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Capítulo 1

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Chica Problemática

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«Cruza mi corazón y mi esperanza de morir, quema mis pulmones y maldice mis ojos.

He perdido el control y no lo quiero de vuelta. Voy adormecido, he sido secuestrado. Es tan problemático.»

Nunca, en toda su vida, se había sentido interesado romántica o sexualmente hacia Sarada Uchiha. Sí, era su compañera de generación, y sus padres eran grandes amigos, pero nunca había llegado a conocerla realmente. Para él, la chica era un completo enigma.

Solo recordaba verla en la aldea o reuniones entre ellos. Le desagradaba la actitud tan cerrada y fría de ella, y su incapacidad para tener una conversación cordial sin responder con monosílabos. Sonaría hipócrita de él, teniendo en cuenta que era igual, pero buscaba personas distintas a él, no idénticas.

No

Con Himawari Uzumaki era completamente distinto. La hija del Hokage era una hermosa joven de, en ese momento, quince, casi dieciséis años. Su cabello era corto por debajo de los hombros, de un lindo tono azulado, piel suavemente bronceada, ojos como pequeños lapislázuli y adorables marcas en sus mejillas.

Su aura era adorable y compasiva, con una brillante sonrisa que lograba alegrar a quienes la vieran. Dulce y amorosa, pero a la vez fuerte y valiente, una esposa ideal. Se dejaba llevar por los demás, sin oponerse mucho, siendo detallista y afable.

Sí, una esposa ideal.

La hija del gran y temido Sasuke Uchiha era todo lo contrario. Su piel era pálida, pero a la vez sin lucir enfermiza. Sus ojos eran saltones y ónix, como cuevas misteriosas que se cerraban para impedirle el paso a su análisis. Su frente era prominente, aunque al menos hacía armonía con su rostro bien estructurado.

Su cabello era tan oscuro como sus ojos, lacio y largo hasta la mitad de su espalda, y su flequillo caía hacia su lazo izquierdo, enmarcando su rostro junto a unos lentes rojos. De cuerpo, podía defenderse con que no era para nada plana como su madre, aunque tampoco escultural como Himawari.

En personalidad, era un demonio andante. A pesar de ser valiente, noble e internamente compasiva, la desgraciada era tan agria como un limón, con una expresión de estar oliendo mierda todo el tiempo. Malhumorada, violenta, escurridiza, quejica y de carácter fuerte, siempre imponiendo su opinión y ambiciones. Interesada, aunque astuta, y muy, muy inteligente.

No, no era una esposa ideal. Él, aunque sonara machista, quería una esposa sumisa, no una condenada amargada con mal control de la ira y cara de perra presumida.

Sin embargo, a pesar de todos esos juicios, se halló bebiendo con la perra desgraciada luego de encontrarla en el bar lejano al centro de Konoha, con una expresión cerrada y sus manos entrelazadas frente a su rostro.

Si se pareciera más a su madre, sería un buen partido. Lamentablemente era la versión femenina de Sasuke Uchiha.

—¿Por qué te sientas a mi lado? No tengo interés en hablar, sin ofender —musitó Sarada, arrastrando las palabras mientras le daba vueltas a su vaso con cerveza.

¿Cómo se atrevía? Era, sin duda, una hija de p... Sakura-san le caía bien. Mejor se tragaba el comentario. Frunció el ceño, tomando un trago de aquel cocktail suave. Era un quejica a la hora de beber.

—Tch, tampoco quería hablar contigo. Pero eres la única medianamente normal en esta mierda —bufó, señalando con su pulgar a los comensales del bar—. Aunque eres igual de problemática.

Hasta el momento no se había fijado en que los ojos de la Uchiha estaban rojos, como si hubiese llorado todo el día. Fue cuando esta fijó sus ojos ónix en él para darse cuenta. Pero sonaba imposible.

—Vete al diablo, Shikadai. Hoy no estoy de humor para escuchar tu mierda.

No le sorprendía que la chica tuviese ese carácter, de cualquier modo. Boruto, Mitsuki, ella y él eran los únicos jōnin de su generación, y tanto ella como él eran ANBU. ¿Quizás había fallado en alguna misión?

—Fastidiosa... ¿Qué tienes? —interrogó, pidiendo otra copa, mientras la miraba. Su ceño estaba un poco más fruncido de lo normal, si acaso eso era posible.

—¿Qué te hace pensar que voy a decirte? De todas formas, no tengo nada —gruñó, buscando algo en su bolso, para luego apretar la mandíbula con rabia—. No me jodas... Debió ser Daisuke... Hijo de... Olvídalo.

—¿Uh?

Enarcó una ceja, mirando como a esta se le encendían un poco las mejillas. ¿Acaso estaba sonrojada? Jamás pensó que viviría para ver eso.

—Dejé mi billetera, y he bebido como un marinero. No creo que me dejen pagarlo luego —respondió al ver la curiosidad del Nara, que la miraba como si fuese un raro enigma.

—¿Quieres que pague tu cuenta y luego me lo devuelves? Problemático...

—Si no es mucho pedir —balbuceó la de lentes, desviando su mirada con un visible sonrojo por haber pasado verguenza delante de él.

—No lo sé, me trataste como un saco de papas, Ensalada Problemática —se mofó, formando una media sonrisa—. Sin embargo, soy un caballero y lo haré; solo si compramos una botella, vamos a mi casa y me cuentas que sucedió.

¿Por qué quería beber con la perra desgraciada? No tenía idea. Pero el mismo se sentía como un pedazo de basura luego de haber tenido un percance amoroso, que quizás le contaría a Sarada. La estaba usando para desahogarse, qué bajo.

Pero al ver la mirada de la jōnin, supo que ella pensaba hacer lo mismo.

—Hn, vamos.

Aquella aceptación inmediata lo descolocó. Seriamente, habían pensado que ella se negaría y él cedería a pagar su cuenta sin pedirle nada a cambio. Quizás no era tan mala compañía, después de todo.

Pidió una botella de ron, y con eso haló a la Uchiha del brazo. No se había dado cuenta que, de hecho, sí estaba algo ebria, pero solo un poco. Aparentemente podía competir con la tolerancia al alcohol con la Quinta Hokage, porque la cuenta había sido elevada.

Algo le sucedía a esa mocosa, de eso estaba seguro. Porque no era normal ver a una joven de diecisiete años bebiendo como marinero en pleno miércoles.

El camino hacia su departamento fue corto. No era la mejor zona, ya que uando decidió irse de casa a una edad tan joven su madre se había opuesto, negándole cualquier apoyo económico y prohibiéndole a su padre darle un ryō. Menos mal su tío Kankurō era un alcahueta de lo peor, y quizás por eso lo quería tanto.

Sarada se adentró incluso antes que él, lanzándose al sofá. Sí, tenía el licor por la cabeza, porque ella se consideraba una persona muy educada.

—Tu casa es un desorden —fue su única observación.

Su ceño se frunció, mientras buscaba los vasos de shots en la cocina. Agradecía que Inojin y Chōchō se pasaran a beber seguido, y lo hubiesen hecho comprar aquel juego de vasos.

—Limpiar es problemático —fue su corta respuesta, a lo que ella sonrió y rodó los ojos.

—Sabía que dirías eso.

—No me analices, Uchiha —bufó, virtiendo el ron en cada copa y pasándosela sin tocar su mano.

Definitivamente, algo estaba mal con ella. Se bebió todo el shot de golpe antes que él y exigió otro con la mirada.

Siguiendo su ejemplo, pasó el trago, sintiendo el fuerte sabor acentuarse en su lengua y bajar por su estómago.

—¿Sucedió algo? —preguntó, mientras volvía a vertir ron en los vasos—. Te ves hecha basura.

—Tú tampoco te ves bien, deberías hablar primero —gruñó, arrebatándole el primer vaso que sirvió y tomando un trago.

Esa botella no duraría con ella.

Con un tic nervioso en el ojo, volvió a llenársela.

—Qué problemático... Si te digo, me dices. ¿Trato?

—Trato —asintió, subiendo sus pies al sofá.

Como aquello le daba igual, no la riñó por esa acción. Simplemente bebió un shot y meditó muy bien sus palabras. Sus cosas personales eran eso, personales, y jamás se las había contado a nadie.

La única persona que conocía sus problemas eran sus padres, luego de que lo acribillaran porque llevaba más de una semana con cara de tragedia. Aunque en realidad, su madre lo había obligado, y su padre solo estaba detrás de ella para que no le gritara por no preocuparse por él.

Su familia era todo un problema.

—La persona que me gusta aparentemente lo sabe y ha decidido ignorarme profesionalmente por tres semanas. ¿Qué hay de ti?

Sarada parpadeó, sintiendo como sus brazos pesados aún se estiraban para ahora servirse un shot por su cuenta.

—¿Y quién te gusta? —le preguntó, algo perdida. Él no era una persona que se preocupara por ese tipo de cosas.

En realidad, le era más factible estar teniendo esa conversación con Chocho Inojin. No el llorón de Shikadai que vivía en las nubes y solo se centraba en quejarse de que sus oponentes eran unos inútiles, una digna mezcla del Nara y la Sabaku No.

—Himawari Uzumaki —respondió secamente. Ya sentía su lengua enredarse y sus piernas ponerse pesadas. No, no sabía manejar el alcohol, a diferencia de su compañera.

—¿¡Eh!? Vaya... —ladeó la cabeza, desviando su mirada. Terrible coincidencia—. No me esperaba eso, es decir... Pensé que preferirías a una kunoichi fuerte y... No lo sé, como Temari-san quizás.

—¿Por qué querría salir con alguien como mi madre? —inquirió con una mueca de desagrado, olisqueando su vaso—. Además, Hima es fuerte. Hasta más que tú, chica problemática.

Soltó una risa, jugando con su shot recién servido mientras él la miraba con molestia.

—Vale, te acepto que no es mala, pero tampoco es excelente. Mucho menos a mi nivel —dijo orgullosa, cambiando su expresión de "estoy-oliendo-mierda" a una pretenciosa. Era un avance—. Aunque te concedo que es muy hermosa. ¿No te has puesto a pensar que es demasiado tímida como para decirte qué piensa al respecto?

—No te invité para que me aconsejarás, Sarada. Es tu turno —gruñó.

La Uchiha ladeó nuevamente su cabeza, con ese gesto en sus labios tan similar al de su padre. Realmente, la kunoichi era una caja de gestos andante.

—Puede que se parezca a lo tuyo. Me gusta alguien, no lo sabe ni lo sabrá. Hoy comenzó su relación con alguien y se ven muy felices. Fin de la historia.

Bingo. Por eso estaba llorando. El Nara ató cabos rápidamente, recordando que Midori Inuzuka se había pasado todo el día con Boruto y ambos muy cariñosos. Aunque llevaban así varios días, ese miércoles en específico era notable.

—Te gusta el problemático de Boruto, ya veo —musitó con la nariz arrugada—. Sin ofender, ¿Qué le ves? Además, pensé que lo odiabas.

—No es de tu incumbencia —gruñó la Uchiha—. Solo tú y Mitsuki lo saben, así que te lo callarás si sabes lo que te conviene.

Las amenazas como esa lo sacaban de sus casillas. Cuando quiso levantarse a llevar la botella al estante, porque ninguna estaba en condiciones de seguir bebiendo a menos de que quisieran volverse un desastre en la sala, sus piernas no le respondieron correctamente y su cabeza dio un respingo.

—Ven, yo la llevo, quejica —se mofó con una sonrisa torcida, levantándose.

Soltó una risa al ver que la reacción de Sarada había sido igual. Sus piernas no le respondieron, y cayó sobre sus manos en la mesa de vidrio templado que estaba entre ambos sofás café con rojo.

Esta gruñó al escuchar las burlas del Nara, pero su razonamiento era un desatre. No supo de dónde sacó ese instinto, pero sus manos se ciñeron en los brazos musculos de la kunoichi y la atrajeron a su asiento, aunque haciendo más esfuerzo del normal.

—Suéltame, hn. Tengo fatiga... Con suerte vomito sobre ti.

—No vas a vomitar, chica problemática. Con ese aguante solo es probable que te duermas —le respondió, acomodándola sobre su pecho. Extrañamente, estaba cálida, otorgándole una cómoda sensación en su cuerpo. El clima no era específicamente caliente, y las ventanas estaban abiertas.

—Estás frío, idiota —balbuceó, con sus lentes torcidos y casi cayéndose de su rostro de una forma algo graciosa—. Pareces un muerto.

—Y tú un horno, ya cállate —gruñó nuevamente con sus ojos cerrados, dispuesto a dormir.

Lo que sucedió luego, era algo que seguía sin comprender. Quizás era la esencia de una mujer despechada, o la inhibición producida por tanto alcohol, o ambas.

Pero Sarada Uchiha había subido hasta su rostro y lo había besado, de una forma torpe e inexperta pero no por eso menos incitadora. Cuando el Nara abrió los ojos y vio su rostro carente de lentes, determinó que se veía mucho mejor que con ellos.

O quizás era el alcohol. O ambas cosas.

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N/A: Una pareja ultra mega rara que nació porque, ¿Qué más llamativo que una pareja tan... Tan ShikaSara?

No veo a Shikadai con Himawari. Lo siento. Los Nara aman a las mujeres problematicas y de carácter endemoniado. Himawari es demasiado dulce y adorable para ese papel. Por eso, la dejo con Inojin.

Also, si puse ShikaTema como pareja secundaria es por asuntos de paralelismo. Luego sabrán por qué.

Midori Inuzuka es un personaje que cree para mi otro fic, Vórtice del Tiempo. Pronto habrá de ella, aunque su propósito en este fic es muy distinto al otro.

Si llega a haber un comentario, ¿Especificarían si quieren lemon o que quede implicito? Ya que por la temática del fic... Se sobreentiende que será un tema recurrente, ¿No?