Capítulo 1: ¿hermana o fan?

Buenas fickers, fandom y todo interesado en general, hoy les traigo el comienzo de este fic – espero no tome más de diez capítulos – que hablará de Rainbow y Scootaloo. No tengo un talento fantástico como otros autores, pero me esforzaré en darle todo el brillo que pueda, así que espero que lo disfruten.


Había sido un día bastante movido para cierta poni de melena rosa, sus pequeños pasos seguían a toda velocidad a la poni más fantabulosa de Ponyville y de quien estaba orgullosa poder llamar hermana mayor.

Sí, había sido difícil contarle a Rainbow Dash sus intenciones cuando fueron a acampar a Winsome falls, de hecho, fue una noche llena de emociones, en pocas palabras la noche más "increíble" de toda su corta vida de pegaso, desde entonces la potranca se había sentido menos solitaria, mucho más feliz, porque su hermana mayor era nada más ni nada menos que el mayor ídolo de toda su infancia, aunque aún no eran tan cercanas.

Definitivamente, eran días extraordinarios y extenuantes aquellos en los cuales Rainbow Dash le pedía ayudarla en sus acrobacias o en algunas de sus tareas, a pesar de que todavía no habían empezado con las clases de vuelo que le prometió meses atrás, pero Scootaloo era feliz, nada podría cambiar eso.

Hoy era uno de esos días, desde la mañana había estado preparando un escenario junto con sus inseparables amigas – quienes por cierto pensaban obtener sus cutie marks de ensambladoras de pistas, constructora, ingenieras civiles, etc. – se ofreció para realizar el favor a la pegaso cian, era más que seguro que había planeado dar uno de sus espectáculos de los Wonderbolts, a los habitantes de Ponyville y ella desde luego estaría más que feliz de darle el apoyo necesario a su adorada hermana mayor.

Sin embargo, las horas comenzaban a pasar y Rainbow Dash no llegaba, la pequeña pegaso había revisado ya tres veces el mapa para comprobar si la pista de aterrizaje se localizaba en el lugar que Rainbow le había indicado, teniendo siempre el mismo resultado, era ese el lugar preciso y también la hora correcta.

Un sonido proveniente de la barriga de Applebloom interrumpió el silencio que se había generado.

- Scootaloo, ¿estás segura de que Rainbow Dash va a venir?

- Sí, es que debe estar atorada en un embotellamiento.

Las desesperadas excusas de la admiradora número uno de Rainbow Dash, eran cada vez más ilógicas, Sweetie belle se rascó la cabeza con un casco mientras observaba a Applebloom quien movía los hombros en signo de incomprensión, una de las dos tenía que hablar tarde o temprano de la realidad, así que Sweetie belle tomó algo de aire y coraje para hablar con su amiga de crin violeta.

- Scootaloo, creo que Rainbow Dash no vendrá.

- No, ya se los dije chicas si vendrá, estoy segura de eso, ella misma me pidió que preparase esta pista de aterrizaje para sus trucos.

- Y ¿cómo van tus clases de vuelo? Preguntó Applebloom, buscando pasar el poco tiempo que podía esperar, pues ya estaba anocheciendo.

- No, aún no iniciaron, Rainbow siempre dice que está ocupada. Respondió la pegaso en desarrollo, pateando con uno de sus cascos una pequeña roca mientras bajaba la cabeza.

- No te preocupes, estoy segura de que pronto iniciarán. Dijo Sweetie belle, tratando de poner una sonrisa en la cara de su amiga pegaso.

- Sí, tienes razón y después seré tan buena que me pedirán unirme a los Wonderbolts y después tal vez pueda hacer una raimplosión sónica, al estilo Scootaloo.

Entonces la pequeña puso unos ojos de cachorrito mientras se mordía el labio inferior, tratando de aguantar la emoción que todos aquellos escenarios imaginarios causaban en su joven mente. Obviamente tratándose de metas que seguramente tenía para sí misma y con clara influencia de Rainbow Dash, la pequeña soñaba a diario con poder volar, pero eso no la mantenía con la cabeza en las nubes; los que la conocían sabían que era tan asombrosa que no necesitaba poder volar para demostrarlo.

En efecto, para una potranca como Scootaloo, soñar era algo constante y pese a que tenía unos cuantos problemas, como cualquier otro poni, ella podía afirmar que era feliz, no le faltaba nada, ni amistad, ni dinero, ni cariño. Pese a que…

- Scootaloo, ¿estás bien? La melodiosa voz de Sweetie Belle trajo su amiga de nuevo a tierra.

- No, no es nada.

- No pongas esa cara, quizás a Rainbow se le olvidó. Comentó Applebloom, para tratar de consolar a su amiga.

A veces, Scootaloo solía ponerse algo triste y tanto Sweetie como Applebloom sabían la razón; después de todo, ella misma se los había contado Applebloom la entendía mejor que Sweetie, pues ella también se estaba criando sin padres. Pero había una gran diferencia: ella tenía a sus hermanos y a su abuela; Scoots no tenía a nadie salvo a sus amigas y… a Rainbow Dash.

De pronto, la potranca se sentó en la tierra, esa era la señal de que estaba a punto de dejar de persistir, se estaba convenciendo de que la pegaso cian no vendría.

- No se chicas, creo que ella no vendrá.

- Tal vez se le olvidó, Rainbow Dash normalmente, es un poco distraída, mi hermana lo dice todo el tiempo. Trató de calmar Sweetie.

- Sí, debes tener razón, pero miren. Entonces sus amigas se dieron vuelta para apreciar lo que habían construido, en una tarde, una pista de aterrizaje con luces, algunos asientos para los fans de la pegaso que verían el espectáculo; no podía faltar el aro que ardería en llamas para el gran final y por supuesto una decoración de lujo.

Las tres miraron orgullosas el fruto de su trabajo, así como también miraron sus flancos; pero nada, algo desilusionadas las tres se dispusieron a desmantelar el lugar, una brillante idea de la pegaso, pues podría ser que en un futuro lo necesitaran para comprobar si su cutie mark no era de doble de riesgo, o algo parecido.

No tomó más de una hora terminar con la labor, la pista de madera, de tener el ancho y largo de seis ponis, ahora pasaba a ser del tamaño de la carreta que Applebloom había traído para llevarlo a su granero, donde se guardaría hasta que fuese necesario.

Los pasos del trio eran lentos, incluso los de Applebloom que estaba acostumbrada al trabajo duro, se encontraban agotadas. El atardecer ya comenzaba a finar, los últimos rayos de luz bañaban el hermoso valle en el que se encontraban. El camino de tierra era relajante para los cascos, pues los refrescaba con cada pisada, durante el camino, las tres observaban a todos lados; siendo espectadoras del bello paisaje que estaba frente a ellas. Tan cansadas estaban, que no tenían energía para conversar, salvo por alguna pequeña anécdota que recordaban, incluso la que se había formado aquella tarde, cuando Sweetie, en el pintado de la pista, salió con la cola pintada de rojo.

- Vaya que fue divertido; pero no sé qué le diré a Rarity, ella me denunciará con la policía de la moda al ver cómo me ensucié.

- Sí, estoy segura de que Applejack me va a matar por quedarme hasta tan tarde.

Scootaloo entendía que ellas tuviesen una familia que se preocupara por ellas, que hiciera que ellas sintieran cosas que para ellas eran poco usuales. Pero prefería no escuchar nada de lo que sus dos amigas estaban hablando y ver el cielo estrellado, que en esa noche joven, se encontraba realmente hermoso; imaginaba ver a Rainbow Dash dando el espectáculo que le había dicho que daría aquella tarde. No obstante, dicho acto no se concretó y el por qué era desconocido.

Pero dejando de lado todo aquello, había sido una tarde divertida y para ser sincera, el cielo estrellado le recordaba a Rainbow Dash; a su temor a la obscuridad, a los monstruos de las historias y desde luego, a la noche en que ella junto con su pegaso favorita en toda Equestria se habían hecho hermanas. Hasta aquel día, la pegaso naranja, no pudo olvidar el calor que sintió cuando ella y la de melena arcoíris se abrazaron; era un calor que pasaba del mero calor de un cuerpo, era un calor que desde hace tiempo necesitaba y que ciertamente obtenía cuando le demostraban todo tipo de afecto: desde unas pocas palabras, hasta un abrazo; esos momentos, se quedaban plasmados en la mente y corazón de cualquier poni, especialmente en los de ella. Pues el agua es más apreciada en el desierto que en un valle.

El camino ya se había terminado y las tres pequeñas ponis se despidieron con toda la energía que les restaba; cada una se dirigía a su respectiva casa.

Applebloom tenía que ir a la granja de su familia y buscar un buen lugar para la pista. Sweetie Belle, tenía que ir a darse un baño y por último, Scootaloo solamente iría a cerrar ambos párpados, aquel día había sido uno de esos que es mejor dejar pasar con rapidez; al menos así los afrontaba ella.

El camino que le quedaba por recorrer hasta su casa era corto, no tardaría en llegar; pero su cabeza no dejaba de realizar diferentes procesos, desde el cobro de su pensión, hasta la tarea que tenía dentro de unas semanas, que era un ensayo con el tema de: La persona a la que más admiras. Era más que evidente que el suyo iría a tratar de Rainbow Dash, aunque, como se estaba comportando ultimadamente, podía afirmar que no era exactamente alguien a quien se pudiese admirar sin conocerla como la había conocido. ¿O acaso era que ella estaba cambiando?

La pequeña pegaso llegó a la puerta de su casa, sacó las llaves de su alforja y la abrió, dentro, todo se encontraba obscuro; sin embargo, ella haría todo menos molestarse en prender una vela. Conociendo su propia casa, pudo caminar en la obscuridad, sin temor alguno, hasta llegar a su dormitorio, en donde se encontraba su cama, junto con varias de sus modestas pertenencias, entre ellas, un oso de peluche, un armario lleno de scooteres y un retrato de Rainbow Dash en la pared, que siempre observaba cuando comenzaba a soñar despierta.

- Algún día, se decía a sí misma, algún día.

Sin más demora, se metió dentro de su cama, envolviéndose con sus camas para darse calor. No tardó mucho en quedarse completamente dormida.

***** En otro lugar*****

Eran las nueve de la noche y Rainbow Dash se encontraba de visita en la boutique carrusel, era bueno para su reputación salir de ahí a las diez u once de la noche, así no pensarían que ella se encontraba ocupada con la belleza, eso era lo que menos quería que sucediera, pues no era cierto.

- Hay querida, enserio no comprendo tu manía de irte a estas horas.

- ¿Te gustaría que te vieran cubierta de pies a cabeza cubierta con lodo y completamente despeinada?

- Claro que no.

- Esto es lo mismo, debo cuidar la reputación que tengo.

- Si lo pones así, supongo que no hay problema.

La dueña de la Boutique Carrusel se encontraba inquieta, caminando de un lado para el otro, viendo la ventana, esperando.

- Esta potranca me trae muy preocupada, creo que tendré que ir a buscarla.

Sin aviso alguno, la puerta se abrió de par en par, dejando ver a la pequeña de quien estaban hablando, entró triunfante, con una sonrisa vencedora, aunque agotada y un aspecto penoso; cubierta de tierra y de pintura.

- Sweetie Belle, ¿qué has estado haciendo hasta esta hora?

- Estábamos preparando una pista… momento, Rainbow Dash estaba frente a ella, así que no dudo en empezar a cuestionar a la pegaso cian.

- Una pista de aterrizaje para el espectáculo que daría Rainbow Dash.

La pegaso se sobresaltó, extrañada, dio unos pasos al frente.

- Pero si le dije a todo el mundo que el espectáculo se canceló.

- Pues Scootaloo nos mantuvo trabajando todo el día para hacer la pista.

La de melena arcoíris solamente pudo llevar un casco a la nuca, en cierta forma, era su culpa.

- Lo siento, se me olvidó que Scootaloo me dijo que haría una pista, debí avisarles primero.

- Espera, tú no se lo pediste.

- No, ella se ofreció a hacerlo.

Sweetie puso cara de pocos amigos y se fue a su habitación.

- Hasta luego Rainbow Dash.

- Nada de eso Sweetie, debes darte una ducha si quieres meterte a tu cama.

- Aigg. Fue la respuesta de la pequeña unicornio.

Mientras Sweetie subía las escaleras para darse un baño, Rainbow y Rarity se quedaban a charlar un poco más.

- Descuida, ella lo hará.

- Por qué.

- Porque se lo pedí. Es lo extraño de tener una hermana, a veces cuando parece decir una cosa, realmente quiere decir otra.

- Eje, sí. Rainbow recordaba el momento en el que Scootaloo le había dicho que haría una pista, entonces se encontraba con sus ojos de cachorrito y con una felicidad enorme, quizás en ese momento, ella quería decir más de una cosa.

De cualquier forma, ella ya se encontraba con sueño y de momento, nada podría ser objeto de su concentración más que ello, pues bien se sabía que esa pegaso era famosa por tomar largas siestas a toda hora y esta noche, no sería la excepción. Un bostezo se adelantó a sus palabras de despedida.

- Vaya, no te basta con las siestas que te tomas, por lo visto, estás muy cansada. Dijo con una sonrisa la unicornio.

- Claro que sí, si me diste un mate de manzanilla, sabes que eso me pone a dormir de inmediato.

- Aja, te veo otro día, querida, últimamente necesito una modelo que esté acostumbrada a rutinas de gran actividad física. Rarity le guiñó un ojo a la pegaso cian, quien se tragó el alago.

- Vamos Rarity, sabes que no hay nadie tan veloz como tu servidora, Rainbow Fabulosa Dash. Fanfarroneó la de melena arcoíris mientras levantaba su casco en señal de victoria y adoptaba una postura retadora.

La unicornio le sonrió, había olvidado cuán fácil podían subírsele los humos a su amiga, pero entendía perfectamente su situación, pues ella compartía esa capacidad egocéntrica y algo vanidosa; combatirla era algo que cada una hacía de diferente manera.

- Buenas noches Rarity. Se despidió la pegaso mientras salía de la boutique Carrusel volando de manera floja.

- Buenas noches Dashie.

La pegaso de melena arcoíris salió de la boutique Carrusel por la puerta trasera, para después alzar vuelo y alejarse a toda velocidad hacia su nubosa casa.

Rarity subió a la planta superior de la Boutique, le faltaba hacer una última tarea de belleza y esta era con la poni más contradictoria con el mantenimiento de la belleza que conocía después de Applejack y Rainbow Dash; esta era nadie más ni nadie menos que Sweetie Belle.

- Sweetie, cariño, ¿terminaste de darte el baño? Cuestionó la mayor de las hermanas tocando la puerta del baño.

- Sí, escucho desde el otro lado.

- Bueno, te falta la última parte. Dijo sonriendo.

- Aaaaa. Exclamó con desánimo la potranca.

- Descuida Sweetie, no me tardaré.

La bella unicornio ingresó en el baño, haciendo levitar dos cosméticos para la melena.

- ¿Ahora que me pondrás? Pregunto la pequeña poni con poco entusiasmo.

- Un acondicionador y una pócima especial que perfuma la melena. Explicó la generosa unicornio con una sonrisa al ver cierto interés de su hermana menor.

- Por qué tengo que ponerme todo esto en mi melena. Cuestionó la menor mientras salpicaba en la bañera con su casco.

- Porque te hace una pizca más atractiva de lo que eres Sweetie, tienes que procurar hacer de tu presencia algo grato para el resto, un dulce aroma es un buen regalo para iniciar.

- Pero si no me gusta oler a rosas. Exclamó la potranca.

- Bueno, también tengo olores extravagantes de Manehattan, fragancia de arboles de zapamanzanas, flores de fuego y tierra quemada de las tierras bajas ah, mejor este no, es… para ponis que quieren lucir imponentes y fuertes.

- No, Rarity, no me gusta hacer tantas cosas para que dure poco tiempo. Ambas conocían el talento que Sweetie Belle tenía para ensuciarse y meterse en problemas de los que salía con un aspecto aterrador. Después de todo era una potranca.

- Oh si, está bien, pero prométeme que te arreglarás cuando tengas que ir a asuntos importantes.

- De acuerdo. La voz de la pequeña sonaba más alegre de lo común.

En otro lado de Ponyville: cierta potranca esperaba no tener que combatir verbalmente con su hermana mayor. Pero, existían cosas inevitables.

- Applebloom, nos tenías preocupados.

- Sip, afirmó el hermano mayor de la pequeña poni.

- Disculpa, es que Scootaloo nos pidió ayudarla con esta pista de aterrizaje.

Big mac se limitó a ver de cerca la carreta que su hermana menor llevaba, se asombró al calcular que esta tenía un peso considerable.

- ¿Tú sola trajiste todo esto? Inquirió la mayor de las ponis, asombrándose como su hermano al comprobar que efectivamente, el peso de aquella carreta era mayor al que ambos podrían haber llevado a su edad.

- Em, sí.

- Vaya, pero no me cambies de tema, nos tenías preocupados, al menos podrías habernos avisado que llegarías unas horas más tarde.

- Lo siento Applejack, pero no tuve tiempo, trabajamos todo el día para preparar la pista de aterrizaje que Rainbow Dash le pidió hacer a Scootaloo.

Big Mac comprobó la construcción práctica que había tenido aquella pista que se encontraba comprimida en la carreta, esas características, sin duda eran propias de la pequeña pegaso del grupo al que su hermana pertenecía. Ya no hacía más falta el reñir a la pequeña, ella tenía suficiente con el cansancio por tan arduo trabajo.

- Dame eso, mejor te ayudo. Big Mac, ¿por qué no van a comer algo?

El mayor de los hermanos Apple afirmo con su típico sip, caminando en dirección a la cocina junto con su hermanita.

- (bostezo), estoy muy cansada Big Mac.

- ¿Mmmm? Fue suficiente para lanzar más de una pregunta que la menor entendió de inmediato.

- Es que la pista fue difícil de hacer, incluso con los planos de Scootaloo, nos tomó mucho esfuerzo hacerlo y al final, Rainbow Dash no se presentó. Tuvimos que desmantelar todo y volver.

- Sip.

Una tarta de manzana completa con unas cuantas vayas fueron suficiente para clamar el apetito de la pequeña poni, que se dirigió directo a su habitación.

- Buenas noche Big Mac.

- Buenas. Respondió el potro, que se puso a lavar los platos, pues era su turno de hacer las tareas caseras.

Una tormenta había sido planificada para esa noche, los pegasos se encontraban realizando los preparativos desde hace horas, situando las nubes en los lugares idóneos para irrigar agua a todo Ponyville, Rainbow Dash se vio envuelta en varios trabajos durante la mañana y desde luego, se merecía un buen descanso por toda la actividad que había realizado, aunque después hubiese descansado en la boutique Carrusel; pero de pronto recordó a su "hermana menor", sonriendo.

No sabía exactamente el momento en el que aquella pequeña pegaso había cogido tanto coraje como para decirle todo lo que le había dicho esa noche, estaba llena de defectos, al igual que ella; pero ello solamente la hacía más especial, pues le recordaba sí misma a su edad.

- Buen trabajo muchachos, nos vemos dentro de siete horas y contando, así que descansen. Mencionó el pegaso líder del equipo del clima en Ponyville.

Por fin se dijo a sí misma, por poco y olvidaba que debía ayudar a preparar la lluvia de aquella noche.


Bueno, espero haberles dejado picados, emocionados, con ansias de más. Pero les advierto, este fic tendrá un desarrollo lento, pues actualmente me estoy centrando mi tiempo de escritura en otro fic, aunque este me llama mucho la atención, por lo cual les informo que se actualizará con una demora máxima de dos semanas entre capítulo y capítulo.

De todas formas espero que les haya gustado. Nos leemos pronto.