Dos mundos chocan, ¿qué puede pasar?
Cuando dos miradas se encuentran a través del cristal,
Y el karma pone su plan en marcha ¿qué tan malo puede ser para alguien que lo tiene todo?... excepto esos ojos…
Cap. 1
Eran alrededor de las 7:30 am cuando un grito proveniente de un departamento daba el inicio de un nuevo día.
El salto de Mishifu me despertaba de golpe, y un grito por mi parte hacía sentarme de sopetón.
- Sólo porque eres mi hijo, si no hace mucho te hubiera dado una patada en ese trasero directo a la calle por molestar mi sagrado sueño. – recriminé al causante de mi susto mañanero: mi gato.
Mientras este me maullaba, me daba la espalda mostrándome su trasero. - ¡Ah! O sea que, después de tu chistecito, ¡te largas! - grité cuando este sólo se bajaba de mi cama como diciendo "misión cumplida". :3
Me quede mirando cómo desaparecía por la puerta de mi habitación, me sentía un poco desorientada, pero debía levantarme a trabajar. De inmediato me vestí con lo primero que encontré limpio, o al menos eso creo, olfateé mi camiseta y no olía tan mal.
- Si aguanta un día más.- y procedí a cambiarme.
Salí y me encamine hacia la cocina donde Mishifu daba vueltas esperando que le sirviera su comida.
-¿Cómo por qué debería darte de comer después de brincarme encima?- le reclamé.
Éste se pasó mi comentario por el arco del triunfo y maulló mas fuerte esperando por su plato.
- Ya va su majestad, aquí está su comida.-
De inmediato, tal huérfano de hospicio, se atascó con su comida. Sacudí mi cabeza ante tal hecho.
Era algo temprano, y no tenia ganas de hacer nada pero debía comer. Sin muchos ánimos, me preparé algo sencillo y camine hacia el sofá.
Le di una buena mordida a mi amado sándwich de mayonesa con jamón y mi inseparable café, me senté plácidamente disfrutando de mi desayuno cuando el sonido de alarma de mi cel. Me hizo votar todo.
- ¡Mierda! venti-unica camiseta limpia. - traté de limpiar lo más que pude.
Fijé la vista en el aparato deseando romperlo, pero al final recordé que era lo único que, según, mantenía mi vida social existente, o al menos eso decían mis compañeros de trabajo.
- ¡Santa Virgen de la papaya! ¡Voy a allegar tarde! - de inmediato, tomé mi mochila y salí casi volando, se me hacía tarde.
Caminé a toda prisa esperando poder llegar a tiempo. De dos en dos, subí los escalones de esa odiosa escalera, a la cual le encanta torturarme cada día.
- ¿Por qué no ponen un elevador, Kami? - Suspiré mientras al fin llegaba y… ahí estaba señores y señoras, el gentío matinal que esperaba el tren.
Mientras aguardaba en la fila que el dichoso metro se dignara a pasar, - ¿Por qué hoy precisamente tenía que retrasarse? , ¿¡No que muy puntuales!? Fruncí el ceño, no podría ser peor.
A los 10 segundos, este hacia su aparada y, como espartanos, ¡a palearse para entrar como tal sardina!
Me enlataba en el vagón: un rasguño y… ¿esto es una mordida en mi codo?, fue el resultado de poder entrar. Mientras veía el paisaje pasar, veía cientos de anuncios de comida y política, como siempre, tratando de lavarnos el cerebro.
Giré mi vista hacia una de las pantallas que habla de chismes de la farándula, donde se podía apreciar una foto de una mujer de cabello… ¿verde?
- ¿Es en serio? ¿Quién podría usarlo así? - reí mientras un par de chicas a mi lado me vieron con odio, ¡ups! solo las ignoré y seguí mirando la pantalla.
- "Siendo no sólo por su belleza y su forma de actuar, Tomoe Margarite, la famosa actriz, ¡se nos casa! y eso parte el corazón de millones de sus fans que la han seguido y visto crecer a lo largo de su carrera, muchas muestras de apoyo han recibido ella y su prometida la Srta…." - No quise prestar más atención, era aburrido, mejor me puse mis audífonos.
Los minutos y kilómetros corrían a un ritmo desorbitante, el paisaje sólo era un borrón de imágenes mal tomadas para quien, por las ventanas, veía pasar.
Mientras tanto, en unas calles de una privada de alta categoría, se su citaba una persecución digna de película.
Una joven corría desesperadamente. En el camino chocaba con algunas personas, no faltó quien le recordaba hasta el día que nació, mas no detuvo su marcha. Saltó un charco sin importar que su vestimenta se manchara. Se escucha como gritaban su nombre, voltea y solo les enseña el dedo de en medio y se burla de quien le grita.
-¡Mocosa sinvergüenza! ¡No te saldrás de nuevo con la tuya! - una mujer con cabello blanco y facciones duras, más bien una especie de monja desaliñada, a decir por su vestimenta, corría detrás de la chica.
- ¡Miss María! ¡No sigua mas corriendo o pronto la veré en el cementerio!- gritó la joven con una carcajada que fue casi silenciada por un zapato volador.
- ¡La que estará en una tumba serás tú cuando te ponga las manos encima!- respondía.
¡Zaz! La chancla voladora 2.0 casi me revienta la oreja.
Me llevo mi mano al lado izquierdo revisando que estuviera intacta. - ¡Hey! ¡Cuidado que soy un tesoro nacional! - grité mientras veía como ella tropezaba con un perro perdiendo un poco el equilibrio.
– ¿Tesoro nacional?, ¡Al demonio!, ¡Te voy a asesinar! - brincando olímpicamente una jardinera.
- Jajajaja ¡brinco dieras! de eso pide su limosna, Miss María. - miré como la mujer mayor, a pesar de correr más rápido que Usain Bolt, tenía su estilo.
Alzaba su falda y, ya no sabía si haría una reverencia o me lanzaría otro zapato. - ¡Este cuerpecito no le pondrás ni un dedo nunca!- señalándose a sí misma.
Varias personas voltearon al escuchar eso, mirando como la mujer de cabellos blancos apretaba el acelerador. - Sin moral…- dejo de hablar un momento al sentir que no aguantaría por mucho el paso.
-Alguna… ¿por quién me tomas? Para… siqui…era pensar e… esa bar…baridad. - lanzando cuando se encontraba para frenar a su fugitiva.
De inmediato, se le unieron un par más a la persecución, mientras la joven pisoteaba una jardinera estropeando las preciosas flores del lugar. -¡NOOOOO!,¡LAS FLORESSSS!- fue lo último que escuchó antes de doblar la esquina en la calle, ganando así aun poco más de tiempo.
Una sonrisa se dibujaba en mis labios cuando, al fin, encontré la entrada al metro que sería mi salvación. De un salto, casi imposible, bajé las escaleras y se metió de lleno al vagón. Por la ventana sólo pude ver a un par de personas que sólo admiraban como el tren emprendía su curso.
-¡Jajaja!, ¡Inútiles! Siempre me la dejan tan fácil. - me recargé con un brazo en la puerta.
Dejé descansar mi cabeza ahí por unos minutos. Sentía como mi corazón desacelera sus latidos por la adrenalina de tanto correr, estaba algo cansada, sudada por el esfuerzo y mis músculos tensos.
Más no me importaba, mi sonrisa no disminuyó. - Pobre Miss María, nunca se rinde, ¿Qué esa mujer es de palo? como que aun logra darme batalla en mis escapadas. - hablé para mí misma.
Levante la vista y me di cuenta de lo apretado que iba, no me importó voltear y escanear cada cm de aquel estrecho lugar, hasta que mis ojos se posaron en una figura que me daba de perfil. Admiré su silueta lamiéndome mis labios, y a punta de empujones y pisotones, me abrí paso a si aquella figura.
El tren detuvo la marcha y un desfile de personas más se unió al vagón sardina, haciendo que chocara con mí objeto que robó mi atención. Sonreí triunfante al ver que esta se percataba de mi presencia. Un ceño fruncido fue lo único que obtuve.
A través del vidrio, veía como esta pasaba de largo e ignoraba por un segundo mi presencia, causando una molestia en mí.
Una vez más, vio mi reflejo, nuestras miradas fueron un choque de titanes que no se inmutaban o cedían: Verde Esmeralda contra Rojo Fuego. Nos mirábamos fijamente.
Después de un breve momento, que a mi parecer pareció una eternidad ella apartó la vista de mí. Observe detenidamente su rostro, el color de su cabello daba otra tonalidad cuando algunos rayos de sol la tocaban.
Lentamente me fui pegando más a su cuerpo, tomando como excusa lo apretado del vagón. Sus mejillas se tornaron en un leve sonrojo que, inmediatamente, fue remplazado por una mueca de molestia a causa de mi cercanía. Suspiré.
Pensé por un sólo segundo, ¿Por qué no hacerlo? Miré de nuevo como cerraba los ojos, no pude evitar así sumergirme en ese color que me atraía hacer travesuras.
Sonreí cuando mi mano rozó su formado trasero, obteniendo un pequeño brinco de sorpresa. Vi su mirada en el vidrio claramente enojada por mi acción, mas no hizo movimiento alguno. Sentí como su mirada quería trasmitirme un mensaje, pero yo solamente la dejé en el buzón de comentarios y seguí mi juego.
Mis manos parecían haber tomado vida propia recorriendo todo lo que se les ponía enfrente. Recorrí la mayor parte de él, cuando sentí un fuerte pisotón que hizo que cerrara mis ojos y mordiera mi labio evitando hacer algún ruido que delatara mi acoso. Solté lentamente mi respiración volviendo a encontrarme, no solo con su mirada de advertencia, si no con una sonrisa de triunfo. Le devolví el gesto, no ha nacido aun quien pueda vencerme.
Mientras mi mano regresaba al ataque, ahora le hacía equipo mi otra mano, envolviendo su cintura pegándola más a mí.
-(Pero, ¿¡Que se cree esta idiota al trastearme así!)-, sonreí al darle un buen pisotón para alejarla.
Estaba que le sacaba los ojos cuando me atrajo contra su cuerpo.
- Aleja tus sucias manos de mí ahora si no quieres perderlas. - susurré lo más intimidante que pude mirando, con ira, a su imagen reflejada en el vidrio.
-Nena, aquí la única sucia eres tú y esa linda mancha de café. - me devolvió al sentir como subía lentamente su mano a mi pecho y me sonría de lo más cínica.
-(¿Quieres jugar?, pues jugaremos nena)- pensé mientras ideaba la mejor manera de destrozar su ego.
Había ganado, la sentí temblar ante mi toque. Después de mi comentario se quedó observando como lentamente me acercaba a su pecho en lo que mi otra mano se dirigía a su entrepierna. Sentía como la temperatura de mi cuerpo subía. Un pequeño gemido salió de sus labios causando que nuestras respiraciones se volvían más pesadas. La adrenalina volvía a mi cuerpo pensado en la posibilidad de que alguien podría descubrirnos, miré en ambas direcciones cuidadosamente de no ser descubiertas, nadie parecía notar nuestro acto, eso lo hacía cada vez más excitante.
Escuché que pronto se acerca una parada, pero me valió un cacahuete estaba más entretenía en su escultural cuerpo.
Colé mi mano bajo su camiseta, sentí como se ponía a temblar, pase mi nariz por su cuello causando escalofríos y haciéndola temblar de nuevo. Sentí como ella respondía pasando su mano por mi cadera, subiendo lentamente a la vez que se volteaba.
Nos quedamos mirándonos fijamente sin detener nuestras acciones, volví a atacar su cuello, subí tortuosamente mis labios por su cuello, hasta llegar a su mejilla, ella me pegó más a su cuerpo. Sentí sus manos recorrer mi espalda.
Sin previo aviso, me lancé a robarle un beso que la dejo con la guardia baja. Eran suaves, cálidos, me estaban empezando a gustar, quería más, ¡maldición! quería profundizarlo. Pasé mi mano en su nuca obligándola a ceder.
-(¡Mierda!, esto está haciendo perder mi cordura.)-, volteé y me perdí de nuevo en su mirada.
Era una acosadora sin vergüenza que el daba igual si la atrapaban. No detenía su ataque y yo cada vez estaba cediendo ante ella. Sentí su respiración en mi cuello causando que me fallara un poco la fuerzas en mis piernas, pero no era el final.
De pronto, me besó – (¡Dios! ¡Me acaba de besar!)-
Abrí los ojos con sorpresa, sentí que quería profundizar el beso, pero, sin más, lancé un corto pero seguro ataque haciéndola retroceder y que dejara escapar un leve quejido.
Sin esperar más, salí corriendo del metro sin voltear – -(¡Qué diablos me pasa! ¿cómo dejé que avanzara tanto? Esos ojos… ¡esos endemoniados ojos!
-¡Augh! ¡Mierda! - aguanté la ganas de gritar mas fuerte al sentir como tronó mi entrepierna con sus manos a la vez que me mordió con fuerza el labio.
Retrocedí por el dolor, golpeándome con un alguien que sólo me empujó hacia adelante, chocando contra la ventana del tren. Vi como aquella vil mujer salía corriendo sin voltearse a ver la desgracia que me hizo.
En mi reflejo, vi como salía una gota de sangre de mi labio, me limpié mientras reía al pensar que se me escapó la presa a mí, Natsuki Kuga. -Esto no ha acabado. Segundo round nena.- varias personas me miraron de forma extraña, pero no me importo.
seguí mi camino en este vagón, tenia cosas que arreglar y, por supuesto, buscar revancha con esa castaña de ojos rojos...
