El concepto de Saint Seiya no me pertenece.
Encantos y rarezas
En el Santuario de Atenea las noticias corren rápidamente. Es como una especie de pueblo pequeño donde todos quieren saber la vida de cada quien. Por esto, cuando se supo que Saga de Géminis y la escudera de Aldebarán, Danae, eran pareja, varios siervos empezaron a preguntarse qué le había visto el serio Santo de la tercera casa a aquella muchacha.
—Andrés, tú fuiste con quien más trató Danae de los siervos, así que la conoces lo bastante bien para saber si esta mujer tiene algún raro encanto que no hayamos visto— esto lo dijo Leandro, escudero de Milo de Escorpio a Andrés, el escudero de Shura de Capricornio.
—Bueno, cuando fuimos amigos cercanos, ella siempre se mostró muy leal conmigo, además a mí me parecía guapa, aunque no precisamente respetuosa de las reglas. Ahora que lo pienso, le debo muchas disculpas por haberla dejado sola cuando más me necesitó. Ella creía que el señor Aiolia no debía ser maltratado simplemente porque fuese hermano del señor Aiolos. Puedo casi afirmar que creía en la inocencia de éste cuando no era bien visto hacerlo. Además, deberías pasarte más seguido por el templo de Tauro, ya que tiene un muy buen gusto musical.
—Casi me suena a que te enamoraste de ella. Tal vez fue error mío por no tratar mucho con ella, pero a mí siempre me pareció extraña, aún cuando usaba el pelo largo. Nunca comprendí por qué le tenía tanto coraje a Máscara Mortal. Además, por ahí se rumora que cuando era más joven, insultó al Santo de Cáncer en su colorido español diciéndole algo así como que chingara al Patriarca.
—Puede que tengas razón en decir que me enamoré de ella, pero nunca tuve el valor de confesarlo, en cuanto a la anécdota que cuentas, mi propio señor, Shura, fue testigo de ese momento y créeme, no le agradó nadita el término. Pero ahora dice que fue muy creativa. Además, aceptémoslo el guardián de Cáncer se lo mereció en su momento.
El buen escudero dio un suspiro de tristeza. De no haber sido tan prejuicioso estaría compartiendo muchos momentos con esa muchacha, pero ahora, la joven mexicana se limitaba a saludarlo y marchar inmediatamente. Y ahora que era novia de Saga, la veía luminosa, con una sonrisa que favorecía mucho sus facciones y la hacía lucir muy femenina. Es cierto, seguía yendo fielmente al mismo peluquero por lo que podía ver, pero la veía con adornos, sus vestidos revelaban mejor su figura e incluso, hasta se maquillaba un poco.
—Ay, amigo… ahora sí que no sé que decirte. Creo que es mejor que trate mejor a la escudera de Tauro. Yo fui muy duro en juzgarla, también.
De pronto ambos escuderos vieron pasar a la pareja, charlando alegremente. Decían algo sobre jugar a la baraja. La mencionada Danae parecía un tanto seria, ya que la baraja no era su juego favorito, pero el Santo seguía insistiendo. Dijo algo así como:
—Bueno, ahora quiero ver si el amor realmente te hace desafortunado en el juego. Aún recuerdo aquella vez cuando vaciaste los bolsillos de todos, preciosa.
—Y yo te insisto, Saga, que era suerte de principiante. Además, no creo que al señor Shura le vaya a hacer muy feliz la idea de que yo juegue. Además, no me gusta despilfarrar mi dinero.
Saga se limitó a abrazarla y siguieron caminando, ante la mirada atónita de ambos siervos.
—No ha cambiado su opinión respecto al juego, por lo que puedo ver.
Leandro se limitó a reír y Andrés se encogió de hombros. Al menos veía verdaderamente feliz a la muchacha y eso lo hacía feliz a él.
Como se habrán dado cuenta, he vuelto con un par de nuevos personajes por aquí, ya veremos si después escribo un poquito más sobre Leandro y Andrés. Por ahora, les agradezco que me sigan leyendo, a pesar de los meses de ausencia. Hasta la próxima historia.
