"Meet my dream"

(Encontrando mí sueño)

Prefacio: El sueño

-Vamos acompáñame-le detuve del brazo insistente-, ya llega el atardecer, mira hacia el mar- se giro y me miro dulcemente- vamos por favor.

-Bella tú sabes que no deberíamos todavía- me susurró con su melodiosa voz, plantándose frente a mí-.

-Pero yo lo deseo, por favor- acorté los centímetros que me separaban de su rostro-, ven a sumergirte conmigo.

Sentí un suspiro fuerte y gélido saliendo de su pecho, casi como un rugido, que llego y recorrió mi rostro. Me tomo suavemente de la cintura, me estremecí.

-Bella, Bella- hizo aquella media sonrisa que me deslumbraba- no puedo negarme a nada cuando me lo pides así.

-Entonces vamos- apenas pude decir, se me cortaba la respiración por su cercanía.

Hizo relucir su dentadura brillante y picara, mientras se alejaba de mi rostro y me miraba fijamente. Fruncí el seño por hacer eso.

-Sí-dijo con firmeza, alejándose más de mí y tomando solo mi mano con una sonrisa burlona segadora-. Vamos.

No resistí y esbocé una sonrisa instantánea, apreté su mano dulcemente y ambos salimos corriendo hacia el mar. El sol destello débilmente en el horizonte, pero yo no lo miraba, no podía apartarme de su eterna mirada, de ese dorado atardecer.

Capítulo 1: Despedidas.

-Oye, ¿sigues ahí?-se asomo Renne por las escaleras- Bella, ya se está poniendo el sol, entremos, ya esta haciendo frío.

-Ya voy mama- giré a contestarle- espera un minuto ya se oculta el sol.

Renne se acerco y sentó a mi lado, me abrazo dulcemente para darme calor. Mi madre tan cariñosa como siempre, tan joven y risueña; siempre nos confundían como hermanas, a veces me molestaba y ofuscada aclaraba que era mi mamá, ella siempre me abrazaba para que se me pasara el enojo, siempre dándome su amor y haciendo chistes para que mi humor mejorara. Como extrañaría su compañía.

Presenciamos una puesta increíble, se perdía lentamente el sol en una fina línea del horizonte, los matices dorados, únicos y relucientes se mezclaban, dejando al final unos rastros naranjas que se difuminaban lentamente con la negra e infinita noche. Que precioso.

-Bella cariño-interrumpió mi madre- vamos adentro, fue un atardecer hermoso, pero ya anocheció- se levanto de mi lado y tendió la mano-, debes abrigarte, tu padre aguarda y Benjamín en cualquier momento despierta.

-Si mamá, vamos- sostuve su mano y me levante rápidamente poniéndome a su lado- llegaremos tarde al vuelo y si se despierta tardaremos más- ambas reímos pero, mi madre no continuó, estaba extraña.

-Bella prométeme que tendrás cuidado- me miró angustiada- no tiene por que hacer esto, deberías estar preparándote para empezar la universidad, todavía estamos a tiempo- dijo insistente- puedo ir yo a cuidar al abuelo- alcé mi mano para que callara.

-Mamá no te preocupes ya se cuidarme sola y realmente quiero ir con el abuelo -dije intentando reconfortarla, ni yo me creía lo que decía-. Tú debes cuidar a Benjamín y a papá, sabes que allá puedo continuar mis estudios universitarios, apenas llegue arreglo todo, aquí te necesitan.

-Lo sé Bella, pero siento que no deberías hacer esto por nosotros, que haré sin mi pequeña Bella- se le quebró la voz al final.

-Mamá- la abrase fuertemente, con un nudo en la garganta- no te pongas así, yo quiero ir de verdad- susurre, espero no se de cuenta. Pero en el fondo muy en fondo era cierto, necesitaba respuestas.- Voy con el abuelo, quédate tranquila- me anime un poco mas- además, Benjamín te mantendrá entretenida.

Ambas reímos de nuevo, mi hermano acababa de cumplir dos años y entraba en la etapa de tocar y romper todo lo que podía, de seguro Renne se entretendría.

-Esta bien Bella-Dijo abrazándome por ultima ves y dándome muchos beso en la mejilla- pero prométeme que si no te gusta, si no te adaptas me lo dirás y te iré a buscar.

-Sí mamá, lo prometo- dije fingiendo mi mejor sonrisa-. Ahora vamos, llegaremos tarde, papá debe tener todo en el auto para llevarme al aeropuerto.

Bajamos rápidamente las escaleras, no sin antes mirar por última vez mi terraza y aquel mismo horizonte que miro hace 17 años.

No sabría decir cuanto tiempo va a pasar hasta volver a ver el atardecer con un sol como el de hoy, ni tampoco como haría para adaptar mi atolondrada persona en aquel pueblo de Forks, oculto entre tanta vegetación y cielo encapotado.

Mi único consuelo es que mi abuelo Eleazar esta allí y que tal ves el tenga las respuestas que necesito.

continuará...