Un año más en la casa de Kate Kane. Otra navidad que pasaba de fiesta de la alta sociedad en fiesta de la alta sociedad, junto con alguna visita a alguno de sus parientes. O, por lo menos, eso era lo que cualquier habitante de Gotham pensaría. Sin embargo la mayoría de las fiestas a las que se la veía acudir las abandonaba antes de tiempo para ocuparse de sus deberes como Batwoman. Después de todo, el que fuese navidad no significaba que los criminales se fuesen de vacaciones. Más bien al contrario: robos en almacenes o en casas aprovechando que sus dueños no estaban, atracos a familias que acaban de hacer sus compras navideñas y muchos otros crímenes más. Para la ciudad de Gotham las Navidades no significan nada más que el ayuntamiento se gasta más dinero en luces.

Sin embargo este año había cosas distintas para Kate Kane en su navidad. Algunas noches cuando entraba en su apartamento encontraba notas de papel doblado que habían pasado bajo la puerta, escritas a máquina y únicamente con una frase " ¿estas preparada?". Cualquier otra mujer soltera que viviese sola en Gotham seguramente habría ido a la policía tras la primera nota. Después de todo, fuese quien fuese quien la había dejado, había pasado por el sistema de seguridad de su lujoso bloque de apartamentos como un fantasma. Pero Kate Kane sabía perfectamente quien le estaba dejando las notas. Cualquier otra mujer lo hubiese considerado obra de un acosador aún sabiendo de quien se trataba, después de todo las personas normales utilizan el correo o, si van a llevar las notas en mano, los buzones. Pero Kate Kane sabía que la persona responsable de las notas hacía mucho que hab a dejado de utilizar formas tan prosaicas de comunicar sus, ante todo, crípticos mensajes.

Sin embargo, como no, la palabra importante era esa: crípticos. Al igual que otras veces sí podía imaginarse por donde iban los tiros y actuar en consecuencia esta vez no había ningún tema común en los mensajes: a veces románticos, otras llenos de esperanza, otras de tema claramente navideño... cada noche uno distinto que no ten a nada en común con los demás salvo el remitente. Bueno y que todos hablaban de sentimientos positivos pero ¿qué querría decir con ello? Según se iba acercando fin de año el contenido de los mismos empezó a cambiar poco a poco: hablaban de nuevas oportunidades, de finales y principios, de cambios y, por extraño que le pareciese a Kate Kane, los últimos casi parecían disculpas.

Entonces llegó el día del cambio de año. Como todos los años una gran fiesta. Como tantas otras veces en el último año, un desastre a punto de ocurrir, esta vez de manos de Harley Quinn. Como durante toda su vida, nada distinto después de que llegase el segundo que indicaba el cambio de año. Finalmente llegó a su casa, cerrando tras de si la puerta, inclinándose para quitarse los tacones mientras daba la luz y, entonces, se fijo en el interior del piso.

Un camino de p étalos de rosas avanzaba en dirección al comedor: una base de pétalos blancos y, por el centro del camino, interrogaciones hechas con pétalos rojos. Después de un momento de sorpresa, una sonrisa. Sabía quien era la persona que había entrado en su piso. Avanzó, descalza, sobre la alfombra de pétalos, mirando a su alrededor. El piso que había estado tan aséptico como siempre ahora estaba decorado con los adornos típicos de Hanukkah. Finalmente llegó al comedor y se fijo en que la mesa estaba puesta, para dos. Pero no había rastro de nadie.

Entonces fue cuando se fijó en la figura de su terraza. Allí estaba, de espaldas, con la gabardina y la fedora puestas. Kate ando hasta la puerta de la terraza, sin poder evitar estremecerse por el contraste de temperaturas al abrir la puerta. Entonces René Montoya se giró, una débil sonrisa en los labios, sus ojos llenos de esperanza. Y dijo sólo dos palabras:

- ¿Estás preparada?