· Dedicado: A mi Marielzuela por sobre todo, porque la amo, también a Fredo que me obligó a escribir esta trama (?)
· Disclaimer: Los personajes le pertenecen a Hajime Isayama y no hago esto por fines de lucro.
· Pareja oficial: Alfa!ErenxOmega!Levi.
· Pareja segundarias: MikexIrvin, MikasaxAnnie/Sasha, MarcoxJean y demás según el desarrollo.
· Advertencia: Futura escenas sexuales, futuro M-preg, semi-torturas implícitas entre otros.
Era el año 2230 cuando la crisis se hizo oficial, se dio cuando el equilibrio del mundo se rompió y poco a poco la raza humana fue desapareciendo. Antiguamente, se contaban relatos fantásticos y extraños sobre cómo los humanos han estado en varias ocasiones, al borde de la extinción, sin embargo, esta extinción fue anunciada con premeditación, era lenta pero asertiva, y nadie podía detenerla. Era un efecto dominó y no terminaría hasta derrumbar la última pieza.
Para entender esta dichosa crisis, se debe conocer de qué va este mundo.
Este mundo es extraño, a veces injusto, y otras veces sencillo. Aquel ser humano que habita inevitablemente en aquel mundo, estaba destinado a su rol prácticamente desde el momento en que nacía. Tu expectativa de vida… se decidía usualmente por tu nacimiento, dependiendo de aquel gen que perduró en ti en un sistema jerárquico, y el que definirá también qué futuro podrás llevar acabo.
Habían tres castas por así decirlo, primero, estaban los Alfas, en la punta de aquella imaginaria pirámide, o más bien, de aquel rombo. Su número no era muy grande, eran selectos y de elite, solían ser mayoritariamente jefes y líderes por naturaleza, y tenían, por lo demás, ciertas características incluso reproductivas que los hacía especiales y dominantes entre los suyos, en específico cuando se habla de una casta que podría considerarse contraria a ellos, los Omegas.
La segunda casta, se ubicaba en el centro, ocupando la punta delantera estaban los Alfas, y la trasera, los Omegas, los Betas, en cambio, ocupaban todo el centro, eran la mayoría de los seres humanos existentes. Estos hombres y mujeres, eran sencillos y generalmente pasivos, su rol en la humanidad es conocida como la de aquellos seres subordinados a los Alfas. Su naturaleza les hace seguir ordenes con facilidad, sin embargo, su reproducción, a pesar de que eran la mayoría, era difícil, ya que los hombres Beta, no podían dejar embarazada fácilmente a una mujer de su propia especie, y, aunque con un Omega era más probable, también el caso era complicado.
Y con eso, llegamos hasta la última casta, los Omegas, en la punta inferior del rombo, los últimos de la jerarquía, su rol en la sociedad es prácticamente reproductiva, considerados madres perfectas, tanto los hombres como las mujeres omegas se pueden embarazar, sin embargo, lo conciben con mayor facilidad cuando mantienen relaciones con un Alfa y siempre que estén en su época reproductiva, o más conocida como celo, que se da cada tres a dos meses y medio dependiendo de cada Omega.
En ese mundo, con aquellas especies que dentro de lo que era posible, vivieron en armonía por años, algo se rompió… una de las tres castas poco a poco fue decreciendo a un ritmo anormal, los Omegas, los seres con la mejor calidad de procreación de todo el sistema jerárquico, poco a poco, iban desapareciendo. Aquellos seres que mantenían viva la humanidad, tan poco valorados antiguamente y sólo visto como recipientes que dan niños, ahora, en la actualidad, se estaban convirtiendo en la única esperanza para mantener toda una jerarquía a flote… no, era mucho más que eso, de los Omegas dependía la vida de la humanidad entera.
Se intentó de muchas maneras cambiar el gen Alfa o Beta de las mujeres y hombres que aún estaban en gestación en el vientre de los pocos omegas que iban quedando o de las contadas betas que podían dar a luz sin inconveniente, sin embargo, los intentos eran nulos, el gen Beta y Alfa era el único que sobrevivía, y el primero, claramente en mayor cantidad… los betas, un mundo sólo de betas era poco viable, todo perecería por falta de nacimientos… y sólo en diez años por la perdida y escasez de nacimientos de Omegas en el mundo entero, la raza humana había decrecido en un 30% ya, nadie podía negar que a este ritmo… sólo era cuestión de unas cuantas décadas para que todo acabara.
Y sin embargo… en la desesperación del hombre, se llegó a una respuesta que rayaba en lo inhumana, que incluso podía ser más problemática, cruda y controversial que la misma escasez de Omegas.
Su nombre era Proyecto Des-Alfa.
Eren, un alfa heredero de la familia Yeager, sabía que si su padre lo sacó de su trabajo en Estados Unidos algo importante se estaba dando, y sin embargo, ni por una línea privada quiso hablarlo a pesar de la urgencia del caso, Grisha insistió de tal manera, que a Eren le fue imposible rehusarse a venir, dejando la empresa al cuidado de su mano derecha, Mikasa Ackerman, y claramente, de supervisor, a su fiel amigo Armin Arlert. Eren no entendió nunca como su amigo con aquella cabeza no había nacido como un Alfa, y así, siendo un Beta y un subordinado, Eren lo consideró muchas veces superior a él en varios sentidos estratégicos, casi podía afirmar, en contra de lo que le dictaba su propia naturaleza dominante, que él, Mikasa y Armin eran iguales, a pesar de sus castas.
Eren observó a su padre ante lo que momentos atrás le había dicho, se apoyó en su puño en el cual su codo reposaba en el elegante sillón de la sala principal de la casa de su progenitor.
—¿Tiene veintitrés años? Yo sólo tengo diecisiete padre… es algo extraño que mi pareja tenga esa edad y aún no esté… ya sabes, enlazada.
El padre de aquel muchacho de vivaces ojos verdes suspiró dejando su café cargado sobre la mesa mirando determinadamente a su hijo, quien, en unos años, se convertiría en la cabeza de la familia, fue su único descendiente, ya que, su esposa, Karla, que era una beta, le fue muy difícil el concebir a un niño, incluso, las probabilidades de que el niño saliera vivo o que la madre no muriera en el parto eran prácticamente… nulas. Grisha no dejaría que nuevamente su amada Karla pasara por eso, así que, incluso aunque su descendencia sólo residiera en Eren, no la obligaría a tener nuevamente un hijo.
—Pensaba contártelo a los dieciocho años… el porqué de que tu pareja demore tanto en estar disponible para ti.
Eren rodó un poco la mirada, pensativo, siempre se dio una idea algo vaga de que se trataba todo, sabía que incluso para alguien tan adinerado como su padre, conseguir un Omega debió ser algo extremadamente difícil.
—Porque tiene que ser un Omega, lo sé padre, y quedan pocos… supongo que fue difícil conseguirme una pareja… la verdad, sabes que lo intenté con hembras betas… pero…—suspiró con algo de angustia, mirando la foto depositada en el centro de la mesa. —Siempre creí que más que atracción según castas, podía enamorarme de alguien… y sin embargo, me encuentro aquí, patéticamente esperando por alguna pareja que me haga sentir… como si no quisiera tener a nadie más.
—Un omega… eh…—susurró su padre, Eren alzó los ojos y vio como la mirada de su padre se afilaba, era un tema serio.
Eren bajó un segundo la cabeza y la subió, tratando de estar acorde al momento y dejar de vagar en cosas como el amor y el gusto, que actualmente, en esa vida, parecían ir desapareciendo poco a poco.
Todo lo que importaba era mantener la especie, y Eren, como el heredero de la familia Yeager debía encontrar a un Omega con quien reproducirse y dar al menos cinco hijos más a aquella familia que poco a poco iba desapareciendo.
—Eren, que pasaría si te dijera que tu pareja es un… es un Alfa. —dudó en decirlo, meditando sus palabras y cargándolas del peso que requerían.
Sin embargo, lo que escuchó Eren parecía ser poco menos que una broma, algo absurdo. Claramente, es algo que desentendería todas las normas básicas que se le han enseñado, cada materia de su enseñanza básica, media y universitaria, incluso, los cuentos y la propia historia de la humanidad.
—¿Padre, quieres que practique sadomasoquismo?
—Eren, creo que no lo entiendes.
—¡Como no lo voy a entender, padre! Sé que no soy un gran científico como tú y que me he ido por otra parte del rubro familiar, sé que cuando tenga que sumir también tu cargo quizás sea un asqueroso desastre ¿Pero cómo no crees que no voy a entender algo así? Sé cómo funciona la reproducción… un Alfa con un Alfa…—susurró como si aquello fuera un tabú.
Su padre no apartó la irada ni siquiera un segundo, anonadando a su hijo quien trató de relajar un poco el cuerpo, si aquello era una broma, no era del todo graciosa. Ha esperado mucho tiempo para tener "un alguien especial".
—Son inviables. —aceptó su padre bajando la cabeza. —Incluso, si se disponen a tener sexo, es difícil que tengan excitación sexual si no es con estimulantes, además, aunque se diera el caso, la relación sería extremadamente dolorosa para ambos, incluso para quien se pueda considerar "activo" en la relación. Sé todo eso Eren…
—¿Entonces a qué ha venido ese comentario? ¿He esperado diez años por una pareja con la que resulta que practicaré sadomasoquismo? ¿No sería mejor seguir intentando con hembras beta?
Eren comenzó a alterarse, aquella idea era tan descabellada como cuando su padre le propuso a Eren salir con muchas mujeres, al menos diez a la vez, tener sexo con todas y ver cual resultaba embarazada, casi como un sucio prostituto de mujeres. Después de aquello, el tema de su pareja no era algo agradable para el menor, menos con lo que ahora pareció salir su padre.
—¿Sabes que somos nosotros, Eren? Los Alfas…—comentó de manera neutra y apagada, sin intención alguna de confrontación con su hijo.
—La casta dominante de la jerarquía, lideres natos… y todas esas mierdas.
—De un punto diferente, hijo, somos la segunda clase más escasa en la especie humana, hace unas cuantas décadas… teníamos una densidad parecida a la de los Omegas y viceversa.
Eren bajó la cabeza, llevándose una mano hacia el mentón y bajando los ojos para tratar de averiguar a qué quería llegar su padre con todo eso. No entendió, terminó levantando la cabeza nuevamente mientras se fregaba los ojos en un quejido ronco y molesto.
—Los cuerpos de los Alfas son resistente, mucho más que los de los Betas, sin embargo, aunque pareciera que los Omegas son una casta débil, también son relativamente, más resistentes que los Betas, con todo lo que su cuerpo debe de cargar. La humanidad ha tratado por años recuperar la cantidad de omegas que había antes, o que más humanos nazcan en esa casta… sin embargo, los métodos han sido imposibles. Para un bebé es imposible resistir un material genético que no sea el de su origen, menos en pleno desarrollo donde debería darse.
—Nos vamos a extinguir… ¿Qué más hay que saber acerca de eso, padre? —susurró serio y algo cortante, odiaba cuando su padre se ponía a dar esa mierda de discurso y no iba al asunto de una vez.
—Nuestra corporación… ante el inevitable fin, creo el Proyecto Des-Alfa. Sustentado por más de una corporación.
Eren abrió los ojos ante las palabras de su padre, juntando los labios y entrecerrando suavemente los ojos, tratando de relajarse y prestando más atención a las palabras de su progenitor. Nunca, incluso siendo el único hijo Alfa de aquella familia, había escuchado ni la más mínima mención de ese proyecto.
—Es cierto que… no se puede determinar el gen original de ninguna casta en el momento de la gestación, sin embargo… cuando se está en el proceso entre la niñez y adultez… cuando un ser humano no se define totalmente aún como un alfa, beta u omega adulto, las hormonas que corren en su cuerpo, las funciones… y demás, pueden alterarse.
—¿A qué quieres llegar con todo esto, padre? —replicó Eren con precaución, algo, quizás la seriedad de su padre le hacían intuir que aquello que se desarrollaba era incluso más nefasto que el plan de acostarse con muchas mujeres hasta que alguna resistiera a su hijo.
—Los Alfas… son los únicos que en su etapa de niñez-adultez podrían soportar una carga genética que no es la suya, no así… los Betas, que con una carga similar, acarrearían la muerte…
—¿De qué demonios estás hablando? —volvió a insistir, un poco más enfadado.
Su padre se aclaró la garganta y paseó la mirada por aquel cuadro familiar que tenía sobre la mesa, pensó en lo que había hecho, en lo que había trabajado, en todo el mal que había causado… pero a favor de todo el bien que traería.
Él no era dios, pero, limitadamente, intentó serlo, más bien, lo estaba intentando.
—Hablo de que es posible cambiar la casta de un Alfa en un setenta por ciento, Eren, de eso se trata el proyecto Des-Alfa. Hablo que Alfas con sus procesos de desarrollo físico y hormonarío entre los doce a trece años pueden adquirir las características de un Omega, una esencia y hormonas atrayentes, sin embargo, con un olor especial… pueden entrar en celo, pero más irregulares, son cada seis meses, y claramente, pueden lubricarse, pero con menor abundancia, y lo más importante, pueden dar a luz…
Su padre iba a proseguir, sin embargo, Eren no aguantó su explicación, no aguantó cómo todo lo que una vez aprendió resultaba ser tan fácilmente violado.
—¿Pero cómo es eso posible? ¿Cómo permitieron algo así? ¿QUÉ MIERDA ESTÁS HACIENDO? ¿Al menos esto está autorizado? No se puede jugar así con los humanos. No importa de qué casta sean.
—¿Por qué no podemos, Eren? —susurró aquel hombre de lentes, sacándoselos un momento y fregándose los ojos, sintiendo con la simple atmósfera como el voluble de su hijo desataba una oleada de hormonas al demostrar evidentemente su enfado.
Era una característica tan de Eren, que no importa cuantos programa correctivos se le aplicaran, jamás podría controlar, lo hacían poco silencioso, e incluso, lo ponían en desventaja contra otros Alfas que pueden controlar de mejor manera su fuerza y sus emociones. Y sin embargo, ahora, el menor no podía controlarse, encontraba aquello poco menos un acto de tiranía y esclavitud ante sus iguales. Su padre le devolvió la mirada, podía sentir la tensión que imponía, no por nada era la cabeza de la familia entre sus otros hermanos.
Tragó firme, no apartó sus fieros ojos, no se iría sin una respuesta, aún si esto se tuviera que dar con una confrontación superficial con su padre.
—¿Por qué los Alfas son de elite? ¿Intocables? ¿Sería mejor un Beta?
—No es el puto punto y lo sabes.
—Estuvo de acuerdo. Tu futura pareja estuvo de acuerdo en ello.
—¿De acuerdo? ¿Un alfa…? ¿A cambiar en un Omega?
—¿Ves humillante ser un Omega, Eren?
—Esa manera tan tuya de querer jugar con la mente de tu puto hijo, no es eso, maldita sea. Sólo que… es extraño… sólo eso, no sé si podría hacerlo con un Alfa, no me doy a la idea de cómo aceptó.
—Ya no es precisamente un Alfa. No pienses que lo harás con uno.
—¿El tratamiento es desde los trece o doce, no? ¿Cómo alguien puede tener conciencia de su persona con esa edad?
—A su edad la tuvo, ¿Acaso crees que todos los Alfas nacen en cuna de oro?, hay unos pocos… que es mejor un destino convirtiéndose en un Omega que las consecuencias de sus propios actos.
—¿Cómo se llama? ¿Cuándo la veré? —Se sentó cansado, no podía discutir con su padre, menos si no tenía verdadera noción de la situación, del problema y cómo se dio, y eso sólo se daría conociendo a su pareja.
—Hay algunas cosas que debes saber de él. A pesar de que aceptó voluntariamente… tienes que ser algo agresivo con tu pareja si quieres quedarte como su Alfa.
—¿No que lo habías convencido? ¿O sea si será una relación sadomasoquista? ¿Por qué se supone que tendría que forzarlo? —cuestionó cerrando los ojos y haciendo un sonido con los labios.
Buscó entre su ropa, nunca fuma, pero ahora como nunca, necesitaba algo para relajarse.
—No queda de otra, Eren. —suspiró algo cansado con la conversación que siempre supo que debía darse uno de estos días, sin embargo, tenía que apresurar las cosas, más con los problemas que estaban teniendo bajo el recinto donde estaba la pareja destinada para su preciado hijo. —Será una cacería, tienes que saber domar y capturar a tu presa.
—No creo que someterlo a mi cama sea la mejor opción para hacerlo mi pareja.
Grisha bajó la cabeza, no le quedaba tiempo para esas cosas, o le hubiera mostrado con mayor claridad a qué se estaba enfrentando, y el porqué de que el Prototipo cinco haya sido el único que salió vivo en esos seis años.—Tendrás que conocerlo…
—¿Cuál es su nombre?
—Levi, Levi Ackerman. —aclaró con precisión, Eren abrió los ojos, algo incrédulo.
—Joder… un ex-macho Alfa. Además tiene el apellido de…—la imagen de Mikasa vino a su cabeza.
La imagen de su ruptura, de sus ex-discusiones, todo eso volvió a él. Aquella muchacha era demasiado valiosa para él, pero mezclar "relaciones" y "Mikasa" en un sólo pensamiento le traía agrios recuerdos.
—Es una coincidencia. —Aclaró el mayor de los Alfas con una pequeña sonrisa forzosa. —Arregla tus cosas, esta semana dejamos Alemania, está en el laboratorio de Francia. Antes de verlo tendrás que hablar con Petra, ella te hablará más sobre él de lo que podría hacerlo yo…—terminó la conversación, arrojando una fotografía sobre la mesa junto a algunos papeles.
—Entendido…—susurró monótono y resignado cogiendo los papeles para dejar esa habitación que lo ponía cada vez más tenso.
Eren cerró los ojos, aún inundado en sus pensamientos, hasta que por fin vio la foto. Aquel alemán pudo fijarse en tantas cosas, en la apariencia, en su piel, en la fineza de sus labios o quizás como podría ser la textura del cabello de aquel hombre que sería su pareja, sin embargo, lo único que pudo contemplar fue la filosa mirada en sus ojos. Eren no supo describir que sentimientos traía, si odio, tristeza, resignación o todas juntas.
Sólo supo… que él, Levi Ackerman, no tenía un gramo de felicidad en su alma, y no sabía si él sería el ser preciso para dársela.
Les dejo este fanfiction, hace mucho que no escribo, pero ahora me animé, creo que actualizaré cada domingo o máximo cada una semana y media. Si les gustó estaría encantada de leer su opinión, este será un Omegaverse diferente, Levi es diferente, tomen en cuenta que él estaba destinado a ser un Alfa y de muy alta estirpe, pero, por cosas que se revelarán más adelante, se le fue imposible serlo.
