Ciel

Triste.

El cielo estaba triste.

Tan triste como lo estaba ella.

Cerró los ojos con fuerza. ¿Cómo? ¿Cómo habían llegado a aquella situación?

No lo sabía. Al igual que tampoco tenía consciencia de qué iba a suceder a partir de aquel momento, a partir de aquella situación crítica donde todo su mundo se veía oscuro, negro como la noche.

Sonrió irónica, dolorida, y pronto su sonrisa se desvaneció. Toda su vida había sido de aquel color, sin esperanza, sumida en la total oscuridad. Fue ingenua al pensar que algo cambiaría, que podría llenar aquel vacío con luz y alegría.

—Tú fuiste el culpable —susurró, pese a que no podía oírla.

Sin embargo, era cierto. Aquel chico había sido el que le había dado la esperanza. Él había sido el único que, aunque estuviera triste y tuviera un gran dolor por dentro, siempre le regalaba una sonrisa.

Fue entonces cuando el verdor de sus ojos había conseguido iluminar su oscuridad. No había día que no riera con aquel joven a su lado y sus días ya no eran tan tristes como antaño.

Él había conseguido salvarla de aquella desolación. Le había enseñado lo bueno en todo aquel desastre que era su vida.

Y sin embargo…

Tembló de la rabia, de la tristeza, del dolor desgarrador que la quemaba por dentro. Era fuerte, tenía mucho poder, podía haber protegido a todos a costa de su vida…

¡Pero ese idiota…!

—¡Eres un idiota! —exclamó, abriendo sus orbes castaños, llenos de lágrimas, y golpeando la tierra en la que estaba arrodillada con sus puños—. ¡Idiota, idiota, idiota!

Siguió insultándole y golpeando el suelo, furiosa consigo misma pero más con él. Continuó hasta que su voz quedó ronca y sus manos rojas y adoloridas por los golpes.

Más a ella no le importaba aquel dolor. No se comparaba con el que sentía internamente, no era ni la décima parte de lo que estaba sufriendo en su corazón.

—Eres un completo idiota, Yuu… —murmuró, con sus lágrimas ya derramándose por sus pálidas mejillas y mezclándose con la inclemente lluvia que la mojaba de pies a cabeza.

Miró con dolor la piedra que se alzaba ante ella, imponente, y deseó hacerla desaparecer.

Era la inscripción que jamás deseó ver.

Era la que anunciaba la muerte de su compañero y amigo.

La que le decía que nunca volvería a ver sus orbes verdes y su sonrisa ni escucharía de nuevo su voz.

La que se burlaba de ella porque, pese a todo, no había sido capaz de evitarlo.

Apretó los dientes, impotente. No había sido capaz de proteger al chico del cual se había enamorado.

Era la jefa del escuadrón, había entrenado mucho, tenía el contrato con su demonio… ¡y aún así no había sido capaz de evitarlo!

—Si tan sólo no te hubieras puesto en medio, idiota…

Yuuichiro Hyakuya se había interpuesto entre ella y la espada de aquel vampito, recibiendo el golpe que, se suponía, hubiera acabado con su vida en vez de la de él.

Pero ese idiota no pudo simplemente seguir viviendo.

Miró el cielo, nublado, oscuro.

La lluvia caía de aquellas nubes, como si fuera su propio llanto. Como si supieran la tristeza que albergaba en su corazón.

El cielo jamás volvería a ser de color azul para ella.

El cielo estaba triste, lloraba.

Y Shinoa lloraba con él.


¡Chaos! Bueno, un poco depresivo ¿no?

Bueno, lo cierto es que no está escrito en mi mejor momento, asi que he tratado de reflejar en mi escrito mis sentimientos en esos momentos y este es el resultado. Mi pairing es el YuuNoa, por si no se ha notado, pero siento que no me ha quedado como a mi me gustaría. ¿Opiniones?

¡Nos leemos!