Escala de Grises
Por: niteryde
Traducción: Mya Fanfiction.
Capítulo 01: Visita Inesperada.
Nota de la Autora: Sólo quería aclararlo desde ahora, esta no es una historia «Gohan x Vegeta». No es que haya algo malo con ellas, pero amo demasiado el «Bulma x Vegeta» para eso.
De igual manera, gracias por leer y espero que les guste. :)
Nota de Mya: Cuando escribió esta historia no se podía añadir al tercer personaje ni emparejarlos. xD
El príncipe saiyajin se masajeó una de las sienes, observó a su esposa con una mezcla de inquietud y molestia mientras se preguntaba si el universo lo odiaba. ¿Por qué más surgirían estas ridículas situaciones?
—¿Por favor?
—No.
—Vegeta…
—De ninguna manera —manifestó bruscamente mientras Bulma lo observaba en la mesa de la cocina, con esa mirada. La conocía muy, muy bien y desvió la suya con sapiencia, apretando la mandíbula. Continuó masajeándose la sien, con el codo sobre la mesa y ese frunce familiar en el rostro. —No me lo pidas otra vez, mujer —gruñó.
—Vamos, Vegeta. —Bulma suspiró frustrada. Dejó de ver a su esposo para mirar a su hijo de cuatro años y cabello lavanda sentado a su lado que en ese momento estaba atiborrándose de comida a una velocidad escalofriante e ignorando alegremente la conversación de sus padres—. ¡Trunks! Comer no es una carrera, ¿sabes? —espetó ella logrando que el niño le brindara una mirada primero sorprendida, luego avergonzada—. Así que baja el ritmo, niño —advirtió.
—Pero Mamá —dijo Trunks con la boca llena de comida para después hacer un puchero.
—Hazle caso a tu madre, niño —dijo Vegeta brusco—, y traga antes de hablar. No permitiré que un hijo mío coma como un neandertal. —Trunks cerró la boca de inmediato y bajó los ojos a su plato, descendió el ritmo notablemente mientras comía su almuerzo. No tenía idea de lo que era un neandertal, pero bien sabía que no debía desobedecer a su padre cuando hablaba con ese tono. Vegeta se enfocó de nuevo en Bulma después—. Mujer, deja de interrumpir mi entrenamiento para hacerme preguntas de las que ya sabes las respuestas.
—Simplemente no entiendo por qué no… —Ella dejó de hablar cuando Vegeta suspiró y se puso de pie. Gruñó y se levantó también cuando vio que él además estaba saliendo del comedor—. ¡¿A dónde crees que vas?! ¡Estamos en medio de una discusión! —gritó, le echó un vistazo a Trunks y después salió tras el terco de su esposo.
Vegeta resopló, sin darse la vuelta, podía sentirla siguiéndolo mientras caminaba afuera hacia la cámara de gravedad. —Sí, la misma que tuvimos ayer, y antes de ayer, y el día anterior. Estoy cansado de este tema. Mi respuesta no cambiará. Ahórrate la saliva.
—Vegeta, por favor —suplicó, estiró el brazo y sujetó su mano desde atrás. Él se detuvo pero no se volteó para encararla. Ella caminó a su alrededor para quedar frente a él. Evitó verla a los ojos—. Chi-Chi no puede controlarlo, y se está comportando peor desde hace unos días, él necesita que alguien simplemente le hable-
—No me había dado cuenta de que era psicólogo —pronunció con sarcasmo.
—No, no lo eres, pero eres el único en todo el planeta que tiene la más mínima idea de lo que le pasa a un niño saiyajin que está pasando por la pubertad —señaló. Estiró el brazo y tomó la otra mano entre las suyas—. Eres el único que de verdad puede controlarlo. —Las apretó suavemente.
Finalmente, el príncipe se giró y enfocó sus ojos en los de ella. Los suyos oscuros analizaron los azules de ella por un momento, antes de que su ceño se profundizara. —Esa es tarea de Kakarotto, no mía —le dijo con amargura—. No es mi culpa que ese idiota inútil decidiera no regresar con su mujer y sus mocosos.
—Tampoco es de Gohan —respondió Bulma. Él gruñó y negó con la cabeza, desviando la mirada otra vez. La mujer soltó sus manos y dio un paso para acercarse más. Puso las suyas en el pecho masculino y éste suspiró—. Tú puedes ayudarlo, Vegeta. Él sólo es un niño, necesita una figura masculina en su vida a la que pueda respetar. Sí, tiene a Piccoro y Roshi, a su abuelo y a Krillin, pero ninguno de ellos sabe lo que es ser un saiyajin adolescente. Por favor, ¿lo ayudarías por mí?
Vegeta cerró los ojos, en meditación, con el rostro carente de emociones. Bulma lo observó, sus ojos se llenaron de expectativa. Se había vuelto muy buena en leer su mirada los últimos años para tener un estimado de cómo se estaba sintiendo, así que sólo necesitaba esperar para ver. —Mujer. —Exhaló finalmente el príncipe saiyajin. Cerró los ojos y ella notó la duda reflejada en ellos. Era una mirada que ella y sólo ella tenía permitido ver—. Sabes que estoy esforzándome al máximo con nuestro hijo…
—Lo sé, y lo estás haciendo muy bien —dijo ella con sinceridad, sonriéndole.
Él le respondió con un frunce. —La mujer de Kakarotto siempre trae a la cría más pequeña y tengo que soportarla, y ahora quieres que tenga un rol más activo en la vida del mayor… Bulma… —Inhaló y exhaló, la exasperación ahora era evidente en su voz y la mirada cauta mientras ella lo estudiaba. Maldición, odiaba que ella lo leyera con tanta facilidad—. Tener un hijo es más que suficiente para mí. No tengo interés en adoptar a otros dos.
—Oh Vegeta, esto no se trata de adoptarlos —dijo Bulma con gentileza mientras se abrazaba a su cuello. Él colocó una mano instintivamente en su cintura para acercarla y suspiró otra vez—. Sé que no son nuestros hijos. Y sé que no es tu responsabilidad ser padre de ellos. No es lo que te estoy pidiendo. Esto ni siquiera tiene que ver con Goten – Y que conste que es increíble la paciencia que le tienes.
Vegeta gruñó y puso los ojos en blanco. —Sólo porque preferiría no traumar a mi hijo al desaparecer al idiota de su compañero de juegos.
Bulma rio. —No lo harías.
—Hn. Quizá cuando mini Kakarotto sea mayor…
—Como sea, esto no se trata de Goten sino de Gohan —pronunció. Sacudió la cabeza, frunció el ceño de nuevo, aunque ella pudo notar por cómo se suavizó su mirada, que estaba a punto de ceder—. Sólo habla con él, escúchalo. Dale un consejo si así lo quiere. Quizá puedan tener un combate amistoso si está dispuesto. Eso es todo.
—Ni siquiera sé algo del mocoso —dijo con desdén, evidentemente asqueado con la idea.
—¿Tal vez podrías cambiar eso?
Cerró los ojos y aspiró profundo, antes de gruñir:
—Está bien. Si logrará que dejes de acosarme, lo haré, trataré de ver qué es lo que le pasa al muchacho. —Bulma estaba sonriendo radiantemente cuando los abrió otra vez. Negó ligeramente con la cabeza y los clavó en los de ella. Ella siempre lo agotaba. Siempre.
«Esa maldita mujer me ha vuelto blando…»
—Gracias —dijo ella feliz mientras apoyaba su frente en la de él—. Te quiero.
El gruñó antes de terminar de apoyar también la de él y capturar sus labios, repitiendo sus palabras mediante acciones. Su mano poderosa descansó en su pequeña espalda mientras la sostenía con firmeza. Bulma suspiró entre el beso con deseo, las rodillas aún le temblaban cuando sentía la tibieza de la lengua masculina experta explorando su boca aun cuando este distaba mucho de ser el primer beso.
La mano de ella se estaba enredando en su pelo, el beso estaba a punto de convertirse en algo más apasionado, cuando una voz aguda e indignada dijo:
—¡Huacala! ¡Qué asco!
Bulma se separó de Vegeta, haciendo que éste gruñera con desagrado. Se soltaron para luego voltear a ver a su hijo quien estaba parado frente a ellos sobre la grama. El pequeño tenía la frente arrugada, se parecía mucho a su padre mientras los observaba.
—Maldito niño —murmuró Vegeta y se cruzó de brazos mientras Bulma le sonreía al hijo de ambos.
—¿Hey tú, terminaste de almorzar? —le preguntó.
—Síp —respondió el niño, volteando dramáticamente los ojos y antes de ver a su padre, quien se estaba dirigiendo a la cámara de gravedad, se mordió los labios y preguntó tímidamente—. ¿Papá —Vegeta se detuvo cuando estaba a punto de entrar, miró sobre su hombro a su hijo, aceptándolo en silencio—, podemos pelear?
Vegeta se sorprendió por el entusiasmo del niño. Normalmente, él entrenaba unas pocas horas al día en las mañanas y por otras pocas en las noches antes de ir a la cama. Lo suficiente para, simultáneamente, enseñarle a pelear a su hijo, e incluso permitirse entrenar solo en condiciones más vigorosas para hacerse más poderoso. El príncipe sonrió y asintió, sintió como su pecho se llenaba de orgullo, se dio la vuelta y entró en la cámara de gravedad. Trunks soltó un chillido de alegría y salió disparado tras su padre mientras Bulma observaba, para después sacudir la cabeza y poner los ojos en blanco pese a sonreír.
—¡Mantén la gravedad por debajo de 50! —gritó ella mientras la puerta se cerraba tras Trunks.
Vegeta la escuchó y volteó también los ojos mientras se colocaba frente a su hijo, sin molestarse en activar el simulador de gravedad. Cruzó los brazos y lo observó con dureza, y parpadeó en sorpresa cuando éste cruzó los bracitos y le regresó la mirada. Los dos la se sostuvieron por un rato, antes de que Vegeta sonriera.
—¿Estás listo, niño? —preguntó, para después ponerse en posición de pelea. Vio como Trunks lo imitaba, parecía más un artista marcial experimentado que un niñito de cuatro años. Vegeta sintió esa familiar ola de orgullo por la mirada de su hijo. Sí, a pesar de todo, estaba orgulloso de él.
Lo cual sólo hacía más confusa para él la decisión de Kakarotto. Lo había pensado, analizado, hablado, pensado más, y sencillamente no podía entender la resolución del otro saiyajin puro de no volver a la vida. No le cabía en la cabeza cómo alguien que supuestamente apreciaba la vida, se perdiera la de Gohan, su propio hijo, cómo pasaba de niño a hombre. La de Goten era perdonable dado que evidentemente no sabía de su existencia cuando tomó esa decisión estúpida, aunque el pequeño también estaba cargando con las consecuencias.
Vegeta permitió que Trunks realizara el primer movimiento y decidió que de hecho haría el esfuerzo de averiguar qué le estaba pasando a Gohan.
«Al menos puedo evitar que se convierta en un payaso como su padre, por el bien de nuestra raza…»
—¡Dije, ESTOY CANSADO DE ESTUDIAR! —gruñó Gohan, con una mirada de furia y frustración en su rostro de 14 años mientras subía las escaleras rumbo a su habitación. Una igualmente furiosa Chi-Chi subía justo detrás de él—. ¡Sólo dame un maldito respiro, mamá!
Chi-Chi jadeó ruidosamente, antes de que su rostro se tornara rojo al oír a su hijo hablar de esa manera. Estaba tan molesta y frustrada con él que apenas podía articular dos palabras, mucho menos una oración. Antes de poder tener siquiera la oportunidad, Gohan había arrojado la puerta de su cuarto, prácticamente en sus narices. Eso sí la hizo reaccionar.
—¡GOHAN, ABRE ESTA PUERTA INMEDIATAMENTE! —chilló mientras golpeaba la puerta tan fuerte como podía. Él había instalado un seguro la semana pasada, sin su permiso, alegando que necesitaba su privacidad—. ¡Cómo te ATREVES a hablarme de esa manera! ¿No sabes que Goten puede oírte? ¿Quieres que diga obscenidades como tú?
—Como sea —siseó Gohan para sí mismo, sentándose en el borde de la cama. Se recostó e ignoró los gritos y los golpes de su madre en la puerta, con el ceño fruncido. Gruñó, estiró una mano y tomó una almohada, antes de ponerla sobre su rostro. Se la dejó ahí hasta que finalmente, oyó a su hermanito de tres años llorando en la habitación que compartía con su madre. Sólo así, ella lo dejó en paz para ir a ver al pequeño.
Gohan se quedó ahí unos minutos, antes de ponerse de pie y comenzar a caminar por su cuarto como un animal enjaulado. Apretó y soltó sus puños con una sensación extraña en el pecho. No sabía por qué tenía ese sentimiento, no podía clasificarlo, pero lo estaba enloqueciendo. Los últimos meses, se había estado sintiendo más y más agitado. Hace cuatro, no le habría gritado a su madre.
«¿Qué me está pasando?» Se preguntó, deteniendo su caminar para observar sus manos, como si la respuesta fuese a estar grabada en ellas. Apretó los puños, una esfera de ira y frustración borboteó dentro de él, causando que su ki se elevara contra su deseo. No por primera vez, el adolescente sintió una punzada de dolor que prácticamente dirigió sus pensamientos a su padre, a que de verdad podría necesitar tener una plática con él en ese momento…
Chi-Chi olvidó la confrontación con su hijo mayor y ahora se encontraba persiguiendo a Goten fuera de la casa. No estaba jugando con el niño; él se escapó de la tina cuando ella lo perdió de vista. Enjabonado, mojado y desnudo, el pequeño estaba corriendo por la grama, riendo histéricamente mientras su madre intentaba desesperada atraparlo.
—¡GOTEN! —gritó entre jadeos—. ¡REGRESA ACÁ AHORA, JOVENCITO!
—¡Carrera! —gritó el niño en respuesta cuando Chi-Chi finalmente dejó de correr.
Observó como Goten corría y se alejaba, sintió lágrimas llenar sus ojos. Jadeó buscando aire y cayó lentamente de rodillas. Cerró los ojos con fuerza, estaba a punto de explotar de frustración. ¿Cómo se suponía que iba a hacer para criar a dos medio saiyajin sola? Goten sólo tenía tres años y ya era más fuerte y rápido que ella. Y Gohan… Las lágrimas comenzaron a caer por sus mejillas al pensar que su hermoso hijo se había convertido prácticamente en un extraño. Ahora estaba malhumorado, siempre melancólico, y ella apenas podía decirle dos palabras sin que explotara de rabia. Sabía que él iba a pasar por cambios a esta edad, pero no esperaba un cambio tan radical ni preparada para manejarlo sola…
—Maldito seas, Gokú —resopló, cerrando los ojos y llorando de frustración.
—No malgastes lágrimas en ese imbécil —dijo una voz áspera. Chi-Chi la reconoció y abrió los ojos para encontrarse a Vegeta parado frente a ella, vestido con unos jeans azul marino y una camiseta de manga larga blanca con botas negras. La estaba mirando, parecía mitad molesto y mitad asqueado por verla llorar. Los ojos de ella se enfocaron en su brazo derecho, donde tenía a un Goten retorciéndose. El brazo del saiyajin estaba envuelto alrededor de la cintura de su pequeño y lo sostenía como si no fuese más que un balón de futbol. Goten vio hacia abajo y le brindó una gran sonrisa. Ella instintivamente se la regresó. Se parecía tanto a su padre…
—Vegeta —susurró Chi-Chi, viendo a los ojos al Saiyajin molesto—. Gracias.
Vegeta gruñó. —Creo que esto te pertenece —dijo con desdén, antes de soltar a Goten, quien cayó bruscamente al suelo. El rostro de Chi-Chi se contorsionó a rabia al ver como él soltaba a su hijo, y estaba a punto de hacérselo saber cuándo Goten rebotó y se puso de pie. Rio y estaba por huir nuevamente cuando Vegeta rugió—. Será mejor que te quedes donde estás, niñato, o le voy a prohibir a Trunks que comparta sus juguetes contigo la próxima vez que vayas a mi casa.
Goten se congeló y volteó, vio a Vegeta con los ojos bien abiertos. Su mentón tembló como si estuviese a punto de llorar, lo que hizo al príncipe resoplar. —Niños —gruñó, antes de enfocarse en Chi-Chi que lo observaba medio sorprendida—. ¡¿Qué estás mirando?! —espetó él, irritado.
—Yo…, sólo, no sabía que te hacía caso —dijo ella con vacilación, antes de limpiar sus lágrimas para después ponerse de pie. Se sacudió el polvo mientras Vegeta desviaba la mirada.
—Tu mocoso no es un estúpido como su padre, él sabe que es por su beneficio propio —dijo el príncipe Saiyajin sin rodeos. Chi-Chi se estremeció ligeramente, y Vegeta suspiró, sintiéndose forzado a añadir más—. Trunks me obedece así que es natural que tu hijo menor también lo haga —dijo, cruzándose de brazos y preparándose para un combate verbal, viendo a la mujer delante de él cuidadosamente.
Nunca la había gustado la mujer de Kakarotto. Era extremadamente ruidosa y abrasiva. De hecho, él pensaba que Bulma era igual cuando regresó a la Tierra después de Namek, pero ella lo provocaba para suponerle un reto. Cuando su mujer se le plantaba, él quería llevarla a la cama de inmediato; cuando Chi-Chi lo hacía, quería decapitarla.
Los ojos de Vegeta se entrecerraron en sospecha cuando ella no respondió. Simplemente le sonrió cansada y asintió en su lugar. Notó las ojeras mientras ella caminaba hacia Goten, lo alzó en brazos y vio sobre el hombro.
—¿Quieres entrar mientras lo baño y visto? —preguntó Chi-Chi con vacilación. Había aceptado la relación de su amiga con el príncipe de los saiyajin, pero eso no significaba que él todavía no le causara terror a veces. Él tenía una presencia poderosa que inspiraba respeto, y sus ojos oscuros miraban intensamente, se sentía como que te atravesaban el alma cuando te observaban. Ni una vez, en los seis años que tenía viviendo con Bulma, había visto al hombre sonreír.
Él gruñó y se acercó, siguiéndola mientras entraban a la casa. Una vez adentro, los ojos oscuros del príncipe escanearon instantáneamente sus alrededores, sin interés en la casa humilde. Buscaba señales del muchacho mayor y no las encontró.
—¿Dónde está tu mocoso mayor? —demandó sin rodeos. Chi-Chi gruñó al recordar a Gohan mientras intentaba evitar que Goten trepara por encima de ella.
—En su cuarto, si no salió volando ya para ir a ver al monstruo verde —dijo con amargura—. ¡Siendo honesta ese niño…! Como sea, tengo que terminar de bañar a Goten —le informó Chi-Chi en tono de disculpa mientras Vegeta volteaba a verla de nuevo—. Hay toneladas de comida en la nevera. Por favor, siéntete como en casa.
Él asintió despacio y Chi-Chi tomó eso como una aceptación a la invitación. Se dio la vuelta y subió con Goten quien ya estaba llorando ante la mera idea de tomar un baño. Vegeta esperó hasta que ella saliera de su vista, luego vio hacia el techo. Cerró momentáneamente los ojos, intentando percibir el ki de Gohan para ver si en efecto el adolescente estaba en su cuarto.
Al notar su ki, subió las escaleras silenciosamente, intentando no llamar la atención. Pero Goten tenía a Chi-Chi completamente ocupada y no se dio cuenta cuando él pasó por el baño. Sus ojos escanearon todo el pasillo, antes de dirigirse al lugar de donde provenía la energía.
El príncipe levantó el brazo y tocó la puerta.
—¡Déjame en paz, maldición! —gritó Gohan desde el otro lado de la puerta. Vegeta sintió que el ojo le tembló involuntariamente.
«Lo que hago por esa mujer…»
—Abre la puerta inmediatamente, muchacho, antes de que la tumbe —gruñó Vegeta. Hubo silencio del otro lado de la puerta antes de oír como el seguro era removido. Ésta se abrió y un Gohan absolutamente perplejo estaba parado frente a él. Vegeta lo observó con cuidado. El muchacho había crecido y ahora era de su estatura – el príncipe arrugó la frente profundamente por ello. El cabello le había crecido hasta los hombros y sus ojos estaban inyectados de sangre.
—¿Vegeta? —preguntó Gohan incrédulo—. ¿Qué haces aquí?
—Déjame entrar, antes de que tu madre me rompa los tímpanos —gruñó Vegeta. Antes de esperar oír que estaba invitado, el príncipe entró, golpeando a Gohan en el hombro. El adolescente dio un traspié hacia atrás antes de recuperar el balance. Estaba demasiado impactado para molestarse, cerró la puerta y la aseguró.
Se dio la vuelta para encontrar a su visitante inesperado parado frente a la ventana, viendo hacia afuera con los brazos cruzados sobre el pecho, dándole la espalda. Gohan sólo había visto al hombre un par de veces después del torneo de Cell, debido a que éste siempre desaparecía (si podía evitarlo) cada vez que había una gran reunión en la Corporación Cápsula. Era raro y casi antinatural para él ver a Vegeta vestido como un sujeto cualquiera en lugar de vistiendo su armadura saiyajin.
Gohan se sentó en el borde de la cama, jugueteó con sus pulgares torpemente mientras observaba con ansiedad a Vegeta. Sabía que él ahora era uno de los buenos, pero aun así, esa visita era más que inesperada. El adolescente esperó hasta que él dijera algo, no quería presionarlo.
—Estás estresando mucho a tu madre, muchacho, e innecesariamente —dijo finalmente el saiyajin sin mover un músculo. Gohan se estremeció y clavó los ojos en el piso, avergonzado porque el príncipe tenía razón—. Eso estresa a mi mujer, lo cual me estresa a mí. Y eso no me gusta, niño. —Por fin, Vegeta se dio la vuelta para verlo, con el ceño fruncido mientras lo escudriñaba—. No tengo la paciencia para esto así que te lo preguntaré una vez. ¿Qué demonios te pasa?
Gohan repentinamente se dio cuenta de lo que estaba pasando. Su madre había hablado con Bulma, quien estaba forzando a Vegeta a estar ahí. Todos pensaban que algo malo le pasaba. Su rostro se tornó rojo de la vergüenza por la situación, una pequeña parte de él ansiaba aceptar la invitación a hablar de Vegeta. La otra estaba furiosa de que nadie le escuchara. En serio, ¿qué tan difícil era entender que todo lo que quería era que lo dejaran en paz, que nadie lo molestara?
—No me pasa nada —gruñó Gohan finalmente. Vegeta simplemente se quedó viéndolo mientras él intentaba ver hacia otro lado, a donde sea menos a sus ojos penetrantes.
—Lo siento, pero no puedes trolear a un troll, niño. Ahora escúpelo, antes de que te lo saque a golpes —dijo por fin Vegeta, esbozando una sonrisa.
—¡Te dije que no era nada, maldición! —gritó Gohan, poniéndose de pie. Vegeta parpadeó en sorpresa, para después arquear una ceja mientras el adolescente lo asesinaba con la mirada. No conocía mucho al muchacho, pero sabía que apenas era lo que se llamaría temperamental—. ¿Por qué no te metes en tus propios problemas?
Vegeta bajó los brazos y apretó los puños, su cuerpo se tensó mientras miraba al adolescente con frialdad. —Te sugiero que bajes el tono de voz, muchacho, antes de que te recuerde cuál es tu lugar —amenazó en voz baja.
La ira que irrumpió al adolescente se fue tan pronto como llegó. Parpadeó, y notó que Vegeta lo miraba de una manera que no había visto desde sus días en Namek. Sacudió la cabeza y volvió a sentarse en la cama. Nuevamente bajó la cabeza y se miró las manos avergonzado.
—Lo…, lo siento —dijo Gohan finalmente, con un tono de voz tembloroso. Vegeta lo observó con cautela mientras se relajaba poco a poco—. No sé qué me pasa.
Vegeta clavó los ojos en él por un rato, sin decir nada. Finalmente se aclaró la garganta mientras cruzaba los brazos sobe el pecho otra vez. —¿Cuándo fue la última vez que entrenaste, muchacho? —Gohan lo miró, pareció sorprendido por la pregunta cuando lo hizo. Vegeta parecía estar estudiándolo con cautela. Su cuerpo aún estaba algo tenso, como si esperara una pelea en cualquier momento. El adolescente estaba confundido por el comportamiento, pero en vez, se concentró en responder a la pregunta.
—No sé, no recuerdo —admitió Gohan, rascando la nuca—. Mi mamá apenas me deja pelear.
—Bueno, eso va a cambiar —Vegeta permaneció inexpresivo—. Comenzamos mañana a las 7 am, te esperaré en la Corporación Cápsula todos los días. Nos veremos en el jardín y tendremos combates en la cámara de gravedad. Lleva también a tu hermano, para que pueda entretener a Trunks. No quiero oír a ese mocoso quejarse por cancelar nuestras sesiones de entrenamiento.
—Vegeta —susurró Gohan—. No es sólo que mi mamá no quiere que entrene. Yo tampoco quiero seguir entrenando.
Vegeta gruñó y se dirigió a la puerta. Se detuvo momentáneamente, giró la cabeza para responderle pero sin mirarlo. —No recuerdo haberte pedido si querías ir o no. Será mejor que llegues a tiempo, a menos que quieras pelear acá en tu casa. No creo que a tu madre le agrade mucho la idea.
Gohan frunció mientras el saiyajin salía de la habitación y cerraba la puerta tras él. Cerró los puños con fuerza. ¿Quién coño se creía Vegeta para entrar a su casa y darle órdenes? Tenía esa sensación en su pecho otra vez, y golpeó su mesita de noche con fuerza, rompiéndola en pedazos. Se estremeció, vio su puño y se dio cuenta de que había sangre goteando de su mano a su brazo. Se vio de nuevo el puño y sus cejas se arrugaron.
«Maldita sea, papá» pensó con los ojos llenándosele de lágrimas. «No sé lo que me pasa… ¿Por qué tenías que dejarme?»
Vegeta se quedó fuera de la habitación del adolescente, oía con claridad a Chi-Chi gritándole a Goten en el baño del pasillo. El saiyajin tenía la cabeza un poco ladeada, más bien estaba enfocado en el muchacho cuando escuchó que algo se rompió. Arrugó el entrecejo cuando sintió que la energía de éste subía momentáneamente. Luego escuchó el indiscutible sonido del adolescente que salía volando por la ventana, sintiendo como su energía se hacía más distante.
Vegeta se enderezó y cruzó los brazos. Caminó por el pasillo con la cabeza un poco baja, perdido en sus pensamientos. Se detuvo cuando pasó por el baño, viendo como Goten se rehusaba a dejar que Chi-Chi le pusiera una camiseta.
—¡No! —gritó el niño mientras Chi-Chi gruñía.
—¡Tienes que vestirte, Goten! —gritó ella también.
—Mujer —dijo Vegeta bruscamente, llamando su atención—. Deja al niño desnudo si así lo desea.
—¡Vehta! —gritó Goten, sonriendo felizmente.
Antes de que Vegeta supiese qué estaba pasando, el niño corrió hacia él. Hizo una mueca y su cara adoptó la definición del asco cuando Goten se aferró a su pierna. —¡Suéltame inmediatamente! —le advirtió al niño, sacudió la pierna y efectivamente separó al pequeño de él. Goten vio hacia arriba con su ojos grandes llenándose de lágrimas. El príncipe gruñó, sabía que a Bulma le daría un arrebato si se enteraba.
—¡Vegeta! —reprendió Chi-Chi, furiosa por la manera como él había rechazado el cariño de su hijo tan descaradamente. Le dio una mirada de advertencia y ella de inmediato guardó silencio cuando el príncipe se dio la vuelta para mirar con furia a Goten otra vez.
—Los saiyajin no lloran, así que sécate ya esas lágrimas, niño —demandó. Goten inmediatamente se las limpió mientras Vegeta suspiraba y volvía a observar a Chi-Chi—. Mujer, tu hijo mayor irá a la Corporación Cápsula todas las mañana para entrenar bajo mi supervisión. —Chi-Chi parpadeó en shock ante las palabras de Vegeta, se le quedó mirando como si no lo hubiese escuchado del todo bien. El príncipe decidió aprovecharse y continuó hablando antes de que ella se recuperara y lo asaltara verbalmente—, él dice que tú no lo apruebas, pero este asunto no te atañe.
Eso la hizo reaccionar. —¿Que no me atañe? ¿De qué estás hablando? ¡Es mi hijo! —chilló indignada—. Y yo lo prohi-
—¡Cállate! —gritó el príncipe, incapaz de soportar su voz mientras sentía como se acrecentaba su agitación. No tenía ganas de traumar a Goten masacrando a su irritante madre frente a él. Murmuró algo sobre el planeta haciéndolo débil antes de suspirar—. Mira, quieras admitirlo o no, tus dos hijos son mitad saiyajin. El mayor necesita pelear. Lo lleva en la sangre. Le proveeré el ambiente apropiado para él. Tu hijo era el ser más poderoso del planeta hace tres años, y tú lo has revertido al tenerlo alejado de lo que es natural para él. No me extraña que esté cabreado.
—Lo prohíbo —gruñó, mirándolo sin temor. Él simplemente le sostuvo la mirada, se estaba impacientando.
—¿Le pediste o no a mi mujer que hablara con tu hijo? —preguntó.
—Bueno… Sí, pero…
—No se diga más entonces. Y lleven a éste también —dijo, viendo bajo su nariz a Goten quien lo veía con los ojos llenos de admiración. Vegeta nunca podía entender por qué el niño siempre lo miraba así. Nunca le había mostrado ninguna clase de afecto, especialmente porque se parecía demasiado al imbécil de su padre; y sin embargo, acudía a él sin temor. Vegeta lo miró feo—, su otra mitad demoniaca disfrutará su compañía.
Chi-Chi aspiró profundamente, antes de asentir. Lo miró agradecida. —Gracias —le dijo con sinceridad.
El príncipe gruñó y salió por el pequeño pasillo de la casa, antes de bajar las escaleras. Su mente divagó a Gohan y su comportamiento inusual mientras volvía a reflexionar.
Tenía algunas ideas de lo que estaba mal en él, pero necesitaba ver más… El saiyajin salió y vislumbró el cielo, con una mirada que podía matar a su receptor, si no estuviese muerto ya.
«Maldito seas, Kakarotto.»
17/11/2013
