「K」, es propiedad de GoRA×GoHands.
Tabla: Stephen King
Tema: Todo oscuro, sin estrellas
Título: Full Dark, No stars
Resumen: Daikaku siente como el cielo nocturno con cada pérdida se desvanece.
Advertencias: Spoilers si no has visto K.
El día en que ella se fue, las constelaciones en el cielo se rompieron y las formas conocidas se desvanecieron. No volví a ser capaz de distinguir a Orión o reconocer el norte del sur con solo alzar la vista al firmamento.
Ella se llevó un orden que había poseído hasta ahora y con ello una estructura férrea, dejando solo el cascaron de esta.
Pero lo supe, que no sería capaz de seguirla.
Dejando de lado esos sentimientos me centré en mis deberes, en las obligaciones, con el único objeto de olvidar los recuerdos amargos que me gritan a ratos el caos que se ha instalado en las alturas. Y al cual no puedo tener acceso, ni un momento, para tratar de organizarlo.
Un poco.
Tan solo un poco.
― Nee, chuui ¿Te has dado cuenta de que las estrellas no poseen más su forma original?
Quizás, no pienso demasiado sobre ello porque a mi lado existe alguien, aún, que roba la mayor parte de mi tiempo. No, eso es una mentira, puesto que este hombre, de eterna sonrisa y sueños desbordantes, luce distinto y es ese cambio el que me abstrae a ratos.
― Justo como yo, ahora
Como el mar infinito que rompiera su ausencia.
― Este es el adiós, chuui
La mueca alegre en sus delgados labios sigue puesta, pero luce distinta. Los ojos soñadores no reflejan deseos, más una terrible pereza que en realidad recibe otro nombre. La pálida piel es transparente ahora, y el brillo de sus cabellos me ciega todavía a veces.
― ¿Estás huyendo, Weismann?
El silencio me lo dice, que te marchas como ella. No quiero que así sea.
― ¡Weismann!
Pero mi voz, mis estruendosos gritos, y mis puños apretados no son suficientes para detenerte. Te vas, a aquel cielo que se mancha con los colores del ocaso.
Observo, quieto, maldiciéndote desde dentro, extrañándote ya cuando aún puedo mirarte elevarte. Queriendo derribar el zepelín, y atraparte entre mis manos, manos que no dejarían que te alejaras si pudieran retenerte.
Sin embargo cada minuto te alzas, tan alto que no puedo dejar de mirarte molesto, acongojado.
Es de noche ya, y las constelaciones partidas y regadas no están. Está totalmente negro. No hay ni una sola chispa que me alumbre.
Está oscuro, sin estrellas.
Porque te las has llevado contigo, Weismann.
