Este fic participa en el reto especial de San Valentín del foro "Amor de Tercera Generación" "Olores de Amortencia"

Disclaimer: El potterverso es de J.K Rowling


La cebolla más divertida

Victoire olía a complicidad. Como esos días en la Madriguera llenos de expediciones, inventos, descubrimientos y bromas. Todos eran únicos pero, por algún motivo que Teddy no terminaba de entender, éste es el primero que recuerda siempre.

Empezó siendo un día ordinario, uno más en los que tenía que acompañar a su abuela a ver a la abuela Molly. No esperaba nada de este día, como mucho, un baño refrescante en el riachuelo. Hasta que vio que estaba Victoire.

Victoire, con once años, era una niña de sonrisa traviesa adornada con hoyuelos y un cabello corto y platinado. Era presumida, educada y afable, toda una señorita, menos cuando se juntaba con él. A Teddy le miraba con complicidad en sus ojos azules, con una mirada que prometía diversión y travesuras que, inevitablemente, acabarían en castigos.

Teddy, que era un niño tan alegre como sus colores de pelo, también cambiaba cuando estaba con ella. Con Victoire no podía evitar hacer bromas de todo, estar más contento y ser más torpe.

Aunque, cuando se saludaron, no pareció que todo esto fuese así. Se dijeron un tímido "Hola" y miraron al suelo, como si las miradas de sus abuelas les incomodasen.

Estaban en la cocina y, un olor a pastel de chocolate recién horneado, les hizo deshacerse de toda la vergüenza. Se acercaron a donde estaba, al mismo tiempo, y lo devoraron con la mirada. Entonces, Victoire sonrió, y Teddy asintió con la cabeza. No hacían falta palabras. Pero, cuando iban a levantar el pastel entre los dos, éste salió volando hasta acabar en las manos de Molly.

Las caras de decepción de ellos y la de satisfacción de su abuela, ocasionó las risas de los pequeños Dominique y Louis que estaban jugando en el suelo.

—Nada de pastel hasta que no hayáis terminado con los gnomos del jardín.

—Pero, abuela, esos gnomos llevan generaciones aquí, no pasa nada porque sigan un poco más.

—No me lleves la contraria, Victoire, u os quedáis sin pastel.

Teddy no quería quedarse sin pastel, así que, le cogió del brazo y la arrastró hasta el jardín para evitar que siguiese replicando. Al llegar al pintoresco jardín, ella pudo soltarse del agarre y mirarle con enfado.

— ¡Gnomos! Salir y luchar. Defended vuestras amadas plantas. Enfrentaos a Victorie, la bruja más bella de Inglaterra y Francia, y a mí, Ted, el mago más apuesto, valiente, sexy y guapo del mundo —exclamó mientras levantaba su varita al cielo como si pudiese usarla en vacaciones.

La menor no pudo evitar que se le asomase una sonrisita al verle, aunque estuviese enfadada con él por no dejarla seguir replicándole a su abuela.

—Yo no voy a luchar contra los gnomos, son feos, arrugados y maleducados.

—Por eso hay que exterminarlos, para crear un mundo gobernado por nosotros: los más guapos de Inglaterra—le replicó mientras se acercaba a ella y la cogía por los hombros.

Victoire se volvió a negar mientras se soltaba. Él se encogió de hombros y se puso manos a la obra. Lanzar gnomos no era ni divertido ni aburrido, pero él los cazaba y los lanzaba como si fuese lo más divertido del mundo. Quería hacer que Victorie se arrepintiese de su decisión y le ayudase.

No tuvo ningún resultado. Sin embargo, Victoire, que había estado aburrida observándole hacer el payaso, tuvo una idea. Más que una idea, tuvo curiosidad.

—Teddy, ¿nunca te has preguntado cómo reaccionarían las gallinas de la abuela ante los gnomos?

Teddy le miró interrogante. Claro que no se lo había planteado, eran gallinas, aburridas y simple gallinas que sólo se dedicaban a poner huevos.

—¿Cotorreando detrás de los gnomos? Son gallinas—le resaltó con un tono que indicaba que era obvio que no iban a tener una reacción divertida.

—A lo mejor espantan a los gnomos y nos ahorran el trabajo.

—Querrás decir mi trabajo—le corrigió Teddy alegremente. Victoire puso los ojos en blanco.

—¿Lo probamos?

Teddy sabía que tenía que haberse negado, que se iban a meter en un problema. Pero, al ver cómo le sonreía, su sentido de la responsabilidad se fue de vacaciones. Luego, más tarde se arrepentiría, pero ahora eso le daba igual.

—Podrían ser nuestro ejército, porqué no.

—Pensaba que éramos magos, no reyes.

—Claro, pero estamos bajo las órdenes de una reina que ha visto amenazado su reino por estos gnomos de jardín—con esa comparación, se imaginó a su abuela con una corona y un cetro, y inevitablemente rompió a reír, al igual que Victoire, que parecía que también había pensado en lo mismo.

—Pues, entonces, vamos a liberar al ejército del reino.

La voz de ella sonó como si hubiese notado que algo no encajaba en esa frase, pero igualmente siguió su camino hacia el pequeño corral.

Soltar las gallinas y llevarlas hasta el jardín fue una tarea mucho más difícil de lo que hubiese podido parecer. Las gallinas, por algún motivo que no se explicaban, no querían salir, y cuando las conseguían sacar, no iban nunca a dónde estaba la plaga. Un desastre.

Para mala suerte de ellos, las gallinas enfadas eran muy escandalosas. Al final, tal y como se temía Teddy, su abuela les descubrió. Salió de la casa, extrañada por el gran alboroto que había en el jardín, y se encontró con un panorama inesperado. El jardín seguía teniendo casi los mismos gnomos que antes, Teddy y Victoire estaban llenos de plumas y las gallinas huían de ellos.

—¿Qué se supone que estáis haciendo?—preguntó Molly con un tono que asustó hasta a los gnomos de los Lovegood.

Los dos pararon en seco y se estremecieron, estaban en problemas.

—Fueron los gnomos. Los gnomos liberaron a las gallinas—se apresuró a contestar Victoire antes de que Teddy y su sinceridad metiesen la pata, aunque su excusa no resultó ser muy creíble.

—En todos los años que existe esta casa, nunca ha pasado algo así. No me mientas, Victoire—le amenazó su abuela con un tono muchísimo más cabreado.

Se había quedado sin excusas y Teddy, que meditaba sí contarle la verdad o no, se quedó callado por unos segundos.

—Fue idea mía, pensé que a lo mejor las gallinas podían espantar a los gnomos pero...

—Eso fue una idea descabellada y sin sentido—le regañó al mayor, aunque sabía que esa idea no podía haber sido de él—. No me lo separaba de ninguno de los dos. Entrad dentro, me vais a ayudar a preparar la comida, y no dudéis en que se lo contaré a tu abuela, a Bill y a Fleur.

Dicho eso, Molly Weasley efectuó varios hechizos con los que guardó las gallinas y limpió el jardín de plumas. Tras quedar el jardín perfecto, a excepción de la plaga que seguía tan pancha como antes, les ordenó a ambos que entrarán.

Cuando Molly les dijo que le iban a ayudar a preparar la comida, mentía. Cierto era que estaban preparando comida, pero no se esperaban que les fuera a mandar algo tan aburrido: pelar y trocear patatas y una cebolla. Además, ni si quiera les había dicho para que plato era lo que estaban haciendo. Se sentían como elfos domésticos.

A Victoire le había tocado la cebolla, y eso le hacía pensar que realmente su abuela se había dado cuenta de que había sido idea suya. Por mucho que Teddy hubiese tratado de encubrirla, esa curiosidad y esas ideas tan únicas sólo podían provenir de ella. Al igual que esa actitud tan noble y leal sólo podía provenir de Teddy.

Pero, pese a que le había defendido, Teddy estaba cabreado. Por su culpa, ahora estaba haciendo una tarea que era muchísimo más aburrida. Por favor, que eran patatas.

—Teddy, gracias por dar la cara por mí.

No le respondió, en parte porque no estaba muy seguro de que decir y, por otro lado, porque pensó que, si le respondía un «De nada», con el enfado que tenía, iba a sonar muy borde. Tras casi un minuto de silencio, Victoire volvió a hablar:

—¿Estás enfadado?—su voz sonó entrecortada, estaba llorando.

—No, es sólo que no hablo con monstruos llorones—respondió bromista de nuevo, al ver como lloraba a causa de la cebolla con la que se estaba peleando, se le había ido el enfado casi de golpe.

La reacción inmediata de Victoire fue de sorpresa. Abrió la boca, como si fuera a decir algo, pero no llegó a decir nada. Después, pasó a poner cara de una indignación y ofensa. ¿Quién se pensaba que era ese que se hacía llamar Teddy Lupin para llamarle monstruo llorón?

Iba a vengarse.

Restregó sus manos sobre la cebolla, impregnándolas todo lo que pudo. Se acercó a Teddy, que seguía pelando las patatas sin hacerle caso, y le tapó los ojos colocándose tras su espalda.

— ¡El monstruo llorón ha venido a por ti!

Teddy intentó soltarse de ella, pero no podía ni abrir los ojos por la cebolla. Ella tampoco estaba mucho mejor, pero aun así, ambos se reían. Reían y lloraban.

Ese día volvieron a estar castigados, pues entre risas y lágrimas se habían enzarzado en una guerra de comida en la que ni el pastel de chocolate quedó a salvo.

Pero había merecido la pena, se lo habían pasado tan bien.


—¡Buenos días, Teddy! —le saluda Victoire al mismo tiempo que le tapa los ojos con las manos.

—¡Buenos días, Vic! —le responde sonriente—Ya no hueles a cebolla.

Victoire resopla divertida, recordando aquel episodio de hace cinco años.

—Tengo una sorpresa para ti—le susurra en el oído, haciéndole estremecer.

Pero no se la dice, le da un recorte de pergamino y se marcha. La sorpresa será después de enfrentarse en el partido de quidditch.

Por ahora, se tiene que conformar con ese pedazo de pergamino y con la intriga de saber que pasará en la fecha y el lugar que están escritos en él.


Nota de la Autora:

Me gusta esta pareja, aunque no ha terminado de quedarme como quería.

La idea es que los tres fics están conectados entre sí. Este primero, es un recuerdo de Teddy que acaba en una escena que es el presente (el mismo día en el que sucede el tercer capítulo). El segundo será también otro recuerdo que desembocará en el presente y el tercero que será la cita de la nota que le acaba de entregar Victoire a Teddy. Lo sé, parece un rompecabezas xD