Un día más de trabajo, habían sido llamados y era hora de la acción. Todos tenían sus puestos y sabían lo que se debía hacer pero ahora estaban cortos de tiempo.
Reciben un llamado del jefe Boden, desde donde estaba el humo se veía muy intenso y ennegrecido, por experiencia sabía que solo tenias segundos más antes de que todo el edificio colapsara.
Uno a uno sus hombres van saliendo, los cuenta con la mirada y un suspiro aliviado se escapa al creer que todo estaban a salvo hasta que una voz cercana, el candidato Peter Mills pregunta por el teniente Casey.
—¿Dónde rayos esta Casey?—repite con furia y sus ojos van directo al edificio. No era posible que el hombre aun estuviese allí. —Casey, háblame, ¿Dónde estás?—intenta comunicarse con el bombero pero no recibe respuesta.
—¡Voy a buscarlo—es ahora el teniente Severide que le habla y corre hacia el frágil edificio.
—¡Severide!—grita pero sabe que no puede hacer nada para detener al bombero de ir en busca del otro.
De nuevo dentro del edificio, sus ojos buscan nervioso al otro teniente; se siente sofocado por el calor y evita cuidadoso las llamas. Camina con rapidez y luego de que parte techo cayera justo detrás suyo a sus oídos llega ese espantoso pitido que indica que uno de los bomberos está lastimado.
—Severide—escucha la voz del jefe.
—Aun lo encuentro jefe. El humo es intenso, las llamas me dificultan el paso.
—Tienes que encontrarlo ya Severide, no tienes mucho tiempo
Eso ya lo sé, habla para sí y busca desesperado. ¿Dónde demonios se había metido el rubio?
—Jefe, lo veo. Veo a Casey—le hace saber al hombre y se apresura a llegar al lado del rubio. Una parte del techo había colapsado y le tenía atrapado, las llamas le rozaban por poco.
No supo cuanto tiempo estuvo allí, ni como fue capaz de salir del edificio cargando el peso del otro, lo único que es capaz de recordar es como la explosión resonó en sus oídos y la onda expansiva le arrastro al suelo.
Ya fuera del edificio, las paramédicos Dawson y Shay se encargan del más herido. Revisan sus signos vitales pero saben que no pueden hacer demasiado, deben llevar a Casey al hospital de inmediato.
El tiempo no tenía mucha importancia en esos momentos, los minutos y horas le pasaban por encima tan rápido como el parpadear de sus ojos. Le habían revisado las heridas, unas cuantas quemaduras de primer grado y unos raspones, nada de lo que no pudiese recuperarse en poco tiempo.
Todos esperaban ansiosos a tener noticias del bombero, se miraban las caras lo unos a los otros con preocupación y bebían café como si fuese lo único que les calmase el desespero.
Tan perdido estaba que no se percata de cómo alguien se acercaba a la recepción y preguntaba nerviosa por el teniente Matthew Casey.
—¿Kelly?—una voz suave y asustadiza le llama así que él alza la mirada y se encuentra con un rostro conocido.
—¿Aria?—se oye sorprendido y se levanta despacio contemplando a la muchacha. Había crecido un poco mas desde la última vez que la había visto, su cabello estaba más obscuro y le rozaba la espalda en suaves ondas, sus ojos café brillaban de angustia.
—¡KELLY!—corre a sus brazos e impacta en su pecho con fuerza mientras se aferra a su ropa y susurra su nombre varias veces como si fuese una plegaria. —Kelly, ¿Dónde está Casey? —¿Donde está él? ¡Dime Kelly! ¿Dónde está Matt?—aun no logra sacudir la sensación de no entender muy bien lo que sucedía, ¿Cómo era posible que ella estuviese allí? Pero toda duda queda atrás al ver como la chica se desmoronaba en sus brazos y comenzaba a llorar.
—Shh. Ya, ya, bonita—le rodea con los brazos y le acerca a su cuerpo. —El es fuerte y saldrá de esta.
—¿Dónde está Severide? ¿Dónde está Matt?—su tono revela que está enojada. —¿Por qué? ¿Por qué no pudieron hacer nada?—se gira de pronto y clava la mirada lastimada al resto de los bomberos—¿No son ustedes los que salvan a todos? Ustedes que han salvado a tantos. ¡Es su trabajo! ¡Era su trabajo salvarlo a él! Y ahora, ahora—su voz se apaga su esconde en los brazos de Severide una vez más.
—Ahora está en cirugía pero pronto saldrá—contempla como el labio inferior de la chica comienza a temblar en un movimiento involuntario y mas lágrimas saladas corren por sus mejillas. —Ya, bonita—repite una vez mas de forma afectiva y le toma por el mentón acallando sus sollozos con un beso. La morena estruja su ropa con las manos y le devuelve el gesto con intensidad sin importar la mirada desconcertada de sus amigos.
Siente que las piernas le fallan y se apoya por completo en el de ojos azules quien le rodea la cintura y le arrastra hasta una de las sillas en la sala de espera. Se sienta con ella en su regazo y le abraza mientras susurra cosas dulces a su oído rozando suavemente su nariz contra la mejilla de la chica en un acto desesperado de calmarla.
Ambas paramédicas de la ambulancia 61 se dirigen la mirada y la rubia alza una ceja en señal de no entender lo que estaba sucediendo, Kelly nunca le había comentado nada acerca de esa misteriosa señorita que se aferraba a él como si su vida dependiera de ello.
La noche lo invadía todo por completo y sus cuerpos le reclamaban descanso pero ninguno de los que trabajaba en la Estación de Bomberos 51 estaba dispuesto a irse sin saber mínima noticia acerca del teniente, si alguien estaba en problemas, había otros a los que podían recurrir.
La visión era bastante desalentadora, ellos, los bomberos que siempre arriesgaban su vida por salvar a otros ahora se sentían tan inútiles ante esta situación, cruzados de brazos mientras su teniente estaba allí en un quirófano luchando por su vida.
Pasada la media noche es cuando uno de los médicos que había atendido a Casey sale para darles noticias de él.
—¿Familiares de Matthew Casey?—rápidamente los bomberos se levantan y se ven las caras expectantes antes de dirigirse al doctor. El teniente del escuadrón 3 le habla al menudo cuerpo que estaba apretujado contra el suyo y siente como la chica lucha inútil por levantarse y preguntar por el rubio.
—Hey, tranquila, yo te tengo—el mayor se levanta con cuidado cargando a la castaña en brazos. —Yo te tengo—susurra a su oído y ella asiente mientras posa la mirada en el joven médico.
—Hemos logrado estabilizarlo. Presenta quemaduras de primero y segundo grado además de una contusión pero él va a estar bien—muestra una pequeña sonrisa al percatarse de cómo los bomberos parecer relajarse ante la noticia—Aun está inconsciente pero es solo cuestión de tiempo para que despierte.
—¿Puedo entrar y verle?—su voz resuena en la estancia como un susurro desesperado y Severide lanza una mirada a sus compañeros, rogaba sin palabras a que esperancen. Ella necesitaba verle más que a nada y tanto Mounch como Otis y Hermman asienten despacio volviendo a sus asientos, habían esperado varias horas, nada les costaba con esperar unos minutos más.
Gabriela toma la mano de Peter con fuerza más tranquila al escuchar las buenas noticias y mira a Shay quien contemplaba a Severide con mirada severa, había algo en todo esto que no le gustaba para nada pero sabía que Kelly le contaría la verdad cuando estuviese listo.
El teniente siente como su compañera de casa le observaba y entorna los ojos en una disculpa trasmitiendo las palabras que no lograba decir.
Segundos más tarde, ambos, el bombero y la más pequeña desaparecen en el pasillo adentrándose en la habitación del otro teniente.
