Nota:

Los personajes de Forever Knight no son míos, son de Sony, creo. Sin embargo, su presencia llega a ser casi anecdótica, sobre todo en este primer capítulo. Si bien la historia comienza en la serie, se vuelve independiente de ella a medida que transcurre.

Este es mi primer fic, tanto en ser escrito, como en ser creado. Surgió de forma espontánea cuando veía la serie hace unos 8 años (como puede haber pasado tanto tiempo!), cuando aún no tenía idea que era un fic ni de internet. Está prácticamente terminado en mi cabeza.

Lamento no representar los personajes fielmente, pero 8 años no pasan en vano. Curiosamente no puedo recordar a Natalie Lambert con la cara de la actriz que realmente la interpretaba (Catherine Disher), sino como Linda Fiorentino, que interpreta a Laurel Weaver en Men in Black. Debe ser porque realizaban el mismo trabajo.

Espero que les guste.

Y por favor, dejen reviews. :)


Búsqueda en la Oscuridad

Capítulo I: Las Causas

"Y las causas le fueron cercando

cotidianas, invisibles"

Es curioso como el destino y la fatalidad nos van cercando, cerrando a nuestro alrededor una invisible trampa en forma inexorable. Finalmente, puedes ver claramente la secuencia de acontecimientos desafortunados, de errores cometidos y reiterados; de señales que parecía indicar inequívocamente el resultado. Y al dolor sumas la culpa, más fuerte que el dolor mismo, impidiendo olvidar, quitando la paz y el descanso.

"¿Qué habría pasado si...?". Me lo he preguntado tantas veces, en mis largos días insomnes, en las frías noches de búsqueda. Incluso ahora, que todo ya ha terminado, y la aurora marca el inicio de un nuevo día.

"¿Por qué?" Quizás no exista un porqué. Quizás lo único real sea la gran ironía del destino.

Estaba por terminar mis estudios de medicina cuando se me ofreció la oportunidad de complementar mis conocimientos realizando un magíster en Canadá. No lo pensé dos veces: era un sueño largamente esperado.

Viví en mi mundo encantado cerca de un año. Quizás no lo que el común de la gente considera como ideal, pero a mí me resultaba apasionante: proseguí mis estudios durante el día y durante la noche conseguí un empleo como auxiliar de patologista en la morgue local.Puede parecer mórbido que haya preferido trabajar con cadáveres antes que en otra área de la medicina, pero me sentía, como decirlo, más cómoda. Siento que la medicina forense, al no responsabilizarte de la vida del paciente, te da más libertad de explorar, de innovar.

Fue en la morgue donde conocí a Natalie, que trabajaba en ella como patologista. Compartíamos parecidos intereses lo que hacía más llevaderas las largas y frías noches en la morgue. También conocí a gran parte de los detectives, entre ellos a Nicholas Knight, amigo de Natalie, quien me prestaría inapreciable ayuda en futuro.

Llevaba cerca de un año en Toronto, cuando mi hermana menor terminó sus estudios y vino a visitarme, tomándose unas vacaciones de paso.

A pesar de ser hermanas, éramos de naturalezas muy distintas. Ella era cálida, abierta, alegre; yo más silenciosa y reflexiva. Sin embargo, éramos muy unidas: nuestras diferencias nos hacían complementarias.

Puede comprenderse lo feliz que me hizo su visita: la paseé por todos lados y la presenté a todo el mundo. Después de unos días, me dijo que ya bastaba de muertos. Y me convenció, contra mis costumbres, de ir a un pub.

La nieve caía lentamente afuera, las calles estaban heladas y la noche cerrada. El interior del pub estaba cálido y la música de moda resonaba por todo el lugar. Era un lugar amplio y concurrido. Por un lado tenía aspecto de pub, con mesas para dos o tres personas y una barra rodeando el bar; por el otro lado tenía una pista de baile, para combinar en un sólo establecimiento bar y discoteca.

Sabrina paseó sus ojos por toda el lugar, divertida. Sin duda se sentía mucho más a gusto en aquel lugar, que lo que había estado acompañándome a conocer la facultad y los museos. Adiviné que esperaba molestarme un poco desordenando mi estructurada vida, tal como solía hacerlo cuando vivíamos juntas. Se sentó en la barra y me animó a que la siguiera. Cuando la alcancé ya había pedido unos tragos.

-Vamos, ya soy mayor de edad. Y tú eres mi hermana, no mi madre –dijo riéndose al ver mi cara.

No recuerdo ya que hablamos esa noche. Creo que fueron tan sólo frases sueltas y risas, interrumpidas constantemente por la música.

Sabrina bebía y sonreía, mirando sobre mi hombro. Le coqueteaba abiertamente a un hombre de una de las mesas.

-Es demasiado mayor para ti –le dije, sonriendo.

-Eso depende de para que lo quieras. Tiene un acompañante¿por qué no nos acercamos a conversar?

Y dejé de prestarles atención a los hombres de la mesa. En mi bolsillo, mi celular sonaba. ¡Una emergencia! Justo ahora. Es muy extraño que Natalie me llamara.

-Espera aquí, ya vuelvo-dije y salí del bar para poder escuchar algo de la conversación.

Natalie me habló de no-se-qué cuerpo en no-se-que estado.

-¿Ahora¿Es necesario? Está bien. Ya voy.

Creo que no tardé más de un minuto pero mis recuerdos me engañan. Atravesé el mar de gente de la pista y llegué a la barra. Recién entonces me di cuenta. ¡No está! Ni su abrigo, ni su cartera, sólo mis cosas al lado de su silla vacía.

Busqué a los hombres de la mesa. ¡Tampoco estaban! La pista de baile, eso debe ser, pero porque demonios tendría que llevarse su abrigo para ir a bailar.

Un mal presentimiento me heló el corazón.

-¡La muchacha que estaba aquí!.

El barman me miró como si estuviera loca.

-¡Ah, sí! Hacia la derecha, hace algunos momentos. Probablemente en el baño.– dijo.

"Eres una tonta", me dije a mí misma. "Sabrina se reirá de ti una vez más" "Te preocupas demasiado" Fui a buscarla de todos modos.

El baño de mujeres estaba vacío. ¿Podríamos habernos cruzado?. Descartaba alternativas en mi mente, cada una menos probable que la otra. Una ráfaga de viento helado me hizo estremecer. ¿Viento?. En el mismo pasillo, la salida de emergencia estaba entreabierta.

¡Sabrina!

Nieve en el callejón vacío en ambas direcciones. El bolso de mi hermana tirado entre unos tarros de basura. La nieve caía pesadamente borrando cualquier pisada.

Creo que lo único coherente que hice después fue llamar a Natalie y a la policía. Sólo Natalie me tomó un poco en serio, ya que la policía dijo que se debía esperar 24 horas para poder reportar posible extravío. Después de eso corrí por el callejón en cualquier sentido.

Natalie y Nick me recogieron en algún momento que no puedo precisar y me arrastraron a mi departamento. Dijeron un montón de cosas sensatas que debía hacer y que ya no recuerdo.

Finalmente lograron darme un tranquilizante y meterme a la cama.

Nick, aceleró las pesquisas todo lo que pudo, con el único resultado de encontrar su cuerpo flotando en el río. Corte en la garganta que provocó la muerte por pérdida masiva de sangre, fue la escueta respuesta de la autopsia.

Seguí como autómata hasta mucho tiempo después. En el ínter tanto viajé a realizar las exequias y a recibir mudas miradas de culpa.

Mi primo me llevó aparte una tarde.

-Vas a volver¿no es cierto?

Lo miré sin responder. No lo había pensado.

-Vas a volver, encontrarás a ese hijo de puta, y cuando lo hagas, me llamarás y lo mataremos juntos.

Había odio y seguridad en su voz. Me asustó escuchar esas palabras en alguien tan centrado y cariñoso como mi primo. Entonces comprendí que muchas cosas habían terminado, entre ellas nuestra propia inocencia e ilusiones. Ya nada volvería a ser igual, ya nada quedaba.

Poco tiempo después volví a Canadá. A retomar las pocas pistas que tenía.

No terminé mis estudios, no tenía cabeza para eso. Conseguí un puesto de tiempo completo en la morgue para mantenerme informada de la actividad criminal y comencé a juntar las huellas de un fantasma.

Fue imposible encontrar testigos del rapto de mi hermana y las pesquisas sobre esa noche murieron allí.

Perdiendo el hilo por ese lado, me aferré a una pista más débil: encontrar un patrón de asesinatos de similares características. Mis esfuerzos parecieron ser recompensados.