Este fic tiene personajes salidos de mi propia imaginacion y aclaro que los personajes mencionados de los diversos animes y la saga Harry Potter no me pertenecen, solo los tomos prestados para crear la historia. Muchas gracias por leer.


Capitulo I

Ser famoso o hijo de famoso, en general es una gran ventaja en esta vida; lamentablemente no es mi caso. Que te señalen con el dedo y comiencen a gritar desesperados tu nombre en el medio de la calle es algo totalmente embarazoso, más cuando eres una niña de 11 años y buscas un refugio en el paisaje de las Pirámides de Egipto. Aunque a esa edad ya era algo común para mí, no dejaba de sorprenderme como la gente reaccionaba casi aterrada ante mi mirada o la simple mención de mi nombre o el de mi familia; solo con el tiempo comprendería que esto es signo de respeto y admiración. Más aun, en esa época me parecía algo totalmente novedoso; ahora es simplemente ridículo.

Pensaran, quien es esta chica que habla estupideces sin parar, bueno me llamo Samantha Allyson Potter. Soy hija de James Potter y Lily Evans. Ahora dirán, que tiene de especial esto. Verán con mi hermano Harry somos conocidos por sobrevivir (milagrosamente?) al peor maleficio de nuestro mundo: El Avada Kedabra. Perdimos a nuestros padres cuando intentaron protegernos de Lord Voldemort y me separe de mi querido hermanito Harry cuando, lo que quedaba de mi familia decidió que lo mejor para los dos era separarnos. Claro que en ese tiempo yo no tenía noción del porque separarme de mi hermano cuando apenas era un bebe, sin embargo, con el tiempo me explicaron que podía herirlo, y aun peor matarlo. Esta peculiar característica de ser mitad humano y mitad vampiro está conmigo desde que tengo memoria, por lo que el pobre de Harry seria mucho más vulnerable a que yo lo mate que el propio Voldemort cuando, al querer matarnos, movió la ficha fundamental que marcaría mi destino para siempre.

En fin, por mi propia seguridad, estuve un tiempo como interna en el orfanato Sunrise, donde conocí a dos muchachos maravillosos: Seto y Mokuba. Con ellos compartí dos años hermosos, hasta que un hombre llamado Gozaburo Kaiba los adopto. Estuvo a punto de adoptarme a mí también, de no ser porque cierto ángel llamado Bulma me salvo de las "garras del dragón" para incluirme en su familia, solo por un momento. Pero eso es otra historia.

En fin, desde los 7 hasta los 11 años viví con mi Tía Susan Potter (más conocida como Fil-Fil, que en idioma árabe significa pimienta) y con mi primo Ewan, en el hermoso país de Egipto, que me demostró que hasta los fenómenos como yo podemos tener una segunda oportunidad. Era el día 25 de Agosto, día en el que yo cumplía 11 años. Recuerdo que ese día Fil-Fil estaba rara; corría de un lado a otro de la casa sin explicación alguna, demasiado exaltado como para dirigirnos la palabra a Ewan y a mí. Nosotros, sin avisar nos fuimos a caminar por el desierto y jugar con nuestro equipo de arqueología, para matar el tiempo. Además, recuerdo que ese día solamente mi primo se había acordado de mi cumpleaños ni Fil-Fil y ningún otro familiar me había felicitado por haber vivido un año más.

Por dónde iba? a sí, mi equipo de arqueología (que solo tenía un pincel viejo y una red de pescar). Ese día nos acercamos a un templo abandonado cerca de la casa. Al llegar comenzamos a revisar el templo y decidimos que lo mejor sería comenzar a descubrir el piso del santuario. Empezamos a quitar la tierra del piso imitando a los arqueólogos que miles de veces vimos en la arena luchando por conseguir un pequeño trozo de cerámica. Ewan cantaba una canción alegre mientras decía que esto era una pérdida de tiempo, copiando fielmente a un amigo de su madre. Yo reía a carcajadas mientras miraba la inerte baldosa del templo. Pasaron algunos minutos hasta que un resplandor llamo mi atención en uno de los miles de pasillos de aquel edificio. Absorta, deje a Ewan y seguí esa luz brillante sin importarme el mundo que me rodeaba. Continúe caminando lentamente hasta que llegue a una gran habitación recubierta hasta el más mínimo detalle por el más fino oro que podía encontrar en aquel lugar. Todas las paredes tenían inscripciones jeroglíficas que entendía perfectamente (otra de mis habilidades es leer aquel idioma extraño). El brillo provenía de una joya enorme, la más grande que he visto hasta ahora: era una piedra azul oscura colocada sobre una mesa de oro. Temerosa, me acerque hacia la piedra, cuando vi una figura detrás de mí. Rápidamente gire y me encontré con una muchacha de cabellera blanca como la nieve y ojos azules como el mar. Ella se acercó a mí y con un gesto seguro me indico que colocara mi mano en la piedra. Sin embargo no lo hice porque Ewan me interrumpió diciendo:

-Oh!, este lugar es inmenso! como lo encontraste Sammy? esto es oro?

-Claro que es oro tonto. Mira esto, es la piedra más grande que vi- le respondí señalándole la roca- no crees que deberíamos decirle a fil-fil sobre esto?

-Y decirle que nos fuimos sin su permiso? estás loca? quieres que nos deje sin cena?

-Yo sigo pensando que deberíamos decirle.-Sin dudarlo me dirigí a la salida en dirección a mi casa, con Ewan pegado a mis talones.

Cuando llegue encontré que Fil-Fil estaba en la puerta de la casa, de brazos cruzados y con cara de pocos amigos. Detrás mío escuche que mi primo susurraba una y mil excusas. Yo por mi parte decidí mantenerme calmada y afrontar mi error, porque a fin de cuentas fue mi culpa que no le pudiera avisarle que nos íbamos.

-Se puede saber dónde estaban ustedes dos?- dijo ella frunciendo los labios y en tono de regaño

-Antes de que nos digas algo tía, fuimos al templo que está aquí derecho solo a jugar con los pinceles. Quise avisarte pero estabas tan ocupada que no quise interrumpirte.

Ella solo suspiro resignada y nos dijo que fuéramos adentro. Cuando entré me encontré con un panorama totalmente distinto. Todo el living estaba decorado con globos rosas y azules flotaban en el aire y un cartel de luces de colores con la inscripción "Feliz Cumpleaños Sam!". En el living se encontraban todas aquellas personas que quería: Sirius, Remus, Bulma con su hijo y mi mejor amigo Trunks, mi tía Sarah y mis primos Matthias y Abigail. Fil-Fil me miraba con una sonrisa enorme en el rostro y me pregunto cariñosamente:

-Realmente pensaste que había olvidado esta fecha verdad?

-Si tía, pensé que lo habías olvidado, pero esto es maravilloso. Eres la mejor tía del mundo!- le respondí dándole un abrazo.

-Aún falta lo mejor- dijo mi tía Sarah alegremente- feliz cumpleaños pequeña - agrego dándome un enorme paquete y un beso en mi frente.

-Es verdad- combinaron Remus y Sirius dándome otro paquete.

-Espero que te guste- expreso Trunks con un leve sonrojo en sus mejillas mientras que Bulma me daba un paquete cuadrado.

Muchos de los regalos fueron objetos del mundo mágico, a excepción de un estuche de arqueología profesional que me obsequio Trunks. Claro que a esa edad entendía perfectamente lo que era la magia ya que vivir con Fil-Fil denotaba vivir rodeada de un mundo de magia constante y comprendía todo lo que esta conllevaba; aunque había pequeñas partes que no entendía a esa época. Sin embargo, cuando vi una lechuza entrar por la ventana y se dirigió directamente hacia mí, me descoloco por completo. Aunque eso no fue nada comparado a lo que vi un segundo después: en mi mano tenía una carta con mi nombre y el sello del más famoso colegio de magia del mundo.