RATED M: LENGUAJE ADULTO, CONTENIDO SEXUAL (FEMSLASH)
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N/A: hay un pequeño crossover con un gracioso personaje de otra serie. A ver si alguien lo pesca!
CITA A CIEGAS
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"Algo sucede y estoy fuera de control.
Nunca lo descubro
Hasta que estoy fuera de control.
Algo sucede y estoy fuera de control
No te lleves mi corazón, no rompas mi corazón
No, no, no lo descartes."
Head Over Heels (1985) - Tears For Fears
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CAPÍTULO I
Se arrepintió ni bien apretó el botón de enviar. La mujer era definitivamente hermosa, sin dudas, según la foto que había visto de ella. Su rostro esculpido denotaba una sensualidad única que le había llamado mucho la atención. ¿Pero quién era ella? ¿Esas páginas de citas eran realmente seguras? Y principalmente, ¿quién la había mandado a hacerse un perfil y responder un aviso?
Scott entró al laboratorio con una caja de pizza en la mano, masticando lo que parecía ser un trozo de tocino. Allí estaba el culpable.
-Voy a matarte -le disparó Lauren mientras hacía un gesto de negación con la cabeza frente a la pantalla de su ordenador.
-No me digas que al fin has contestado el aviso -respondió él apoyando la pizza sobre una de las mesas y acercándose al escritorio donde ella estaba sentada. Era el momento de hacer una pausa en su proyecto de investigación para cenar-. ¡Bien hecho, Lewis! Era hora de que salieras de tu estado de aislamiento.
-No me he convertido en una ermitaña -se defendió ella al tiempo que ambos se dirigían a una mesa desocupada a comerse la pizza-. Han pasado solamente dos meses desde mi ruptura con Nadia, es normal que quiera estar sola un tiempo. Fue por ti que me fabriqué un perfil para estas redes sociales de citas, porque me insististe hasta que mi paciencia se quebró.
-Vamos, Lauren -la alentó su colega-. La mujer es una morena preciosa, y tiene aspecto de ser muy ardiente -Lauren rodó los ojos-. ¿Qué es lo peor que puede pasar si tienes una cita con ella? Y no es que se trate de una cita a ciegas, al menos ya se han mostrado sus fotos.
-Es una cita a ciegas en cierto sentido -discrepó ella-. Al fin y al cabo se trata de dos personas que no se conocen. Estadísticamente podría ser hasta peligroso. De todos modos seguiré en comunicación con ella, y trataré de obtener la mayor cantidad de información posible sobre su persona hasta que se produzca el encuentro.
Scott levantó la vista con gesto de resignación. Sabía muy bien que cuando la doctora se ponía a la defensiva, resultaba exageradamente paranoica y obstinada, y por lo tanto era mejor suavizar cualquier intento de convencimiento.
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Miró el catálogo por enésima vez en la tarde, sin tener todavía la menor idea de qué vestido elegir. Hacía tiempo que no se sentía tan nerviosa con respecto a una cita, a pesar de que no tenía tantas. Se frotó las sienes y cerró los ojos tratando de concentrarse, hasta que la puerta de su oficina se abrió. Era su asistente, Bruce.
-Evony, siento molestarla -expresó él con algo de timidez. Su jefa era una mujer de carácter fuerte y distante, que a veces le producía un cierto temor-. Ha llamado nuevamente el representante de Ricky Martin por la posibilidad de su concierto de setiembre aquí en Toronto, ¿recuerda?
-Claro que lo recuerdo -dijo ella rodando los ojos, molesta consigo misma por haber descuidado algo tan importante-. Gracias, Bruce, lo llamaré a la brevedad.
-Disculpe el atrevimiento, pero... ¿se encuentra usted bien? -preguntó el corpulento asistente-. Con todo respeto, he notado que tal vez se ve algo distraída esta tarde. ¿Puedo ayudarle en algo más?
-Todo está bien -contestó ella-. Es sólo... este estúpido vestido. Tengo una... reunión importante... y no puedo decidir que me pondré.
-Bueno -afirmó él, animándose a dar un paso hacia el interior de la oficina-, si tal vez me dijera qué clase de reunión, a lo mejor podría darle mi opinión.
-En realidad... se trata de una cita -reconoció Evony-. Una primera cita. Quisiera dar una imagen lo más amistosa posible.
Bruce estiró el cuello para tener una mejor visión sobre los vestidos dentro del catálogo que estaba sobre el escritorio. Pudo divisar uno negro, otro color fucsia y otro rojo.
-En ese caso... creo que sería mejor algo colorido. Sobrio, pero con colores. Vestir de negro es para ocasiones más bien formales, y tal vez la haga parecer más fría.
Evony se sorprendió. Sabía que Bruce portaba algo de sensibilidad artística, de hecho tenía conocimiento de que escribía poesías, pero no se imaginaba que tuviese algún dominio acerca de moda y estilo. Hacía ya un año que lo había contratado como asistente y siempre habían tenido un vínculo cordial y respetuoso pero sin demasiada confianza.
-Suena bien -concedió sin mostrar mucha emoción-. Gracias por el consejo. Puedes retirarte ahora.
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El restaurante era un lugar casual, con la suficiente elegancia pero sin exceso de etiqueta. Evony había elegido este sitio, concurrido por algunos músicos que conocía, porque le resultaba agradable y familiar, y había decidido llegar unos diez minutos antes de lo acordado para asegurarse de ser la primera. Finalmente, había optado por un vestido corto y ceñido al cuerpo de color rojo oscuro. Lauren ingresó al sitio puntualmente, y enseguida la ubicó en la mesa que Evony le había indicado por teléfono anteriormente. La productora musical parecía absorta en leer el menú, y la rubia doctora enseguida notó su elegante y cautivador aspecto. Ella no se había hecho demasiado problema por su vestimenta para la ocasión, inclinándose por unos sencillos pantalones de vestir y una vistosa camisa en tono pastel. Se acercó sonriente decidida a sorprenderla.
-Hola -soltó con una sonrisa sutil una vez que llegó a la mesa, cumplido su objetivo de que no la viera.
Evony levantó la vista y se encontró con su presencia.
-Hola... Lauren... ¿cómo estás?
Lauren se sentó frente a ella y la morena no pudo evitar verla más atractiva personalmente que por fotos. Su cabello dorado, perfectamente lacio y su sonrisa encantadora la dejaron sin poder emitir palabras por unos segundos.
-Bueno... soy Lauren Lewis, la misma que has conocido en línea, todo coincide con mi perfil -dijo la rubia deslizando las manos en el aire frente a su rostro.
-No hubiese dudado que así sería -rió Evony-. Por mi parte, soy Evony Fleurette Marquise, productora musical como te conté. Y para confesar algo novata en esto de las citas por Internet, aunque no del todo.
-Bien, bien, es bueno saberlo -afirmó Lauren-. Y te agradezco tu invitación a salir. Verás... no soy mucho de salir, siempre estoy con mucho trabajo.
-En tus mensajes mencionaste que trabajas para Laboratorios Luz, ¿verdad?
-Sí, hace cinco años que me han contratado para sus proyectos de investigación genética. Trabajo en un equipo. Nos la pasamos entre tubos de ensayos, cápsulas de Petri y equipamiento automatizado. Básicamente buscamos genes desconocidos, y una vez que los encontramos, averiguamos cómo trabajan. Pero no te preocupes, no pienso aburrirte con demasiados detalles.
-En realidad, me parece fascinante -reveló Evony-. Debes tener una gran inteligencia para hacer lo que haces.
-No es para tanto -respondió Lauren con modestia-. Sólo tienes que estudiar mucho, permanentemente. Ese es todo el secreto.
Evony se encontró nuevamente sin palabras frente a la sonrisa de la doctora especialista en genética. Desde que había visto su foto le había resultado atractiva, y en ese momento sentía que dicha atracción sólo aumentaba. Por suerte, la camarera llegó a la mesa justo a tiempo para tomar sus pedidos.
La cena fue de lo más agradable, principalmente porque Evony se lo pasó contando anécdotas de su trabajo con cantantes famosos. No hacía mucho tiempo que tenía la productora, sólo un par de años, pero se las ingenió para impresionar a Lauren con algunas historias graciosas, y la doctora parecía divertirse mucho. Luego de la comida, previa pelea por quién pagaba la cuenta, decidieron continuar la velada en una cervecería cercana al laboratorio, que Lauren conocía bastante bien.
-El tiempo se me ha pasado volando -admitió Evony mientras depositaba su jarra de vidrio sobre la mesa y jugaba con las puntas de su liso cabello-. Me encanta esto de conocernos.
-Estoy de acuerdo -proclamó Lauren-. ¿Crees que sería un buen momento para hablar de cosas más íntimas?
Evony arqueó las cejas en señal de sorpresa, pero la idea le agradaba.
-¿Y qué tienes en mente, doctora? -inquirió, fijando la mirada sobre la rubia en abierto coqueteo.
-Mmm -Lauren se llevó la mano a la barbilla e hizo un gesto reflexivo-. ¿Qué te parece si nos contamos nuestros más oscuros secretos? -bromeó.
-Suena interesante. Pero ya que ha sido tu idea, creo que deberías empezar tú -la desafió la morena.
-Genial... bueno... en realidad... hace dos meses atrás me separé de una larga relación de pareja -reveló la doctora con un tono algo serio-. Los últimos tiempos fueron bastante complicados. Peleábamos mucho, ella se había vuelto muy posesiva y yo sentía que no me dejaba respirar. La cosa es que... no estoy segura de estar preparada para encarar una nueva relación por el momento. Quiero decir, creo que no podría involucrarme emocionalmente. Puede que resulte algo arrogante de mi parte, pero desearía que mis circunstancias estuviesen claras desde un principio.
La rubia ensayó una mueca de auto absolución apretando los labios. Evony no pudo evitar sentir algo de desilusión frente a lo que acababa de escuchar, pero si algo tenía claro era que las situaciones ideales nunca existían. Mentalmente se culpó a sí misma por haberse dejado llevar por el entusiasmo, tal vez demasiado, aunque tampoco sabía cómo evitar ese deslumbramiento que le producían ciertas personas en determinados momentos, más de una vez ya le había sucedido. Pero esta vez, le había parecido que esta mujer sería diferente.
-Bueno... me resulta comprensible -señaló con algo de resignación pero tratando de mostrarse tolerante-. He tenido mis malas experiencias también... y sé muy bien que a veces puede ser mejor preferir la soledad.
Se sirvió más cerveza y alzó la jarra para beber. En ese momento tomó la determinación de pensar exactamente de esa misma manera en que se había expresado, aún sin mucho convencimiento, pero le pareció que era la solución para la incómoda ansiedad que la invadía.
-Me alegra que entiendas -dijo Lauren con un cierto alivio-. ¿Piensas que podemos acordar ir despacio, entonces?
-Bueno... no tenemos por qué sacrificar la diversión -propuso Evony en tono despreocupado, volviendo a la carga con la seducción-. Tal vez no sea mala idea aprovechar el momento, ya sabes, vivir sólo el presente.
Lauren entrecerró los ojos estudiando a la mujer que tenía enfrente, quien la miraba con deseo mientras sus dedos largos jugaban con el borde de la jarra de cerveza. La doctora se preguntó si acaso no era el alcohol el que hablaba, aunque el flirteo no le molestaba, sino todo lo contrario.
-¿Estás segura? -la interrogó y apretó levemente la mandíbula.
-Pues claro que sí -aseguró Evony tratando de demostrar convicción-. El compromiso está sobrevaluado. ¿Qué podría tener de malo un poco de diversión? Además no sería la primera vez que me enrollo en algo informal.
Se acercó hacia adelante, mirando a Lauren con ojos de lujuria.
-Y eso, doctora... es mi más oscuro secreto.
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-¡Aléjate de mí! -gritó la morena moviéndose para todos lados como si quisiera empujar a alguien-. ¡Vete de aquí y déjame en paz!
-¡Ey! ¡Evony! ¿Me escuchas? -Lauren la rodeó con sus brazos y la meció suavemente hasta que se despertó-. Fue un mal sueño. ¿Te encuentras bien?
Evony abrió los ojos despacio y vio la figura borrosa de la rubia, que poco a poco se hacía más nítida. Sintió su abrazo y percibió una cierta preocupación en su rostro. Realmente parecía un ángel. Poco a poco se fueron acomodando los recuerdos de la noche anterior en su consciencia. Después del bar, Lauren la había besado y le había propuesto ir a su apartamento, donde luego de compartir un par de tragos más, se habían rendido finalmente a la atracción mutua que sentían. Tal como ella lo había deseado, terminaron teniendo sexo en la habitación que se hallaba en el piso de arriba del loft. La experiencia había sido de lo más placentera, dejándola agotada y profundamente dormida.
Las ropas de ambas habían sido convenientemente descartadas y se encontraban caóticamente esparcidas por el piso. Lauren se situó sobre Evony en un segundo, llevándola suavemente contra el colchón y besándola dulcemente en los labios. Evony suspiró dentro del cálido beso, sus brazos firmemente apretados alrededor de los hombros de Lauren. Pronto sus lenguas se unieron, saboreándose. Luego, la rubia se dedicó a besarle el cuello y los pechos, mientras le arrancaba gemidos y suspiros. Finalmente presionó su centro con los dedos, pulsando en círculos alrededor de su clítoris.
-Más fuerte -susurró la morena unos segundos después en su oído.
Lauren continúo los movimientos por unos instantes. Más tarde deslizó dos dedos dentro de su sexo y la besó con pasión. Introdujo más aún sus dedos dentro y frotó sus pechos contra los de la morena, mientras que la palma de su mano se frotaba contra el clítoris. Las uñas de Evony se clavaban en sus hombros al tiempo que ambas se movían al unísono, y el calor que emanaba de sus cuerpos resultaba abrumador. Instantes después, Evony se hundió más dentro del colchón empujando levemente a Lauren hacia abajo para mantenerla muy cerca. Inmediatamente, se arqueó hacia arriba con un grito agudo y se convulsionó alrededor de los dedos de la rubia. Lauren apretó los dientes, separando sus piernas y rozando su propio centro contra una de las caderas de la morena. Los dientes de Evony tiraron suavemente de la oreja de la rubia mientras el placer se prolongaba. Cuando los movimientos cesaron, Lauren deslizó su mano hacia afuera y se apartó levemente. Entonces Evony la tomó por los hombros con determinación y la hizo cambiar de posición, colocándose encima de ella. Enseguida sus labios se encontraron en un fogoso beso. Posteriormente, Evony se dirigió a besar el cuello y luego los pechos de la rubia, entretanto que sus dedos se dirigieron hacia el clítoris y comenzaron a presionar suavemente, lo adecuado como para que Lauren sintiera algo ardiente y placentero.
-Quédate ahí -murmuró la rubia, hundiéndose su cabeza en el colchón ante el estímulo.
Evony mantuvo un ritmo suave. Más tarde, deslizó sus dedos en el interior de Lauren a poca profundidad. La besó apasionadamente mientras se balanceaba hacia adelante apoyando su sexo contra el muslo de la rubia. Poco a poco fue aumentando el ritmo, moviendo sus caderas a más velocidad y empujando los dedos más profundamente dentro del húmedo centro. Instantes más tarde, Lauren dio vuelta la cabeza enérgicamente hacia el costado y gritó más fuerte, entregándose por completo a la exquisita sensación. Evony la hizo acabar muy intensamente. Manteniendo la mano entre los muslos de Lauren, la morena estiró su orgasmo hasta que no hubo más movimientos, y la rubia abrió finalmente los ojos y sonrió satisfecha. Evony retiró entonces su mano, se separó un poco y se lamió los dedos, sin dejar de mirarla.
Los recuerdos eran sumamente agradables, pero su despertar estaba resultando bastante incómodo a causa de la pesadilla que había tenido. Trató de moverse, pero se sentía molesta.
-Me duele la cabeza, detrás de los ojos -se quejó alzando una mano para frotarse las sienes-. Y tengo sed.
-Bueno... eso último sucede cuando tienes buen sexo -Lauren trató de distender la situación diciendo algo gracioso-. Pero tiene solución. ¿Qué te parece si bajamos a la cocina y preparo algo para el desayuno? Si el dolor no disminuye puedo darte un analgésico también.
Evony asintió con la cabeza. Sentía los ojos hinchados y le resultó inevitable sentir algo de vergüenza por cómo sería su aspecto en ese momento. La doctora la besó en la frente y se incorporó para vestirse y bajar. Ahí estaba otra vez, esa fascinación que Lauren le producía. Pero tenía que concentrarse en su acuerdo de la noche anterior. Sólo sería algo del momento, sin compromisos. Y sobre todo, sin emociones involucradas. Se apoyó sobre sus brazos para sentarse y vestirse, y a la brevedad la siguió hacia la planta baja.
Lauren le alcanzó un vaso con agua y un antiinflamatorio mientras se sentaba en la mesa del comedor. Enseguida estuvo listo el café con algunos panecillos y la rubia se le unió, sentándose en la cabecera.
-Entonces, esto de las pesadillas... ¿te pasa frecuentemente? Sonabas realmente angustiada en el sueño, como si te estuvieras defendiendo.
-A veces, sí, no son tan habituales pero suceden -respondió la morena.
-¿Puede tener que ver con las malas experiencias que mencionaste anoche en el bar? -quiso saber la doctora.
-Tal vez... bueno... en realidad fue sólo una, digamos, de gravedad. Y fue hace mucho tiempo ya.
Hizo una pausa para beber su café y decidió proseguir con el relato. Sentía que podía depositar su confianza en Lauren.
-Estuve viendo a un hombre durante unos meses. Él tenía... estas prácticas sexuales algo extravagantes, ligadas a la obtención de placer a través del dolor. Y pasó un tiempo hasta que pude concluir esa relación, que ciertamente me resultaba nociva. Yo no estaba pasando el mejor de mis momentos. Mi autoestima estaba por los suelos. No hacía mucho que había salido de la cárcel y...
Evony enmudeció bruscamente, dándose cuenta de lo que acababa de revelar. Se había dejado llevar por el desahogo que le producía poder hablar con alguien como Lauren, y esta vez sí había confesado su más oscuro secreto. La voz de la rubia sonó tan sorprendida como irritada:
-¡¿Estuviste en la cárcel?!
-Yo... eso... eso fue...
Le costó algunos segundos superar la incomodidad que sentía frente a lo que había admitido. Pero tenía que colocarse su máscara de seguridad de cualquier manera posible y tratar de salir de la situación de la forma más elegante que pudiera.
-Fue hace cinco años atrás -inspiró y comenzó a contar-. En ese entonces yo era representante de artistas. Hacía algunos negocios con una empresa productora y resultó que esta compañía era bastante corrupta. Todos los que estábamos ligados a ella fuimos investigados. En mi caso, fui descuidada con mis papeles y contratos, y me acusaron y más tarde condenaron por negligencia y estafa. Pasé un año en la cárcel, pena mínima porque no fue un delito intencionado. Cuando salí me permitieron volver a trabajar en la industria de la música como asistente de producción, y a los dos años inicié mi propia productora. Perfectamente legal por cierto, tiene todos los permisos en regla.
-E imagino que ahora serás mucho más aplicada con tus papeles -comentó Lauren con un tono algo intranquilo.
-Lo soy -replicó Evony con seguridad y algo de fastidio-. Escucha, lamento si esto te causa miedo o cambia de alguna manera tu concepto sobre mí.
-No... en verdad no cambia nada -contestó Lauren rápidamente, sin sonar demasiado convincente-. Es bueno saber todo sobre la gente que conocemos. Todos los detalles, con total franqueza. Y aprecio que... me lo hayas contado.
La tensión nerviosa de la morena no disminuía, pero se animó al escuchar las palabras de la doctora.
-Entonces... ¿crees que es posible que nos veamos otra vez?
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Scott no daba crédito a lo que estaba viendo. Cuando Lauren levantó la vista y lo vio avanzar desde la puerta al interior del laboratorio con una caja grande de pizza y un cajón de cervezas en la mano, notó también los ojos desorbitados del joven, que no paraba de mirar la tapa de la caja de pizza. La curiosidad la venció.
-¿De dónde ha salido eso? -inquirió extrañada.
-Tu chica -respondió él, todavía sin salir de su asombro-. La de la cita que has tenido el sábado. Te ha enviado esto, que el guardia de seguridad me alcanzó. Tiene aquí un sobre con su nombre: de Evony para la doctora Lauren Lewis.
Ahora era Lauren quien se había quedado atónita. No esperaba que Evony fuese una mujer adepta a las sorpresas. Pero a todo esto, no había caído en la cuenta de que Scott había dejado las cajas sobre la mesa que utilizaban generalmente para comer, y estaba abriendo el sobre que contenía una nota en su interior.
-Aquí dice: "Querida Lauren: gracias por la divertida noche que pasamos, y la comprensión que me demostraste. Es bueno saber que contigo puedo volver a sentirme humana. Espero que la pizza y las cervezas te hagan la noche de guardia más llevadera. Llámame. Evony."
Lauren se levantó de su silla a toda velocidad, su rostro ardiendo del enrojecimiento súbito que se le había originado.
-¡Dame eso! ¡Es una nota privada! ¡¿Cómo puedes ser tan invasivo?! -protestó agitada mientras le arrebataba el papel de las manos.
Scott seguía sin poder juntar los labios de su conmoción, y no parecía tomarse el enojo de la doctora demasiado en serio.
-Esta mujer es un tesoro, Lewis -expresó al fin-. Más te vale que la conserves. ¡Nos ha enviado pizza y cerveza! ¿Es que acaso no pensabas volver a llamarla?
Lauren se sintió presa de la furia ante los reclamos e indiscreción de su colega, y tardó unos segundos en poder manifestarse:
-En primer lugar, no nos ha enviado pizza y cerveza, en todo caso me ha enviado las cajas a mí. En segundo lugar, ¡estamos recién a lunes! Sí tenía intenciones de llamarla, pero pensaba hacerlo jueves o viernes...
-Pienso que deberías enviarle flores o algo así. Tener algún gesto romántico con ella -volvió Scott a irrumpir en donde no lo llamaban.
-¡Pero no tenemos una relación romántica! -aclaró Lauren-. Acordamos que sería algo informal, del momento. Nada serio, algo libre.
-¿Por qué? ¿No quieres volver a enamorarte? -Scott ya había abierto la caja de pizza y se disponía a hacer lo propio con el cajón de cervezas.
-No es tan simple. Las relaciones nunca lo son. Mi ex era una celosa patológica obsesiva del control. Y ahora dependo de estas páginas de Internet, que no brindan ninguna garantía sobre a quienes conoces. Luego es inevitable llevarse sorpresas sobre... circunstancias insospechadas.
-¿Sorpresas? ¿Hay algo mal con Evony?
-Ella... me confesó que estuvo en prisión -reveló Lauren con cierta aprensión mientras se servía cerveza-. Fue procesada y condenada por estafa hace cinco años atrás, cuando se dedicaba a representar artistas. Y lo peor es que no pensaba contármelo. Fue como un dato que se le escurrió en la conversación. Ahora está totalmente limpia y nos divertimos mucho juntas, pero me resulta difícil poder confiar por completo en ella.
-Bueno, ya sabes lo que se dice en medicina acerca de la confianza. Es como un músculo: cuanto más se entrena, mejor funciona. Al menos le dijiste que hoy tenías guardia aquí. Por eso envió la pizza y las cervezas, de otro modo no hubiese podido saberlo. Y eso quiere decir que al menos un poco confías en ella. Además... pareciera que la estás juzgando -observó su colega haciendo una mueca de desaprobación mientras tomaba una rebanada de pizza.
-No estoy juzgándola -se justificó la rubia-. Lo entiendo. Somos todos humanos, podemos cometer errores y todo eso. Pero... lo que hizo es... éticamente inaceptable. Es como si nosotros aquí nos pusiésemos a clonar personas.
-Espera un momento. ¿Acaso no me contaste que cuando eras adolescente, tú y tu hermano volaron unas tuberías junto con una pandilla ecologista? ¿Y no estuvieron en la cárcel por eso?
-Sí, estuvimos detenidos. Sólo por una noche -reconoció Lauren con fastidio-. Pero se trataba de una rebeldía adolescente, un llamado de atención. Teníamos la necesidad de romper las reglas para cambiar el mundo. Éramos idealistas. Hay diferencia entre aquello y... una estafa.
-Bueno, hablando de romper las reglas... deberías agradecerme que el de seguridad no nos delate por estar bebiendo alcohol en horario de trabajo -le hizo notar Scott en el momento exacto en que Lauren alzaba su botella-. Me he encargado de ese tema. Soy un buen amigo después de todo, ¿lo ves?
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Continuará...
N/A: Sé que no se trata de una pareja muy popular, pero tenía esta idea rondando en la cabeza hacía tiempo y quería expresarla por escrito. También me encanta la pareja de Lauren con Bo, y seguramente escribiré sobre ellas en el futuro. Qué se le va a hacer, Lauren es shipeable hasta con las paredes. Con respecto a esta historia, a la brevedad trataré de subir el segundo (y último) capítulo. Si les ha gustado y quieren dejar reviews, serán muy bienvenidos. Gracias por leer!
