que vas a hacer y cómo, ¿vale?
—No hagas un café que ya estás gritando bastante.
—Bueno un... Té. O un algo que tengo que ponerme a hacer algo si no quieres que grite —sonríe.
—No es para gritar todavía, ni siquiera es una idea madurada en lo más mínimo.
—Pero es una idea. Venga... Vale. Sin té. Vamos a sentarnos a la sala o algo.
—Ni siquiera sé si sea realmente una buena idea —hace un gesto con la mano para que vaya delante.
—Bueno, eso hay que pensarlo, pero estas cosas malas, malas no son. Vamos, ¿cómo se te ha ocurrido, cuando lo pensaste?
—Estaba viendo... —se vuelve a sonrojar un poco con la forma idiota—. Una revista y vi unos anillos, estaban hechos con oro rosado y tenían una fina línea de oro blanco... parecían mi bandera y me hicieron pensar que serían una bonita alianza. Una cosa llevó a la otra.
Hungría le mira intensamente y sonríe.
—El caso es que no estoy seguro de que sea una buena idea.
—¿Por qué?
—Pues... no es como que tenga ningún fin práctico realmente, no va a ser realmente como antes de ningún modo, no funcionaría un imperio y menos como está organizada la comunidad europea.
—Y menos con él, el señor "soy una isla a la mitad de Europa"... Pero, ¿acaso eso no lo hace más simple?
—¿Más simple? —sonríe un poquito con el apodo.
—Recuerdo en nuestra boda, todas las presiones que había. No éramos sólo tú y yo, era cada paso el ver qué decía o que hacia toda la nobleza de mi casa, toda la monarquía de la tuya, las guerras...
—Pues evidentemente es más simple en ese aspecto, tan simple que realmente no cambiaría nada de ello.
—Estás pensando de manera totalmente práctica.
—Evidentemente.
—Por una vez, como el resto de los mortales, tendrías una boda que no fuera SÓLO por la parte práctica.
—El asunto es que no estoy seguro de que sin una parte práctica él fuera a encontrarle un sentido. Seguro lo contemplaría como una molestia y un gasto innecesario, que de hecho, así es.
—Mmm... Hay otras muchas cosas que también lo son y que por lo que me he enterado también hace contigo, como salir a cenar o a beber —se lo piensa un poco —. ¿Algún día le has propuesto que hagan algo grande... Juntos?
—En realidad no estaba pensando en algo grande. No estoy seguro que fuera a soportarlo. No es nada de mi estilo pero preferiría que no saliera corriendo.
Hungría niega con la cabeza y se acomoda un poco en el sillón.
—Es que esto, aunque sea pequeño, es... Grande. Alguna vez le has propuesto hacer algo los dos, juntos, cualquier cosa... ¿Pero que sean los dos los que tienen que sacarlo al frente con un compromiso de ambas partes?
—Creo que diré... Liechtenstein.
—Liechtenstein es, sin duda, algo que han hecho los dos juntos. Y es muy mono eso, he de decirlo, pero... No es una propuesta. Es algo fortuito, que se dio —le explica—. Yo iba más a tu... Proponerle. Tomarle de la mano y decirle, Schweiz, hagamos ESTO, los dos.
—No suele funcionar en general, tiene la idea de que tendrá que cargarse con todo el trabajo si acaso cooperamos, quién sabe por qué —sonríe cínico. La chica se ríe un poco negando con la cabeza.
—Es que... Cuando tú me pediste que nos casáramos —explica—, uno de los momentos más impresionantes para mí, fue darme cuenta que tu QUERÍAS hacer una cosa, exclusivamente conmigo. Querías un compromiso formal, hacer una vida, tener un imperio... CONMIGO.
Austria levanta una ceja porque no está del todo seguro de que sea lo tan impresionante de ello. Hungría parpadea y sonríe un poco.
—Bueno, no me juzgues, no había pensado nunca en casarme y esas cosas —protesta riendo —. Sólo... No le conozco tanto, pero a mí el sólo pensar en eso me ayudó a ni siquiera considerar el no querer casarme.
—El asunto aquí, es que a pesar de la falta de sentido práctico de todo esto... Bueno, él me conoce, me he casado dos veces y sé cómo te mira. A ti y a Spanien. La verdad es que no quiero que se sienta menos, porque no lo es, así que creo que tarde o temprano va a tener que pasar.
—Más a mi favor... Y toma en serio lo que digo, quizás la falta de sentido práctico no la toma tan en cuenta sólo por pensar que QUIERES hacer algo así con él. No te creo que no sea para nada romántico, yo le he visto... —le señala—, hacer cosas. Cosas que sabes que he visto —aclara por si acaso e inclina la cabeza —. No nos quiere mucho a mí y a Spanyolország, ¿verdad?
—Nein —niega con pesar. Hungría suspira y sonríe.
—¿Algún día han hablado de ello?
—Más o menos hemos quedado en que nunca iba a pasar por la falta de practicidad precisamente.
—Excelente comienzo —aprieta los ojos.
—¿Verdad? Justo por eso... —hace un gesto de desinterés.
—No, pero... Es que es verdad que eso lo hace a él diferente y no precisamente para bien. Además lo pensaste viendo unas argollas, querido —le acusa un poco.
—¿Y? —levanta una ceja con esa acusación.
—Pues eso me hace pensar que además de querer balancear las cosas y todos los pretextos que pones, en realidad te hace cierta ilusión la idea.
—Y aun así ni siquiera estoy seguro que sea lo mejor ni cómo hacerlo — Austria se sonroja un poco.
—Yo creo que es muy dulce y va a gustarle la idea, por más que sea impráctica —asegura aunque en el fondo teme un poco que no sea así—. ¿Cómo has imaginado que iría? Tú y el... En un fin de semana romántico en una cabaña en la montaña, dándole un... ¿Le darías algo?
—Pues creo que eso es lo convencional. Tal vez uno de esos anillos que vi en la revista... No he pensado como hacerlo. ¿Una cabaña en la montaña?
—¡Uno de los anillos! ¿En qué revista lo viste? Digo lo de la montaña porque es un lugar que le gusta, ¿no? Yo te recomendaría llevar chocolate — Hungría junta las manos en un aplauso y sonríe.
—Ja.
—La revista, querido... ¿Cuál es? ¿Fue aquí? —pregunta levantándose y yendo al revistero—. Estas... ¿Cuándo has pensando que harás esto? —pregunta en realidad un poco partiendo del hecho de que, si ya llegaron hasta aquí y está hablando con ella de todo esto, es que ya se lo ha pensado bastante... Sólo hay que sacarle las ideas con sacacorchos.
—Ungarn, ¿qué parte de "aun estoy decidiendo si sería una buena idea" no has entendido? Ni siquiera quiero que se lo digas a nadie. Especialmente a Preussen.
Ella le sostiene la mirada unos segundos.
—EVIDENTEMENTE no voy a decirle... Pero, perooo... Es que sí que es una buena idea, ¿qué pasa si no? ¿Has pensado en eso?
—Eso justo es casi en lo único que he pensado hasta el punto que creo que me sorprendería obtener otra respuesta.
—No. Hombre... ¿De verdad? ¿Sólo por lo práctico?
Austria suspira.
—No será que llevas... ¿Cuanto llevas pensando en esto? Quizás lo has sobre analizado hasta sólo pensar en los negativos. Ausztria... Svájc te quiere.
—No... Tanto. Eres la primera a quien se lo cuento, estaba pensando en preguntarle a Deutschland qué es lo que opina.
—Si le preguntas a él va a decirte que intentes traerle a la comunidad...
—Eso me lo dice una vez al mes con regularidad.
—Así que va a parecerle bien. Perfecto, ya tenemos dos votos a favor — Hungría sonríe. Él se ríe un poco con eso.
—Voy a contar el de Liechtenstein de una vez.
—En realidad, por otra parte me sentiría más cómodo si lo supiera cuanta menos gente mejor —insiste—. Por eso es a ti a quien te lo he confiado.
—En serio, no te apures por eso... No me tienes que decir que si se lo cuento a Poroszorszag se enterará toda Europa por el camino habitual —se cruza de brazos—. Pero es que... ¡Es que! Es que me emociona un montón porque Svajc y tu... Y tú estás emocionadoooo y... ¡Oh! ¿Y qué harías? ¿Te irías a vivir allí?
—Nein, no lo creo... más allá del puro concepto no creo que cambiaría nada. A él no le gustan los cambios y en realidad esta situación es la más cómoda para todos, sin que él tenga que sentirse mi criado, ni yo tenga que... hacer cosas que no pienso hacer.
—¡Me resulta prácticamente imposible que él te diga que no así! Sólo quieres decirle que lo quieres de manera oficial.
—El problema principal no está en que yo lo diga, cosa con la que estoy seguro no tiene ningún problema, sino que voy a esperar que lo diga de regreso. A todo el mundo.
—Oh... Oh —vacila un poco—. ¡Ay, Svajc! Es que...
—Exacto —asiente al notar que sigue el hilo de pensamiento.
—Una pequeña... ¿Sólo con la gente cercana? Cielos, no te imagino a ti casándote en una bodita así ni a golpes.
—Exacto —sonríe un poco de lado.
—Pero... Bueno, es que deberías planteárselo. Quizás puedan decidir un punto intermedio.
Austria suspira otra vez porque de verdad no ve nada claro el asunto... y aun así no consigue desestimarlo.
—Es que quizás proteste de lo pomposo que eres y todo eso, pero... A ver, dime, ¿qué es lo que hace que salga corriendo muerto de la vergüenza? ¿Decirlo?
—Nein... no lo creo —aparta la mirada y junta las puntas de los dedos apoyándose en el respaldo. Hungría inclina la cabeza y le busca un poco la mirada tratando de decidir si presionar a que le diga o no.
—Mmm... ¿Entonces?
—¿Tú que crees? —la vuelve a mirar con cara de circunstancias.
—Ehh... —traga saliva, pensando que debe estar en la línea de la desconfianza o algo así—. Pero... Estás con él ahora.
—Y aun así sigue costándole.
—Pero mira... Estas dando el paso de pedirle que se casen. Eso debe darle confianza, ¿no?
—No es la confianza, Ungarn, estoy seguro de que confía en mí. El problema soy yo —deja claro al notar que no le sigue—. Estoy seguro que habrás tenido el honor de oír sus opiniones sobre mi presunto carácter indeseable e insoportable.
—Oh... Vale. Aunque también veo que sigue contigo a pesar de esas "opiniones" que me parecen más dichas por decir que cualquier otra cosa. Pero ya, ya entiendo, que como sea las dice... Pregunta, ¿cuándo están los dos solos y no estás intentando ponerle histérico es igual?
—¿Qué tiene eso que ver con la disyuntiva presente sobre la postura que adopta conmigo frente al prójimo, que al final es el asunto que realmente concierne a esta empresa?
Hungría se calla un poquito regañada, aunque entendiendo ahora con perfecta claridad.
—Vale. Vale... Perdona. Sólo quiero pensar que hay alguna manera de arreglarlo, pero entiendo la preocupación. Tampoco... Bueno, es que no es que vayas a obligarle, pero igual que a ti te hace ilusión si hablas con él y se lo planteas, quizás podría también ilusionarle. Estás pensándolo desde el punto de vista más frío que se puede pensar —le mira a la cara preocupada.
—Ja, suele ser un punto de vista útil.
—Entiendo, entiendo bien el pensamiento de ir por el peor escenario posible y el más frío, pero también... No me hablaste así a mi cuando me pediste ser tu esposa.
—No tuve esta conversación contigo, desde luego, igual que no la estoy teniendo con él.
—¡Oh! —le sonríe cariñosamente . ¿Pensaste que yo te iba a decir que no?
—¿Acaso crees que no dudo?
—Admito que es una maravilla que sea el hombre el que haga esto, debe ser estresante —levanta las manos y niega con la cabeza—. Vale... Siendo esto sólo un análisis, si, es lógico que sea frío y calculador.
—En realidad, contigo, al ser todo mucho más ceremonioso y con los asuntos políticos por en medio, fue mucho más pautado y sabía lo que hacer en cada momento.
—Y sabías que no podía decir que no, siendo que aquí crees que sí que puede.
—Pues no hay nada más que su voluntad para balancear tanto a favor como en contra —se encoge de hombros.
—Aun así, sabes que puede decir que sí y por eso lo estás considerando con seriedad —recuerda una vez más con la boca pequeña—. Al final, él te ha aguantado dos bodas con dos personas distintas... Y sigue aquí. Quizás pueda haber una tercera.
Austria sonríe un poco con eso.
—En la que por fin no te odie. Me parece hasta justicia poética, creo que es una idea excelente
—Me parece que de todos modos aún hay bastantes cosas que pensar al respecto.
—Como una boda llena de Edelweiss, lo "más económica posible", ejem... La luna de miel, el que se estrangularán durante el proceso de ponerse de acuerdo... Y Schweiz histérico al triple... Suena terriblemente atractivo.
—Sobre todo el último punto de tu lista —vuelve a sonreír cínico. La húngara se ríe como todo menos como una señorita.
—Por cierto... —se pone de pie dispuesto a dejarlo aquí por ahora—. Bvlgari.
—ESE tipo de cosas son JUSTO las que harán que te estrangule —le mira de reojo... Sonríe un poco y se levanta también—. ¡Ja! Ahora las buscaré.
—No lo dudo.
Ella le sonríe sinceramente poniéndose en jarras.
—Ta ta ta taaaan... —canta suavecito la marcha nupcial sin decir nada más, yendo al revistero de Italia.
—Al menos ten la decencia de no fallar las notas —responde sin siquiera girarse porque no creas que no se ha sonrojado de nuevo. Hungría hace los ojos en blanco y se ríe bajito, porque no tiene ni que verlo para saberlo.
xoOXOox
Alemania está en su despacho, en mangas de camisa, de hecho con la camisa desabrochada, pero no desfajada de manera tal que la trae metida en el pantalón, colgada en la cintura.
Está en camiseta, tiene un gran bote de tinta sobre el escritorio y está limpiando su pluma fuente de oro que ha dejado de funcionar.
Así que, por una vez, no está trabajando. Hoy no trabaja nadie, por lo visto. De hecho puede que sea al día siguiente. Pues Alemania estaría trabajando en un caso normal pero ahora mismo está llenando su pluma.
Suenan golpes en la puerta y alguien canta "do you want a build a snowmaan?" O eso pasaría en el caso de ser Estados Unidos el que está ahí... pero no.
—¡Pasa!
—¿Tienes unos minutos? —Austria mete la cabeza.
—Ah, eres tú. Pasa, pasa —ni mira la puerta. Austria la abre del todo y entra, volviéndola a cerrar a su espalda, acompañándola para que no dé un portazo y luego se vuelve al alemán con cierta mirada solemne. (Pero sonríe un poco)
—Estas cosas... ¡Se ha tapado! —murmura Alemania antes de mirarle de reojo y limpiarla con el trapo—. ¿Quieres que te limpie la tuya?
—Ja, luego puedes ir a buscarla —le da permiso como si fuera un premio, acercándose a la mesa y sentándose en su silla favorita de las que están en el lado de delante. Alemania asiente ya demasiado acostumbrado al tono como para encontrarlo irritante.
—Espero que ahora que acabe de limpiarla del todo escriba otra vez, me gusta mucho esta pluma... —comenta colocándola sobre la mesa junto con el trapo, parando completamente de hacer lo que hace para mirarle con toda su atención—. Dime.
—Creo que voy a necesitar dinero pronto.
Alemania le mira con su mejor cara de poker, cosa que no es muy muy difícil, recargándose en su asiento con más pesadez.
—Dinero. ¿Cuánto y para qué?
—No sé cuánto. Suficiente como para comentártelo.
Alemania suspira.
—¿Para qué necesitas dinero? La economía no va demasiado bien, como sabes —advierte como si fuera tan mal... Y Austria no lo supiera. Pero hala, nunca está de más.
—La economía nunca va demasiado bien... en cualquier caso no es tanto dinero.
El alemán asiente tranquilizándose con eso para envidia de Prusia que no conseguiría jamás tranquilizar al alemán con un argumento tan poco preciso.
—Se trata de un asunto personal.
—Personal —repite dejando de pensar en si querrá cambiar el coche o comprarse otro piano—. ¿Un problema?
—No propiamente, es decir, no es para arreglarlos sino para crearlos —se echa para atrás y se cruza de piernas. Alemania levanta las cejas porque este no suele ser el hermano que le crea problemas, en general.
—¿Qué problema?
—Un montón de ellos. Ya sé lo que piensas, pero ja. Creo que me aburro.
Alemania le fulmina.
—Pues ve al teatro o a la ópera, busca un entretenimiento que NO sea armar líos en casa, ya bastante tenemos —protesta un poco organizando la pluma a que quede perfectamente perpendicular al borde del escritorio. Detiene su tren de pensamiento y le mira—. ¿Qué pretendes?
—No se vienen obteniendo los mismo resultados yendo a la ópera —sonríe un poco y junta las puntas de los dedos.
—¿Sabes? No te estoy entendiendo. ¿Qué resultados?
—Será la tercera vez en la vida que tendremos esta conversación... y para no perder la costumbre, tienes que ser el primero. Estoy pensando... —se detiene.
La tercera vez... Y ser el primero. ¿De qué habían hablado dos veces antes? Debe ser la situación política actual la que...
—No voy a declararle la guerra a Russland —y no es que no lo haya pensado ya.
—Gott sei danke.
—Oh. Pues no pensaba hacerlo igual. ¿Qué estás pensando entonces?
El moreno carraspea y se sonroja un poco cerrando los ojos intentando volver a su tono solemne y, con el gesto, Alemania recuerda que ha dicho que es personal.
—Pedir a Schweiz en matrimonio —susurra pero en un tono claro.
Parpadeo. Parpadeo.
—C-Casarte.
Asiente abriendo los ojos y mirándole. Vuelve a sonreír un poquito, porque además es la primera vez que formula la idea en voz alta. La sonrisa ayuda un poco, el alemán se rasca levemente la sien y sigue mirándole fijamente.
—Vaya eso... Eso es... Inesperado.
—¿Por qué te lo parece?
—Porque no lo esperaba. No sabía que ustedes dos eran tan... Como con Ungarn o Spanien.
—No sería exactamente como eso, no vamos a ser un imperio ni pretendo juntar nuestras administraciones y economías.
—¿Entonces? —eso suena levemente menos llamativo, desde un punto de vista. Y él que tenía esperanzas...
—En un sentido práctico no habría ningún cambio, es una cuestión puramente ceremonial.
—Oh. Una ceremonia y una boda convencional... —hace una pausa y le mira con más intensidad—. Con Schweiz.
—En realidad aún no ha dicho que sí.
—Oh. Aún no se lo pides —asiente, carraspea un poquito, aún un poco impresionado—. No sabía que querías casarte con él.
—¿Por qué no iba a querer?
—No lo sé, no había pensado en ello. Pensé que tú y el salían y... Ya —se encoge de hombros un poco—. Es una buena noticia en realidad.
—El caso es que yo soy un hombre que cree en el matrimonio y... estas cosas acaban sucediendo tarde o temprano con la gente con la que salgo, ya lo sabes. No me parece correcto que sea diferente con él.
Alemania sonríe leeeevemente de lado.
—Nein, no sería correcto —le da la razón —. Aunque creo que vas a necesitar más que "un poco de dinero". ¿Schweiz pagará la mitad?
—No tengo ni idea, como te he dicho, no he hablado con él aun y ni siquiera sé si ocurra finalmente.
Alemania frunce el ceño un poquito pensando que EVIDENTEMENTE va a ocurrir, no hay otro posible escenario.
—Sería lo justo. De hecho, sería este el primer paso para, quizás, terminar por recibirlo en la comunidad —tardaste... ¿Diez minutos, Alemania?
—A lo mejor, pero no te prometo nada. Ya te he dicho que esto no prevé cambios políticos.
—Eso se dice siempre y a la larga los cambios pasan —se encoge de hombros y sonríe un poco otra vez, mirándole y hablando un poco menos formal y más relajado a continuación—. ¿Padrino?
—Seguramente, ya veremos —sonríe derrotado en eso. Alemania sonríe un poquito más.
—Vas a estar histérico e inaguantable como cada vez... —"protesta" haciendo un gesto con la mano.
—Por lo pronto es posible que me vaya unos días. Supongo que no hace falta mencionar que ni una palabra a Preussen.
Ojos en blanco.
—Bien. Ampliaré un poco tu línea de crédito en la tarjeta en caso de que lo requieras —asiente—. ¿Necesitas algo más?
—¿Tienes alguna idea o consejo sobre cómo podría hacer esto bien?
—¿Casarte? O pedírselo...
—De momento nada más pedírselo.
El alemán frunce el ceño concentrándose un poco y pensando así como súper seriamente. Y es que pedirle a Alemania consejo de esto es peor que pedirle de física cuántica. Aun así, se piensa en como quisiera él que se lo pidieran... Y se sonroja un poco sólo con la idea de que se lo pidieran.
—Esto es muy diferente a Ungarn
—Y a Spanien, aunque apenas te acuerdes de esa.
—Pero Spanien te lo pidió a ti, ¿nein?
—Ja, por eso.
—¿Schweiz quiere casarse?
—En realidad... no estoy seguro. Y no diría yo que sí.
—Puede quererlo más tarde, supongo. Aunque no suele querer unirse a nada, ya sabes lo que costó con la ONU.
—¿Tu consejo es que no lo haga, entonces?
Alemania le mira fijamente y recuerda en la boda de Hungría o nervioso que estaba con su posible presencia... Y también piensa en lo… Ehm... contento que está ahora que esta con él. Frunce el ceño.
—Yo te hubiera dicho también que no recomendaba que intentarás salir con él, con la historia que tienen —reflexiona—. Y me dije a mi mismo que Italien era un chico y no podríamos estar juntos.
—Tal vez deba hablar con Italien entonces — Austria sonríe un poco. Alemania se sonroja.
—Él sabrá que decirte —asiente —. Yo sólo te recomiendo que te prepares para insistir.
—¿Insistir?
—En mis negocios con Schweiz la primera respuesta es siempre "Nein". Y la primera vez Nein fue... Nein. Luego, creo incluso que tu... O Frankreich, porque no eran buenos tiempos para ustedes, me dijo que había que insistir —claro, Alemania... Como Austria no le conoce.
—Ah... eso. Ja, veremos cómo sale.
—Quizás deberías también usar un poco de... Chocolate —sonríe de lado. Austria sonríe un poco más porque justo eso le ha dicho Hungría también. Es que toda la casa se ha enterado.
—Aún tengo que pasar por la joyería, de cualquier forma.
—Oh. ¿Te llevo? — Alemania se levanta de la silla.
—Por supuesto —se levanta también y sonríe con una leve inclinación de cabeza, solo te falta un "buen chico, Deutschland. Toma, una galleta".
—¿Es para comprar un anillo? ¿Sabes ya de qué tamaño es?
—En realidad es para encargarlo. Pero no, creo que Schweiz no ha tenido nunca uno. Me parece que no son muy compatibles con alguien que mete las manos en queso y en vísceras de pacientes vivos.
—Pues, parecería que no, pero el usa reloj y siento que es incluso más incómodo —abre la puerta, le deja pasar y, atención, ahí viene el momento complicado de Alemania... En que piensa que quizás debería darle una muestra de afecto.
—Pues no lleva el reloj por la comodidad si no por la practicidad. Otro asunto que me preocupa de esto —confiesa suspirando saliendo delante sin enterarse de sus pretensiones. Alemania le pone torpemente una mano en el hombro.
—¿Qué te preocupa?
—Precisamente la falta de practicidad
—¿D-De practicidad en qué? ¿En casarse? —el alemán carraspea y quita la mano y no sé si hasta le empuja un poco con la torpeza.
—¡Cuidado! —le riñe—. No en casarse, en casarse de esta forma.
—Ja, ja, perdona. Ehm. ¿Casarse de que forma? ¿Así sin cambios políticos? No creo que le interesen.
—Ja.
—Mmm pero... Adquiriría otros derechos que quizás no le molesten.
—¿Ah, ja? ¿Cómo cuáles?
—Mmm... Sobre decisiones sobre ti y tu salud, si tienes un accidente o algo así. También ahora eres neutral, así que por ese lado no va a preocuparle. ¿Vas a irte a vivir con él?
—No lo creo.
—Ya veo el problema. No hay nada que gane con esto fuera de... Una boda.
—Es que no creo que ir a vivir con él fuera una ganancia.
Alemania se lo piensa un segundo y sonríe de lado.
—Claramente no. Sería una ganancia para Preussen —indica—. Me refería en general.
—¿Pues qué más podría ganar? ¿Regalos de boda?
—No creo que el balance sea positivo. Ni que necesite regalos —analiza—. Un compromiso contigo.
—Pues en eso consiste realmente el hecho.
—Eso ha querido siempre, ¿no? Además a él le molestaban muchísimo tus bodas.
—Así que yo voy y empiezo a planear otra, parece hecho adrede —sonríe.
—Pero no es lo mismo que sea él. Bueno, al menos eso creo. Yo... Tengo la idea de que vas a tomarle por sorpresa y lejos de decir que no, dirá que sí, impresionado.
Austria sonríe un poquito con eso.
—Aunque no le imagino entrando por el pasillo de la catedral de Wien llena a reventar, vestido de blanco.
—Si te soy sincero, prefiero no imaginar nada de esa parte...
—No va a decirte que no. Ya verás que Italien te dice que hacer. Además tú sabes muy bien cómo manejarle.
—Que no sea Italien el que opine que es una buena idea...
—¿No quieres que opine eso?
—A mí no me molesta, pero en todas mis bodas ha dicho que se casaría contigo.
—¡¿W-Was?! — Alemania levanta las cejas porque de hecho no lo había pillado.
—Pues nada más así es —se encoge de hombros. Carraspeeeeooooo.
—Nein. No creo que ahora... En lo absoluto —toma las llaves del coche.
—¿Nein? ¿Por qué? ¿Algo va mal?
—Nein pero... Ehm... ¿Boda? Eso implicaría... Cosas. Schweiz entiende bien la parte económica, sabe que no habrá beneficios o a lo mucho que le permitiremos ser parte de la comunidad, pero no es realmente que no tenga los números, ¿sabes? Esto se prestaría a que alguien pensara que yo voy a favorecer a Italien —vive en tu casa, duerme en tu cama. ¿Crees que no lo saben?—. Además yo no tengo tiempo para esas cosas y... —carraspeo carraspeo—. Yo nunca he pensado en casarme con nadie —más carraspeos. Austria le mira levantando una ceja.
—En fin... nada más creo que es algo que puede pasar —suspira sin querer presionarle realmente, solo es una advertencia.
—Quizás no necesitamos de los consejos de Italien —le toma de los hombros por la espalda para llevarle al garaje. El austriaco se ríe un poco con eso y Alemania sonríe levemente y le mira de reojo.
—Estas de buen humor —hace notar.
—Ehm... —carraspea y se sonroja un poco.
—Schweiz no te va a decir que no —asegura haciéndose cada vez más a la idea de que tendrán boda. Claro. No es tan complejo cuando han vivido ya DOS. Espérate a ver a... ejem... Otros menos entrenados, incluyendo tu padre.
xoOXOox
Alemania se estaciona afuera de la Bvlgari de Kurfürstendamm, a donde ha sabido llegar PERFECTAMENTE a partir de que Austria le ha dicho que tenían que ir a Bvlgari.
Alemania mira a Austria de reojo, sonríe un poquito y se baja del coche. Saca su teléfono y en cuanto Austria se baja del coche le toma una foto sin que se entere. Alemania está documentando este proceso nada más... Para futura referencia. No crean que hace una algarabía en lo absoluto, se guarda el teléfono.
—De todas formas creo que es un buen momento para esto —comenta mientras se acercan a la joyería.
—¿Por?
—La verdad... —le mira y en realidad no está muy seguro de querer contarle a nadie sus miedos con su madre y después de que se acostara con Inglaterra—. Me gusta esta época del año.
—Ah, a mí también. Justo antes del otoño, el calor —los baños con manguera con Italia medio desnudo. Abre la puerta de la joyería y entra tras él.
—Eso es —responde sin mirarle porque evidentemente no pensaba en eso.
—También, están muy bien ustedes ahora, ¿no? —Alemania haciéndose el enterado. Austria le mira de reojo.
—¿Te lo parece?
—Ja. Casi todos los fines de semana vas para allá, a veces pasas noches entre semana. Tiene el piano. Tú te ves muy feliz y enamorado —ya claro, como si tú pudieras saber esas cosas. El austriaco levanta una ceja—. Peleas menos con Preussen.
—Estoy menos tiempo en casa.
—Exacto.
—He pensado que podría llevarle a la montaña para pedírselo. En privado —que mentira, lo ha pensado Hungría pero Austria tiene que cambiar de tema y no le va a decir que a ella le dijo primero.
—¿A cuál montaña? ¿A una de las suyas para que, si te dice que no y te deja ahí te pierdas y te coma un oso? Debes llevarte un GPS si haces eso, puedo prestarte el mío —Alemania. Sutileza. Filtro.
—No consiste en una venganza —aprieta los ojos.
—¿Venganza? —le mira y parpadea—. Es decir... Bueno, nein, no creo que te diga que no. Supongo que lo harás de manera más, Ehm, romántica.
—Pues no creo que me dejara ahí a que me perdiera aunque dijera que no... ¿En qué romántico piensas?
—Puede que Schweiz sepa bien que no nos haría mucha gracia ir a recuperar tu cadáver —deja de pensar en cosas sangrientas—. Pues... Me imaginaba algo así como una fogata, la luz de la luna, tu tocando... Algo. Digo, un instrumento. Ehm... O... —trata de imaginar como lo haría Italia y vueeeeelve a sonrojarse—. Quizás podrías preparar uno de esos pastelillos que te salen tan bien.
—Si estoy tocando no puedo hablar.
—Entonces no hagas nada con música —toma una cartera de por ahí distraídamente—. ¿Qué le relaja?
—¿Quién sabe? Yo no, desde luego —se espera dando golpecitos molestos en el vidrio del mostrador con las uñas—. ¿Trabajar?
—Cómo no vas a saber. ¿Qué hacen juntos cuando están solos... —gestito con la mano—, en la intimidad?
—Ni te voy a explicar eso, ni lo haría en esas.
Alemania aprieta los ojos
—Me refiero a cuando están solos, no a cuando están... En ESO. Yo veo el fútbol con Italien, por ejemplo.
—No hay una actividad concreta, a veces él esta con los relojes o el queso o lee o trabaja y yo pues estoy al piano o leo o escucho música... lo mismo que hago en casa.
—Es decir, cada quien a lo suyo... —comenta así como quien no quiere la cosa. Cual si tú no fueras igual de no ser porque Italia se te acuesta encima, o se te cuelga del cuello.
—Ehm... Hallo —finaaaalmente una chica se acerca amablemente a atender a Austria.
—Más o me... hallo —se vuelve a la chica, ella le sonríe e íbamos a poner a una francesita pero creo que Austria le arranca algo.
—¿En qué puedo ayudarles?
—¿Hacen joyas por encargo?
—Depende el modelo y lo que quiera hacer —asegura ella sin dejar de sonreír.—, ¿qué tiene en mente?
—Me gustan sus modelos en dos oros. Rosa y blanco. O quizás con diamantes engarzados —Alemania, detenlo.
—¿Vas a darle un diamante a Schweiz? —pregunta Alemania levantando una ceja.
—En realidad estaba pensando en una banda puestos en línea —le mira.
—Ah, ja. Tenemos muchos con diamantes —la chica evidentemente quiere vender anillos caros, les mira con ojos en forma de euro—, permítame le muestro nuestros modelos, por qué no pasan a nuestro showroom, ahí detrás, ¿quieren algo de beber?
Alemania tiene sudores fríos sólo con la mención del Showroom, donde ha pasado ya alguna vez varias horas con Italia. Traga saliva ligeramente en pánico.
—Café —evidentemente a Austria le gustan las cosas caras y ni siquiera estoy segura que planee pagarlo siquiera.
—¿Alguna vez has visto a Schweiz...? Nein, de hecho, ¿alguna vez Schweiz ha poseído un diamante? Que no sea como inversión...
—Hay una primera vez para todo, no se puede decir que no le gusten las cosas caras. Tal vez podría venderle la idea como una inversión precisamente.
—Aunque ahora que lo pienso si he visto relojes que hace el que traen diamantes pero... Ehm, ¿seguro que quieres entrar ahí? Es como un círculo del infierno —carraspea inseguro y la boca le mira esperando que le diga qué beber, la mira—. Bier.
Así que ahí se va la chica a pedir las bebidas mientras Alemania mira al austriaco con cara de ciertas circunstancias.
—No es un círculo del infierno, Deutschland. Además, acabo de caer en la cuenta de que si una comida gratis puede disipar sus dudas, ¿qué no hará un diamante? —de verdad, no le dejes, yo sé que es difícil, pero convéncelo.
—Österreich. No puedes usar el argumento de la inversión con un anillo de bodas. No es el costo del anillo lo importante, es el valor sentimental —específica—. Además, asumo que quieres que lo ocupe.
—¿Y por qué no iba a ocuparlo? No va a ser un gran diamante, he tenido bastantes de esos y sé que no le gustan —gesto de desinterés.
—Pero piensa en una alianza completamente sobria y lisa que sea de su estilo.
—¿Eso piensas? ¿Una alianza sobria y clásica de oro amarillo?
—¿Cómo era la que tenías en mente?
La chica vuelve con un gran estuche y una charola forrada de terciopelo negro.
—Pues... —se le van los ojos a la chica y puede que esto sea más difícil de lo que pensaba. La chica abre el estuche cuyo contenido brilla y casi susurra "coooomprameeeee"
—Bien, tenemos una gran variedad de piedras que estoy segura van a gustarle. Hay también varios modelos de engarce. Dijo oro rosado con oro blanco, ¿verdad? Estos son de nuestra colección de pero podemos ajustarlos a algo que sea más de su gusto. ¿Busca... Un regalo? ¿Un anillo especial? ¿Un anillo de compromiso?
Vamos a pasar un poco rápido el quinto círculo del infierno. Alemania termina con cuatro cervezas o cinco encima. Nos preguntamos si logró convencerle y quién va a pagar.
Al final Austria hace tripas corazón y decide que sí, quiere que se lo ponga y quiere que esto salga bien.
Alemania dice que el suyo sí que puede tener diamantes. Suiza... Ok, Suiza no dice nada al respecto. Porque no sabe pero le alegará quizás sí... Bueno.
De hecho a Austria le hacía gracia que fueran iguales. ¡Entonces va a tener que usar un anillo sobrio POR UNA VEZ EN SU VIDA! Ehm... Si llegamos a ese punto.
¿Y va a pagar con la tarjeta de Alemania? Probablemente termine TAN harto que sí. Alemania se ocupará de descontárselos de alguna manera...
Pues déjale... Que en una semana se los entregan. Y yo no sé a qué hora nos va a entrar el pánico ahora. ¿El pánico? Pues a alguien... Ejem... A Suiza. Por ejemplo, que siente un pitido constante en los oídos porque todos hablamos de él. Cuchicheamos a sus espaldas.
Alguien de ask tiene la culpa de esto... y Austria dijo que no pasaría. Sin embargo, pasó y nos lo pasamos pipa escribié via libre de preguntarle a Suiza todo lo que quieras en nuestro ask y ¡No olvides agradecer a Kaarla su beteo y edición!
