Y ASÍ ES COMO COMIENZA…

(ROSE POV)

Cuando era pequeña, escuche muchas veces a mis padres y tíos hablar sobre la guerra, claro que lo hacía a escondidas, pues sabía que si me veían a mi o a unos de mis primos, cambiarían de tema abruptamente, pero a decir verdad no le di mucha importancia, al principio.

Después comencé a leer, a escribir y a ampliar mis horizontes y fue cuando me di cuenta de que mi familia estaba más involucrada en esa guerra de lo que nos decían, que en verdad era más que poco, solo lo estrictamente necesario para hacernos saber que uno de nuestros tíos había perecido en ella.

Cuando ese tema salía a relucir, por lo general en cenas familiares en las que el tío Charlie y el tío Hagrid tomaban más whisky de fuego del que deberían, los ojos de todos, TODOS, brillaban con dolor, incluso en los de Teddy, que no tenía más de un año cuando todo esto ya había acabo.

Entonces comprendí que la razón por la que no nos contaban sobre la guerra era que no querían dañar nuestra inocencia. Ese estado en el que solo un niño puede estar sin que se le llame inmaduro o ignorante.

Por supuesto que mi naturaleza curiosa, supongo que heredada de mi madre, me llevo a encontrar un día, poco antes de entrar a Hogwarts un grueso volumen de "Historia de la magia moderna" en lo más alto de los estantes de la biblioteca de mi casa, después de echarle una profunda leída, comencé a reírme de sus intentos, tal vez tan solo tuviera once años, pero no era tonta y mucho menos ingenua.

Algunos días pasaron y sin querer darme cuenta, ya era mi turno de subir al legendario tren escarlata que me llevaría directo a mi destino.

Ese día desperté muy temprano, mis ansias no me dejaban dormir y estuve revoloteando por toda la casa, esperando a que mis padres se levantaran. Fui desde mi habitación, hasta la sala, después al ático, a la cocina, al patio; aunque casi muero de hipotermia, después revolotee por el cuarto de invitados y termine en la biblioteca. Al llegar ahí, respire.

Respire profundo, tratando que el olor de aquellos antiguos libros, mis más viejos amigos, se quedara prendado de mí. Pues esa era mi lugar favorito de toda la casa, incluso más que mi cuarto, pues ahí había hecho mis más interesantes descubrimientos y pasado mis más gratos libros, e incluso ahí había realizado mi primer magia accidental, cuando James y Fred me contaron el final de cuento que estaba leyendo ("El corazón peludo del brujo" de Beddle el Bardo) que es, fue y será uno de mis favoritos, ¿Qué fue lo que les hice? Bueno solo puedo decirles que tío Harry y tío George tardaron mucho, MUCHO en sacarles todo el pelo extra que les creció en el cuerpo.

Sonreí con nostalgia, recordando todos los momentos importantes de mi infancia, y si, tal vez aun tuviera el cuerpo de una niña, pero mi mentalidad era la de alguien mucho más grande y ese era el porqué de mi mirada de autosuficiencia.

Otra cosa por las que no podía dormir era que me preocupaba la casa en la que quedaría, aunque a decir verdad para mí, no hacía mucha diferencia quedar en Gryffindor, Ravenclaw, Hufflepuff e incluso no me preocupaba mucho quedar en Slytherin, pero eso solo era aplicable a mí, pues sabía que si quedaba en alguna casa que no fuera la de los leones mi papa estaría muy decepcionado, y eso era lo que más odiaba en todo el mundo, hacer sentir mal a mi papi.

Alrededor de las ocho de la mañana, un par de horas después de que yo me levantara, escuche ruidos en la sala, así que me dirigí ahí para ver quien se había despertado por fin, aunque lo más obvio hubiese sido mi madre, pues mi papa por lo general era el que más dormía.

Claro que mi sorpresa fue grande al ver que si era mi padre el que estaba despierto, pero aún más sorprendente ver que se sorbía la nariz como si estuviese llorando.

-¿papi?- lo llame asustada, mientras lo abrazaba por la espalda. Para que mi papa derramara lágrimas era porque tenía que estar pasando algo MUY malo.

-oh, Rosie- dijo abrazándome fuertemente, me asuste un poco más, y entonces fue cuando me di cuenta que sostenía una foto, mía de pequeña, vestida de princesa muggle.- mi pequeña, pequeña princesita.

-¿Qué pasa papi?

-recuerdo que cuando tu mama me dijo que estaba embarazada fui el hombre más feliz del mundo.

-¿no fue cuando te desmayaste?- pregunte enarcando la ceja.

-pero fue de pura felicidad.- dijo.- y que nadie te diga lo contrario.

-te quiero papi.- dije muy bajito, pues nunca fui buena expresando mis sentimientos.

Me sonrío ampliamente y siguió abrazándome.

-ahora ya vas a Hogwarts…-dijo, yo asentí.- ese es un gran paso…- volví a asentir.- y quiero que te cuides mucho y que seas muy feliz, y, que tu madre no me escuche, pero haz muchas travesuras, ¿sí?

Reí un poco y volví a asentir.

-te quiero mucho, mi pequeña- dijo.- más de lo que te puedes llegar a imaginar.

Lo volví a abrazar fuertemente, enternecida por sus palabras.

-ahora ¿Qué tal un pedazo del pastel de manzana que está en el refrigerador?- dijo pícaramente.

Sonreí mientras lo seguía a la cocina.