Esta es una pequeña secuela de Blood Instinct (es una escena extra que no salió, ni saldrá en el fic porque tiene un formato distinto) Para los que lo habéis leído se sitúa desde que Ichigo pierde el control... Para los que no, dudo que lo entiendan.
Me dio un ataque de inspiración extraño… Y se nota.
Recapitularé un poco de la escena para que se sitúen.
Cada segundo soñaba con tener el corazón inerte de aquellos hombres entre mis manos y aplastarlos sin misericordia.
Sangre... La sangre de Rukia era lo único que veía... Y sus lágrimas.
–Ya solo hay oscuridad a mí alrededor...
Falling inside the black
Estaba cayendo.
Lentamente.
Sin saber a dónde exactamente.
Se atrevió a abrir los ojos.
Veía los edificios invertidos de su mundo interno pasar rápidamente ante sus ojos.
No.
Él era el que estaba cayendo.
Su cuerpo de repente se estrelló contra lo que debía ser el suelo.
Este se rompió en mil pedazos de cristales que parecían quedar suspendidos en el aire.
No sintió dolor, en cambio, la sangre estaba ahí.
Gotas de color carmín flotando junto a los cristales.
Segundos después ya no podía ver nada más que oscuridad.
Todo el dolor que sentía antes lo veía transformarse en odio.
Un oscuro deseo de acabar con la vida de aquel que tanto sufrimiento les había traído.
Y ese odio se mezclaba con el amor al escuchar su voz.
La voz de aquella shinigami que tanto quería.
Todos los sentimientos se entremezclaban y se confundían.
El dolor empezaba a desaparecer marchándose lejos de su cuerpo y alma.
Todo ese tiempo estuvo esperando a que se detuviera. No lo soportaba más.
Ya lo habían tomado todo de él,
no había nada más que pudieran arrebatarle.
Todo su ser se había rendido,
dejándose caer en aquella infinita oscuridad.
Cada herida estaba más cerca de su corazón.
Cada pedazo de cristal se hundía más en su piel.
Cada partícula de su energía se desvanecía como cenizas en aquel espacio inexistente.
Al poco tiempo su cuerpo había quedado expuesto frente a un frío glaciar.
Y a pesar de no poder ver,
de no poder sentir,
de no poder hablar,
seguía escuchando aquella voz incentivándolo.
Decía palabras alentadoras,
dándole la bienvenida a un mundo carente de dolor.
Le daba la mano a un lugar insensible.
Y él,
estúpidamente,
cogió la mano del diablo.
Si no entendieron que quiere decir esta cosa extraña me avisan y lo explico.
