DISCLAIMER: Harry Potter y todo su mundo no me pertenecen! Son propiedad de J.K Rowling. Gracias!
Also: Lo que sucede en este fanfic, ocurre en el séptimo año que conocemos. La diferencia es que NO HAY NADA de lo que ustedes conocen por séptimo libro. Al fin de cuentas, es un fanfic.
Althea Snape
CAPITULO UNO: HOW DID I FALL IN LOVE WITH YOU
Suddenly, she left me
Suddenly, the promise of love has gone
Suddenly. Breathing
Seems so hard to do
She said goodbye, I fell apart
I fell from all we had
Instead I never knew
That I needed you so bad
Llevaba una semana sin dormir; ¿Cómo demonios iba a dormir si la única mujer que había amado en toda su vida se había marchado?
No podía dejar de pensar en la situación que los había llevado hasta allí; de hecho, entendía poco las explicaciones de ella, su mayor preocupación era saber qué haría con el mundo que habían construido juntos a pesar de todos los que intentaron oponerse a lo que sentían..
Miró a su alrededor…. La fastuosa y enorme mansión arreglada a su gusto (aunque en un principio se había negado a vivir en semejante casa), desde la cocina y la caballeriza, hasta el comedor, la biblioteca, el altillo y su habitación; todo para ella, lo que había pedido, lo obtenía ¿y para qué?, ¿Para dejarlo luego?
¡Para estar llorando por ella cuando jamás lo había hecho por otra persona!
¡Ni siquiera lloró el día de la muerte de su padre!
Por ella si…. Ella le había dado más de lo que su padre pudo darle en toda una vida…. También se lo había llevado todo, dejando tras de sí el amargo sabor de la soledad y la tristeza.
If only you could see the tears on
If only you could heal my heart
One more time
Even when I close my eyes
There's an image of your face
And once again come to realise
You're lose, I can't replace
Ahora, no sabía qué hacer, su vida carecía de sentido absolutamente si ella no estaba allí con él para apoyarlo y guiarlo por un buen camino. Siempre había amado la forma en que tiernamente lo obligaba a seguir las normas. Eran la pareja perfecta, o eso creyó. Hasta que lo había dejado para irse quién sabe dónde y sin dar explicaciones.
La amaba tanto.
La extrañaba tanto.
Si le hubiera pedido la luna él se la habría bajado gustoso.
Sólo para verla sonreír de la manera que lo hacía, mostrando levemente la punta de los dientes.
Sonreía así solo para él.
Jamás lo hacía para sus amigos o alumnos.
Esa sonrisa era solo suya, propiedad absoluta de Draco Malfoy.
Extrañaba esa sonrisa también. Extrañaba todo de ella.
Hasta el sonido de su nombre.
- He-r-mi-o-ne- Susurró para sí, en la soledad de su casa, sin poder reprimir las lágrimas que brotaban una vez más.
Intentó desesperadamente dejar de pensar en ella, de sufrirla; pero lo único que venía a su mente con cada suspiro, era su nombre.
CINCO AÑOS ATRÁS……
Draco Malfoy salió de la clase de Transformaciones tan furioso que hubiera podido maldecir al primero que se atravesara en el camino; de hecho lo deseó intensamente mientras recordaba lo dicho por la gansa de McGonagall minutos atrás: "Lo siento señor Malfoy, pero me temo que si usted no aprueba con un nueve mi asignatura, me veré obligada a enviar un parte, y no se podrá graduar con sus compañeros, sino hasta el invierno". ¿Cómo era posible que él, un Malfoy, heredero de una de las familias con mayor raigambre en el mundo mágico, se viera privado de graduarse normalmente porque no había podido animar uno de esos asquerosos juegos de ajedrez gigante? Le contaría todo a su padre y ya vería McGonagall si seguía pensando igual respecto a reprobarlo.
Giró por la esquina del corredor y dio de bruces contra una pila de libros voladora que venía en dirección opuesta, con tanta fuerza que ambos cayeron al piso y tras el estruendo de libros y frascos de tinta rompiéndose, oyó un gemido de dolor y rabia; levantó la cabeza y se encontró a la sangresucia en su misma situación, tratando de limpiar del suéter, una mancha enorme de tinta. Murmuraba cosas extrañas, o tan rápido que no se le entendía nada. Al fin habló con lágrimas en sus ojos.
- ¡Pedazo de bestia! ¡Mira lo que le hiciste a mi uniforme por no fijarte, Malfoy! – Por alguna razón, Draco solo pudo sonreír, no discutió, ni la ofendió, era como si la ira se hubiera esfumado por ensalmo: se puso a reír como un loco mientras la joven se ponía más roja de rabia y frustración. Draco se puso en pie de un salto y la ayudó a levantar a pesar de sus protestas, al fin, harto de tantas quejas, exclamó:
- ¡Quietus! – Y Hermione perdió la voz completamente mientras terminaba de insultarlo. Draco pudo ver el pánico en los ojos avellana cuando notó el encantamiento. – Será momentáneamente, mientras te decides a dejarme ayudarte, Granger, mira que te has vuelto insoportable…. Ya lo eras, claro, pero ahora ha empeorado. – Hermione cruzó los brazos haciendo un mohín de disgusto. - ¿Estás enojada? – Por única respuesta obtuvo un movimiento de cabeza. – parece que realmente no puedes con eso de ser muggle, ¿No?... te recuerdo que estudias en un colegio de magos… por tanto no necesitas esos métodos muggles para limpiar tu ropa, basta con un simple… - Agitó su varita. – ¡Scourgify!- Y el suéter de Hermione quedó como nuevo. Ella se puso colorada y aún sin voz, salió huyendo del pasillo, sin mirar atrás, dejando todas sus cosas allí regadas. – vaya temperamento…. ¿Todas las mujeres muggles serán así?- Se preguntó sonriendo y una vez recuperado su buen humor, recogió el desastre de la sangresucia y fue al Gran Comedor, pues su apetito se había abierto de repente.
Entró tratando de pasar por encima de docenas de alumnos de primero y segundo que se agolpaban cerca de la puerta, luego fue a sentarse entre Crabbe y Goyle. Todos parecían felices ese día, se respiraba un ambiente festivo en el comedor a pesar de que el mundo mágico se hallaba en una situación terrible.
- ¿Cuál es el motivo de tanta felicidad?- Preguntó sin dirigirse a nadie en especial y fue Pansy la que respondió:
- ¿Qué crees? Potter regresó triunfal de su viaje a Azkaban- No notó lo pálido que se había puesto Draco. – Esa estúpida orden cogió a otros cinco mortífagos… mamá me acaba de enviar una lechuza con la información… Potter vuelve a ser el héroe de la nación…
- Así que regresaron… tenía la esperanza que los dementores de mi padre los acabaran… veo que no fue así…- Una expresión sombría cruzó su rostro pálido. Su mirada se dirigió, sin pensarlo, hacia la mesa de Gryffindor, todos estaban en un gran alboroto por el regreso de los héroes, una alegría que sin dudas lo hizo sentir ganas de vomitar. Se volvió hacia Granger quien había recuperado su habitual sonrisa y por lo visto la voz, ya que estaba muy cerca de Potter, susurrándole cosas en el oído, mientras se agarraban de las manos, con los dedos cruzados. – Vaya… esto si que es una sorpresa… - Dijo con un tono agrio en la voz. – Granger y Potter son pareja…- Justo en ese momento Harry lo miró con tanto odio que Draco sintió un peso horrible en los hombros. – Mejor me voy a estudiar para Pociones…- Sin decir más, abandonó el Gran Comedor y fue a su habitación.
Hermione estaba tan feliz por el regreso de Harry, que no fue capaz de contarle lo que había oído de Malfoy en los pasillos. Prefirió disfrutar de él mientras estuviera de buen humor, y es que, a pesar de estar rodeado todo el tiempo de gente, Harry siempre la mantenía a su lado, tomada de la mano, era como si necesitara saber que estaba cerca para estar tranquilo.
Esa mañana, sin embargo, por fin pudo estar sola; no era que le disgustara estar todo el tiempo con Harry, el problema era que permanecer con él, significaba estar también con otras quince personas.
Él tenía práctica de Quidditch, como todos los domingos y ella tenía tiempo de ir a la biblioteca a terminar de hacer un ensayo que debía entregarle a McGonagall el siguiente día, pero al buscar sus libros y pergaminos, recordó que por la vergüenza los había dejado olvidados en el pasillo cuando se había estrellado con Malfoy y como no los necesitó en toda la semana, pues no los había echado en falta; eran sus apuntes y libros de Transformaciones y sin ellos, no tenía nada de teoría para hacer el trabajo.
Sintió pánico.
Tener que ir a preguntarle a su peor enemigo si él tenía lo que le pertenecía, soportar sus burlas por el descuido…. Pero tenía que hacerlo, no había otra solución.
Después del desayuno, regresó a su sala común para tomar el mapa de merodeador y así encontrar a Malfoy más rápido; lo abrió y ante ella apareció el plano completo del colegio, con sitios que ella misma no conocía. Vio a Harry y Ron en el campo de Quidditch, A Ginny en el Gran Comedor, a los profesores en la oficina de Dumbledore, con él mismo presidiendo la reunión, pero Draco no aparecía por ningún lado. Entonces, como si le hubiera leído el pensamiento, del mapa brotó una mota de tinta negra etiquetada con el nombre que necesitaba.
Era obvio que se hallaba en una torre, una que ella jamás había visitado principalmente porque quedaba encima de los calabozos de Pociones y Hermione solo iba allí para ir a clase de Snape. Vio que quedaba al otro lado del aula de Adivinación y muy por encima del salón de Pociones. Sin muchas ganas tomó su capa y una bufanda y se encaminó hacia allá. Realmente prefería la tibieza y comodidad de su casa, por eso siempre evitaba permanecer en el frío y oscuro corredor de los calabozos, en donde se sentía en peligro a cada tanto; sin embargo, allí estaba Malfoy y el material de su ensayo, así que suspirando, continuó el camino, preguntándose si no sería mejor enviarle una lechuza para que se encontraran en otro lugar más amable.
Subió por una corta escalera de caracol tras haber pasado lo que supuso era la sala común de Slytherin (por la cantidad de antorchas y armaduras que habían en ese lugar y en ningún otro de los corredores de allí abajo) y llegó a una pequeña estancia en la que el camino se dividía en cuatro partes.
- Esto no está en el mapa…- Dijo para sí, sacando su varita de entre su capa. – Que extraño…- Una hermosa alfombra verde conducía a cuatro enormes cuadros muy elaborados quienes custodiaban las cuatro entradas: Una bruja, una princesa, un cazador y un rosal. – esto tiene que ser una ilusión, el mapa solo muestra una entrada…. Veamos… ¡Finite incantatem!- pero nada sucedió. – Verdadera forma- volvió a decir y esta vez, tres de los cuadros desaparecieron, cuando intentó pasar por la restante, la Princesa se lo impidió.
- Contraseña- Pidió en un tono altanero y antiguo
- Ehhh…- Hermione dudó un poco. Si ella fuera Draco y quisiera poner una contraseña… ¿Cuál sería?- maldita sea….- Maldijo suavemente.
- Puedes pasar… - El cuadro se hizo a un lado y con un gesto sorprendido, Hermione lo atravesó. Malfoy era un idiota si ponía esa clase de contraseñas al sitio que quería mantener en secreto… y entre otras cosas… ¿Por qué deseaba Draco ocultarse de sus amigos?
Una nueva escalera de caracol apareció ante ella y después de mucho subir encontró una ventana por la que se asomó para ver que estaba ya a más de veinte metros del piso. Había tenido que encender una luz y por ella se estaba guiando, hasta que al fin se encontró una puerta de madera gastada, llena de aruñetazos y mordiscos, de los cuales prefirió ignorar su procedencia. Murmuró un suave Alohomora y la puerta se abrió de un chasquido, chirriando sobre los goznes oxidados.
Con mucho cuidado entró y…
- ¡Desmaius!- Gritó alguien y ella cayó inconsciente al piso.
Remember when we never needed each other
I think those days are gone
And I dont know what to say
I never mind to feel this way
What can I do to make right
Falling so hard, so last this time
What did I say? What did you do?
How did I fall in love with you?
Draco levantó del piso a Hermione con mucho cuidado y fue a acostarla en uno de los sofás que tenía allí. En ningún momento había querido hacerle daño, era solo que no recibía visitas en ese sitio y si llegaba alguien, era tratado como un intruso. Era su lugar privado, el sitio que nadie conocía, al que estaba prohibido entrar; un sitio en el que Draco podía ser él mismo, estar tranquilo y apartado del mundo que tanto le disgustaba.
Pero Granger lo había encontrado, no sabía cómo, pero ella estaba ahí. De verdad que era hermosa; ¿Cómo no lo había notado antes?
Entonces recordó lo que se odiaban el uno al otro y sin embargo, ahora, al verla acostada en ese sofá, con la pacífica expresión que reflejaba su rostro, deseó por primera vez en la vida, ser Harry Potter y poder disfrutar de una sonrisa de ella, esbozada solo para él, Draco Malfoy. Olvidó que Hermione era una sangresucia, olvidó que era la novia de su peor enemigo… y una vez más maldijo la suerte que parecía tener Potter: era famoso, un héroe, una estrella de Quidditch… y también tenía a una chica maravillosa.
¿Qué más le pedía a la vida?
Lo que no acertaba a descubrir, era la razón a esos sentimientos que de pronto afloraban, si nunca antes los había tenido.
Hermione abrió los ojos y sintió los párpados y el cuerpo pesados bajo una cantidad de mantas y capas que tenía encima. No podía recordar con exactitud dónde se hallaba o cuál era la razón, pero ciertamente no estaba en su habitación en la torre de Gryffindor.
Se volvió sobre si misma, hacia un tenue resplandor proveniente de la chimenea y se encontró con Malfoy tranquilamente sentado en un mullido sillón de terciopelo verde, leyendo un libro. Le daba la espalda a fuego y tenía los pies apoyados en una butaca, con un aire tan familiar que la conmovió. Era como estar en la sala de estar de un hogar cualquiera,
- Al fin te despiertas Granger, Potter debe estar muy preocupado por ti, has dormido toda la mañana…- Dijo él con una mirada llena de intenciones, pero con tono amargo.
- ¿Qué hora es?
- Las dos de la tarde.- Draco vio como Hermione se ponía pálida y saltaba del sofá a punto de sufrir un colapso nervioso, frotaba las manos con frenesí y parecía no hallar la manera de salir de eso. – Cálmate ¿Quieres? Te estás volviendo esquizofrénica y me pones nervioso a mí también.
- ¿Por qué me trajiste hasta aquí?- Draco estalló en carcajadas divertidas mientras la aturdida Hermione intentaba comprender qué era lo que sucedía.
- Cómo te lo explico…- Empezó Draco entre risas. – Tú llegaste aquí Granger, cómo lo hiciste, es un completo misterio porque técnicamente este lugar no existe… ahora bien, si fueras tan amable de decirme en que puedo servirte… así regresarás pronto a los brazos de Potter y yo me evitaré un lío.
- El mapa de merodeador- Susurró ella, mirándolo a los ojos: había vuelto a sentarse en el sofá y Draco había hecho a un lado su libro. Sus ojos claros brillaban con un extraña luz amarilla, debido al fuego de la chimenea, eran como los ojos de una serpiente que quisiera hipnotizarla. Sacudió la cabeza para liberarse de su influencia y continuó:
- Llegué gracias a un artefacto de Harry…. Que muestra donde están las personas del colegio.
- Si, pero está oculto
- Tal vez puedas esconder la habitación, pero no la torre y fue en la torre que te vi… burlé tu trampa y a tu princesa… a propósito, la contraseña es muy fácil de descifrar
- ¿Eso crees? En principio no debiste llegar hasta aquí… ¿vas a decirme a qué viniste?
- ¡Ah, si! ¿Recuerdas la semana pasada que nos estrellamos en el corredor?- Draco asintió. – Mis libros… los olvidé y pensé que quizás tú los habías recogido es así, ¿verdad?
- ¿Que si yo los tengo?- Hermione afirmó con la cabeza. – Los tengo, ¿Por qué?
- Son mis cosas de Transformaciones, y las necesito para hacer un trabajo, me las das, ¿por favor?- Draco se levantó y fue directo hacia ella.
- ¿Amas a Potter?- Hermione no esperaba que él le soltara esa pregunta así de pronto, sobre un tema que no le incumbía en absoluto; instintivamente se echó hacia atrás, solo para conseguir que Draco se inclinara más sobre ella, no supo que hacer y él parecía muy ansioso por una respuesta.
-No veo que tenga que ver mi relación con Harry con que tú tengas mis libros…
- Solo necesito saberlo
- ¿Por qué?
- Hermione… solo respóndeme, por favor…- En una sola frase, acababa de oír lo que nunca creyó que podía salir de labios de Malfoy, un "por favor" y su nombre de pila y se oía tan bien pronunciado por Draco. Su tono de voz le suplicaba que le dijera, su mirada usualmente fría y vacía ahora era tan cálida y tan… hermosa.
- Yo… Por supuesto que lo amo, Malfoy y no creo que sea tu asunto… yo solo… déjanos en paz…- Iba a añadir algo más, pero se vio interrumpida por un brusco beso.
Draco se había abalanzado sobre ella, atrapándola contra el respaldo del sofá, besándola tan violentamente que le dolieron los labios y no pudo evitar que las lágrimas escaparan de sus ojos. Él la soltó y antes que la joven se pusiera de pie, lo abofeteó con todas sus fuerzas.
- ¡TE ODIO!- Gimió en el colmo de la ira y salió corriendo.
Se golpeó la frente con la palma de la mano, entendiendo de pronto el terrible error que había cometido; pero no pudo evitarlo, realmente no había querido hacerlo y ella se lo contaría a Potter…. Tal vez no fuera tan malo….
Oyó unos golpecitos en la ventana, como el sonido de un pico en el cristal y supo que era su lechuza, Darkness.
La dejó pasar y desenrolló la carta que le llevaba. Con lentitud siguió cada una de las líneas que le había escrito su madre, su rostro pasó de la sorpresa, al desconcierto y a la ira. Arrugó el pergamino y lo lanzó con fuerza a la chimenea, luego gritó con tanta furia, que darkness salió volando, asustada, por la ventana.
