En cada lugar que Raven miraba sólo había destrucción, al punto de que si no hacían algo pronto, su padre ganaría y la Tierra se vería sumergida en un total exterminio.

Así que tomar una decisión le resultó sencillo.

Con sus últimas fuerzas se levantó, debiendo buscar un lugar donde apoyarse ya que sus piernas ya no eran capaces de aguantar el peso de su cuerpo. Dirigió una rápida mirada a Cyborg, en parte pidiendo perdón por abandonarlos, pero fue señal suficiente para que él supiera qué iba a hacer.

Robin no estaba en su perímetro, lo que agradeció profundamente, no quería él tratara de detenerla.

A diferencia de los otros, Starfire fue quien la buscó con la mirada, a lo mejor por una señal de Víctor, o lo conectadas que estaban al momento de combatir gracias a los múltiples entrenamientos que habían recibido; aunque veía ganas de llorar en el rostro de su amiga, ella le brindó una sonrisa que ayudó a que sus nervios se tranquilizaran.

Fue en ese momento cuando Chico Bestia noto que algo extraño estaba pasando.

Raven le sonrió, llena de melancolía. Era la primera vez que realmente se sentía amada y hubiera deseado despedirse de él; compartir un último beso, un último abrazo o una última caricia, pero por la distancia a la que estaban y la poca fuerza que en su cuerpo quedaba, resultaba imposible acercarse. Abrió su boca pero las palabras no salieron, así que mirándolo directamente a los ojos murmuró las palabras que hasta ese momento no había sido capaz de decir:

—Te amo.

Todo lo que vino después se sintió en cámara lenta a pesar de lo rápido que pasó.

Mientras que llenaba sus pulmones de aire, sintió los rayos del sol por última vez en su piel; todas las decisiones que tomo durante su corta vida hicieron eco en su cabeza, causándole un fuerte arrepentimiento, debió haber dejado que su corazón decidiera el camino.

Y a pesar de que sabía que no era la única persona que en sus últimos momentos analizaba su existencia, esperaba que ninguno se hubiera sentido tan miserable como ella lo estaba haciendo en ese momento porque de lo único que no se arrepentía era de haber llegado a los Titanes. Hubiera deseado vivir un poco más para convertirse en la persona que realmente quería ser además de recuperar todo el tiempo en el que fue una necia y evitó los sentimientos que Garfield le provocaba.

Su mente le estaba jugando una mala pasada; sabía que era sólo su mundo el que temblaba, presagiando que el final estaba cada más cerca. No debía dejarse intimidar. Tenía que utilizar esa fuerza para salvar a cada persona que amaba y a cada uno de los que confiaban en que los famosos Jóvenes Titanes serían capaces de salvar el día.

Lentamente, fue capaz de separarse del destrozado auto en el que se estaba apoyando, sintiendo como todo el dolor que la invadía era reemplazado por adrenalina pura.

— ¡Azarath Metrion Zinthos! — Gritó lo más fuerte que pudo, apreciando como algo muy similar a una corriente eléctrica recorría su cuerpo hasta llegara a su corazón, el cual se detuvo de golpe, muy dolorosamente.

No pudo notar como Garfield corrió para sujetar su cuerpo antes de que cayera al suelo para besar sus labios repetidamente, esperando que los cuentos de hadas fueran reales y que con un beso de amor verdadero su princesa reviviera.

Pero Raven ya se había ido.