ALIANZAS MAGICAS
CAP1.
Eran las seis de la tarde de mediados del mes de Julio, época del año en la que el calor era irresistible, los habitantes de la casa número cuatro en Privet Drive cenaban con un poco de roña debido a la temperatura aún elevada para aquellas horas del día, después de un rato de haber terminado y dejar sus platos vacíos, Tía Petunia con su voz chillona ordenó a Harry limpiar la cocina y lavar los trastes, cosa que para nada enojó a Harry, primero, porque ya estaba acostumbrado a los quehaceres de la casa y segundo, porque con el agua del grifo seguramente se refrescaría un poco. Con mucha calma el chico recogió la loza y la acomodó encima del lavaplatos, limpió el comedor y se dispuso a lavar los platos utilizados, al enjabonar y sin mucho cuidado una de las piezas de la hermosa vajilla de porcelana china de la Tía Petunia fue a dar al piso produciendo un fuerte estropicio con el que un furioso Tío Vernon apareció con cara de asesino a sueldo y tras insultar al joven mago, lo castigó encerrándolo en su diminuta habitación por lo que restaba del día, que ya no era mucho lo que quedaba y por el siguiente.
Harry furioso caminaba en su cuarto como león enjaulado desesperado de un lado para el otro, como si con ese movimiento su ira fuera a disminuir o simplemente a desaparecer, pero al concluir que al caminar de esa forma lo que ocasionaba era calentar aún mucho más su cuerpo, optó por calmarse, así que decidió que lo mejor era abrir la ventana y tratar de respirar un poco de aire, aire que por cierto parecía inexistente en aquel ambiente tan seco que se vivía en ese verano, aburrido y sin mucho que hacer se recostó, el calor que sentía era insoportable y echado en su cama un estado de sopor lo embargó, cerró sus ojos y como si la calma y la tranquilidad no fueran a llegar ese día su cicatriz empezó dolorosamente a pulsar en su frente, provocando agitación en su cuerpo, un sudor frío le recorrió el rostro contraído por la sensación de ardor y dolor que atravesaban cada rincón de su cabeza hasta el punto de hacerle creer que se le partiría en dos, "maldito Voldemort" logró pensar en medio de aquella situación.
Imágenes de un fuerte ataque a una población muggle llegaban a su mente, las casas ardiendo iluminaban el oscuro cielo, se escuchaban gritos, sollozos de hombres, mujeres y niños por igual, las imágenes cambiaron por unas que Harry hubiera deseado no ver nunca, una familia muggle había sido torturada de forma despiadada, tres mortífagos torturaban a la mujer bajo el cruciatus mientras reían cruelmente, el señor se hallaba muerto en el piso de la sala en medio de un charco de sangre, las marcas de las laceraciones sufridas producidas por esos inhumanos brutales eran visibles, su cuerpo estaba destrozado, se notaba que lo habían llevado hasta el límite y que éste había perdido la batalla, lo más atroz de aquélla situación y que desesperó a Harry hasta hacerlo gritar pidiendo piedad fue el observar a dos niños de aproximadamente cinco y siete años que se encontraban en la misma sala amarrados a dos sillas ubicadas estratégicamente frente al miserable espectáculo que protagonizaban sus padres y donde ellos eran obligados (hechizaron sus párpados para que no cerraran los ojitos) a atestiguar en primera fila el sufrimiento de sus progenitores. Harry gritaba con dolor, con furia, con desespero, sabía que nada podía hacer por aquello pequeños. Esa aberrante conexión era toda una maldición, veía a los chiquillos que en medio del llanto gritaban llamando en vano a su ya inexistente padre pidiéndole ayuda y socorro, Harry no lo soportaba esa situación era absolutamente abominable.
La pulsación del dolor de la cicatriz se hacía más fuerte, más poderosa hasta el punto de agitarlo tanto que cayó al suelo, pero en medio de la caída su cabeza fue a dar contra la mesa de noche, provocando un fuerte golpe, al pegar en el suelo el chico despertó, aturdido y desubicado, tocó su cabeza donde le dolía, aunque siendo sincero con él mismo, le era difícil diferenciar el dolor del golpe que se mezclaba con el dolor que le producía la cicatriz, con esfuerzo y tambaleándose, logró ponerse de pie, su cabeza parecía que fuera a explotar, la tomó entre sus manos como método de contención para aquel dolor que sentía, sin embargo posó su mano derecha detrás de su cabellera y notó que ésta se encontraba húmeda, con mucha curiosidad miró su mano y fue mayor su sorpresa cuando la vió llena de sangre, se lanzó en la cama como pudo y quedó inconsciente.
Frente a él se encontraba un hombre joven de unos 27 o 30 años, de cabellos castaños oscuros y unos ojos cafés muy brillantes que le miraba con una gran sonrisa en su rostro, de piel pálida, alto, delgado con un porte aristocrático que le recordaba mucho al porte de los Malfoy y con un andar casi similar se acercó al joven.
- Hola Harry.
- Tom...
- No tienes buen semblante. Harry bufó y con tono irónico le respondió.
-¿Por culpa de quién será?.
- ¡Oh! Lo siento, yo no quería que vieras esas imágenes pero tú no hiciste mucho esfuerzo por cerrar tu mente, te estás descuidando mucho.
- Sí, Tom, el culpable soy yo, no te preocupes. Terminó de decir el chico dejando ver muy claro su estado de ánimo.
- Veo que esta noche no estamos de muy buen humor...
- ¡Claro que no lo estoy!, Me haces ver esa porquería y luego tengo este maldito dolor de cabeza que siento que me va a partir en dos el cráneo.
- Pero... se supone que mi presencia ya no te debe causar esos malestares, sólo al momento de tener las visiones de la conexión.
- Lo sé, sólo que me caí y me abrí la cabeza.
- Ven, déjame ver. Le pidió el Lord extendiéndole la mano, se acercó y mostró una fea herida en su cuero cabelludo que seguía sangrando profusamente. –Vaya golpe Harry, por la mañana te mandaré una poción para que eso te cierre.
- De verdad que todavía no entiendo.
- ¿Qué es lo que aún no entiendes?.
- Tú, se supone que me odias.
- Pronto tendrás las respuestas pequeño y entenderás todo mejor, creo que el momento de saberse muchas cosas llegará pronto y deberás ser fuerte.
- ¿De qué diantres hablas?
- ¿No te han dicho que tu vocabulario es un poco... corriente, Harry?
- Bueno, ¿qué
esperabas?, No soy Malfoy.
- Gracias a Merlín por eso, si
lo fueras las cosas serían muy diferentes. ¿Cómo
vas con tus parientes muggles?.
- Normal, estoy castigado, no podré salir de mi habitación.
- ¿Qué se supone que hiciste ahora?.
- De suponer nada, lo hice, rompí un plato de la vajilla fina de la Tía Petunia.
- Mm... supongo que aprovecharás el tiempo para hacer los deberes.
- Pues no supones mal.
- ¿Te faltan muchos?.
- CCM, Transformaciones, Pociones y DCAO, sabes que los Dursley no me dejan estudiar en paz. Harry se detuvo en su diálogo y se quedó observando al Lord, caminó alrededor de éste y se posó de nuevo frente a él. - Te ves raro y cansado Tom.
- Cansado estoy, estas noches de... faena, me dejan exhausto en cuanto a lo de raro, no sé que me quieres decir jovencito, y no soy el único en lucir cansado, deberías ir a dormir.
- ¡Estás loco! Si siento que mi cabeza va a explotar del dolor.
- No seas tan quisquilloso, mandaré a una de mis lechuzas con tu poción ahora mismo, quiero ir a dormir ya.
- Está bien Tom, ¡Oye!
- ¿Ahora, qué?
- ¡Hey! No seas grosero. El Lord rodó los ojos. – Si necesito ayuda con mis tareas, puedo llamarte, ¿si?
- Ya te he ofrecido mi ayuda muchas veces.
- Lo sé, lo sé, es que de verdad están complicadas.
- Llámame, ahora me voy, necesito descansar... Por cierto, recibirás noticias de Hogwarts, espero sean de tu agrado.
- Adiós Tom. Se despidió Harry asintiendo con la cabeza.
- Adiós Harry.
Abrió sus grandes ojos verdes observando su alrededor e intentando ubicarse y lentamente se fue encontrando en su habitación, tendido en su cama, con un poco de dificultad se levantó y encaminó hacia la ventana y con la vista puesta en el firmamento oscuro, comenzó una larga jornada sumido en sus pensamientos, los cuales giraban siempre en su vida y los hechos que le sucedían impidiéndole ser un chico más del montón y a todos ellos se les podía sumar el último y quizás más sorprendente de todos, su extraña "relación" con el Lord. No era para menos, ésta había comenzado hacía varios meses atrás, después de que Harry recibiera una maldición mal lanzada durante un ataque de mortífagos y estuviera casi un mes inconsciente, la conexión había cambiado, ya no sólo veían a través del otro, sino que se veían mutuamente, era como si se encontraran en otra dimensión, todo era muy irreal, parecía todo tan físico, tan tangible, Harry se impresionó al reconocer en aquel hombre joven a Tom Riddle, no tenía punto de comparación con aquel ser bífido y aberrante que se hacía llamar Lord Voldemort, incluso Tom parecía mucho más comprensivo, amable, increíblemente tolerante, después de muchos encuentros, charlas y discusiones, se había generado entre ellos un vínculo casi increíble de creer, entre ellos se forjó una muy, muy ilusoria e incomprensible complicidad, claro que este hecho no era difícil de explicar para aquellos que conocían a estos dos magos, ambos compartían una historia de vida llena de soledad, sufrimiento y mucha carencia de cariño y amor, sobre todo de un lugar al que llamar hogar, así que en las profundidades de sus psiques ambos encontraban un reconfortante sentimiento de entendimiento y comprensión que no hallaban en otro lugar.
Sin embargo existían episodios como los de antes, como los de siempre, donde el dolor que producía la cicatriz era fuerte, casi asfixiante, abriendo paso a un medio de comunicación donde Harry observaba las torturas a muggles o a los propios mortífagos que eran impartidas por el mismo Señor Oscuro, aunque Harry podía asegurar casi con vehemencia que ésta comunicación ya sólo se daba cuando el maldito loco se hallaba fuera de control emocional, porque podía sentir grandes cantidades de sensaciones que emanaban de él, desde total euforia hasta la completa furia, eso sí, nunca triste, nunca sensible, pareciera que el Lord solo tenía un lineamiento de causa y efecto con respecto a sus propias emociones, si las cosas salían bien, se sentía satisfecho, pero si al contrario salían mal, el infierno era poca cosa para aquel que había fallado o le pareciera al Señor Oscuro que debía pagar con su vida.
Un suave golpeteo en el vidrio de la ventana le sacó de sus propios pensamientos, dándose cuenta que al otro lado se hallaba una hermosa lechuza, sonrió al reconocerla, era Deidre, la lechuza de Tom que traía un pequeño paquete en las patas con un pequeño pergamino.
"Aquí tienes la poción, tómatela y duerme, no olvides que recibirás carta de Hogwarts, por eso mismo debes apurarte a hacer los deberes, estaré esperando a que te comuniques conmigo por ayuda. Hasta luego. Tom".
Abrió el paquete después de haberle dado una de las galletas que tenia para Hedwig, sacó un frasquito que contenía un líquido azul, se lo tomó y notó como la herida se cerraba y el dolor disminuía. Observó como el animal emprendía vuelo y desaparecía en el oscuro firmamento, giró y caminó hasta su cama, calculó que deberían quedar bastantes horas hasta el amanecer y siendo así lo mejor era hacer caso del consejo de Tom, se arrebujó entre sus sábanas y con mayor tranquilidad retomó el sueño.
En la mañana, Tía Petunia le llevó el desayuno hasta la puerta, con mucho desgano se levantó, recogió los platos, se ubicó en su escritorio y tomó sus alimentos, mordiendo su tostada, posó sus ojos verdes en los libros que tenía al lado y dando un suspiro decidió que mejor empezaría a hacer los deberes que le faltaban. Para este verano los profesores se habían empeñado en dejarles tareas hasta por los codos y lo peor de todo era que los estudiantes no sabían quien había tenido la dichosa idea de relacionar todas las materias, así que el resultado era que debían hacer un resumen de cada materia de todo lo visto durante los seis años anteriores y relacionarlos entre sí, por ejemplo, si se vieron los unicornios en CCM, hacer el resumen sobre el animal y relacionarlo con las pociones que se podrían hacer con las propiedades mágicas de éste, describir el proceso de elaboración, ingredientes y cualidades de la poción y si existía un hechizo de defensa o ataque describirlo, hablar sobre él y hacer una gráfica con el movimiento de varita que el acompañaba y así sucesivamente con todo lo demás visto, era un trabajo muy largo y el Gryffindor solo llevaba hecho muy poco, creía que las vacaciones no le alcanzarían para todo aquel trabajo, pero no importaba, desde hacía poco más de un año, cuando Sirius desapareció detrás del velo, Harry se había prometido, casi jurado, a sí mismo que pondría todo de su parte para ser uno de los mejores estudiantes del colegio y obviamente lo logró, decidió seguir el método de estudios que tenía Hermione y la costumbre de hacer de la biblioteca su segundo refugio, siendo el primero el cuarto de los menesteres.
Tras unas tres horas de trabajo sin pausa, una lechuza que reconoció como las de Hogwarts, entraba a su habitación, se posó sobre sus pergaminos y antes de que el animal dañara su tarea, Harry retiró la carta que le entregaba, rompió el sello de lacre y comenzó a leer.
"Estimado señor Potter:
El Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería desea que esté disfrutando de unas merecidas vacaciones con el fin de que retome energías para el nuevo año escolar, sin embargo el objeto principal de ésta comunicación es el de hacerle saber que por motivos de seguridad ante los hechos que desafortunadamente están sucediendo en nuestro mundo, el colegio y sus directivos se han visto en la necesidad de adelantar el inicio de clases, por ende, se le espera en el andén 9 ¾ el día 30 de Julio a la misma hora. La lista de sus útiles la encontrará anexa a esta comunicación.
Esperamos que la noticia sea de su agrado.
Minerva
MacGonagall
Subdirectora".
- "Así que a esto se refería Tom". Pensó el chico. Tomó la lista de los útiles que iba a necesitar, la leyó, dio un largo suspiro y guardó el boleto del Expreso. Sonrió al pensar en la cara de Ron cuando le dijeran que tenía un mes menos de vacaciones, le hubiera gustado mucho verla para poder reírse de él por un buen rato, aunque pensándolo bien, Ron tenía razón, eso sólo les dejaba con menos de mes y medio de vacaciones, claro, no es que a él le importara mucho, es más, era una muy buena noticia, ya no estaría tanto tiempo en esa casa y si todo salía como él esperaba, ésta era la última vez que pisaba ese infierno. Con un nuevo ánimo por volver pronto a aquel castillo que sentía como su hogar, su verdadero y único hogar, reinició con sus deberes, hasta que cayó en cuenta.
- Si entramos el 30... ¡eso quiere decir que pasaré mi primer cumpleaños en Hogwarts!, con una alegría inusitada sembrada en su interior, siguió con su trabajo, más tarde entró Tía Petunia dejándole una miseria de almuerzo, lo ingirió y un poco cansado y con mucho calor se recostó en su cama dispuesto a pasar un rato de remolonería y somnolencia debidas a las altas temperaturas, pero un suave picor que conocía muy bien resurgió del centro de su frente dejándolo en la inconsciencia inmediatamente.
- Harry, discúlpame la forma en que he tenido que llamarte pero es urgente que me escuches...
- Tom... debí suponer que eras tú. Suspiró con resignación.
-¿No podrías esperar?, es que tengo sueño.
- Lo siento, escúchame Harry, esto es importante, necesito que salgas cuanto antes de la casa de tus tíos, no es seguro que estés ésta noche allí, no preguntes ahora, contacta a alguien que te ayude, Dumbledore o quizás alguien más de la Orden, pero debes salir cuanto antes de Privet Drive.
- Estás loco Tom si piensas que así como así yo voy a obedecerte.
- Harry, no es broma, sal de allí ¡HOY MISMO!, te prometo que después obtendrás respuestas, debo irme, ahora no es seguro que tú y yo estemos conectados.
- ¿De qué diablos hablas Tom?
- Por lo que más quieras, prométeme que saldrás de allí.
- Está bien Tom, lo haré, pero me debes respuestas.
- Sí lo sé, adiós y cuídate Harry, creo que no tendrás una buena noche.
- Vaya sorpresa.
Harry abrió sus ojos y se levantó como un resorte de su cama, con mucho afán recogió todos sus objetos y los guardó en el baúl, cuando ya tuvo todo empacado, tomó a Hedwig y la envió con Dumbledore, aunque sabía que era en vano, pues la carta no llegaría a tiempo, estaba solo y solo debía afrontar la situación, entonces... ¿qué diantres debía hacer?, era muy temprano para salir a la calle, algún mortífago estaría vigilando la casa y dejarla sería entregarse en brazos del Lord, lo mejor sería esperar a que la noche llegara y se escondería bajo la capa de su padre, iría al Caldero en su saeta y desde el callejón Diagon se comunicaría con alguien, era seguro que la madriguera tuviera acceso a Hogwarts a través de los polvos Flú, pero eso pondría en más riesgo a los Weasley, mejor llegaría hasta Honeydukes y de ahí saldría al castillo, esa era un mejor idea. Ahora, ¿Cómo sacaría a los Dursley?, ¡Que carajos! Ya no iba a volver a esa casucha, así que debía decirles la verdad, tía Petunia reconocería el peligro y saldrían de allí antes del anochecer.
- ¡TÍA!... TÍA PETUNIA. Gritó Harry llamando a su pariente.
- ¿Cuál es tu escándalo?. Gruñó la mujer mientras entraba a la pequeña habitación.
- Tía, Voldemort viene para acá esta noche hay que escapar.
- ¿Qué sandeces dices?. Preguntó incrédula mientras un miedo exorbitante se apoderaba de ella.
- La verdad tía...
- Pero... ¿No se supone que él no podía venir hasta aquí?.
- Se suponía, pero sé que esta noche va a venir, recojan lo que puedan y váyanse, yo trataré de llegar con Dumbledore.
- Pero no es posible. Susurraba mientras se le hacía imposible creer lo que su sobrino le decía.
- Tía créeme, por favor, tenemos que salir, yo no puedo dejarlos aquí sabiendo el peligro que correrán, Voldemort se pondrá furioso al no encontrarme y si los ve los matará, él sabe que tú sangre es lo que me protege y no se va a detener teniéndote en frente, empaca y salgan ahora, yo lo haré más tarde, no podemos dar la alerta de que sabemos lo que sucederá, vete tía.
- Está bien Potter, nos iremos, Vernon pondrá el grito en el cielo...
- Tía, dile que vayan donde la tía Marge, que tú deseas descansar ahora mismo, él no se opondrá a tu bienestar.
- Supongo que no, ojalá mi casa sobreviva...
- Eso no lo prometo.
- Lo sé, ese hombre es un demonio. Terminó de decir su tía saliendo del cuarto para dirigirse a la cocina donde estaba tío Vernon.
Una hora y media después Harry observaba por la ventana como sus tíos y su primo Dudley abandonaban su hogar, miró el reloj, eran casi las cinco y media, todavía quedaba tiempo, su mente divagaba, no podía concentrarse en nada, se sentía como un estúpido, un total inútil, valiente héroe, que salía corriendo al primer asalto, los demás presumían que él sólo sabía simples hechizos que enseñaban en el colegio, teniendo en cuenta esa información, su preparación en DCAO era muy pobre, hasta daba tristeza de la miseria de conocimientos que todos creían que él poseía, ¿De verdad Dumbledore esperaba que él, Harry Potter, con casi diecisiete años y con esa enseñanza, podía terminar con uno de los magos más poderosos de todos los tiempos?. Ese viejo estaba loco, ya no tenía duda, pero más loco era él, que a sabiendas que quien más arriesgaba el pellejo era él mismo no se preparaba como era debido, pero no más, no iba a dejarse seguir mangoneando por ese viejo loco que le mentía y manipulaba a su antojo, tendría que aprender a moverse más por sí mismo, a crear sus propios aliados, así como su propio ejército de ser posible, aunque que ejército ni que diablos, parecía que era hora de sacar a relucir lo que por los últimos seis años había luchado tanto por esconder, su lado Slytherin, eso era lo que Tom en medio de las clases extras y desconocidas para el resto del mundo le decía y es que Harry y Tom no sólo conversaban de cosas banales, Tom le enseñaba cosas que cualquiera estaría ansioso de aprender, hechizos, maldiciones, conjuros, pociones, etc. El chico volvió a mirar su reloj, era hora de partir, bajó su baúl por las escaleras, lo posó frente a la puerta e iba a colocarse la capa de invisibilidad cuando un plop suave se escucho a su lado, giró rápidamente sobre sus talones y se encontró con unos ojos grises que conocía a la perfección.
- Malfoy... susurró de la impresión y sin dar espera a alguna reacción por parte del adulto, Harry se dobló sobre sí mismo, el dolor agudo de su cicatriz le anunciaba el ataque del Lord, podía sentir la elación de aquel ser miserable mientras gozaba con el sabor de la victoria anticipada, era tal el dolor que apenas notó como era levantado del suelo para después sentir como la oscuridad le rodeaba por completo.
"¿Eres tú al que llaman Harry Potter?", Escuchó que le preguntaban.
"Sí, soy yo" respondió y enseguida pudo darse cuenta que el dolor había desaparecido, inclusive estaba en total normalidad.
"Disculpa mi intrusión", le dijo un hombre alto de cabellos rizados color rojizo y amplia barba en la misma tonalidad, su piel era extremadamente blanca y de una apariencia tersa, Harry podía sentir el poder que emanaba de aquel hombre, su sola presencia denotaba fuerza, poder, misticismo, era un ser hermoso y parecía como si estuviera iluminado.
"¿Es esto alguna broma de parte de Tom?, ¿Quién eres?, ¿Qué es este lugar? Aquel lugar era extremadamente hermoso, un paisaje casi irreal a los ojos de cualquier humano, el cielo tenía bellas tonalidades rosas que combinaban con las nubes más blancas que el Gryffindor jamás hubiera visto en su vida, el prado era de un verde vivo, miles de flores de diferentes tamaños y colores adornaban ese precioso césped, el aroma que expedían era casi relajante, inmensos árboles, con troncos gruesísimos bordeaban ése campo maravilloso.
"No Harry Potter, no es ninguna broma, estás en la entrada a Annwen, el país de las hadas, yo soy Arawn, su rey, no tengo mucho tiempo, por eso necesito que me escuches con atención" Harry asintió, el hombre le denotaba respeto y no objetó para nada y siguió escuchando. "Hace muchos años el mundo de los mortales y el mundo de las hadas, sostenían cierto tipo de contacto, las relaciones de parejas entre ambos mundos no eran raras, ni desconocidas, la tolerancia, el respeto y la aceptación reinaban en el ambiente, hubo un tiempo en que encontré a un mortal llamado Pwyll, rey de unos terrenos que hoy ustedes llaman Inglaterra, Escocia e Irlanda, nos hicimos amigos y también un juramento, mientras que estuviera a nuestro alcance, mantendríamos la paz y la armonía dentro de nuestros reinos, durante su lapso de vida Pwyll cumplió a cabalidad con su promesa y ahora ha llegado el momento de cumplir con mi parte de proteger lo que un día fue el reino de Dyfed. He tenido el conocimiento que el reino corre gran peligro, al igual que el mundo de los mortales, un mago oscuro que se ha autodenominado Lord Voldemort desea cimentar un nuevo orden regido bajo el poder de la oscuridad, el miedo y la injusticia, yo no puedo permitirlo, tú Harry Potter, haz sido elegido como uno de los tres guerreros predestinados a enfrentarle, serás preparado debidamente para asegurar la victoria en el encuentro final, recibirás misiones que irán de acuerdo a las capacidades que vayas desarrollando. Mis mensajes te serán enviados a través de tus sueños y haz lo que se te pide. Eres un mago fuerte y poderoso, tu destino esta escrito en las estrellas, continúa con la búsqueda de la verdad sobre la misión que te ha sido encomendada ya que sólo conoces una parte de ella, no temas que no estarás solo, antes de empezar tu travesía los otros dos guerreros se te unirán, uno ya conoce su tarea y se pondrá en contacto contigo, con el otro pronto entablaré contacto, noble guerrero, confío en tí para cumplir con mi juramento y tu victoria será recompensada como es debido". Arawn comenzó a desvanecerse. "Despierta joven mago que te están llamando" y el rey terminó por desaparecer haciendo que Harry despertara inmediatamente.
- ¿Qué diantres fue eso?. Dijo el chico.
- Por fin despiertas Potter. Harry volvió a cerrar los ojos no podía ser cierto, reconocía esa voz, un escalofrío recorrió su espalda mandado un aviso de alerta en todo su cuerpo.
- Malfoy... susurró.
- Así es Potter, ya nos tenías... ansiosos porque no despertabas.
- ¿Perdón?. Preguntó incrédulo el joven Gryffindor mientras abría exageradamente sus ojos, ¿Malfoy preocupado porque él no despertaba?, Bueno, a la larga no era de extrañarse, no debe ser divertido torturar a un inconsciente.
- Comprendo que en estos momentos no entiendas bien la situación, pero ya hablaremos al respecto. Una puerta doble se abrió dejando pasar a la otra pesadilla andante de Harry, Severus Snape.
- ¿Profesor?.
- Menos mal despertaste Potter, no sabíamos que te había sucedido, aunque podemos darnos una leve idea.
- Estaba apunto de salir de la casa cuando el Señor Malfoy apareció a mi lado, inmediatamente después, sentí la excitación de Voldemort... lo siento. Dijo el chico al ver el estremecimiento en los dos adultos. -... De él. Corrigió. - Y creo que el dolor me dejó inconsciente.
- ¿Excitación?. Preguntó el jefe de la casa de Slytherin levantando una ceja.
- Sí señor, estaba muy feliz, demasiado diría yo, creo que estaba festejando la victoria.
- Potter... ¿Cómo sabías del ataque? Preguntó Malfoy. - Te encontré a punto de dejar la casa y lo acabas de confirmar, además todos tus objetos estaban ya empacados, dime ¿Cómo lo supiste?.
- Si les cuento no me creerán.
- Pruébanos. Le contestó su maestro.
- Estoy en problemas. Susurró para sí mismo pero por el silencio reinante en el lugar fue perfectamente audible para los otros dos magos, haciendo que Severus se masajeara el puente de la nariz y que Malfoy hiciera su más despectivo gesto de incredulidad.
- Ahora sí que quiero escuchar esto. Dijo Lucius, Harry sobó sus ojos, suspiró y observó todo a su alrededor, al notar que se hallaba aún acostado en un gran sofá de cuero negro, se levantó y sentó lo más decentemente que pudo.
- Bien, primero, supongo que estoy en la Mansión Malfoy...
- Así es Potter, estás en mi casa.
- Debo concluir entonces que el señor Malfoy me sacó de la casa de mis tíos y que Vol... lo siento de nuevo, que él no sabe donde estoy.
- Concluye muy bien, le respondía Malfoy mientras Snape esperaba a que el chico hablara.
- Ok, he de suponer también que... ¿Profesor, puedo hablar sin ninguna restricción?
- Hágalo Potter, Lucius pertenece también a la Orden.
- Bien, suposición confirmada. ¿Dumbledore sabe que estoy aquí?
- No. Pensaba avisarle luego de hablar con usted, no tuvimos mucho tiempo antes para decirle del ataque.
- Bien, muy bien.
- Potter, hable de una buena vez que yo no soy paciente.
- Seamos claros entonces desde el comienzo, sabemos que entre nosotros la relación siempre ha sido muy cortante y que siempre hemos buscado el mal para con el otro, en otras palabras no nos caemos bien, yo no aspiro a que me estimen ni nada por el estilo, pero ya que estamos del mismo bando... o por lo menos buscamos el mismo objetivo, podríamos hacer una tregua, yo necesito de ustedes, no quiero que Dumbledore esté manipulándome más, no sé como quiere que yo acabe con... con él sino me ha enseñado más allá de un Patronus (que por cierto lo aprendí no con ayuda de él, precisamente) y seamos honestos no creo que eso sea de gran ayuda ante un duelo con el Lord, necesito aprender a atacar y a defenderme, así que deseo que ustedes me ayuden a prepararme.
Al escucharlo Lucius quedó petrificado en su sitio, no movía ni un músculo de su cuerpo de la sorpresa, Potter, el famoso y engreído Potter, reconocía que él era mejor mago, entre tanto, Severus lo miraba fijamente pensando que al fin el chiquillo impertinente estaba abriendo los ojos ante la situación y como la estaba manejando el viejo director.
- Bien Potter, estás creciendo y utilizando por fin eso que tienes por cabeza.
- ¡Oiga!, respéteme. Lucius se giró y soltó una risita imperceptible para el más joven pero Snape la pudo distinguir sin ningún problema mientras levantaba los hombros.
- Comienza a contar. Exigió.
- La verdad es que si alguien me contara lo que estoy a punto de decirles... no lo creería, pero estoy dispuesto a confiar en ustedes.
- Eso ya nos quedó muy claro con tu anterior discurso Potter y nosotros te damos nuestra palabra que estaremos siempre a tu lado. Dijo Lucius mirando al ojiverde de frente para hacerle notar que hablaba muy en serio.
- Perfecto. Dijo el joven después de decidirse creer en el mayor de los Malfoy, igual allí estaba Snape y en él sí confiaba, aunque nunca lo reconocería ante nadie. - Entonces tome asiento señor que creo lo va a necesitar. Suspiró y de una soltó. - Hace algún tiempo mantengo una comunicación algo peculiar con el Lord.
- ¿ A qué te refieres con peculiar?
- ¿Me va a dejar hablar profesor?.
- Habla, pero no se te olvide que me debes respeto.
- Lo sé, pero eso es recíproco... señor. Severus bufó.
- Continúa.
- Resulta que ésta comunicación no es como la de antes o como otras, como por ejemplo la que el señor Malfoy presenció, esa fue como las de siempre, podía y puedo sentir el dolor de todas las maldiciones que él envía... Observó como los dos espías para la Orden del Fénix, se templaron ante la sorpresa de lo dicho. - Sí señores, he visto como a ustedes les ha dado... lecciones, que es como él les suele llamar. Snape y Malfoy asintieron, afirmando efectivamente que ése era el término utilizado por su ex Señor. - En fin, el tipo de conversación que nos interesa es totalmente diferente, primero no siento dolor alguno y segundo no veo al mago con cara de reptil endemoniado que ustedes conocen, no, el mago que yo veo es al mismísimo Tom Riddle en persona. Los dos magos mostraron su asombro y el moreno se percató de ello. – Les dije que los sorprendería. Terminó por decir el chico.
- ¿A Tom Riddle?.
- Sí profesor, los encuentros son... amistosos, si no fuera porque sé que se trata de Vol... por favor... es sólo un nombre, si no fuera porque sé que se trata de él, perfectamente podría decirles que nuestra relación es casi como de hermanos, me ha enseñado unas cuantas cosas, hemos hablado de como era Hogwarts en su época inclusive me ha estado ayudando con mis estudios.
- ¿con tus estudios?
- Sí, yo, yo puedo llamarle en cualquier momento al igual que él a mí. Es como si Voldemort y Tom Riddle no fueran el mismo, Tom es sensible, astuto como un condenado Slytherin, inteligente, sabe muchísimas cosas, pero es un ser triste, nos parecemos tanto.
- Potter, no debes olvidar de quien se trata.
- No lo olvido, es por eso que a veces lo he lastimado diciéndole cosas que no debería, fue Tom el que me avisó del ataque, estaba asustado, inquieto, muy alterado, me hizo prometerle que huiría de la casa de mis tíos, que me comunicaría con Dumbledore.
- ¿Hizo eso?, ¿tú qué opinas Severus?
- Es extraño... Potter ¿Qué cosas te ha enseñado el Señor Oscuro?
- Bueno... algunos hechizos, camuflaje, pociones de reconstitución, fortalecedoras, algunos venenos y...
-¿Y?
- Y a utilizar las imperdonables. Dijo el chico bajando la cabeza.
-¿Puedes utilizar las imperdonables?. Preguntó incrédulo Malfoy.
- Sí señor.
-¿Qué pociones?. Preguntó el maestro interrumpiendo a Malfoy y Harry abrió su baúl que se hallaba a un lado del sofá y sacó varias pipetas con diversos contenidos, se los fue entregando a su profesor mientras le explicaba su elaboración y propiedades, Snape alucinaba, esas pociones no las enseñaba nunca en el colegio por su alta peligrosidad, inclusive sólo eran utilizadas por los mortífagos ya que el ministerio las tenía en su mayoría prohibidas. – Potter, espero que sepas la responsabilidad que conlleva el uso de estas pociones.
- Lo sé profesor, Tom me lo explicó perfectamente, me dijo que su intención es que yo aprenda lo que un mortífago sabe hacer, que debo conocer al enemigo y me ha dicho que debo dejar fluir mi otro lado... aprender a pensar como el enemigo piensa.
- ¿A qué se refiere con eso de tu otro lado? Preguntó Malfoy, mientras reconocía las pociones frente a él.
- Bueno, sucede y acontece que en primer año durante la selección el sombrero me iba a poner en Slytherin...
- ¿Qué dices?
- Exactamente eso señor, el sombrero me dijo que yo podría llegar muy lejos en Slytherin que debía estar en esa casa.
- ¿Y por qué estas en Gryffindor?
- Porque yo se lo pedí.
- Eso no es posible, el sombrero no se deja influir por el que selecciona.
- Pues créalo profesor y es aquí donde yo necesito un favor suyo.
- ¿Cuál Potter?. Preguntó entrecerrando los ojos y expresando muy claramente que lo que escucharía a continuación no le iba a gustar ni tantito.
- Necesito pasarme a Slytherin, tengo que desarrollar ese lado interno, necesito aprender a pensar como un Slytherin.
- ¿Está usted seguro de eso?
- Sí señor, es lo que tengo que hacer.
- ¿Por qué es lo que tienes que hacer?. Se exasperó el maestro subiendo el volumen de su voz. - No sé como me pides que te deje hacer parte de MI casa cuando sigues comportándote como el patético héroe de Gryffindor, entiende de una buena vez que ésta no es solamente tú guerra, todos estamos involucrados en ella, tú no tienes que enfrentarte a él...
- Disculpe que lo interrumpa, profesor, pero acabo de notar que usted tampoco sabe nada acerca de la profecía...
- ¿Pero no se supone que nadie la escuchó esa noche en el ministerio?
- Señor Malfoy, usted estuvo esa noche y vió como la esfera que la contenía fue destruida por Longbottom, pero resulta que alguien sí que la conocía...
-¿Quién?.
- Profesor... ¿Quién cree usted que sea?. Le preguntó Harry con una mirada cargada de dolor y rabia al mismo tiempo y una mueca de remarcada obviedad que al reconocerla Snape supo de quien se hablaba.
- Dumbledore...
- Exactamente. Harry se levantó de la silla y caminó frente a los dos adultos que le miraban en silencio estudiando sus movimientos para tratar de identificar que estaría sintiendo el chico en esos momentos. Por su parte Harry buscaba tranquilizarse un momento, todavía era doloroso pensar en Sirius, sólo le quedaba Remus y no iba a permitir perderlo a él también, ni tampoco a Snape, ése hombre era el único que le trataba como a un estudiante normal, bueno sí, a veces se pasaba de la raya, pero Potter había comprendido el pasado que su padre y su profesor habían compartido, no quería perder a más personas importantes para él. – Pensé que el director le había contado a su Orden lo que implicaba aquella profecía.
- No Potter, nadie la conoce, incluso el Lord ya perdió el interés en ella al creer que se había perdido para siempre. Harry levantó sus ojos y observó con detenimiento a los dos hombres sentados frente a él y que lo miraban, pasó una mano por el cabello dejándolo más desaliñado.
- En pocas palabras, el encuentro decisivo será entre él y yo, uno tendrá que matar al otro, ése es mi destino, asesinar o ser asesinado, yo no quiero morir, así que he decidido que ya que el loco aquel no conoce la profecía y yo sí, tengo una ventaja sobre él, es por eso que deseo aprovechar esa ventaja y es por eso que les estoy pidiendo ayuda a ustedes, prometo que me entrenaré lo mejor posible y que daré todo lo que esté a mi alcance para que ese remedo de serpiente desaparezca de la tierra y también llevarme de paso a la rata traidora y la estúpida de Lestrange.
- ¿Cuál rata?, porque lo de Lestrange lo entiendo y era de esperarse. Preguntó Malfoy.
- Pettigrew.
- ¿Qué tiene que ver ese inútil contigo?.
- Dumbledore y el bífido ése se parecen tanto que aveces da hasta impresión. Dijo el ojiverde con ironía y un falso escalofrío.
- Sé exactamente lo que quieres decir Potter, así que como tú conoces cosas que nosotros no, ilumínanos.
- Será todo un placer, profesor. Como ustedes saben y recordarán de su época de estudiantes, tantos años atrás... Harry los miró y tuvo que hacer un esfuerzo supremo para no soltar la carcajada, Malfoy que inconsciente se pasó la mano por su rostro como intentando percibir alguna arruga y tuvo que voltearse porque de seguro no aguantaba la risa con su maestro rodando lo ojos y mirando con reproche al rubio. Esos dos Slytherins eran muy graciosos cuando querían, con razón su padre los tenía en la mira. Tomó aire para calmarse y ante la intensa mirada de su querido maestro continuo. - Pettigrew hacía parte del grupo de amigos de mi padre, Sirius, mi padre y el imbécil, se hicieron animagos con el fin de acompañar a Remus en sus transformaciones cada mes, la forma de Sirius era un perro negro, la de mi padre un ciervo y la Pettigrew una rata, de ahí que le llamo la rata y traidora porque él era el guardián del encantamiento Fidelio con el que se estaban escondiendo mis padres y él los entrego al imbécil mayor.
- ¿Quieres dejar las malas palabras, Potter?
- Lo siento profesor, pero hasta él sabe que le llamo de todas esas formas.
- ¿Le has dicho en su cara bífido e imbécil? Preguntó Malfoy sin podérselo creer.
- Sí. Contestó Harry con plena normalidad. – Lo odio y él lo sabe.
- Potter... ¿estás seguro que el de la profecía eres tú?. Harry miró incrédulo a su profesor, suspiró, cerró sus ojos y comenzó a recitar.
- "El único con poder para derrotar al señor tenebroso se acerca... nacido de los que lo han desafiado tres veces, vendrá al mundo al concluir el séptimo mes y el Señor Tenebroso lo señalará como su igual, pero él tendrá un poder que el Señor Tenebroso no conoce y uno de los dos deberá morir a manos del otro, pues ninguno de los dos podrá vivir mientras siga el otro con vida, el único con poder para derrotar al Señor Tenebroso nacerá al concluir el séptimo mes"...
- Explícanos...
- Mis padres cuando pertenecían a la Orden se enfrentaron tres veces al... al Lord, yo nací el 31 de Julio, la señal, ésa es fácil no crea que deba explicarla pero por si al caso es la cicatriz. Dijo en tono de burla y señalándose la frente, por supuesto los dos ex mortífagos se dieron cuenta de la intención del joven mago.
- Estás buscando que no te pase a mi casa, Potter. Siseó Snape.
- Vamos profesor, yo sé que en el fondo, muy en el fondo desea tener al niño dorado de Dumbledore en su casa. Snape bufó.
- Que gracioso Potter, mira como me retuerzo de la risa, si en vez de pensar en ser Auror deberías pensar en ser payaso.
- No sabía que conocía los payasos, señor.
- Hay algo que todavía no sé a que se refiere, en la profecía hay un pedazo que dice "pero él tendrá un poder que el Señor Tenebroso no conoce". Interrumpió el mayor de los Malfoy la tonta discusión, la verdad que Severus a veces llegaba a comportarse como un niño pequeño, ¡luego le criticaba a él su forma de ser!, su amigo era un descarado.
- No sabría decirle Señor Malfoy, Tom me ha dicho que puedo hacer muchas cosas y que ojalá Dumbledore no se de cuenta de mi potencial, que yo debo preocuparme por entrenar, aprender.
- Demuéstrame que sabes hacer una imperdonable.
- Lo siento señor, pero todavía soy menor de edad y ya he tenido problemas con los de regularización y control del Ministerio.
- No te preocupes por eso, la mansión está protegida por un escudo especial que no permite que el Ministerio detecte el uso de magia dentro de los Terrenos Malfoy, Harry hizo un gesto que por él no habría problema, sacó su varita y transformó una figura en cristal que estaba encima de una mesa pequeña adyacente al sofá en un ratón y sin muchas demoras ni preámbulos susurró.
- Avada Kedavra. El ratón cayó fulminado por el mortal rayo verde y Harry miró a Lucius. – Listo señor. Snape se levantó de su sillón y se detuvo frente al chico.
- ¿Has pensado en la excusa que necesitarás para explicar el cambio?. Harry levantó sus hombros.
- Usted es magnífico estratega, algo se le ocurrirá.
- ¿Y sus amiguitos?
- ¿Qué con ellos?
- No pretenderá seguir con amigos Gryffindor, mientras es un Slytherin, mi casa no se lo permitiría nunca.
- Por ellos no hay problema, yo me encargo de mis amigos, aunque no sé que reacción tendrán el resto de los Gryffindor y mucho menos sé que ocurrirá con los Slytherin.
Harry ahogó un grito y colocó sus manos en su frente, aquel asqueroso dolor volvía al ataque una vez más, pero ésta vez no sentía euforia sino Ira, el Lord estaba terriblemente colérico, iracundo.
-siento... mu... mucho decirles... que... que no nos... esp... eera una... buena... no... che. Alcanzó a decir el pequeño león mientras iba directo al suelo, Malfoy y Snape corrieron a su lado para levantarlo y lo escuchaban, ninguno de los dos había presenciado antes estos episodios donde el chico se comunicaba con el señor Oscuro y estaban aterrados, la frente parecía que se iluminaba, como si se abriera en dos y de ella brotaba una luz roja que se volvía líquida... sangre.
- Tranquilo Potter, aquí estamos. Habló el profesor de pociones.
- Pro... fffesor... no vayan... no vayan... esta... dis... puesss... to a... matar... alguien... esta fur...ioso...no...va...yan.
- ¿Qué dices?, Si no vamos nos matará de una peor forma.
- ¡Cállate Lucius!... dime que ves Potter.
- Él... es..ta...en su silla... hay tres... mort..fagos, los... Harry apretó sus labios mientras su cuerpo se retorcía del dolor, los hombres no necesitaron palabras para saber que estaba bajo la maldición cruciatus.
- Lucius ve por las pociones, pídele a Draco que prepare más, creo que ésta noche nos harán falta. Terminó de decir Severus con tono lúgubre y Lucius se estremeció internamente de sólo pensar en la nochecita que se venía encima. Salió caminando a prisa en busca de las pociones y de su hijo, el Lord estaba entretenido con esos tres pobres desdichados y mientras que no acabara con ellos no llamaría al resto así que debía movilizarse pronto, porque con la furia que debería tener el Lord, no es que esos tres fueran a durar mucho.
- Profesor...
- Dime Potter... respondió el maestro sosteniéndolo entre sus brazos.
- Está... bus... cando... culpables...
- Era de esperarse Potter, no te preocupes. Draco se quedará contigo mientras regresamos.
- No vaya... no... no quie... ro que...le ha...ga... daño.
- ¿De qué hablas Potter?
- Usted... y Rem... mmus... son...los...únicos...que...quedan.
- Tranquilo, intenta cerrar tu mente, que no se de cuenta que estas conectado a él. Lucius entró seguido de Draco que se asombró de ver a Harry Potter en el despacho de su padre, se le veía raro, pero por la cara que tenía su padre y su padrino mejor no decía absolutamente nada.
- Draco cuida de Potter, apenas se calme dale las pociones que ya conoces.
- Sí señor.
- Prof..esorrrr... ya... ya..los va a... y justo en ese momento la marca de sus brazos empezó a escocerles a los dos adultos. – Por... favor...no...no va...yan.
- Cierra la conexión Potter. ¡HAZLO!.
- NOOOOOO, yo... yo...puedo...entrete...nerlo...
- No Potter, cierra la maldita conexión y espera a que volvamos, hazme caso, no seas tan testarudo, deja de ser tan Gryffindor...
- To...toda..vía...no...no...ssssoy...una...serp...piente.
- Ni lo llegarás a ser a menos que cierres esa maldita conexión, Draco cuídalo, espéranos.
- Sí señor, padre, padrino... tengan cuidado.
- Draco... llamó Lucius. - No olvides que estoy orgulloso de ti.
- Lo sé padre, yo también lo estoy de tí, de los dos, por favor cuídense. Le respondió el joven rubio abrazando a su padre y luego a su padrino quien le dio un beso un la frente.
- Lo haremos Draco, pero ya tenemos que irnos. Ambos hombres desaparecieron dejando a los dos jóvenes solos en aquel despacho.
- Bien Potter, ya escuchaste, cierra esa maldita conexión, necesitamos estar preparados para cuando ellos lleguen y sanarlos. Era cierto, él debía esforzarse por cerrar aquella conexión, pero quería ver que pasaba.
- Esp...pera...Malfoy... quier...ro...ver...ya llegaron...
