Disclaimer: El anime y manga Hetalia Axis Power pertenecen a Estudio Deen y a Hidekaz

Advertencias: AU, Crack, Lemon, Oxidación de ideas (?)

Aclaraciones: -Las palabras que se utilizarán para los capítulos están basados en la "Tabla del Despertar" de Musa Hetaliana.

-Ignoro si había que pedir permiso para utilizar alguna de las Tablas. En caso de que sea asi, por favor, avísenme y enseguia haré lo prudente.

Bien, tenía MUCHO tiempo que no estaba en esta sección. Hola a todos y gracias por pasarse a leer :DDD aquí está de nuevo la inútil de aishiteru-sama que revive poco a poco de entre los muertos :DDD ¿Qué pasa? ¿Creían que jamás me volverían a ver? :DDD Lamento decepcionarlos (?), pero aquí estoy. Batallando y todo con mi imaginación obsoleta y cansada, pero aquí a final de cuentas :DDD

Me animó mucho la idea de volver a escribir sobre esta particular pareja. Por razones personales ya no he visto las últimas dos nuevas temporadas de Hetalia, pero el crack me fascina, y más cuando se trata de romper estereotipos de parejas supuestamente canon. El GerMano (?) necesita mucho amour y vine a dárselo :DDD

Estas son algunas ideas de la inútil de aishiteru-sama. Espero se diviertan un rato.

¡Gracias n.n!

Owari~


"Aquellas estúpidas mañanas"


01# Café


Estaba tranquilamente sentado en una de las sillas del comedor, observando el cielo de la mañana.

Oh, un nuevo día, y un café caliente era lo más delicioso para comenzar la jornada.

Él estaba en paz con el mundo…

— ¡Maldita sea! ¡¿Dónde está mi saco?! ¡Y mis pantalones!

… claro, no podía decir lo mismo de Lovino.

No sabía si era por él, por ser italiano o por algún tipo de karma cósmico, pero Lovino Vargas siempre tenía una batalla a muerte con las mañanas… o mejor dicho, con las mañanas de antes de las 7:00 am.

Era lo mismo todos los días: se le hacía tarde, se bañaba con agua fría, nunca encontraba su ropa y no le daba tiempo de desayunar. Sin duda se trataba de un milagro que no lo hubieran despedido de la oficina por sus retrasos.

— ¡Ludwig! — lo escuchó gritar mientras corría de un lado para otro — ¡¿Dónde está mi reloj?!

— Sobre el buró de la izquierda.

— ¡¿Y mis zapatos?!

— Debajo de la cama.

— ¡Estúpido macho patatas, ¿por qué los pusiste ahí?!

— Yo no lo hice, tú lo dejaste tirado.

La amena conversación de la mañana era un encanto…

Lavó su taza de café y ya tomó su portafolio para esperarlo en la entrada. Si no se iban ahora llegaría tarde… otra vez.

Enseñarle puntualidad y organización al italiano era como sacar a Europa de la crisis con la venta de churros.

Pero por otro lado…

— ¡Ahhh! ¡Es tarde! ¡Muy tarde! — maldecía entre dientes — ¡Odio la vida! ¡¿A quién carajo se le ocurrió inventar el horario de verano?! ¡Me confunden con sus estupideces!

— El horario de verano se aplicó hace 5 meses…

— ¡Tú no digas nada!

Pero por otro lado, no sería una verdadera mañana sin Lovino corriendo de un lado para otro. Era increíble que aún con dos años de trabajar siguiera siendo incapaz de estar listo a tiempo… sin embargo, sus particulares ruidos hacían que algo dentro de él saltara de alegría. O tal vez de ansiedad. Sí.

Hacía palpable el hecho de que estuvieran viviendo juntos, porque con 3 años de relación, ese verano finalmente se mudaron a un departamento.

Fue una propuesta que casi hizo que a su novio le diera un ataque de histeria. Empero, entre besos, abrazos y maldiciones, el mayor de los Vargas aceptó comenzar un nuevo paso en su relación. Claro, no por eso le parecía ajena la expresión de horror cuando sus conocidos se enteraron de que eran pareja.

Podía recordar claramente cómo Gilbert y Antonio gritaron como señoritas, o cómo le cambio la cara a Govert. Hasta Feliciano se quedó sin habla varios minutos. Los juegos del destino.

Suspiró al ver el reloj.

Ah, de nuevo tarde.

Se recargó en la pared mientras Lovino saltaba en un pie tratando de ponerse el saco y el zapato. Sí, ese era su novio.

— ¡Deja de mirarme con esa cara de idiota y ayúdame!

— Mejor no. La última vez que lo hice terminé con el ojo morado por un golpe.

— ¡N-No fue a propósito! Te dije mil veces que fue un accidente — estaba rojo como cuando sentía vergüenza — ¡Y de todos modos no fue grave! A-Así que no te quejes como niña.

Lo observó bien por un momento.

Aun con sus berrinches, su poca gracia para hacer las cosas, su torpeza y falta de disciplina… era divertido y dulce… Vargas le parecía muy tierno a su modo, sexy, inteligente y con habilidad. Irresistible.

Él era el tipo de persona que hacía las cosas luego de pensarlo muy bien y de explorar las posibilidades. Nunca hubieran durado tanto si no hubiese estado seguro de lo que sentía por él. Lo mismo fue al proponerle vivir juntos.

Estaba muy satisfecho porque observaba día a día el esfuerzo de ambos para que todo funcionara.

— ¡Listo! — lucía muy bien. Siempre tenía un buen gusto para vestir. Por otro lado, respiraba como si hubiera corrido en un maratón — ¡Vámonos!

Fue cuando sonó su estómago por hambre. De nuevo no desayunó… pero ya lo sabía.

— Mierdaaaaaa — susurró con el ceño fruncido y profundamente rojo — ¡No importa! Larguémonos antes de que ese idiota del Tulipancio me regañe…

De repente se quedó callado por lo que le puso en frente: un termo con café caliente y humeante. No era uno común, sino un cappuccino con crema extra, espuma extra, con crema y dos cucharadas de azúcar. Además de que traía en una caja de almuerzo un poco de comida para que desayunara al llegar a la oficina.

Sabía que nunca le daba tiempo de comer algo, así que mientras se volvía loco por el departamento, él preparaba todo. Naturalmente el italiano cocinaba mucho mejor, pero sólo era para que aguantara hasta la hora de la comida.

Observó en el otro esa mirada de sorpresa que siempre ponía, seguida de su sonrojo extremo y… tierno…

Rápidamente tomó el termo y le dio una probada. La tenue sonrisa que emitió le indicó que cumplió con su cometido.

— Gracias.

— No es nada.

Ya fueron caminando al elevador. Lo esperaron y entraron. Nadie bajaba a esa hora por ser temprano, y eso dio pie a que de pronto Lovino le tomara la mano.

Le siguió un beso suave y profundo que no dudó en corresponder.

Sabía a café.