¡Hola! Hace tiempo quería primero, escribir una historia para publicar en esta página y bueno, probar suerte acá. Segundo, cumplir con eso jaja. Como se describe en el sumario, esta historia contiene Amourshipping, pero no por eso quiere decir que menosprecie alguna que otra pareja que no sea esta. Realmente no es algo de lo que sea partidario.
La historia básicamente será en primera persona, desde el punto de vista de Serena. Es la primera vez que pruebo este estilo, así que si hay alguna incoherencia espero sepan disculpar jaja.
En fin, a los que le gusta esta pareja espero les agrade y a los que no y se tomaron el tiempo en entrar y en leer de qué se trata, les agradezco y ojalá lo disfruten tanto como a mí me lo provocó escribirlo.
Sin más, los dejo con la historia.
Abrí la ventana de la habitación que temporalmente ocupaba resignada. Era un hecho que el sueño iba a ser muy esquivo para mí esta noche. Una vez abierta, me esforcé para sentarme en el marco y recostarme allí mirando el horizonte. Hacía muchos años que no veía esta región, la de Kanto, y ciertamente no recordaba que fuera tan hermosa. Principalmente este pueblo, llamado Paleta, donde hace 8 años vine con mi madre de vacaciones. Aquella vez solamente vinimos porque ella quería mantenerse alejada de Kalos, gracias a mi padre supongo.
En aquel momento, mi madre me dijo que eligió este lugar por lo que ahora, estando aquí unos años más tarde, entiendo. Es un sitio muy tranquilo y claro, muy lejos de nuestro hogar. Digo que ahora lo comprendo porque cuando era niña no lo veía del mismo modo, la idea de haberme ido a miles de kilómetros de mi casa no era algo que me hacía sonreír. Sin contar el hecho de la dificultad que siempre tuve de poder sociabilizar. Ya de por sí en Pueblo Vaniville me costó hacer amigos, estar unas semanas en otro sitio y poder encontrar chicos con los cuales jugar iba a ser una odisea para mí. Mi madre pareció pensar lo mismo y por eso tuvo la "genial" idea de anotarme en aquel campamento de verano que brindaba el profesor Oak, un importante investigador, en los terrenos contiguos a su laboratorio una vez al año.
Con los años fui aprendiendo que muchas cosas pueden cambiar, como las personas, las relaciones, las cosas que uno tiene… pero también, para mi opinión, el significado de las palabras. Un claro ejemplo fue mi respuesta a mi madre cuando me comentó que me anotó a esa actividad de verano. Mi contestación fue un "genial" lleno de sarcasmo, todo el que una niña de 7 años pudiera comprender y usar a su favor. Tiempo después esa misma palabra sé que no tendría el mismo significado.
A los dos días fui a ese campamento pero con una negación tal que todo aquel ser que se acercaba a mi sentía que lo iba a volver más amargado y ácido que un limón. El campamento constaba de sólo 3 días, que justamente completaban los días que nos quedaban a mí y a mi madre en la región Kanto. 3 días, parece poco, ¿no? Claro que sí, pero para mí fueron una eternidad. Debo admitir, por otro lado, que algunas de las chicas del grupo, que no superábamos las 30 personas, intentaban congeniar conmigo, pero mi negación era tal que las espantaba como si hubieran visto un Haunter asustándolas en las noches mientras duermen.
Al ser un grupo chico, llegué a ver y a deducir, sí, deducir, cómo sería cada uno de ellos. Era lo más que podía hacer sabiendo que no podía hablar con ninguno. Todos parecían normales, nada llamativos, salvo por 3 personas. El nieto del famoso investigador, Gary, ese chico sí que era un presumido. Luego, había una chica, llamada Leaf. Fue quizás, de las chicas que me hablaron, la que menos rechazo le causó mi poca sociabilidad. Era bastante linda y simpática. Me contó un poco cómo era todo en el campamento y me relató un poco su vida, diciéndome que era nativa de ese pueblo y que era su tercera vez en este espacio recreativo. La tercera persona fue, precisamente, alguien al que no le había prestado atención pero que ella me hizo notar. Era un chico de cabello todo alborotado, azabache, con una musculosa color naranja y unos shorts azules. Me comentó que era uno de sus mejores amigos, pero cuando iba a decirme su nombre el famoso investigador Oak nos llamó para la última actividad del campamento, sí, la última. Fui tan afortunada que cuando por fin conseguía hablar con alguien, era el último día y ya después de esto incluso ya me volvía para Kalos. Bien.
La actividad no era difícil, pero no por eso significaba que tuviera ganas de hacerla. El profesor nos explicó que, para conocer más de los Pokemon del lugar, liberaría 3 de los suyos en el bosque para que cada uno de nosotros, primero lo observara en su hábitat y lo traiga de nuevo hacía él. Luego de decir eso, sacó 3 pokebolas y las arrojó al aire liberando a los que serían nuestros objetivos. Uno era una especie de oruga color marrón y con un cuerno en su cabeza, nunca en mi vida había visto algo así. El profesor lo presentó como un Weedle. Había notado que era la única que no lo conocía. En Kalos quizás había, pero yo no había visto ninguno. Posteriormente liberó otra oruga, esta vez verde y con unos ojos bastante grandes, llamada Caterpie. Me había sentido aliviada en ese momento, a aquel pequeño sí lo había visto antes, aunque no a el último. Era extraño, era una criatura redonda, con una especie de espiral en su estómago y una cola en forma de pluma, que respondía al nombre de Poliwag.
Ya presentados, los 3 a su forma, se adentraron en el bosque y pasados unos minutos fuimos nosotros. Calculé que lo mejor era quedarme cerca de dónde debíamos volver para terminar con esa tarea rápido, total, solamente 3 de nosotros conseguirían quedarse con aquellos Pokemon. Había pensado que era una buena idea hasta que cuando quise volver me perdí. Lo sé, fue estúpido, pero pasó, me perdí en menos de 10 minutos y tardé, lo que para mí fueron horas en reconocer algún árbol o arbusto que me diera a entender que estaba cerca de mi destino. Para peor, no había rastro alguno de mis compañeros.
Recuerdo haber pensado, para tranquilizarme, que nada podía ser peor que eso. Error. Desesperada gritando por ayuda, asustada, me tropecé y me lastimé la pierna. Bien por mí.
Acto seguido, maldiciéndome internamente por ser tan tonta, escuché que en los arbustos algo se movía. Grande fue mi sorpresa al ver a uno de los Pokemon del profesor Oak, Poliwag, salir de los mismos e irse rápidamente hasta perderse de vista. Aterrada, sollocé pidiendo por mi madre, más cuando escuché que otro sonido provenía del mismo arbusto. Maldiciendo por haber venido al campamento, esperé que llegue el momento en que alguna criatura me mate. Cerré los ojos esperando lo peor pero la voz de una persona habló. Recuerdo todo lo que pasó aquel verano de una manera vaga, hay muchos detalles que seguramente olvidé, pero ese momento me lo acuerdo de una forma muy clara.
Aún sonrío con recordar aquel gesto. Como con ese gesto infantil pero tierno intentó que mi dolor se fuera como por arte de magia. Como me motivó a incorporarme, como con esa frase, "nunca te rindas hasta el final" prácticamente marcó ese día y todos los posteriores hasta el de hoy de mi vida. Esas ganas y energías que tenía en ese momento y cómo de una forma caballerosa me acompañó de nuevo a donde estaban todos. Mi cabeza en ese momento estaba a mil por hora, no podía pensar con claridad, sólo quería que su mano nunca soltara la mía. Pero lamentablemente lo hizo.
Cuando llegamos, una señora joven de cabello castaño que supuse era su madre lo llamó. Él, muy obediente, le dijo que iba enseguida. Se despidió deseándome que me recuperara pronto. No pude emitir palabra alguna en ese momento. Quise decirle que esperara, que quería agradecerle, o, no sé, cualquier cosa, que viniera conmigo a Kalos. Simplemente que no se fuera, pero lo hizo. Cuando volví en sí quise seguirlo, pero mi madre sujetó mi mano diciéndome que era hora de irnos. Me lo dijo con una sonrisa comprensiva, suponiendo que con lo que me había costado adaptarme a ese lugar debería estar feliz de volver a casa. Lo equivocada que estabas, mamá.
Un ruido en la habitación me hizo regresar al presente. Miré hacia dónde provenía y observé a Fennekin con una cesta de mimbre en la cabeza. Sonreí al ver eso, era obvio que mi Pokemon pensó que allí tenía algún bocado para ella, como siempre hago, aunque esta vez no era el caso, estaba vacía. De todas formas agradecí el hecho de volver al presente, no era precisamente fanática de vivir en la nostalgia, pero era normal que estar de nuevo en Pueblo Paleta y, precisamente en la habitación de invitados del chico que reconozco, fue el primero por el que sentí algo más que amistad, me provoque eso. Eso y un claro insomnio que no me dejaba tranquila, y mucho menos el hecho que mañana era la fiesta de él por su participación en la liga de mi región natal.
Me ponía nerviosa el hecho de saber que mi visita, de momento, era temporal. Sea lo que él haga era seguro que se quedaba aquí o iba hacía alguna nueva región, como hizo toda su vida según me contó su madre, Delia. Arceus bendiga a esa mujer, apenas llegué me recibió de la mejor manera y, por si fuera poco, entendió como me siento. No es tonto ni loco pensar que si, teniendo 7 años me hablaban de él y me sonrojaba, después de encontrarme con él, en mi adolescencia y viajando con él un año entero, la palabra gustar para referirse de mis sentimientos hacía él quedaba corta. Ella, dándose cuenta de eso me habló y me dijo que le parecía muy tierno que esté interesada en su hijo, y que, aunque sepa que es el más despistado del planeta con respecto al amor, no me sienta mal y que si, así lo quería, intentara. Según me decía ella, para su opinión, solamente necesitaba un pequeño empujón para ser consciente del tema. Me acuerdo que cuando me dijo la miré divertida, con lo que había visto que era él de despistado con esos temas, más que un empujón necesitaría uno o dos cachetazos de un Snorlax.
En fin, aquí estoy, sentada desde hace horas recordando y recordando, tratando de poder saber qué hacer con esto. Existe la posibilidad que no lo vea nunca más una vez que termine la fiesta, estaremos muy lejos y no estoy segura de que venga a visitarme. Tal vez…
-¿Serena?- escuché una voz algo ronca que me llamaba. Miré hacia dónde provenía y noté que en el marco de la puerta estaba la razón de mi desvelo.
-¿Si?- traté de sonar lo más casual posible, pero estaba realmente sorprendida que siendo las quién sabe qué horas de la noche esté en la puerta de mi habitación. Bueno, su habitación.
-¿No puedes dormir?- me preguntó. No pude dejar de pensar en lo irónico que era que la razón por la cual el sueño me era esquivo me pregunte porque no podía dormir.
-Mmm… no, lo siento- me disculpé. Noté que estaba preocupado, y supongo era la reacción normal de uno después de ver a uno de tus amigos mirando el horizonte por horas sin emitir palabra. Amigos… sí que me duele esa palabra refiriéndome a él.
-Necesitas dormir un poco, mañana va a ser un día muy largo- Me dijo acercándose a mí y poniendo su mano derecha en mi hombro, tratando de animarme-. No sé si algo te ocurra, pero sabes que cualquier cosa puedes contar conmigo.
Sonreí débilmente, hasta en altas horas de la noche, mi querido despistado siempre se preocupaba por las personas que aprecia.
-Gracias, estoy bien, no te preocupes- le contesté mirándolo fijamente a los ojos tratando de demostrar sinceridad- ¡Mañana tenemos que celebrar lo bien que estuviste en la liga Kalos!
Noté que él arqueó una ceja escéptico. Traté de corregirme.
- Digo, ¡no cualquiera llega a la final!- exclamé intentando ser lo más entusiasta posible. Sabía que él estaba muy conforme por el rendimiento de sus Pokemon, pero estando tan cerca de cumplir su sueño, es frustrante quedarse en la puerta.
-Lo sé, lo sé- dijo soltando una pequeña risa que me pareció muy tierna-. Me hubiera gustado ganar, obviamente, pero aquel chico y su mega Garchomp eran muy fuertes.
Dicho esto sacó su mano de mi hombro, cosa que lamenté.
-Será mejor que descanses un poco Serena- me dijo dirigiéndose a la puerta. Pensé que se iría así sin más pero antes de irse se volteó-. No sé qué sea que te tenga así, pero no creo que nada merezca tener a mi amiga con insomnio mirando por la ventana, nada ni nadie- me dijo serio pero con tranquilidad, dándome a entender que para su opinión, no había razón alguna para que no sonría- ¡Buenas noches!
Dicho lo último con una sonrisa radiante cerró lentamente la puerta y se fue. Salí del marco, cerré la ventana y me dirigí a la cama. En mi cabeza resonaban las últimas palabras que él me dijo.
"…nada ni nadie"
Una vez más, era irónico que el causante de mi confusión me diga eso. Ya acostada sentí que los párpados me pesaban toneladas, parece que la visita de él me tranquilizó bastante, por más dudas e incertidumbre que aún tenga. Quizás no lo sepa pero para mí hay un alguien que merece que esté así.
-Ash…- murmuré antes de caer rendida al sueño.
Muchas veces maldigo internamente lo despistada que soy a veces. No lo exteriorizo mucho y capaz eso a veces me hace ver como una chica muy sensible y tranquila, que quizás lo sea, pero esto no viene al caso. Si bien anoche cerré la ventana, olvidé hacer lo mismo con las cortinas y los rayos de sol matutino dieron de lleno en mi rostro impidiéndome seguir descansando. Intenté volver a hacerlo cerrando las mismas, impidiendo que nada del exterior vuelva a molestarme, pero conciliar el sueño nuevamente se me hizo imposible.
Me levanté resignada, el día de por sí había empezado mal. Me dirigí al baño a lavarme la cara y los dientes. Observé en el espejo, mientras hacía todo, mi rostro. Bajo mis ojos noté unas pronunciadas ojeras, producto de no haber descansado de manera correcta. Miré también mi pelo, color miel como le dice mi madre e incluso Ash ha llegado de mencionarlo, todo enredado. Iba a tardar en arreglarlo. Aun sabiendo que quizás no sería el mejor de los días, quería lucir lo más bonita posible. Sea lo que sea que pase hoy, lo iba a afrontar con la mejor de las caras.
-Serena, linda- escuché una voz que provenía del otro lado de la puerta. Era Delia, la madre de Ash. No dejaba de parecerme tierno el trato que tenía con todos.- En una hora tenemos que estar en el laboratorio del profesor, espero estés despierta.
Me acerqué a la puerta y la abrí para encontrarme cara a cara con la progenitora del amor de mi infancia.
-Señora Ketchum, ¡Muy buenos días!-le dije con la sonrisa más grande que pude. Esta señora lo merecía.
Noté que me quiso contestar con el mismo gesto, pero se detuvo unos segundos a observarme detenidamente. Sabía lo que iba a comentar, es decir, mi pijama no tenía nada de especial ni llamativo, pero sí lo era el hecho de mi rostro luego de no dormir bien anoche, no era el mejor.
-¿Qué te pasó querida?-me preguntó notablemente preocupada.
-Oh, no es nada. Sólo no pude dormir bien anoche.
-¿Estás nerviosa por hoy?- me preguntó. Abrí los ojos incrédula, dio justo en el clavo. La señora Ketchum sonrió al ver mi gesto, parecía complacida por haber sido asertiva con esto.
-Algo…-atiné a contestar no estando segura de qué contestarle.
-Mira querida, no estoy segura qué decida hacer mi hijo luego de la fiesta, normalmente suele decirme al día siguiente que quiere irse a una región nueva, una a la cual como las últimas 3 jamás en mi vida escuché- se sinceró la adulta castaña. Entró a la habitación que ocupo y se sentó en la cama aún deshecha en la cual dormí, o al menos eso intenté hacer-. Si te sirve de algo, aún no me ha dicho nada.
No era algo que precisamente me tranquilizara, pero bueno, era un avance. Era claro que la madre de Ash intentaba ayudarme, así que no me pareció mala idea sincerarme.
-Bueno… la cosa es que se vaya o no a otra región- comencé nerviosa aún en la entrada de mi habitación, esquivando la mirada de Delia-, yo debo volver a Kalos y sé que él no va a volver a ir allí…- suspiré resignada, esperando retomar un poco de aire antes de seguir- ya mucho me costó que mi madre me autorizara a venir hasta aquí sola con él.
Noté que Delia me miraba con una tenue sonrisa. Una parte dentro mío sabía que mis miedos y preocupaciones quizás para alguien de su madurez y experiencia, no eran más que una tontería, pero aun así estaba allí mismo, intentando ayudarme.
-Eso se puede hablar querida- me contestó levantándose de la cama, comenzando a hacerla. Quise acercarme a ayudarla pero con una mano me hizo la seña de que no me molestara-, hasta incluso yo puedo conversar con tu madre, lo importante es que le digas a mi hijo que realmente, haga lo que él decida hacer- prosiguió terminando de hacer la cama en un tiempo que consideré digno de un Guiness- quieres seguir viajando con él y bueno- hizo una leve pausa mientras se acercaba a mí, con su mano derecha rozando mi mejilla, haciendo una leve caricia-, cuando te sientas lista expresar lo que sientes y vienes acumulando hace tiempo.
Sonreí abiertamente ante aquel gesto. De alguna forma expresar mis temores y hablarlo me hizo sentirme más liviana, como si me hubieran sacado no uno, sino miles de Snorlax y Wailord de encima.
-Gracias señora Ketchum.
-De nada querida- me contestó sonriendo.-ponte lo más linda y cómoda que quieras y nos vemos en una hora abajo- Se dirigió a la puerta y emulando a su hijo la noche anterior, se volteó- y ya te dije, puedes llamarme Delia.
Dicho esto, se retiró de la habitación.
-Gracias Delia…-murmuré hacía mí, esperando también algún día poder llamarla suegra.
Dos horas pasaron como si nada y ya estábamos todos reunidos en el laboratorio del Profesor Oak. Me asombré de sobremanera al ver que el lugar que una vez visité de niña seguía casi igual que la última vez. La única diferencia visible eran los adornos que cubrían e intentaban darle un ambiente de lo más festivo al lugar.
De momento, hasta que Ash, Clemont y Bonnie llegaran preferí quedarme sentada en una silla algo aislada del resto, situación similar a hace años atrás, supongo. Por más que los que ya estaban me saludaron de una manera muy cordial e incluso charlaran conmigo, opté por esperar tranquila el momento en que el joven y principal estrella de esta fiesta llegue.
-¿Serena?- escuché que me llamaba una voz muy dulce.
Volteé y vi, cercana a mí a una joven castaña. La misma tenía un vestido sencillo color celeste, el cual resaltaba mucho sus ojos azules. Me miraba muy sonriente.
-Dime May-le contesté lo más simpático que pude. No merecía menos, tanto ella como el resto de los amigos de Ash fueron muy amables conmigo por muy tímida que me mostré.
-¿Por qué estás aquí tan sola?- preguntó extrañada- ven con los demás, vamos a divertirnos mientras esperamos que Ash venga del aeropuerto con Lemon y Bonnie.
-Clemont-la corregí riendo un poco, en sí el nombre de mi amigo era algo extraño.
-Ups, lo siento-se disculpó la castaña. Acto seguido me sujetó suavemente del brazo ayudándome a incorporarme.
No opuse resistencia y me incorporé para quedar a la misma altura de ella. De pronto, una cuestión pasó por mi cabeza, así que quise aprovechar el momento.
-May-la llamé- antes de eso, ¿Puedo preguntarte algo?
-¡Claro!
-… Una…-lo intenté, pero las palabras no salían de mi boca. May me miraba algo extrañaba.-… vez que… Ash y tú dejaron de viajar juntos… ¿Volvieron a verse?
May arqueó una ceja, ciertamente puedo decir que no esperaba una pregunta así.
-Bueno… sí, una vez en Sinooh- me contestó, haciendo un evidente esfuerzo por recordar- por unos días, después no, salvo alguna que otra llamada pero ahora lo volvería a ver luego de 2 años-concluyó mientras seguía con una mano en su barbilla, en una postura que denotaba que la castaña oriunda de Hoenn estaba haciendo un intento por no dejar detalle alguno suelto.
Mi corazón sintió que se achicaba de golpe. Es decir, que sino viajaba con Ash nuevamente, ¿No lo vería prácticamente nada?
May pareció ver de alguna forma mi sufrimiento interno, aunque no sabiendo el motivo puedo deducir. La noté intentando formular una acotación para hacerme sentir mejor.
-… Serena, igual, fue así conmigo, Dawn, Misty… y Eris- noté que a esta última chica no parecía conocerla del todo. Primero porque se equivocó con su nombre como con Clemont, y después porque parecía algo normal, siendo que ni siquiera hoy iba a poder conocer a la compañera de Ash por la región de Unova porque la misma no pudo asistir.
-Iris, May-la corregí, sonriendo nuevamente. De alguna forma a pesar de estar angustiada internamente me parecían tiernos sus errores.
-Lo siento de nuevo-se disculpó mirando al suelo, apenada.
-No pasa nada, puede pasar- quise animarla. En cierto modo agradecía que sus errores con los nombres no me afectaran, ya veía que me terminara llamando Sirena…
Volviendo a lo importante, recapitulando lo que May dijo, mi corazón acabó por hacerse pequeño. No sólo sino viajaba con él, iba a verlo quizás una vez en uno o dos años, sino que existía la posibilidad que en la nueva región que vaya conozca alguna compañera nueva, no tan tonta como yo, que consiga conquistarlo y allí si lo perdería para siempre.
Observé que May me veía pasarla mal e intentó confortarme con un pequeño y corto abrazo. Cosa que me sorprendió sabiendo que no me conoce mucho, pero que agradecí de todos modos, lo necesitaba.
-No sé qué te afecte Sirena, pero por lo poco que te conozco me pareces muy buena persona y siendo que eres amiga de Ash, eres mía también, así que ya sabes- me dijo guiñándome el ojo- ahora vamos, ven a despejarte un poco- dicho esto me arrastró del brazo hacía los demás que parecían estar pasándola en grande.
Nuevamente no opuse resistencia y me dejé llevar, quizás necesite despejarme… un momento, ¿Me dijo Sirena?
Media hora según mi reloj pasó de mi charla con May. Ese tiempo fue el que pasó antes de que llegara Ash, junto con Clemont y Bonnie del aeropuerto y la fiesta empezara realmente. Venía vestido igual que como lo hizo en nuestro viaje por Kalos. Parecía evidente que a él no le preocupaba mucho el vestirse diferente o no para un evento. Yo, por otra parte, no pensé lo mismo. Después de todo, traje uno de mis mejores vestidos de mi guardarropa para usarlo hoy, aunque sólo fuera sencillo sin mucho detalle, me parecía de los mejores que tenía. Y obviamente, de color rosa, siendo éste mi color favorito. El único detalle es que los tacos me estaban matando, una de las pocas cosas que odio de ser mujer.
La tarde pasó tranquila gracias a Clemont y especialmente Bonnie. A pesar de ser joven, fue lo que cualquiera chica hubiese querido en su hermana menor. Más allá de sus travesuras, fue una gran compañera y, cuando en cierto momento de nuestro viaje descubrió mis sentimientos por el chico de Kanto supo acompañarme en todo momento.
De pronto, el profesor Oak llamó a Ash a que dijera algunas palabras. Todos hicimos un círculo en su alrededor, tanto humanos como Pokemon. Me sorprendió en ese momento ver cuantos amigos había hecho Ash en sus viajes, y todos los Pokemon que poseía. Percibí que estaba algo nervioso, más allá de ser lo arriesgado que es y de a veces no ser consciente de las consecuencias de sus actos, ahora parecía estar nervioso de decir unas palabras en frente de lo que él consideraba, desde su madre hasta su Talonflame, su familia.
Nos agradeció a todos por haber asistido y empezó a contar sus sensaciones en la liga. Escuché atentamente cada palabra aunque ya me supiera todos los hechos de memoria. En un momento, para mi sorpresa, empezó a relatar su encuentro de cuartos de final, frente a uno de mis amigos de la infancia, Tierno. Dijo que sintió que en la última batalla perdería, cuando el Goodra de mi amigo casi deja inconsciente a Pikachu, pero que en ese momento escuchó mi grito, a viva voz, que no se rindiera hasta el final, y que eso le dio las energías necesarias para seguir. Oír eso por poco me derrumba y hace que me desmaye. Recordé que en ese momento no fui consciente de lo fuerte que grité esas palabras, poco me importó, no quería verlo perder, aunque fuera contra uno de mis amigos de mi pueblo natal. Me miró a los ojos enfrente de todos y me agradeció. Debo admitir que hice esfuerzos sobrehumanos para contener las lágrimas de emoción y, a su vez, de tristeza, porque esto sólo lograba que la idea de no verlo más me angustiara el doble que antes.
Logré pasar la situación y la charla grupal siguió con naturalidad, hasta que pasó lo que temía. Ash anunció que Gary le comentó de una nueva región, llamada Ore, si mal no escuché. De nuevo, mi pobre corazón sentía que no daba más. Me sentía rara en aquel momento, todos sin excepción alguna vitoreaban el anuncio de él. Yo por mi lado sentía que el mundo se me derrumbaba y que mis temores cobraban fuerza. No pude observar a Delia en aquel momento, pero dentro mío podía sentir que aparte de la tristeza que podía sentir por saber que su hijo partiría de nuevo, también se sentía mal por mí, después de todo, nuestra charla temprano a la mañana giró en torno a ello.
De pronto uno de sus amigos, sino mal recuerdo llamado Tracey, propuso que todos le diéramos unas palabras de despedida y apoyo a Ash para desearle un muy buen viaje. Internamente maté a aquel muchacho más veces de las que pensaría podría hacerlo, haciendo quedar a varios asesinos seriales como infantes de jardín. Lo único que necesitaba era hablarle enfrente de todos, ni siquiera sabría qué decirle estando sola.
La ronda arrancó con su pelirroja amiga Misty, que le recordó lo desconsiderado que era con su madre por irse nuevamente al día posterior en un tono serio pero a la vez juguetón, cosa que hizo reír a todos los presentes. Uno por uno fueron pasando hasta que luego de que Bonnie le deseara lo mejor, llegó mi turno. Tuve varios momentos vergonzosos en mi vida, pero claramente hablar delante de todos ellos y frente a él, no sabiendo qué decir, se estaba quedando con el primer puesto, sin dudas.
Dirigió su mirada hacía la mía, sonriendo, esperando deseoso qué es lo que saldría de mis labios. Al principio intenté, realmente lo hice, pero nada salía. Lo único que pasaba por mi mente eran las palabras de su madre, de May, de saber que todas sus compañeras de viajes fueron eso. Con cada una habrá tenido sus momentos, sus alegrías, sus sentimientos, y que nada, ella sería lo mismo… una más, sólo eso.
Temblando como una hoja, o peor miré que los invitados de la fiesta, e incluso Ash, me miraban preocupados. No tenía que ser una genio para saber por qué, cuando sentí caer por mis mejillas furiosas lágrimas que pedían salir desde hacía tiempo. Intentando contener el llanto y viendo que Ash se dirigía hacia mí para supongo intentar averiguar saber qué me pasaba, emprendí, con tacos y vestido incluidos una huida digna de una telenovela de bajo presupuesto hacía el bosque en el que una vez, siendo niña, me perdí.
-¡SERENA!- escuché claro y fuerte el grito de Ash intentando alcanzarme, pero lo ignoré completamente.
Corrí, corrí y corrí. Hasta que en cierto momento, como era de suponerse, mi vestimenta me traicionó y me caí de forma estrepitosa contra el suelo, cubriéndome por completo de polvo y, como agregado, torciéndome el tobillo.
-Genial, otra vez perdida en este bosque y lastimada, la vida no deja de sonreírme- bufé resignada, secándome las ya pocas lágrimas que me quedaban con la yema de los dedos.
No podía dejar de maldecirme. Había estado toda la noche pensando en dar lo mejor de mí misma pasara lo que pasara. ¿Para qué? Para huir como cobarde a la primera mala noticia, genial Serena, simplemente genial. Pequeñas lágrimas volvieron a salir y correr libremente por mi rostro, me sentía una tonta.
Escuché un movimiento cercano en uno de los arbustos, pero poco me importó, a diferencia de lo que venga ahora, sea un Pokemon o una persona, no me interesaba, quería estar sola, y si lo necesitaba, ordenaría a mi Fennekin que rostice a lo que sea con un lanzallamas…
-Cierto, lo dejé en la fiesta… ¡Ahh, soy una tonta!- exclamé ya resignada de la mala suerte que tenía.
-No, eso no es verdad- una voz atrás mío me sobresaltó. No, no podía ser él.
Miré hacia atrás y en efecto, era su amigo de su infancia, su salvador, en el mismo lugar y sitio donde hace 8 años había llegado a su vida.
-Ash…
-¿Puedes decirme qué te pasa, Serena?-me dijo acercándose y para sorpresa mía, dándome un leve pero para mí, significativo abrazo- me tienes preocupado enserio, dime, ¿Qué puedo hacer para hacerte sentir mejor? ¿Acaso alguien te lastimó?- me dijo apretando fuertemente sus nudillos, supongo para golpear al que fuere que me hubiera lastimado.
-No Ash, la tonta soy yo- le comenté separándome un poco de él y observándolo a los ojos. Era hora de tomar al Tauros por los cuernos. Sea lo que sea que dijera el nativo de Pueblo Paleta, sería todo mejor que estar lastimada, sola en el bosque, cubierta de polvo y llorando como una niña- yo me compliqué sola.
-¿Cómo?- Me preguntó extrañado.
-Verás… el motivo del que esté así, es por ti- Dije tomándolo por sorpresa.
Realmente no se esperaba eso. Después de una leve pausa, seguí.
-Me sentía mal porque nuestro viaje terminó y bueno, sabía que esta fiesta y todo, sería la última vez que te vería en mucho tiempo, dado que yo tengo que volver a Kalos y bueno, siguiendo como te has estado manejando, seguro irías a otra región- suspiré un poco antes de seguir- como pasó- Podía ver a Ash mirándome atentamente, intentando comprender a dónde estaba queriendo llegar-. Y bueno, también viendo que ninguna de las chicas que te acompañaron siguieron contigo después, bueno, me… me…-siendo sincera, no sabía cómo decirle el hecho de que me iba a causar muchos celos que conozca a otra chica en la nueva región, puede que Ash sea despistado, pero no idiota.
-Espera- Me cortó él. Agradecí que lo hiciera, aunque lo pensara, Bonnie ganaría la liga en Kalos antes de que supiera qué decirle.- No es algo como que cada vez que viajo a otra región… cambio de amigos o algo así- intentó explicarse- simplemente fueron cosas que sucedieron, por ejemplo, Misty me acompañó en Kanto, las islas naranja y Jotho- me comentó usando sus dedos para ayudarse a enumerar los lugares- sino seguimos viajando fue porque tenía que hacerse cargo del gimnasio de Ciudad Celeste- sentenció- May, Dawn tenían que tomar caminos diferentes para seguir sus sueños como coordinadoras, lo mismo con Iris en ser la mejor entrenadora de Pokemon tipo dragón- finalizó con una sonrisa, intentando que yo haga lo mismo.- así que… si el problema es que piensas que no podremos viajar juntos, vamos a cambiar eso- se incorporó y me ofreció la mano para hacer lo mismo.
Sí, igual que hace 8 años.
-¿De qué manera?- Pregunté inocentemente. Ansiaba saber la respuesta de él.
-Fácil, no importa qué pase o qué es lo que tengamos que afrontar, pero Serena, ¡Me vas a acompañar por la región Ore!
Al oír eso, el corazón me hizo un vuelco, esta vez de manera contraria al resto del día. Una sonrisa como pocas veces antes se dibujó en mi rostro. Levanté la mirada y sonriente acepté su mano y me incorporé como en aquel momento. La única diferencia es que ésta vez el abrazo que se formó entre nosotros fue real y más fuerte, provocado más por mí que por él. Algo entendible sabiendo la inexperiencia de Ash en este tipo de circunstancias. Cuando nos separamos lo miré fijamente a los ojos, realmente ya nada me importaba, incluso el dolor en mi tobillo sentí desaparecerlo por completo.
-Acepto gustosa- dije muy contenta. Él me sonrió también, muy complacido con verme sonreír de nuevo.
-Genial- me contestó él- así me gusta Serena, ¡Con ese ánimo!
De pronto me quedé pensativa, fue sólo un lapso corto de tiempo, pero algo vino a mi mente. ¿Y si por una vez en mi vida, dejo la timidez? También a veces la negatividad que se me da cuando algo no me sale. Es decir, hace 10 minutos estaba lamentándome en el suelo llorando y ahora tengo un viaje con Ash por otra región… podría resultar. Tomé valor y me acerqué a él, era ahora o nunca.
-Sabes...- empecé- esto me hizo acordar a aquella vez cuando éramos pequeños, ¿Recuerdas?- él asintió con la cabeza confundido nuevamente, no sabiendo hacía dónde quería ir- hoy pasó algo similar y me ayudaste, y quiero recompensártelo.
Pareció entender hacía donde iba y para mi sorpresa, sonrió ampliamente, como un niño que esperaba que su madre le regale lo que le prometió por portarse bien.
-¿Vas a prepararme galletas?- Preguntó con aquella radiante sonrisa, aquella que le aparece siempre que le hablan de comida.
Bueno, al menos lo intentó.
-No-le contesté divertida- esta vez, es algo más personal- aún con su cara de perplejidad al derrumbarle la única respuesta para él válida me acerqué y lo besé, no en los labios pero si en la mejilla y bueno, sí, cerca de los labios.
Fue un beso corto pero tierno, que para mí significó mucho y para mi satisfacción Ash no pareció rechazar. Me alejé para observarlo y denoté que estaba paralizado, ni los truenos de Pikachu lo dejaban así.
-Sere… Serena…- intentó llamarme. Lo noté confundido, pero no me pareció un mal síntoma, siguiendo ahora la nueva tendencia que decidí tomar, de ser positiva al respecto y que ese beso jugaría a favor mío.
-Vamos Ash-dije tomándolo del brazo, ahora yo arrastrándolo no al campamento de verano pero sí a donde estaban todos los demás- tardamos mucho y los demás deben estar preocupados.
Y así, caminamos los dos en silencio hacía el laboratorio, yo con una sonrisa en mi rostro que ni miles de lavadas de cara podrían sacarme. Es decir, viajaré con Ash en una nueva región y por fin pude hacer un avance con él para que, de alguna forma, me tome en cuenta quizás en un futuro no muy lejano, o cercano, como algo más que una amiga. Y bueno, Ash en silencio y por lo que pude ver en su cara con mucho que reflexionar y pensar.
Hasta acá llegó mi primera historia. Tenía en mente hacer de este one-shot otro capítulo más que puede considere hacerlo si es que esto tuvo suerte y haya sido del agrado de ustedes jaja. Muchas gracias por leer y cualquier comentario y/o crítica será bien recibida :)
¡Hasta la próxima!
