Los personajes pertenecen a la asombrosa S. M. Yo solo me divierto un poco con los personajes. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia. La historia es de mi total autoría.

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POV ISABELLA

Volví mi cabeza a la ventana de forma rápida y molesta. Tomé tentativamente los lentes oscuros de mi regazo, colocándolos suavemente sobre el tabique de mi nariz. Nos detuvimos cuando el semáforo empezó a cambiar a luz roja, a una cuadra de mi ansiado destino: "Denali's Spa".

- Solo te pido que lo consideres, Bells. Es una buena oportunidad de trabajo y de llevar tu carrera a otro nivel… Una oportunidad así no se presenta dos veces en esta vida. – Parloteaba incansablemente Jasper, sin despegar su mirada del camino.

La luz volvió a cambiar a verde, empezamos a avanzar y fue entonces que hablé por primera vez.

- Acabo de aterrizar de un vuelo de 18 horas después de 6 meses de trabajo sin descanso. – Juro que mi voz fue lo más tranquila que pude.

¿En serio hablaremos de trabajo, justo cuando acabo de llegar? Tal parece que Jasper, mi amadísimo representante a quien conozco desde hace más de 9 años, piensa que soy alguna clase de máquina que logra trabajar sin descanso.

Desde hace dos años he estado trabajando en mi último disco, el cual salió a la venta hace unos 8 meses, desde entonces me la he pasado de gira y promociones, dando conciertos y firmas de autógrafos por todo el mundo. No es que me oigan quejarme, amo conocer nuevos lugares y mis fans son asombrosos, pero me hubiera gustado tener un poco más de tiempo para disfrutar realmente los paisajes, la comida y todo lo que el exterior tenga para ofrecerme… no solo estar encerrada entre las cuatro paredes de un sobrio y aburrido cuarto de hotel.

- Tendrás unos cuantos días para descansar antes de que empiecen las grabaciones. – Argumentó, estacionándose frente a la entrada de un local con pinta de pastelería. Había descubierto este lugar y sus fantásticos masajes hace algunos años. – Sabes que es muy raro que se interesen en artistas como tú para esta clase de papeles… - Continuó, no dándose cuenta de que intentaba ignorarlo. Lo miré con toda la rabia que eran capaz de transmitir mis ojos, aunque probablemente él ni lo notó por los lentes oscuros. – Sabes a que me refiero… - Dijo con voz un poco más baja, tal vez si notó mi mirada después de todo. – Eres una cantante asombrosa, sin embargo, no tienes tanta experiencia en la actuación, has tenido papeles pequeños y nadie tuvo la oportunidad de reconocer tu trabajo… - Me estiré hacia adelante para tomar mi bolso de mano, con la otra mano alcanzando la manija de la puerta. – Solo te pido que lo pienses un poco. Esta película es muy prometedora. – Me bajé del coche lo más rápido que pude. – Dejé el guion en tu apartamento… - Fue lo último que escuché antes de cerrar de un portazo.

Le di la espalda y empecé a caminar furiosamente a la entrada del pequeño Spa.

Artistas como yo, ¿eh? Sé que no soy alguien convencional, incluso para el medio en el que me desenvuelvo. Si hay algo que valoro es la libertad de decisión, en eso he basado toda mi vida… solo seguir mi pasión hasta las últimas consecuencias.

Escuché a Jasper acelerar y al vehículo alejarse de manera rápida. Suspiré.

Casi puedo entender a Jasper, nuestra vida es una interrogante constante acerca de ¿qué haremos después? Él de verdad me dio su voto de confianza cuando le aclaré que no iba a firmar ningún contrato, al menos no uno con un plazo de esclavitud tan largo.

Llegué a la puerta del Spa, abriéndola rápidamente, evitando hacer contacto visual con las personas que pasaban caminando a mi alrededor. Una agradable y ligera campanilla sonó al momento de entrar, todo era tan armonioso aquí.

Las pareces eran de un pulcro y brillante blanco, algunos sillones de bambú estaban cuidadosamente repartidos en la pequeña sala de espera frente al mostrador. En algunas esquinas había altos jarrones de apariencia pesada en colores tierra, los más grandes tenían flores de colores discretos con tallos muy largos, ocupando casi toda la altura de la pared. En medio había una mesa de centro hecha de cristal y madera pintada de negro, encima tenía algunas revistas y libros acerca de meditación y superación personal.

Caminé directamente al mostrador vacío, poniendo mi bolsa y recargando mis codos.

Jasper parecía muy seguro del éxito de esta película, no tenía idea quién era el director, de qué trataba o quiénes eran los actores, pero él de verdad parecía interesado en que yo participe.

Sostuve mi cabeza en mis manos lanzando otro suspiro. Sentí mi celular vibrar en el bolsillo trasero de mis pantalones.

Era un mensaje de Jasper:

Lamento haber arruinado tu llegada, sé que estabas ansiosa de volver a casa. Te lo compensaré, avísame cuando termines, pasaré por ti e iremos a cenar. Escoge el lugar.

Besos,

J.

Inmediatamente me sentí mal por cómo traté a Jasper. Al final él solo hacía su trabajo, ya había demostrado ser un gran amigo y acompañante, para qué negarlo, también era buen amante – solo pasó una vez y estábamos hasta la cresta de borrachos –. El punto es que él se tomaba esto en serio, él era el que tenía que recibir los malos tratos cuando yo negaba alguna oferta. Fue él el que me ayudó a salir del embrollo con Cullen Entretaiment y Vulturi A. M. C., ambas cadenas multimillonarias y mundialmente reconocidas.

Al inicio de mi carrera – cuando tenía 14 o algo así – ambas empresas estaban interesadas en que yo firmara contrato con ellas, al ser competencia me hacían miles de ofertas diferentes, intentando mejorar los contratos y superar a su contendiente, el escándalo llegó cuando me rehusé a firmar con alguna.

Este es el asunto, en una ciudad grande como lo es Seattle, epicentro de estos magnates de los medios, los artistas se dividían en dos bandos – según mi parecer – y aquellos que firmaban con una… tenían explícita y públicamente prohibido trabajar para alguna otra compañía, ya sea televisión, cine, radio o cualquier otro medio que se te pueda ocurrir.

Los contratos eran prácticamente de por vida y con muy pocas oportunidades de disfrutar vacaciones. Sin embargo, la mayoría de los grandes artistas de la época tenían contrato con alguna de estas empresas. Era un sueño al que aspiraban aquellos interesados en el mundo de la fama, excepto yo.

Y, ¿quién fue el que tuvo que evadir las insistencias de estos imparables monstruos corporativos? Jasper.

Escuché una puerta abrirse, y al girarme me encontré con la cálida sonrisa de Irina, la recepcionista y dueña del Spa.

- Isa, me alegro mucho de verte, empezaba a preguntarme si nos habrías cambiado por algún otro Spa. – dijo cómicamente, acercándose y sentándose detrás del mostrador.

- Eso sería imposible, nunca podría encontrar masaje alguno que se compare a los de Garrett. Con quien por cierto agendé una cita. – Le regalé una sonrisa tranquila.

Irina siempre era muy comprensiva y amable al tratar conmigo, fue una de las primeras cosas que me gustaron de este lugar.

- Por supuesto, está en la habitación 4 esperando. Por favor, pasa. – Señaló la puerta de la que anteriormente había salido ella.

- Te lo agradezco mucho, te veo después. – la despedí con un movimiento de mi mano, tomando mi bolso y girándome.

Cruzé la puerta con un fluido movimiento, encontrándome con el familiar y reconfortante pasillo. Las 7 puertas color madera resaltaban en contraste a las paredes color crema, se trataban de habitaciones adecuadas para diferentes tipos de masajes: con ventosas, piedras calientes, sauna, y mi favorito… masaje con aceites aromáticos.

Me detuve frente a la puerta que rezaba el número 4 en color dorado, tomé un respiro de anticipación antes de estirarme y girar el pomo de la puerta.

Lo primero que me golpeó fue un sutil olor a gardenias, la habitación estaba discretamente iluminada por algunas velas y un candelabro con apariencia elegante.

Me deleité con la vista del firme trasero de Garrett, quien estaba en cuclillas encendiendo una vela en el suelo, sus ligeros pantalones blancos de algodón lucían muy tentadores en sus estrechas caderas. Se levantó despacio al escucharme entrar, dándome una espectacular vista de sus marcados abdominales debajo de su playera básica blanca. Su cabello castaño amarrado en una pequeña coleta en su nuca completaba el look relajado que siempre lo ha caracterizado.

Una agradable y deslumbrante sonrisa se extendió por su rostro, después de mirarme de arriba abajo.

- Ya no te hemos visto por aquí. – dijo tranquilamente mientras guardaba el encendedor, que usó para encender la vela, en un cajón del pequeño closet que descansaba en una esquina lejana. – ¿Lo de siempre? – Su sonrisa cambio a una más pequeña y traviesa.

- Hace meses que no vengo… - respondí dejando mi bolso colgado en un perchero cerca de la puerta mientras retiraba mis gafas. – más te vale darme algo extra, se me empieza a olvidar porqué es mi spa favorito. – le sonreí de manera creída acercándome unos pasos a la camilla en el centro de la habitación.

Dejó salir una ligera carcajada mientras abría una puertecilla del closet, sacando una pequeña toalla color palo de rosa, se giró para acercarse unos pasos a mí, tendiéndome la toalla.

- A sus órdenes… - acercó su rostro al mío, dándome un delicado beso en la mejilla. Prometedor. Se dio vuelta y caminó hacia una cortina color beige en la otra punta del cuarto. – Llámame cuando estés lista, cariño. – y lo perdí de vista.

Por costumbre dirigí mi mirada al otro lado, localizando otra cortina muy parecida. El vestidor. Caminé confiadamente al pequeño espacio, encontrándome con mi reflejo en el gran espejo colgado en la pared.

Dejé la toalla en el respaldo de la silla, sujetando el dobladillo inferior de mi blusa holgada negra, tirando hacia arriba. Procedí a desabrochar mi sujetador, deslizándolo por mis brazos, mis senos cosquillearon con placer ante la ligera y fresca brisa que sentí, mis pezones se endurecieron, paseé mis dedos dando ligeras caricias, suspirando de placer.

Nada como quitarse el sujetador después de un muy largo día.

Mis manos se van al cordón de mi pantalón, desatándolo y bajándolo por mis piernas, aprovecho para sacarme los tenis, quedando en mis pantys azules y calcetines negros.

Termino de desnudarme, tomo toda la ropa y la dejo debidamente doblada sobre la silla. Observo mi imagen en el espejo.

Soy hermosa, no mentiré. Uno de mis grandes atractivos siempre ha sido mi cabello chocolate, el cual siento que roza en mi espalda baja, es hora de cortarlo un poco, pienso distraídamente, acariciándolo. Mis caderas son anchas y redondas, lucen muy bien en combinación con mi estrecha cintura, mis pechos son grandes, supongo que su tamaño es adecuado, mi espalda es pequeña y mi complexión delgada siempre me permite sacar provecho de mi aspecto. Luzco más delgada, salir de gira siempre me hace adelgazar, todas las horas ensayando y solo comiendo una o dos veces al día solía tener estos resultados.

Siempre he pensado que mi rostro es común, ojos cafés con espesas pestañas, labios rellenos, sonrisa fácil, pómulos altos. Tengo una linda cara.

Terminando con mi superficial evaluación, tomo la toalla y abro la cortina, sin molestarme en cubrirme, pues sé que Garrett no entrará hasta que yo lo indique.

Camino hacia la camilla, que ahora tiene una suave sábana blanca cubriéndola, me recuesto boca abajo recargando la mejilla en la mullida superficie; coloco tentativamente la toalla sobre mi trasero para cubrirlo un poco.

- Estoy lista. – dije un poco alto para que Garrett lo notara, escucho como la cortina detrás de mí se desliza, seguido del ligero andar de los pies desnudos de Garrett.

Escuché un pequeño clic a mi lado y en seguida una suave música de piano se empezó a escuchar por la habitación. Un suspiro escapó de mis labios mientras me relajaba completamente. Escuché el pequeño bombeo del bote de aceite de lavanda, el cuál Garrett sabía que era mi favorito, y posteriormente escuché cómo frotaba sus manos de manera suave.

- Relájate, preciosa. – susurró quedamente.

Lo próximo que sentí fueron sus grandes manos hacer presión en mi pantorrilla, la presión exacta para que mi músculo diera un delicioso tirón, ocasionándome un gemido de placer. Siguió su camino hacia arriba, erizando cada centímetro de mi piel, un jadeo ruidoso e involuntario dejó mis labios al sentir sus largos dedos rozar el borde de mis nalgas, subiendo la toalla que me cubría.

No cambiaría estos masajes por nada del mundo.

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POV EDWARD

- No importa lo que suceda después de esto… - susurré, tomando su rostro entre mis manos. – Si no regreso… quiero que sepas que eres el amor de mi vida… - Observé cómo sus ojos verdes se llenaban de lágrimas, empezando a desbordarse. Colocó sus manos sobre las mías, acercándose más a mí.

- Te amo… – susurró – más que a nada en este mundo… – rozó suavemente nuestros labios en un inocente beso. Lágrimas empezaron a caer por mis mejillas.

Nos separamos mirándonos a los ojos. Ambos llorábamos.

- ¡Corte! – escuché el grito de Billy, nuestro director.

En ese instante ocurrieron muchas cosas al mismo tiempo, muchas personas empezaron a rodearnos, ofreciéndonos botellas de agua, café, soda; algunas maquillistas retocaban nuestro maquillaje o nuestro peinado.

Tomo una botella de agua que alguien me tiende, le doy un largo trago intentando que el nudo de mi garganta, causado por el llanto, pasara.

- ¡Correcto, señores! ¡Eso será todo por hoy, disfruten su fin de semana! – algunas personas aplauden un poco, festejando el fin del día laboral y el inicio del fin de semana.

Busco con la mirada a Jessica, la veo secándose las lágrimas con un pañuelo desechable, mientras habla animadamente con la estilista a su lado quien esperaba, seguramente, poder retocarle el maquillaje corrido.

Camino hacia ella con andar tranquilo, observando cómo la maquillista empieza a hacer su trabajo.

- ¿Iras a casa? – pregunté animadamente, sentí mis ojos escocer un poco a causa de los lentes de contacto.

- Tengo una entrevista en 30 minutos – responde pensativa mientras observaba su rostro en un pequeño espejo. – No sé a qué hora terminaré, pero Michael prometió recogerme para ir a cenar. – Me miró sonriente.

Conozco a Jessica desde hace tres años, ella y Mike llevaban saliendo un par de meses y un año después se casaron. Siempre me ha agradado, es una excelente actriz y una buena compañera de trabajo, siempre profesional y respetuosa de nuestra labor.

- Dale mis saludos a Mike, deberíamos salir a almorzar algún día. – me acerco para darle un pequeño abrazo.

Sin esperar respuesta camino algo apurado a mi camerino, sintiéndome con fuerzas renovadas al saber que podré llegar temprano a casa. Podré hacerle una sorpresa a Tanya y tal vez salgamos a cenar.

Llego a la puertecilla de madera que tiene colgada una hoja plastificada en la que reza "Edward Masen". Entro y cierro la puerta con un ligero clic, veo el cómodo sillón azul que está al fondo y me lanzo sobre él, descansando unos segundos.

Soy muy afortunado, cualquier otro actor se vería obligado a compartir camerino con alguien más, sin embargo, mi status y experiencia en este campo me han hecho ganar el derecho de tener mi propio espacio y poder tener unos minutos de privacidad entre escenas.

Miro el tocador frente a mí, hay algunas flores a un lado, no son muchas… odio las flores. Las paredes color lavanda siempre me han transmitido tranquilidad, por eso amo este camerino.

Observo la pequeña foto pegada en una esquina superior del espejo, somos Tanya y yo en nuestro tercer aniversario ella lucía adorable en ese vestido verde bandera que había comprado para la ocasión.

Con Tanya nos conocemos desde hace unos cinco años y hace tres – casi cuatro – comenzamos a salir oficialmente, esperaba ansioso nuestro próximo aniversario pues al fin había reunido el coraje de comprar el dichoso anillo. Ella nunca había mostrado especial emoción por una boda, pero siendo realistas… es algo con lo que cualquier mujer sueña. Y yo quería cumplir todos los sueños de Tanya.

Con mi próximamente prometida en mi mente me acerco al tocador con la intensión de cambiarme de ropa, lo primero que me quito son las molestas lentillas dorados que me obligan a usar en tolas las escenas, me siento mejor al ver los iris verdes de regreso.

No era famoso y solicitado por nada, yo sé que soy atractivo, no me siento especialmente cómodo cuando la gente lo externa a mi alrededor. Pero siempre he sido consiente de mis atributos.

Mi cabello es de un extraño color rojo-cobrizo, no suelo dejarlo muy largo, pues se tornaba rebelde e incontrolable, pero ahora solía taparme un poco los ojos cuando estaba húmedo, en algunas ocasiones era molesto.

Mi espalda era ancha y mis brazos gruesos, no soy musculoso pero mi complexión no es exactamente delgada. Mi 1.85 de altura hace que mi presencia siempre sea notada. Intento mantenerme humilde.

Una vez vuelto a mi ropa común – vaqueros, camisa de algodón gris y tenis beige – tomo mi pequeña mochila, en la cual traigo lo indispensable: llaves, cartera, celular, algunas barras de cereal, una muda de ropa, un pequeño neceser de aseo y algunas otras cosas más. Como figura pública tenía que asegurarme en siempre estar impecable en mi presentación.

Salgo del camerino y camino fuera del set de grabación, allí noto que me está esperando Félix, mi chofer, a un lado de mi camioneta suburban negra.

- ¿Saliendo temprano hoy? – me comenta Feliz con una sonrisa cuando me acerco lo suficiente.

- Un muy buen viernes para todos. – le contesto de la misma manera.

Mi relación con Félix era muy estrecha, hacía ya algunos años que trabajaba para mí y siempre ha demostrado ser muy profesional y discreto con su trabajo, así como buena compañía en momentos de soledad, no lo cambiaría por nada.

- ¿Irás a algún lado en especial o a casa? – me pregunta mientras me abre la puerta para acceder a los asientos traseros.

- A casa, sería bueno que todos descansáramos un poco. – dándole a entender que después de eso tenía el día libre.

Solo me respondió con un asentimiento de cabeza y se dio la vuelta para deslizarse al asiento del copiloto.

Me pregunto qué estará haciendo Tanya, hoy era su día libre. Supongo que le haré saber que ya voy para allá.

Saco el celular de la mochila, desbloqueándolo y oprimiendo el botón de marcación rápida, me lo llevo al oído escuchándolo timbrar 2… 3… 4… 5 vece y nada. Seguramente debe estar tomando un baño o en el jardín cuidando las flores, me digo a mí mismo. Supongo que si será una buena sorpresa después de todo.

Después de unos minutos, Félix se detuvo en la entrada de mi casa, la cual consistía en un gran portón color negro con altos barrotes… me gusta mi privacidad.

Me bajé de la camioneta, deseándole a Félix una linda tarde. Me acerqué al portón abriendo una pequeña cajita de metal que se encontraba a un lado. Tecleé el código de acceso y el portón se abrió un poco de forma lenta.

Me eché mi mochila al hombro y con un suspiro crucé los pocos metros que me separaban de la entrada a mi hogar. Tanya no parecía estar en el jardín delantero.

Abrí la puerta de forma lenta, atento a los sonidos que percibía. Se escuchaban ciertos ruidos proveniente de la planta superior. Con una sonrisa dejé mi mochila cerca de la puerta de entrada y subí los escalones de dos en dos hacia la recámara principal.

A medida que me acercaba lograba escuchar más claramente las pequeñas risas que Tanya soltaba, haciendo que mi sonrisa se hiciera más amplia.

Abrí lentamente la puerta esperando encontrarme con la mujer que amo.

Definitivamente no esperaba encontrarme con esto.

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¡Estoy muy emocionada con esto! ¿Qué opinan? Es el primer fanfic que me animo a escribir y a publicar. Amo crepúsculo y amo un buen fanfic de drama pero romántico, así que… aquí tiene el primer capítulo.

Quiero escuchar sus opiniones, en esta ocasión se los pido con un poco más de insistencia porque no tengo experiencia escribiendo algo propio (al menos hacerlo público) y quisiera leer sus comentarios y que me cuenten cómo creen que irá la historia… qué les gustaría que pasara o qué personajes les gustaría que aparecieran.

Esperaré impaciente leer sus comentarios y ver sus alertas.

¡Nos leemos!