El mejor chantaje de su vida
La cosa es así: en estos días (mañana, seguro) voy a actualizar Los Aberrantes, que es un fic bastante trágico con una temática zombie medio extraña, ya verán acorde avance la historia, y como me bajonea bastante escribir sobre eso, necesité, a la par, "distraerme" con algo más divertido, y acá es donde entra este fic. Así que… espero no lo odien y sepan entender que esto es algo como para pasar el rato, digamos. No esperen la mejor trama del universo con los mejores y más originales plot twists porque no va a tenerlos, lol. Sólo eso.
El chantaje
"Puedes encontrar la paz en medio de las tormentas que te amenazan"
-x-
El choque de la Mont Blanc roja sobre el escritorio de petiribí causaba un sonoro ruido cada vez que Levi la tamborileaba entre sus dedos. Estaba aburrida de esperar por unos textos que debían haber estado listos hacía ya varios días, y también algo cansada de ver que lo único que quedaba por hacer era quejarse de más trabajos mal hechos. Hasta entonces tuvo que corregir todo lo que le habían entregado, dando como resultado borradores con un 90% de tachones en rojo.
—Nadie hace nada bien—murmuró para sí, con superioridad, como si ni ese pensamiento pudiese compartir con alguno de sus colegas porque nadie estaba a su altura. Laboralmente hablando, ya que apenas sí llegaba al metro 60.
Se estiró y terminó lo que quedaba de su tercer café del día, para después, gracias a eso, sentirse un poco menos muerta que de costumbre.
Al cabo de una media hora la puerta de su oficina se abrió con violencia, y no necesitó que el intruso se anunciara, pues había una sola persona lo suficientemente atrevida como para entrar sin golpear.
—¿Recién llegás? Son las dos, Hange—le recriminó con seriedad al notar que todavía seguía con la cartera puesta, claro que la mujer ni se inmutó.
—Hoy fue una mañana de locos, Lele—comentó exagerando un fingido agotamiento mientras se sentaba del otro lado del escritorio—. Tuve que llevar a Bean al veterinario porque no paraba de cagarse encima. Me cagó el auto, la ropa, ¡todo! Hasta al veterinario cagó. Por suerte el tipo lo revisó y cuando me preguntó si le había dado algún lácteo me quedé tranquila. Resulta que anoche se comió una olla entera de yogurt casero que hizo Moblit. Obvio que fue sin querer. Yo la había destapado para servirme un poco pero me llamaron por teléfono y fui a atender, cuando volví lo encontré a Bean lamiendo los restos, ¿lo podés creer? Bueno, la cosa es que el veterinario le dio dieta por una semana pero por suerte no fue nada grave. Aunque tuve que bañarme y cambiarme de nuevo. Y venirme en taxi. Mañana voy a tener que llevar el auto a lavar…
Levi la miraba con una mezcla de asco y molestia. No entendía cómo dejaba que sus mugrosos perros paseasen por doquier, sin mencionar que esa distracción pudo haberle costado la vida al estúpido animal.
—Con razón olés a mierda.
—¡Hablando de mierda! ¡Me olvidaba de contarte algo genial!
La más baja la miró con sospecha. Cuando Hange se excitaba por algo, sobre todo por algo que involucraba mierda, sólo significaba una cosa: peligro.
—Encontré la solución a tu carácter, enana. ¿Estás lista para oír lo que tengo para decir?
—No.
—Bien: ¡te concreté una cita a ciegas!
—Andáte a cagar, Han.
—Más tarde. Por ahora prefiero escucharte decir "Gracias, Hange. Voy a ir.".
—Olvidate. ¿Estás en pedo? ¿Tragaste algo de la mierda de tu perro? Hange, yo no tengo ni citas ni mucho menos citas a ciegas, así que sacate de la cabeza la idea de emparejarme con algún desesperado pervertido que seguramente ni vos conocés.
—Te equivocás. Lo conozco, y lo conozco muy bien. Este hombre es… es genial, simplemente genial para vos, Lele. Lo conocí por su hermana, que, dejame decirte, es un amor de chica. Es modelo. Ella, no él. Aunque debería, ¡no sabés lo hermoso que es! Tenés que darle una chance, es perfecto.
—¿Ah, sí? ¿Es alto, rubio, de ojos celestes, musculoso, y tiene una mandíbula que puede cortar diamantes?—preguntó Levi con una muy ensayada cara de aburrimiento.
—¡Es exactamente así!—gritó Hange divertida y Levi rodó sus ojos dejándolos en blanco.
—Olvidate de eso, Han. Mi respuesta es no.
—OK—dijo la mujer levantándose bruscamente y saliendo en silencio de la oficina. A Levi le pareció muy raro que esa loca entendiera tan fácilmente un "No" por respuesta, hasta que a los minutos la vio volver con una Tablet en las manos. Una Tablet encendida con un thumbnail que dejaba ver una imagen del rostro de ella…—. Mirá, sos vos—comentó con sorna para después darle click al video.
Con mucho ruido de fondo, entre un griterío indescifrable y horrible música que parecía ser bachata, aparecía ella en un provocativo vestido violeta y con una mueca tonta que no la definía en lo absoluto. Estaba totalmente ebria, y si ese tono rosado en sus mejillas no decía nada al respecto, el evidente estrabismo en sus ojos gritaba a los cuatro vientos que tenía más alcohol en sangre que todos los integrantes de Guns & Roses juntos.
—Te voy a decccccir una cosa, Han… Sho… sho lo único que voy a bus-scar de ahora en más, es una buena veeeerga que me cojjjja en posición de peshitoooo.
Sus palabras las acompañó con unos gestos por demás obscenos, y al ver eso, y recordar ese día, le fue inevitable mostrarse horrorizada.
—Hange, te mato. ¡Borrá eso! ¿¡Qué carajos!?
—Daaaale. Fue el día en que celebramos tu divorcio, ni en pedo borro esta joya. Además, me va a servir.
—¿A servir?—Preguntó de verdad asustada.
—Sí, mirá, te explico. Si vos no asistís a esta cita a ciegas, este video que acabás de ver, lo va a ver toda la empresa.
Levi, al escuchar eso, intentó de un manotazo quitarle la Tablet de las manos, pero Hange fue más rápida.
—Por suerte hay formas de mantenerme calmada…
—¡Está bien, maldita bruja! ¡Voy a ir!
-x-
—Acordate de tomarte la hora del almuerzo, Lele—le recordó Hange con una sonrisa maníaca dibujada en su rostro.
—Sí, sí. Ahora dejame en paz, ¿querés? Me tengo que mentalizar para esto, ya que no me dejás otra opción.
—Así me gusta, esa es la actitud. Bueno, me voy antes de que llegue tu cita. Suerteeeee.
Ni bien Hange desapareció de su vista, Levi respiró hondo. No estaba preparada para salir con nadie, menos con alguien que no conocía ni por foto. ¿En qué mierda estaba pensando esa loca? Se suponía que era su mejor amiga, ¿y con ese vil chantaje la atormentaba?
Cuando dieron las doce y media Levi se dio cuenta, ya que el ruido de cuchicheos de las secretarias aminoraba notoriamente. Todos descansaban a esa hora. Todos almorzaban. Todos menos ella, que con suerte mandaba a algún cadete a buscar una ensalada para comer. Hubo algo inusual sin embargo, y eso fueron unos golpecitos en su puerta.
—Adelante—dijo sin ganas.
Cuando levantó la vista y observó a la persona que tenía en frente, encorvó una ceja. Era un chico bastante joven, alto, delgado (o medio escuálido, según su periférica), y con un nido de carancho por pelo que le cubría parte del rostro.
—No pedí nada—dijo cortante, sin darle tiempo de hablar.
El chico se quedó en silencio mirándola con algo de confusión. Levi suspiró, no tenía ganas de lidiar con adolescentes tímidos.
—Seguro fue Hange. Siempre pide delivery a esta hora. Está en la oficina de junto.
Ahí, como por arte de magia, sonrió. El chico, no Levi.
—Definitivamente usted es Levi—dijo mostrando una sorprendentemente hermosa dentadura—. Mi nombre es Eren, y no soy el chico del delivery. Vine a buscarla para que vayamos a almorzar. Soy su cita.
Y acá termina el primer capítulo de lo que va a ser un fic relativamente corto (como una barbaridad va a tener 10 capítulos). Ah, y los capítulos van a ser cortos, también, aunque no como este que es muuuuuuy corto, pero van a ser cortos, así puedo actualizar rápido y no morir antes de que sepan el final. Bye, bye!
