-1-

Por favor escúchame…

Sentados frente a frente en una pequeña cafetería estaban dos jóvenes, que nada tenían que ver uno con otro; el de porte altivo y muy bien vestido con ropa fina, ella mucho más sencilla en comparación, pero de buena presencia y mirada dulce.

La había citado ahí hacia un par de días, y a decir verdad estaba aun sorprendido de que la chica hubiera aceptado a verlo, pero ahora que la tenía en frente no sabía como comenzar a hablar, un prolongado silencio se hizo presente después de que la camarera les llevara un par de tazas de café y algunos bocadillos que no había tocado.

El muchacho había pensado por mucho tiempo en ese encuentro y había meditado por largas horas lo que le diría cuando la tuviera enfrente y ahora simplemente no sabía que decir, toda la elocuencia del discurso que había preparado se había reducido a nada. Ni siquiera era capaz de hilar sus palabras, su garganta estaba paralizada y su mente completamente bloqueada.

Parecía estar tranquilo o al menos eso aparentaba, pero la realidad era otra muy diferente, toda su seguridad le había abandonado en el momento mismo que la vio entrar por esa puerta. Se creía preparado para afrontar la situación, pero la verdad era que se sentían tan perdido que no encontraba como comenzó a hablar.

La chica no estaba mucho más tranquila, mantenía la mirada fija en la tasa de café entre sus manos, no se atrevía a verlo a los ojos, porque ella misma no entendía por qué se encontraba ahora frente a aquel muchacho que tanto la había herido. Sentía su corazón latir con fuerza y sus nervios a flor de piel, podía incluso a la distancia a la que estaban percibir su aroma mentolado, apretó con fuerza su puño por debajo de la mesa enojada de sentirse de esa manera.

El silencio prolongado se volvió más pesado y el nerviosismo de ambos iba en aumento, el ambiente era tan denso que podría fácilmente ahogarlos.

Ella no pudo aguantar más esa situación, y se levanto de la mesa sin decir nada tomando su abrigo que descansaba en el respaldo de su silla, pero una mano la detuvo y por fin se encontró con sus ojos grises que se veían suplicantes.

Ver como se levantaba de la mesa para retirarse lo hizo reaccionar y no pudo más que tomar su mano para pedirle que se quedara, ella se soltó delicadamente de su mano, pero no se movió de su lugar, aun de pie esperaba que el chico dijera algo, que le hiciera quedarse.

Y él supo que de no hablar ahora, no tendría de nuevo la oportunidad. Así que comenzó a hablar por fin, estando los dos de pie a un lado de la mesa de esa cafetería.

-0-0-0-0-0-0-0-

En realidad no sé por dónde empezar, tengo tantas cosas que decir y al mismo tiempo me faltan las palabras para poder expresar todo lo que siento.

Sabes que nunca me he caracterizado por ser muy expresivo, y sé que es un gran defecto pero han sido muchos años de estar acostumbrado a considerar los sentimientos solo una debilidad, que me es complicado poder cambiar eso de manera tan repentina.

Probablemente no me entenderás, pero no busco comprensión después de todo lo que he hecho, quizás solo pretendo que puedas darse cuenta que no todo es lo que parece ser. Al menos a mi me costó mucho trabajo darme cuenta de eso, quizás si esto hubiera pasado antes, mi vida no sería como es ahora.

La mayoría del tiempo la pase regodeándome de cosas tan vánales y superficiales que no me di cuenta de las cosas verdaderamente importantes de la existencia. Aun ahora me es difícil saber diferenciar las cosas de verdadero valor.

Ahora quizás sea tarde para arrepentimientos, pero tengo que admitir que todo se debió a mi estupidez y a mi ceguera. Por eso quiero contarte mi historia, confesarte cosas que nadie mas sabe. Y como toda buena historia que se aprecie de serlo tiene un héroe que salva el día y su contra parte que intenta arruinarlo todo, y es precisamente ese papel el que me toco representar en esta pantomima que es la vida.

Nunca pretendí ser lo que soy, simplemente así se dieron las cosas, solo me deje llevar por las circunstancias que se fueron presentando y mi vida se empezó a tejer por sí sola. Quizás fue mi cobardía o mi ignorancia, aunque lo más seguro que ambas cosas me convirtieron en una marioneta.

Yo incapaz de hacer otra cosa solo cedí ante las peticiones ajenas y deje que alimentaran mi mente de ideas que en realidad no eran mías, pero que con el paso de los años considere como verdades innegables.

Fácilmente puedes juzgarme y condenarme, y aunque sé que lo merezco, a veces creo que mis decisiones o al menos algunas no fueron tan malas después de todo.

Tratare por tanto, ser lo más sincero que pueda y contestare todas las preguntas que me hagas, pero solo te pido un gran favor que aunque sé que no merezco me atrevo a pedirte.

Déjame hablar primero y contarte todo lo que necesito decirte, se que estará tentada a irte mientras te confieso mis abominables acciones, pero por favor no te vayas hasta que haya terminado, después enfrentare sin quejas todo lo que tengas que decirme y te daré las respuestas que buscas.

Por tu rostro se que dudas y te comprendo se que en todos estos años si a alguien he lastimado es precisamente a ti. Pero te ruego que me escuches, después te entrego mi vida y puedes hacer con ella lo que quieras.

Me sentí feliz de ver cómo a pesar de tus dudas volviste a sentarte y cruzaste tus manos sobre tu pecho esperando que también me sentara y siguiera hablando, y aunque no dijiste nada supe en ese instante que me complacerías al escuchar todo lo que tenía que decirte. Tuve que darle un pequeño sorbo a mi café para aclarar mi garganta y poder comenzar con mi relato.

Sé que no es fácil para ti estar aquí, pero créeme cuando te digo que para mí tampoco es sencillo y por lo mismo no puedo más que agradecer esta oportunidad. Y te juro por lo más sagrado que sabré aprovechar cada minuto que me regales.

Conoces muy bien mis orígenes, pero hay ciertas cosas que desconoces, y aunque no pretendo con esto buscar justificación alguna por mi comportamiento, tal vez cambie un poco tu juicios en mi contra, por lo que creo importante empezar hablándote precisamente de mi familia.

Tu mirada era curiosa y tu rostro seguía mostrando confusión y duda, pero moviste tu cabeza afirmativamente para animarme a seguir hablando, mientras tomabas por fin la tasa entre tus delicadas manos para darle un sorbo al café.

Entonces mi querida Hermione, la historia que he de contarte comienza así…

Sabes que vengo de buena cuna y conoces a detalle quienes y como son mis padres, soy hijo único porque así lo exige nuestras reglas familiares, aunque mi madre deseaba tener otro hijo, mi padre no lo permitió, son muchas las exigencias que se tienen que cumplir cuando se cuenta con una dinastía de sangre pura.

Tu mejor que nadie podrás entender lo que es la soledad de ser hijo único, desconozco como habrán sido tus padres contigo y el afecto que pudieron ofrecerte, pero en mi caso, puedo decirte que la soledad era absoluta y nunca conté con muestras de afecto por parte de mis progenitores.

Puedo presumir que nada nunca me falto, que tuve todo cuanto quise y que hasta el más pequeño capricho se me cumplió, pero estaba solo, quizás rodeado de grandeza y de lujos, pero completamente desprovisto de cariño.

Mi padre inmerso en su trabajo y mi madre ocupada en cumplir con el protocolo que la sociedad le exige a una familia como la nuestra, y yo solo en la enorme mansión a cargo de la servidumbre.

Son muchos los que me han dicho que envidian mi suerte y ellos no tienen la idea de que cambiaria todo por una vida sencilla pero llena de afecto.

¿Sabes porque siempre odie a Weasley? Porque el tenia todo lo que yo deseaba tener y lo único que el dinero no puede comprar, una familia. Yo tuve una infancia colmada de lujos y atenciones por parte de mucha gente, pero no de mis padre, que hubiera dado yo porque mi madre me hubiera arropado por las noches al dormir o recibir de mi padre al menos un corto abrazo, que hubiera dado yo por tener hermanos con quienes jugar y pelear, con quienes reír o llorar. Y llegado a este punto debo de aclararte que el odio que siento por Ronald se traduce en una profunda envidia, más que en el odio mismo.

Envidian mi suerte, mi cuna y mi dinero, que idiotas son los creer que eso te da felicidad, te satisface sí, pero nunca te hace por completo feliz.

No me mires con esa cara, se lo que piensas. Siempre me vanaglorie de tenerlo todo y presumí hasta el cansancio de mi suerte, orgullos hable del linaje de la sangre y de los benefician de los que disfrutaba por ser un Malfoy. Siempre me distinguí por romper las reglas porque nunca temí a las consecuencias, pero quizás mí más grande impulso para hacerlo era recibir la atención aunque fuera por un regaño por parte de mis padres, pero hasta en eso se equivocaron, porque ni un reprocho o un regaño recibí de su parte.

Me criaron siendo arrogante, despreciando siempre al más débil y desafortunado, odiando al que no era digno a los ojos de mi familia, repudiando a los muggles y sus hijos, me avergüenzo ahora al admitirlo, pero en ese entonces esa era mi ley y mi pensamiento.

Fui un niño malcriado, prepotente, narcisista, presuntuoso y cruel, lleno de tantas cosas y tan vacio a la vez, que me volví insensible y egoísta también, nunca recibí amor, entonces como saber lo que significaba esa palabra.

Sabes lo que es intentar ser lo que no eres, con tal de lograr la aprobación de tus padres, hasta el punto de convertirte en un muñeco sin alma y entrañas, que se mueve sin voluntad o razón, ese era yo…