Byakuya's Girl (La niña de Byakuya)
¡Hola a todos! (Como si fuera un payaso de circo...)
¿Cómo estáis? (Obviamente bien, si no no leerían esto...) ¡Cállate voz interior!
¡Ehem! Disculpad la intromisión, continuemos. Mi nombre es Hoshi-Sora, aunque en esta historia tengo otro nombre... ya lo descubriréis...
Ayer, día 6 de Noviembre de 2012 por la noche, se me ocurrió una idea bastante interesante... qué pasaría si Byakuya- perdón, ¡no puedo decirlo! Si lo dijera ahora, os arruinaría este fantástico primer capítulo ^^
Bueno, aviso: en este fanfic se usan palabras japonesas, como taijô: capitán, Nii-sama: hermano mayor, Otosama: Padre, de una forma muy respetuosa... (la mayoría de veces pondré la traducción entre paréntesis).
Leed y deleitaros con mi nuevo fanfic... del cual no creo que tardéis en adivinar quién lo narra.
PD: pueden cambiar los narradores, así que estad atentos... habrá algún momento que no lo narrará nadie, es decir, que estará en tercera persona.
Chapter 1 Las escapadas de Kuchiki Byakuya... y un nuevo habitante del Rukongai
Me miré preocupada al espejo, mientras me preparaba para ir al escuadrón. Me peiné aún preocupada, pensando en aquél hombre que había estado conmigo los anteriores 25 años... el que me había adoptado como a su hermana menor, Kuchiki Byakuya, Nii-sama.
-¿Qué será lo que hace cada vez que sale...? -me pregunté en voz alta, sabiendo que Nii-sama no estaba en casa, otra vez.
Últimamente salía mucho, y no volvía hasta tarde. Pero ya hacía tiempo que había empezado a hacerlo, como un año, pero para un Shinigami como yo, eso es poco tiempo. Realmente lo único que me preocupaba era que la ropa impecable de Nii-sama a veces tenía manchas de tierra, como si le hubieran tirado al suelo... ¡No, no, no, Nii-sama es tan fuerte que eso es imposible! Pero entonces... ¿Qué le sucede a Nii-sama?
Muchas veces había querido preguntarle qué era lo que hacía... tenía sospechas de que tal vez iba al Rukongai, una vez que fui con él allí una mujer le saludó muy contenta de verle... pero no podía ser, no podía imaginarme a Nii-sama enamorado...
Me levanté del suelo después de quitarme la manta de lana que me había regalado Otosama, me fregué los ojos y vi a mi querido Otosama delante de mí, con su cabello rozándome la cara... ¡le quiero tanto! Me abracé a él con fuerza, e intenté, otra vez, decirle cómo le quería... pero ¿cómo?, si no sabía hablar bien... me esforcé en mover los labios, la lengua, en que la s me saliera bien...
-¡Otosama!
Deshizo mi abrazo con delicadeza, y me miró sorprendido, mientras yo esperaba alguna palabra de aprobación. Siempre era tan frío, pero a la vez sus ojos eran tan agradables...
-Mi pequeña, mi pequeña acaba de llamarme papá... -susurró, completamente sorprendido- ¿Desde cuándo habla? -preguntó a las mujeres que siempre me cuidaban.
-Hará ya un par de semanas que empezó a decir alguna palabra suelta, pero ayer os dibujó, y preguntó "¿cuándo?"... Os quiere mucho, señor. Se esfuerza para conseguir vuestra aprobación, pese a tener sólo un año y dos meses...
-Y ya sabe andar, cosa que es totalmente una proeza para su edad. -añadió la otra.
-Hoy... -empezó Otosama- Me la llevaré a casa y a partir de ahora vivirá conmigo. Recibirá toda la atención, juguetes y demás que necesite.
Dicho eso, me cogió otra vez, recogió mi bolsa y puso la manta dentro, aguantándome con una mano.
-¿Dónde vamos, Otosama? -pregunté, ahora con más facilidad. Volvió a sorprenderse ante mi habilidad para el habla, y con una sonrisa dijo:
-A casa. Vas a conocer a tu tía.
Cogí a mi hija después de que ella me hubiera llamado. Era tan bonita su sonrisa, sus ojos vivos, su cálida forma de mirarme... me recordaban tanto a su madre que incluso sonreí un poco, cosa nada común en mí. Las mujeres que habían cuidado a la niña desde su nacimiento me miraron con tristeza cuando les dije que por fin me la llevaba a casa, es decir, que por fin me había decidido a decir abiertamente que había superado la muerte de mi esposa y que incluso había salido con otra mujer... pero esta última no fue tan buena como la anterior y, al saber que estaba embarazada, repudió a su hija y desapareció de mi vida para siempre, o eso espero. No me gustaría que esa mujer apareciera de nuevo, prefería pensar en mi hija como si fuera también hija de mi primera mujer... Hisana...
Unos días más tarde, en la reunión extraoficial de capitanes...
-Kuchiki me ha contado que su hermano, es decir, el capitán del 6to escuadrón, Kuchiki Byakuya, últimamente se ausenta mucho fuera del Seireitei. -comunicó Ukitake Jûshiô, capitán del 13avo escuadrón.
-¿Tiene algo que decir, Kuchiki-taijô? -preguntó Yamamoto Sô-taijô.
-Todo el mundo tiene derecho a dar paseos. -respondió Byakuya, sin inmutarse- Lo que haga o deje de hacer no es asunto de nadie.
-La cosa es que de repente esos paseos han parado, y algunos Shinigami que han pasado cerca de su mansión han oído ruidos extraños. -añadió Kyôraku Shunsui, capitán del 8avo escuadrón, mirando alrededor- Por ejemplo, gritos... también hablan sobre destrozos... ¿No habrás...?
-¿No habrás acogido un habitante del Rukongai en tu mansión sin notificárnoslo antes, Kuchiki-san? -preguntó Unohana Retsu, la capitana del 4rto escuadrón.
En ese momento, se oyó ruido fuera de la sala. Parecía que alguien iba corriendo hasta allí, pero atraparon aquella persona y esta se quejó a grandes gritos:
-¡Suéltame, Rukia-neesama! ¡Quiero ver a Otosama! ¡Otosama!
Unos días antes...
-...Por eso, ella se quedará en esta mansión a partir de ahora. -acabó Otosama.
La chica de pelo negro se me quedó mirando aún procesando la información que le acababa de dar su hermano mayor, es decir, Otosama.
-Nee, nee, Otosama, ¿esta es tía? -pregunté, tirando de su pantalón.
-No, ella es tu tía, se llama Rukia. Es mi hermana menor. -me intentó explicar.
-Hum... ¡Rukia-neesama! -dije, después de razonar un poco- ¡Yo me llamo Ariadna! ¡Kuchiki Ariadna! -añadí, con una sonrisa.
-Ariadna-san, encantada. -respondió también con una sonrisa.
-¡Vamos a jugar, vamos a jugar! -grité alegre, tirando de su mano.
-¡A-ariadna-san...! -dijo sin aliento, no se esperaba que tirase de ella.
-¿Qué? -pregunté, parando. Otosama ya se había metido en alguna habitación.
-No deberíamos hacer mucho ruido, si descubren que Otosama te ha llevado aquí des del Rukongai...
-¡Todo 'stá bien! No pasará nada. -le respondía, mientras iba abriendo puerta tras puerta.
Encontré armarios abarrotados de ropa, infinitos trasteros y un montón de habitaciones vacías. Nada mal. Me iba a divertir mucho, pero lo que más quería era descubrir dónde pasaba más tiempo Otosama.
Volviendo a la reunión...
-¡No, suéltame, suéltame! -seguí gritando, a punto de tocar la puerta con los dedos- ¡Quiero ver a Otosama! ¡Quiero verlo! -en ese momento ya estaba empezando a llorar- ¡Quiero verlo, quiero verlo, quiero verlo! ¡Rukia-neesama, quiero ver a Otosama!
-¡No puede ser, regresemos, Ariadna-san!
En el mismo instante en que toqué la puerta con los dedos, esta se abrió.
-Uau. ¡Menuda barba más larga! -dije, mirando al hombre mayor que había abierto la puerta- Llevas la misma capa que Otosama, ¿eres un capitán también?
-Kuchiki-taijô, ¿¡Qué significa esto!? -dijo el hombre, girándose hacia Otosama... su voz sonó muy amenazante, y yo, que había parado de llorar, volví a dejar caer las lágrimas.
-¡Otosama! -exclamé, corriendo hacía él. Le tiré del pantalón como hacía siempre, mientras los presentes en la sala se quedaban congelados al ver la sonrisa dulce que mi padre me dedicaba mientras se agachaba. Me abrazó contra su pecho, y entonces habló con voz más fuerte:
-Creo que no hace falta que explique mucho. No he cometido ningún delito por el hecho de que esta niña es mi hija. Pertenece a mi sangre, a la familia Kuchiki.
-¿Qué quiere decir? ¿Cuántos años tiene? -preguntó interesada la capitana de la trenza delante.
-Un año y dos meses. -respondió Otosama.
Unos cuantos alzaron la voz indignados por alguna razón. Uno se oyó más que los demás.
-¡Es imposible que hable y ande de esta forma con un año y dos meses! -decía un capitán de pelo blanco y largo- A no ser que... ¿tal vez es superdotada?
-¿Súper qué? -pregunté. Había dicho la palabra tan rápidamente que creía haber entendido mal- ¿Qué es dotada, Shiro-taijô-san?
(Shiro es blanco, en ese momento me refería a él por su color de pelo)
-¿Shiro? -repitieron unos cuantos, aguantando la risa. Él me sonrió y amablemente se agachó a mi lado, para verme de cerca.
-Me llamo Ukitake Jûshirô, soy el capitán del 13avo escuadrón.
-¿Ukitake? -dije, separando por sílabas, con una pequeña melodía en mi entonación- ¡Es mucho más fácil de decir! La s siempre me cuesta... -añadí, mientras me secaba las lágrimas de las mejillas.
-Ariadna. -dijo Otosama, que ya se había vuelto a levantar y tenía la cara de siempre- Vuelve a casa. Rukia.
-¿Sí, Nii-sama? -preguntó ella, temiendo que su hermano se hubiera enfadado.
-Luego hablaremos. Te dije que cuidaras de ella, no que dejases que andase por ahí. Ahora, marchaos.
-Otosama, no quiero irme... -me quejé, intentando andar hacia él, pero Rukia-neesama me cogió de la mano y empezó a arrastrarme hacia la entrada- No quiero, no quiero, no quiero... ¡Otosama! -empecé otra vez a llorar, estirando la mano hacia él. Me concentré con todas mis fuerzas en ir con Otosama, en sacar fuerza de algún lado para no ser arrastrada por Rukia...- ¡No quiero irme, quiero quedarme, Otosama!
De repente Rukia-neesama me soltó la mano y todos los capitanes me miraron consternados. Al verme libre del agarre de Rukia, primero me sorprendí, pero al ver las miradas de todos esos adultos, lloré más fuerte. Tenía miedo. Temía que no me dejasen estar con Otosama.
Autor:
Espero que os haya gustado este primer capítulo...
Bueno, pues mis agradecimientos para todos los lectores.
PD: Cuando Ariadna dice: "¿Ukitake?", imaginaos a una niña pequeña con una carita monísima diciendo: ¿U-ki-ta-ke? Mientras inclina un poco la cabeza hacia un lado. Para hacerlo más fácil, pensad directamente en Yachiru (la teniente con aspecto de niña de pelo rosa).
Acepto críticas.
