Eso es todo lo que tengo que decir, espero que estudien mi caso fríamente sin ningún tipo de prejuicio hacia mi persona.

Atte: Rafael Galvanno Salvatore

Esa fue la última frase de aquella carta que escribí personalmente a la directora de aquella academia de brujería en Inglaterra y lo que podríamos considerar que fue la última cosa que hice como simplemente un ciudadano italiano.

Advierto al lector políticamente correcto que esta obra contendrá una cantidad curiosa de palabras malsonantes, referencias sexuales y demás cosas por el estilo (es la historia de un chaval de 15 años y medio ¡¿que esperábais?!)

1: Primi ricordi

Era un día soleado, calmado y algo fresco en la ciudad de Turín, de la región de Piamonte al norte de Italia, tanto que la región hace frontera con Suiza y Francia. Era una ciudad desde la cual podías tomar un metro a una de las zonas más alejadas de ésta, bajarte y en un par de horas encontrándote subiendo la faldas de las montañas de los Alpes.

Fue en esa ciudad dóde yo nací, siendo mi nombre ´Rafael´ una referencia a ese famoso artista Italiano y mi apellido ´Galvanno´ un apellido en aquellos tiempos desconocido en el país de la bota si eso, solo conocido por las señoras que entraban a la tienda de pociones de mi padre a pedir algún remedio. Sin embargo el apellido fue una vez famoso en el territorio, pero olvidado debido a que toda la documentación fue destruida durante la inqusición o en el régimen dictatorial de Mussolini. Los Galvanno fueron (y siguen) siendo una familia de brujos dedicados en cuerpo y alma a la brujería y supongo que ese último hecho es el que me impulsó de forma subliminal en la mayor gilipollez que he hecho.

El caso es que en mi situación se cumplen dos factores realmente jodidos: el primero es mi sexo que espero que el lector haya podido deducir que es el masculino ya que, el número de brujos en aquellos años era increiblemente bajo, tanto que cualquier hombre que quiera aprender magia tiene dos opciones: o aprenderla de forma clandestina o rezando para ser aceptado en una escuela de brujería femenina (debido a que globalmente no somos tantos como para justificar una escuela de magia masculina).

Y el segundo factor es la factura, que no suele ser barata debido a que esas escuelas son privadas y el dinero que ganaba mi padre no era tan alto como para permitirse pagar dicha suma de dinero. Eso me obligó a llegar a esas escuelas por la manera difícil: participando en unos exámenes de competencia mágica a nivel europeo para conseguir una beca y he de decir que funcionó (conseguí las calificaciones mínimas para la aceptación pero funcionó). Una vez conseguido esto sólo tuve que escribir una carta a la directora de la escuela a la que quisiésemos asistir, yo elegí una llamada Luna Nova debido a mi nivel de inglés medio-alto y escribí la carta explicando mi situación, la beca y casi rogando que se me aceptase, cosa que ocurrió.

El día anterior metí en mi maleta un poco de ropa, todos mis ahorros, y una gran cantidad de libros de diversos temas junto a muchos recipientes de distinto tamaño y capacidad.

Las despedidas no fueron nada emotivas, me despedí de mi padre y un par de amigos la mañana antes de coger el vuelo y fue en el momento en el que sobrevolaba Francia cuando mis neuronas reaccionaron a la situación y pensé:

´Dios mío,¿!qué carajo estoy haciendo¡?' ¿en qué momento mi cabeza pensó que esto era buena idea, cruzar Europa para presentarme en una academia de magia femenina?no puedo llegar allí y decir:hola soy un hombre. Ya puedo imaginarme las miradas, los cuchicheos, y sobre todo los prejuicios que voy a tener que soportar.¡Bajadme por favor!

Desafortunadamente para mi histérico yo, el avión llegó a Londres en medio de mi lamento,así que me tuve que bajar obligatoriamente. Tras salir del avión tenía que coger un bus a un pueblo cuyo nombre no recuerdo ahora mismo, pero en aquel momento sí me acordaba y tomé el bus.

No había comido desde que salí y mi hambre era voraz, pero eso era algo que realmente me importaba poco, no creo que mis dotes para la fabricación de pociones sirvan para conseguir aceptación social y, a decir verdad mis atributos físicos tampoco me ayudaban. Era alguien blanquito, un poco bajo, flaco y escuálido como un fideo, de pelo medio-largo y castaño oscuro con unos ojos marrones. Mi personalidad tampoco sería mi punto fuerte, era alguien introvertido pero con mucho carácter, que te respondía a la mínima, tendía a no usar un lenguaje muy fino en cualquer situación sin embargo me considero alguien majo una vez que me conoces y en cuanto a activos económicos, bueno, estoy aquí gracias a una beca, llevo tan solo 20 euros en mi maleta y vivo en un pisito de un barrio de 45 años. En conclusión: estaba más jodido que un hijo de puta en el día del padre.

Llegué al pueblo tras largas y aburridas horas preguntándome en qué idioma piensan los sordos y una vez abajo mis miedos crecieron tanto que tuve que hacer una pausa en un bar para mear. El siguiente paso sería buscar el punto de recogida y siguiendo un folleto que recibí con mi carta de aceptación debía de ir a una torre a las afueras del pueblo (cosa que era evindente, ¡solo un retrasado no lo entendería!).

Subiéndo las escaleras para llegar al torreón mientras lanzaba diversos insultos en italiano, me fijé de que no había nadié, solo una especie de duendecillo esperando en la torre. Nada más llegar me dijo: ´¿Rafael Galvanno?´

´Sí´ respondí.

´Acompáñeme´ me pidió.

Esta es la historia de, probablemente, la mayor locura que he hecho en mi vida, pero al mismo tiempo es de la que menos me arrepiento por todo con lo que regresé. Si a usted lector le importa una mierda como termines esto le sugiero que se vaya de aquí y se haga una paja, pero si realmente le interesaría conocerla, aunque solo séan un par de capítulos, siéntase invitado.

Sé que este episodio es un poco aburrido, pero tengo pensado contar cosas más interesantes en el próximo episodio. También tengo que decir que esta es la primera vez que escribo así que espero sus críticas.

Como último detalle tengo que decir que yo nunca he ido a Italia ni soy italiano, pero intentaré haerlo lo mejor posible y sin usar demasiados estereotipos.