Rasgos De Inocencia
El amanecer se aproximaba, los primeros rayos del sol sobresalían sobre las montañas altas y rocosas. Al pie de estas se encontraba la ciudadela de la capital del Reino de Rhovanion, Liévin. Esta se encontraba situada sobre una elevación en medio de las montañas que la protegían de los hombres del este y los orcos de Mordor agregando que estaba rodeada por una doble muralla, dentro de ella se encontraban calles angostas y tortuosas, barrios de artesanos y gremistas. El castillo de Adrar se encontraba justo bajo al pie de las montañas.
-Padre- imploro una joven de cabellos rojos, hincada a lado de una cama. El hombre sobre la cama estaba pálido como la nieve que se veía atrás ves de la ventana en las montañas. –Por favor, han pedido vuestra ayuda, como puedes negársela
-Hija mía, no estamos en posición de darles esa ayuda que tanto añoran. Tu hermano Aric está combatiendo a los hombres de este que tratan de entrar por nuestras fronteras- el hombre tomo un gran suspiro y miro a su hija que mordía su labio inferior.
-Yo iré ofrezco en tu lugar, llevare a Varick conmigo, padre- la joven tomo la mano fría de su padre y beso sus nudillos. –Si le denegamos la ayuda ¿quién lo hará cuando nosotros la necesitemos?
El rey Alric tomo un gran suspiro y miro a su única hija, que imploraba con sus ojos verdes que le dejara ir. -¿Por qué insistes tanto en ayudar a Rohan?
La joven miro a su padre, sabía que no le podía mentir. –No lo sé padre. Solo sé que tengo que hacerlo. – miro a su padre a los ojos, algo dentro de su corazón le gritaba que necesitaba ir, que no podía quedarse sin hacer nada.
El rey miro los ojos de su hija, y al parecer vio que la explicación no era mentira. Sabía que mandar a su única hija al campo de batalla no sería una buena elección, pero su hija lo haría de todas maneras la conocía y sabía que era testaruda y no encontraría razón para impedirle que cambiara de opinión.
-Lleva contigo la vieja espada de tu abuelo- la joven sonrió y se levantó del frio y duro piso de piedra. –Y Rhiannon
-¿Si padre?- dijo Rhiannon sacudiéndose el polvo de sus grandes faldas, el Rey Alric soltó otro suspiro
-Cuídate hija mía
-Lo hare, regresare te lo prometo padre
Con esto Rhiannon salió de la habitación del rey y se dirigió rápidamente hacia sus habitaciones.
-¿Cuánto tiempo falta para llegar a Rohan?- Rhiannon pregunto a Varick que cabalgaba a lado de ella.
-Medio día, pero el mago blanco dijo que los encontraríamos en el abismo de Helm- contesto Varick mirando al horizonte donde los rayos del sol estaban a todo su esplendor, desbruándolo. –Tomaría otras horas llegar, pero llegaremos antes del atardecer si nos apresuramos mi señora
Rhiannon asintió miro hacia atrás donde los soldados cabalgaban silenciosamente. -¿Mi señora?- Rhiannon retorno su miraba a Varick y sonrió.
-¡Que esperamos entonces!- exclamo Rhiannon dando una patada a las costillas de su corcel negro, el corcel dejo escapar un relinchido y se puso a todo galope en los planos de Rohan.
Los soldados detrás de la princesa siguieron su ejemplo y comenzaron a cabalgar a todo galope.
