Antes de nada me gustaría "declarar" unas cuantas cosas:

1.- Este es mi primer fic, así que esperoque no os haga llorar sangre.

2.-Está basado en un one-shot fusionado con una vieja idea que tuve hace mucho, pero hace unos días leí otro fic que tenía una base muy parecida a la mía. AVISO: ESTE FIC NO TIENE NADA QUE VER CON "PREPARATORIA HOGWARTS" (rezo para que no se considere plagio)

3.- No tengo mucho tiempo libre, así que lo más probable es que publique cada dos semanas o mes. Sorry, pero mis dedos no dan para mucho en media hora.

Bueno, pues eso. REVIEWS AND LIKES, POR FAVOR! (^^)

Capítulo 1:

Hermione caminaba por los pasillos de Hogwarts, a un paso constante y ofuscado. Ese día todo le estaba saliendo mal. Snape le había quitado 40 puntos por replicarle durante una lección sobre la lausitania en las pociones de atracción, la cual según Snape servía para aumentar las feromonas , pero Hermione pensaba (y seguía pensando) que sólo potenciaba las cualidades del portador para los que olían su fragancia. Venía a ser lo mismo, pero Hermione era testaruda y Snape aún más que ella. Luego, durante la clase de de aritmancia había hecho mal un ejercicio y al final de la clase, la profesora Vector la había recluido 10 minutos en su despacho para explicarle su error. 10 minutos perdidos que se transformaron en puntos cuando McGonagall la vió llegar tarde a su clase, y para colmo, Cormac seguía mirándola fijamente durante las clases que tenía con él y también durante las comidas, y cuando ella le pillaba, le lanzaba sonrisitas que pretendían ser seductoras. Genial. Absolutamente genial. Su humor había decaído hasta niveles insospechados y por eso, cuando Malfoy la vió cruzando sola por el jardín interior, con su pelo más alborotado que nunca y a un paso acelerado, no pudo evitar componer una sonrisa malvada mientras le decía:

-¡Eh, Granger! ¡¿Que le ha pasado a tu pelo?! ¡¿Se ha tragado tu cepillo?!

Ella se paró en seco y le miró a pocos metros a su derecha, apoyado en una columna de un arco con su típica postura altiva. Normalmente le habría ignorado y seguido andando, pero Hermione estaba bastante chamuscada y no estaba dispuesta a aguantar las payasadas de Malfoy, así que le dirigió una mirada sombría y le respondió con acidez:

-¿Y qué le ha pasado a tu cara Malfoy? ¿Tuviste un accidente de pequeño o naciste con esa deformación a la que llamas nariz?

Y dicho esto se marchó por el primer pasillo que encontró, dejando a Malfoy con la mandíbula desencajada y en un estado parecido al shock. Era la primera vez que la sangre sucia le respondía. Cuando pudo reaccionar saltó rápidamente hacia aquel pasillo, con su ingenio rezumando veneno y corriendo para gritarle algún insulto, pero ella ya no estaba. Soltó un gritito de rabia mientras le daba una patada a una piedra. Esto no iba a acabar así. No mientras él se llamase Draco Malfoy.

En cambio, Hermione sentía un regusto vengativo. Siempre había pensado que hacer caso a sus provocaciones era patético e infantil, pero cuando le había insultado se sintió muy bien. Había sido víctima de sus estupideces sobre su sangre, su pelo y su afición por leer durante seis años, a pesar de saber que podía callarle la boca con dos oraciones. Ahora le había demostrado que no era tan estúpida como él creía y ya no se iba a dejar pisotear más por ese maldito arrogante. Ahora que había descubierto el placer de la venganza. Y, con una fuerte determinación y de un humor un poco mejor, entró por el retrato de la señora Gorda. Se quitó la bufanda, pues hacía un calor bastante agradable y ya no la necesitaba. Vió a Harry, a Ron y a Ginny enfrente de la chimenea y se acercó a ellos.

-Hola, chicos. ¿Qué hacéis?

Ginny se giró le dedicó una sonrisa radiante.

-Hola, Herms. Estábamos hablando sobre el intercambio con la escuela muggle. Le doy gracias a Merlín porque Dumbledore deje que vayamos los alumnos de quinto y sexto.

Ron resopló con fastidio.

Hermione le miró extrañada y Harry bufó:

-Está cabreado porque piensa que es una estupidez.

Él adoptó una postura de indignación

-¡ES una estupidez! ¡¿Para qué vamos a estar rodeados de muggles si podemos ir a cualquier otra escuela de magia?! ¡En definitiva, Dumbledore ha perdido la cabeza!

Ginny le miró escandalizada, con una expresión muy parecida a la de la señora Weasley.

-¡Ron! ¡Qué Hermione está delante!

Hermione se rió y dijo:

-Escucha, Ron. ¿Sabías que los muggles han inventado unas máquinas que echan comida si les metes un sickle? Echan bocadillos y dulces.

Harry sonrió, admirando la habilidad de manipulación de Hermione. Ron abrió muchos los ojos y luego los entrecerró.

-Pero esa comida debe de saber asquerosa.

-No, no, en mi colegio muggle había una de esas máquinas y echaban unos pastelitos de chocolate muy ricos.

Eso pareció convencerle un poco, pero aún seguía refunfuñando. Harry, en cambio, estaba entusiasmado por volver al mundo muggle. Comenzaron a hablar de deportes muggles y a comentar lo que echaban de menos. Al parecer, él echaba de menos jugar al fútbol.

-A veces, cuando mi primo se iba al parque, yo me iba al barrio de al lado y jugaba con los niños al fútbol.

Ron, que escuchaba a medias, pareció interesarse más por el baloncesto cuando le explicaron a Ginny de qué iba. Según él, se parecía al quidditch pero sin bludgers y sin snitch. Hermione empezó a perder el hilo de la conversación cuando comenzaron a comparar los mates con los "puntos de escoba". Sin que ellos se dieran cuenta, se retiró a su habitación para darse un baño, pero Lavender y Parvati lo habían ocuptado, así que optó por esperar mientras leía un libro. "La Guerra de las Sirenas Marinas y Las Sirenas de Río en la desembocadura del río Nilo", versión extendida, con la tesis del profesor Michel Datshkovsky al final. Comenzó por donde iba, sumergiéndose en las páginas, hasta que las risas de Parvati y Lavender inundaron la habitaciòn. Pegó un bote en el borde de su cama, cerrando el libro de golpe. No se había dado cuenta de cuánto rato había estado leyendo, pero ya había oscurecido, así que se dirigió al baño para proceder con su plan. Parvati y Lavender la saludaron con alegría:

-¡Herms! ¿Tu crees que Dumbledore nos permitirá usar magia fuera de Hogwarts? Ya sabes, durante el intercambio.

Hermione sonrió. Al principio ellas estaban en contra del intercambio, pero Hermione les contó muchas cosas sobre el mundo muggle y comenzaron a interesarse, especialmente por la cámara digital. Probablemente la perspectiva de poder hacerse fotos donde quisieran y cuando quisieran con una caja del tamaño de un tintero, era alucinante. Pero todo se volvió emocionante para ellas cuando Hermione recibió la revista que le pidió a sus padres y se la enseñó. Una de esas revistas de adolescentes que contienen posters de cantantes en bañador, sus historias amorosas, horóscopos, tests de "le gustas o te gusta" y cosas por el estilo. Después de la quinta edición, ya eran fans incondicionales de la historia de amor de Robert Pattinson y Kristen Stewart, y en su pared de la habitación tenían pegados tres posters agrandados con un Engorgio, de Edward Cullen mirando sensualmente a la cámara. Hacía ya dos días desde que le había llegado el primer libro de Crepúsculo que le había pedido a sus padres (lo habían duplicado con un hechizo Geminio), mientras que ellos, en casa, se preguntaban a qué venía ese cambio de gustos tan repentino. El mundo mágico también tenía revistas del corazón, pero no enfocado a las chicas adolescentes y desde luego, con fotos a color. Les daba igual que no se movieran, pues el hecho de que se le pudiera ver perfectamente el cuerpo era un auténtico lujo.

-La verdad es que no lo sé, pero supongo que sí. Pero si alguien usa magia delante de los muggles probablemente acabemos expulsados.

Ellas soltaron más risitas mientras leían la undécima entrega de la revista que ella les daba, pues ya le había pedido a sus padres que se la enviasen todas las semanas. Estaban deseosas de que llegase el intercambio, pues les había contado sobre las películas y se morían de ganas de ver la saga entera. Y es que Hermione Granger se sentía muy orgullosa de ser hija de muggles y que ellas pudieran apreciar, por muy banales que fuesen los temas, las cosas de ese mundo, la alegraba. Se metió en el baño y comenzó a quitarse la túnica, pero tenía los dedos fríos y agarrotados por sujetar el libro tanto tiempo, así que le costó un poco. Se sumergió hasta el cuello en la bañera de agua caliente, dejó escapar un suspiro de placer y volvió a saborear el momento en el que insultó a Malfoy. Se sentía mucho mejor.

Después de un rato, el agua se empezó a enfriar y Hermione salió del baño envuelta en una toalla. Lavender y Parvati conversaban alegremente sobre el capítulo que acababan de leer, cuando Edward presenta a Bella a su familia vampiro. Al parecer, Lavender le había cogido manía a Rosalie, la hermana adoptiva de Edward.

Ella pasó al lado de su cama y se acercó a su baúl, y comenzó a removerlo todo, buscando ropa interior limpia, pero la mayoría de ella estaba en la lavandería. Creyó, alarmada, que tendría que pedirle prestadas una bragas a Parvati, hasta que encontró una braguitas blancas al fondo del baúl. Suspiró aliviada, pero al cogerlas, había algo en su interior y se cayó sobre una de las túnicas de la superficie. Era su viejo MP5 que se quedó sin batería, en el tren el tercer año que entró a Hogwarts y ya había olvidado que lo tenía. Probablemente se había quedado en el fondo desde entonces y no lo había llegado a sacar. Lo colocó en la mesita de noche mientras se vestía, pensando de nuevo en lo divertido que iba a ser el intercambio.

Al día siguiente, nadie sabía por qué Draco estaba tan irritado. Cualquiera que se cruzase en su camino podía darse por muerto. Todos los alumnos de primer y segundo año le rehuían por los pasillos al verle, pues sabían que podía significar quince puntos menos para su casa y posiblemente salir llorando de allí. Hasta a Blaise Zabini estaba extrañado y le miraba de soslayo, con curiosidad y jocosidad. Caminaba con un aura negra a su alrededor y todos los miembros de su panda se estaban separados a un metro de él, por precaución. Lástima que Pansy Parkinson no fuese muy observadora.

-Draco ¿se puede saber que tripa se te ha roto hoy? ¿Se han acabado las ofertas en bronceadores?-Dijo Zabini después de que hiciera salir llorando a la pelinegra. Había llegado hacía Draco con aires coquetos, pero Malfoy no le hizo ni caso. Obviamente cuando esta se le colgó del brazo, explotó y la echó a patadas, hecho un basilisco.

-Por lo que veo tu no has tenido ese problema.-Refunfuñó.-Dejame en paz, Blaise. No estoy de humor.

El levantó las manos en gesto de paz, pues le hacía gracia ver a Draco tan molesto, pero le picaba mucho la curiosidad. ¿Qué lo había puesto así?

Y es que Draco se había acostado de un humor de perros por culpa de la sangre sucia. Se había pasado la noche dando vueltas en su cama, murmurando insultos contra ella en todos los idiomas que conocía y rememorando la corta conversación que había tenido con ella. Fantaseó con todas las posibles respuestas que podría haberle echado en cara. En una de sus historias acababa atándola a una escoba y enviandola a la luna, pero al final se durmió. Soñó con el día en el que la maldita de Granger le pegó un puñetazo en la nariz. Cuando despertó, apenas había dormido seis de horas y los recuerdos del día anterior no lo apoyaron en su estado de ánimo para nada. Así que no era de extrañar que rezumase odio por cada lugar que pasase. Había sido un atentado contra su orgullo. Pero había algo más. No podía ser tan simple. Y es que él siempre había estado seguro ser el más locuaz de todo Hogwarts, pues ya había discutido prácticamente con todos los miembros de las casas y no había nadie que estuviera a su altura. Él era El Príncipe De Slytherin, el que tenía la lengua más afilada. Pero Granger, la asquerosa y repugnante sangre sucia, le había desarmado con apenas dos frases y ni le había dado tiempo a responder. Había sido lento y, por mucho que le costase admitirlo, poco elocuente. Eso había sido lo más difícil de asimilar. Reconocer que la sabelotodo había sido mejor que él en su campo. Eso fue lo que lo había puesto de un humor tan pésimo. Así que estaba dispuesto a buscar a Granger por todo el colegio, aunque fuese inconscientemente, para demostrarle (o demostrarse) que él era mucho más listo que ella. Por eso, cuando entró al Gran Comedor, se obligó a no dirigir la mirada a la mesa de Gryffindor y sentarse en su mesa, con sus aires de superioridad. Ya se vengaría más tarde. Se sirvió un tazón de cereales y arrimó el oído a la conversación de su grupo. Astoria Greengrass parecía a punto de matar a alguien.

-¡...majareta del todo! Encima mi madre ha intentado hablar con el Ministro De Educación Mágica, pero está casado con una muggle y no le da la gana de suspenderlo porque "el proyecto ya ha sido aprobado" y "sería una estupenda experiencia para los alumnos ver como es una vida entre muggles" ¡Con unos asquerosos muggles! ¡¿Qué jodida mierda es esta?! ¡¿Tu padre no ha dicho nada, Draco?!

Draco se ensombreció y se pasó la mano por su rubio cabello, peinandolo en un gesto tranquilizador.

-A mi padre ya le da igual. También intentó hablar con ese traidor a la sangre y le ha mandado a la mierda. Ahora se siente ofendido y está planeando derrocar a ese puñetero ministro, pero solo por orgullo. Al principio pensaba que era estupendo, pero esa conspiración de mierda no empezará a funcionar hasta dentro de dos años. En definitiva, estoy jodido.

Todos se dirigieron miradas de complicidad, creyendo que su humor se debía a eso. En parte sí, la verdad. El maldito proyecto del viejo chocho de Dumbledore no le había hecho precisamente ilusión a la mayoría del alumnado, pero muchos alumnos de Ravenclaw , Hufflepuff y Gryffindor se habían entusiasmado. El principal tema de conversación entre ellos era "quiero conducir un coche" o "quiero ver una película muggle", pero a los miembros de la casa de Slytherin no les había hecho ni puta gracia. De hecho, algunos alumnos habían dejado de lado su orgullo y habían hecho una manifestación delante del despacho del director, pero Snape lo había solucionado con una tarde de castigo limpiando el Aula de Pociones. A pesar de que ningún muggle iba a pisar Hogwarts, lo seguían llamando "intercambio".

Poco a poco, los alumnos se fueron resignando y aceptando el asqueroso intercambio, todos menos los Slytherin que aún estaban batallando tras las bambalinas. Aquella tarde había sido un caos, recordó Draco amargado. Su sala común se se había convertido en una auténtica habitación de internos de San Mungo. Todos los Slytherin estaban como locos, haciendo una cola en la chimenea para poder hablar a través de la Red Flu con sus padres, otros garateaban cartas en las mesas y algunos simplemente daban vueltas por la habitación soltando improperios. Draco se había sentido escandalizado e indignado, pero luego lo analizó fríamente y llegó a la conclusión de que no podían hacer semejante locura. Su padre no lo permitiría. Ni ningún mago respetable con un hijo en Hogwarts. Pero todo el esfuerzo que pusieron fue en vano. El proyecto ya había sido aprobado y no se podía suspender. Draco al principio pateó y destrozó todas y cada unas de las armaduras decorativas que había en el pasillo que llevaban a los dormitorios, para luego arreglarlas con un desganado reparo y sumirse en un estado de berrinche. Pero se había fijado en algo que le llamaba la atención.

-Oye, Theo. ¿Por qué tu no te estás tirando de los pelos?

Theodore Nott le miró mientras le daba un bocado de una pera, para luego acomodarse en el asiento y decir:

-Porque no servirá para nada. Estaremos un mes rodeados de muggles, sí. Pero no necesitamos mantener contacto con ellos, además sólo los veremos una cuarta parte del día. No es para tanto. Y podríamos incluso disfrutar, pues solo tendremos un par de monitores supervisores y prácticamente seremos libres de ir y hacer lo que nos dé la gana.

Todos se quedaron estáticos, al darse cuenta de que Theo tenía razón. No se lo habían planteado de esa forma, ni tampoco lo habían pensado en serio. Se podía apreciar que Nott era un chico excepcionalmente inteligente, pues rápidamente había visto los pros y los contras, los había separado y analizado. Entonces Draco, que ya se había terminado su bol de cereales de chocolate, se levantó con su mochila para dirigirse hacia su primera clase. Tenía toda la pinta de que iba a ser un asco de día.

Hermione, sin embargo, se había levantado más temprano que de costumbre y había desayunado hace ya mucho, por lo que se había dedicado a pasear por los terrenos del colegio, para luego ir al baño de Prefectos y al final, acabar paseando por el séptimo piso. Su insignia de prefecta relucía sobre su túnica y llevaba el MP5 en la mano, que estaba metida en un bolsillo. Había intentado encenderlo, pero no había manera e incluso lo había puesto al sol para probar aquella teoría que decía que el calor podía "reanimar" una batería gastada. La verdad es que se moría de ganas de escuchar música desde que se lo encontró la noche anterior, pues aquella posibilidad se le hacía muy agradable.

¡Uf! Ojalá hubiera algo por aquí para poder cargar este cacharro.

Y oyó un sonido a su derecha. Sonaba como el crecimiento de algo espontáneamente, parecido al sonido de una hoja al rajarse por la mitad. Una enorme puerta de madera había crecido a su derecha y Hermione, emocionada y curiosa por ver la sorpresa que le iba a preparar la Sala De Los Menesteres. Abrió la pesada puerta de madera, que crujió como si fuese tan anciana para moverse que le doliera el más mínimo roce. Estaba en una habitación amplia, parecido a un salón, pero repleto de cosas por encima de las mesas y sillas. Pudo diferenciar una enorme biblioteca al fondo, una lámpara de bombilla y un cortacésped. No podía imaginarse cómo habían llegado todos esos objetos a Hogwarts, pero cuando vió aquel conjunto de piezas y cables, aquella batería grande y aquel cable universal, tuvo una revelación y sacó su varita. Comenzó a mover objetos hasta dejar el recién inventado generador casero en una mesa vacía con el cable conectado, moviendo cables de un lado a otro y dejando el MP5 cargando. Había tenido problemas para hacerlo, pero recordaba aquella noche de marzo en su casa, cuando se les estalló la instalación eléctrica. Recordaba a la perfección a su padre con una linterna en la boca intentando arreglarlo. Sonrió satisfecha, mientras daba vueltas por la sala. Encontró de todo: desde abanicos de plumas hasta bicicletas antiguas de estas que tenían una rueda enorme y otra muy pequeña. Incluso llegó a ver una cometa con el símbolo nazi.

Acabó acercándose a la estantería del fondo para encontrar una amplia selección de libros muggles. Pasó el dedo por los lomos de los libros, disfrutando de su tacto, hasta que se paró en uno que le llamó la atención. Recordaba como durante su infancia de niña prodigio, su padre se lo había regalado por su noveno cumpleaños y ella lo había devorado en dos semanas. Un libro que había sido lo más parecido a la magia que había tenido antes de los once años. Que le había enseñado cuando uno era valiente o insensato. Cuando algo se hacía por honor o por orgullo. Cuando uno se sacrifica o se suicida.

El Señor de los Anillos. Trilogía completa.

Lo cogió y lo metió en su mochila, que había aumentado considerablemente de peso, y rezó para que eso no se considerase robo. Entonces, para su sorpresa, una melodía comenzó a sonar desde de la mesa. Sonrió ampliamente al reconocer la canción. Su madre, que era la de los aparatos electrónicos en la familia, se había asegurado de que su reproductor de música tuviese una amplia selección de más de 840 canciones de todos los géneros, por eso se acordó de ella cuando comenzó a sonar It´s My Life de Bon Jovi. Se sabía la letra de memoria, así que comenzó a cantarla a todo volumen. Pero no había olvidado que tenía clase en 7 minutos con McGonagall, por eso lo dejo cargando allí mientras ella se iba a clase, tarareando una melodía que ningún mago sangre pura podría reconocer.

Blaise Zabini. Un chico guapo y sexy, según todas las chicas que habían soñado alguna vez con el moreno. Era muy guapo, si, no tanto como Malfoy, pero lo compensaba con su irresistible carisma, que lo convertía en uno de los mayores partidos de Hogwarts. Y Blaise lo sabía muy bien. Pero para él las chicas no eran nada serio, solo un pasatiempo divertido. También sabía que si Malfoy fuese menos borde y... bueno, menos Malfoy, podría destituirlo muy rápidamente. Pero eso no significaba que Malfoy no ligase. Al contrario, la mayoría de las chicas consideraban esa actitud fría y despreocupada muy excitante. Su pelo rubio y sus ojos grises tan penetrantes, acompañado por su piel clara y sus músculos definidos, pero no exhuberantes. Simplemente perfectos. Luego estaba Zabini, que era divertido y provocador, el más cotizado por las féminas. Su sonrisa de dientes blancos y el brillo pervertido que podía haber en sus ojos hacía que muchas chicas se derritiesen. También estaba Theodore Nott, que tenía sus fans debido a su encanto y honestidad, que lo hacían un hombre muy atractivo. Su pelo negro y ojos verdes provocaban estragos en la población femenina. Eran prácticamente el trio plateado. Por lo que no era de extrañar que tuvieran turnos para que cada uno tuviese la habitación libre. Los lunes, miércoles y sábados le tocaban a Blaise, que podía tirarse más de cuatro horas en la habitación con su acompañante. Los martes y viernes le tocaban a Draco, que la aprovechaba tan bien que a veces necesitaban un par de hechizos silenciadores para poder aplacar los gemidos femeninos que resonaban por el pasillo. Y Theo tenía los jueves y los domingos, pero él tenía una peculiaridad. No hacía mucho ruido ni tardaba mucho, pero las chicas salían con una cara de placer absoluta y ojos brillantes, pues al parecer, él tenía una técnica para hacer llegar rápido al orgasmo, pero potenciando el placer al doble de intensidad. Cada uno tenía sus técnicas, todas distintas pero satisfactorias en la la misma intensidad para las chicas. Eso sí, ninguna de ellas había durado más de un mes con alguno de ellos. Quizás Pansy fuese la única con un trato especial con Draco. Siempre acabaría volviendo a ella, cuando se cansaba de alguna y le daba pereza tener que seducir, volvía. Y Pansy estaba bien con eso. Claro que estaba enamorada de Draco, pero él no estaba enamorado de ella y se conformaba con la relación que tenían. Eso sí, no podía decir que no se moría de celos cuando veía a alguna fulana salir de su cuarto, ni que nunca las había saboteado o hechizado cuando se la encontraba por los pasillos. Astoria Greengrass estaba igual con Theodore Nott y su hermana Daphne era de la misma calaña con Blaise Zabini. Pero la relación de las hermanas no era como la de Pansy. Ellas ya habían pasado su turno, pero no habían podido tener más una vez que se cansaron de ellas. Así que ahora ellas saboteaban a las amantes y ligues de sus respectivas obsesiones. Ellos hacían como que no se enteraban, pero en verdad todos lo sabían. Aunque les daba igual, pues podían conseguir otra chica cuando quisiera, pero Theodore era más serio con ese tema y había tenido muchas discusiones con Astoria por ello.

Esa tarde le tocaba a Zabini la habitación, por lo que Draco no podía volver hasta las ocho, dentro de unas tres horas. Él descansaba bajo un árbol mientras mordisqueaba una manzana. No tenía entrenamiento de Quidditch hasta la semana que viene y estaba aburrido hasta el fondo.

Entonces apareció ella, y sin darse cuenta de su presencia, pasó por delante de él y se sentó en un banco que estaba al lado del campo de Quidditch. Draco se levantó de sopetón con una mueca maliciosa, impulsado por un resorte llamado venganza. Cami sigilosamente hacia el banco y se sentó a su lado, procurando alejarse lo más posible de ella. Hermione leía un libro enorme, para variar, y no se dió cuenta de su presencia hasta que escuchó su voz.

-Vaya, Granger. Tu fama de empollona te precede. ¿Ya no puedes ni salir al exterior sin ochenta hojas en la mano?

Ella se tensó, pero no levantó la mirada del libro.

-Piérdete Malfoy.

Este chasqueó la lengua, decepcionado por aquella frase tan común.

-¿Qué haces fuera? ¿La señora Pince te ha echado de la biblioteca porque te has comido otro de sus libros?

Esta le miró con gelidez y le dijo:

-No. No he ido a la biblioteca porque estaba Pansy Parkinson y tenía miedo de que me pegase alguna enfermedad contagiosa.

Draco soltó tres carcajadas y luego dijo, sonriendo.

-Oh, ¿Enserio? ¿No será porque alguno de los de Gryffindor se lo habéis pegado durante Pociones?

-Nah, yo creo que es porque es zoofílica.

Draco se quedó perplejo.

-¿Zoofílica?

-Si, ya sabes. Como pasa mucho tiempo contigo y eso...

Sin darse cuenta ambos se habían puesto de pie. Draco estaba furioso por haber caído en su juego, pero lo disimulaba muy bien y dijo, sin variar el tono:

-Al menos Parkinson no se ha acostado con toda su casa, como tú.

Ella bufó con sorna, mientras rodaba los ojos.

-No, se ha acostado con todo Hogwarts.

Draco apretó los dientes y sonrió de medio lado. No le gustaba que insinuaran que se acostaba con una puta. Él era un Malfoy, cuya materia elegida debía de ser de calidad.

-Sí que tenéis muchas cosas en común. Pues entonces será mejor que me aleje de tí. Vaya a ser que me pegues algo que te haya pasado Weasley.

Hermione sonrió con falsedad.

-No se puede pillar algo que ya tienes, Malfoy. Además, Ron, a diferencia de tí, se ducha.

-¡¿Enserio?! ¿Entonces ese color de pelo es natural y no porque en su casa no tienen ni para ducharse? No sé cuál circunstancia es peor.

-Si, su pelo es natural, una lástima que tu no puedas decir lo mismo del tuyo.

Draco sonrió.

-Te aseguro que este rubio es natural, Granger, aunque tu pelo de estropajo se muera de envidia.

Hermione, que había apretado los dientes con cada insulto contra los Weasley, estaba hirviendo de ira. Puso una cara de profundo desconcierto y dramatizó.

-¡Oh! Es cierto. Se me olvidaba que reunías todas las características de un rubio.

Draco respiró hondo para seguir con su postura indiferente y divertida. Aunque en verdad, estaba disfrutando con aquella conversación.

- Quién hubiera dicho que le hicieras caso a los estereotipos,Granger, si tu amiguito Longbottom desmintió la mayoría de ellos cuando entró a Gryffindor.

Hermione frunció el entrecejo e iba a responder pero un grito los advirtió.

-¡CUIDADO!

Ambos se giraron para ver como una bludger descontrolada se dirigía directamente a ellos. Draco, que tenía más reflejos, reaccionó antes y se apartó, pero trastabilló con la falda de la túnica y, por acto reflejo, se agarró a la manga de la túnica de Hermione.

-¡AAAAH!

Ambos cayeron en un lío de piernas, brazos y telas. Draco no paraba de revolverse chillando:

-¡Granger quitate de encima!

-¡Pues deja de moverte que no me puedo levantar!

Draco, en un vano intento de empujar a Hermione, puso las manos en lo primero que encontró. Hermione chilló cuando notó las manos de Malfoy en el estómago

-¡No me toques!

-¡Entonces apártate ya, asquerosa sangre sucia!

Ella logró encontrar una base sólida y logró ponerse de pie.

Entonces el chico de Hufflepuff se iba a acercar a disculparse, pero Malfoy le dijo:

-No hace falta que te disculpes, porque me da igual si lo haces o no. Pero antes de coger un bate, aprende a apuntar o a golpear. Aunque no se si es pedir demasiado. No se puede esperar mucho de un Hufflepuff.

El chaval optó por alejarse, cabizbajo y tenso.

Entonces Malfoy fulminó a Hermione con la mirada, que se intentaba colocar bien la túnica.

-Vaya, vaya. Granger, se que soy irresistible y que no te puedes conformar con Weasley, pero que sepas que no pienso acostarme contigo, así que no te me vuelvas a abalanzar.

-¿Abalanzarme? ¿Acostarme contigo? Antes prefiero comerme un escreguto de cola explosiva. Por Merlin, mira como me has puesto la túnica. Ahora estoy llena de pelos de huròn. Que asco.

-Asco me das a mí, Granger. Y mucha suerte has tenido de que te haya tocado, porque no volverá a pasar. Puaj, ahora tendré que ducharme diez veces.

-Creeme, que yo también voy a necesitar terapia para superar esto. Pero te has portado como un capullo con aquel pobre Hufflepuff. Bueno, no se para que me extraño. Enhorabuena, Malfoy, siempre logras superarte. Y yo que creía que no podias ser mas imbecil.

-Y yo creía que no podías ser más repugnante y mira, la influencia de Potter sigue haciendo maravillas en tí. Además, si ese inepto no se hubiera siquiera subido a la escoba, no habría estado apunto de pillar alguno de tus gérmenes. Y ahora, si te apartas, me voy a quemar esta túnica.

Draco pasó al lado de Hermione ondeando la túnica, como hacía el Profesor Snape. Ella se sacudió la suya e intentó arreglarse un poco el pelo, pero lo tenía tan encrespado como siempre. Resopló y se lo acarició con cuidado. Odiaba reconocerlo, pero en parte Malfoy tenía razón. Su pelo estaba áspero y enredado, para variar. Realmente tenía que buscar una solución a aquel problema, así que cogió su libro y se dirigió a la biblioteca, mientras murmuraba cosas como "maldito hurón" y "rubio descerebrado".

Hola! Espero que os haya gustado. El fanatismo de Lavender y Parvati va a hacer furor entre las chicas. En el siguiente capítuo intentaré dar un poco de protagonismo a otros personajes, así que no me odien.

Gracias por leerme, "amor en formato de palabras"

REVIEW & LIKES SI: Queréis caeros "accidentalmente" encima de Draco. (**)