Es el final correcto. Es el final que se merece una saga como esa.

Pero no es el final que necesito, puesto que no puedo vivir sin ello.

Era efímero, ¿verdad? Todos lo sabíamos desde el principio.

Sabíamos que algún día acabaría.

Que algún día nos despediríamos de los que nos hacían soñar.

Pero me negaba a aceptarlo.

A diferencia de Hipo, yo sí que necesito a Desdentao. Sí que lo necesito, necesito que esté conmigo por siempre, que nunca me abandone, que siga permitiendo a mi imaginación volar…

Pero eso no es posible, ni nunca lo será. Quizás ha sido, pero eso se debe a una pura interpretación mía que nublaba mi razón haciéndome incapaz de darme cuenta de que algo así no podía ser.

Pero hasta cuando tengo la negra verdad delante sigo sin aceptarlo.

Esas promesas llenas de esperanza de una amistad reconfortante que serían infinitas.

Esas promesas llenas de alegría que llenaban mi corazón en cada noche.

Esas promesas que hacían de mi vida algo mejor, que me permitían escapar de mis preocupaciones, que me permitían volar sin miedos en mi subconsciente.

Pero me han cortado las alas.

O más bien, yo mismo me las corté, al creer con semejante convicción que Desdentao siempre estaría con Hipo.

Que Desdentao siempre estaría conmigo, con nosotros.

Pero ¿quién hubiera imaginado que una amistad inquebrantable se hubiera roto?

Aunque me da igual, todo eso me da igual.

Lo único que quería es tenerlo a mi lado por siempre.

Pero era demasiado ciego para verlo.

Demasiado sordo para escucharlo.

Demasiado cobarde para aceptarlo, para aceptar que algún día se iría de igual manera que vino.

Y ahora me siento perdido.

Me siento solo.

Me siento vacío, porque ya no están conmigo.

Se han ido, han madurado.

Han aprendido que hay veces en las que hay que tomar duras decisiones.

Y esas decisiones suponen no mirar atrás, suponen dar algo a cambio.

Pero yo no di nada.

Porque quería que continuara.

Quería seguir viviendo con ellos a mi lado.

Y ello suponía evadirme de la propia verdad.

Y es que la única verdad es que se acabaría.

Pero no quería darme cuenta.

No quería admitirlo.

No quería.

No, porque eso supondría perderlos.

Pero ¿acaso no me habría ahorrado tanto sufrimiento si lo hubiera aceptado desde el principio?

Quizás, pero hay una tercera variable.

Y es que jamás lo hubiera podido haber aceptado tras haber sido cautivado por ellos.

Jamás habría podido rechazar esas lecciones de vida.

Esos tiernos ojos verdes que llegaban a mi corazón.

Esa atrevida filosofía de cambiar el mundo.

Pero, sobre todo, una amistad única.

Y es que pensé que por ser única debía ser eterna.

Y una vez más la realidad arremetió contra mí.

Pero yo soy incapaz de aceptar la realidad.

Soy incapaz de aceptar que sus destinos no son estar juntos por siempre.

Que Hipo debe estar con su pueblo.

Que Desdentao tiene que cuidar de los suyos.

Y que unir ambos no era posible.

Pero me da igual.

Yo quería verlos juntos por siempre.

Yo no quería que se separaran.

Quería verlos volar, quería verlos reír, quería verlos disfrutar, así como lo hice en las anteriores ocasiones.

Quería, aunque ello supusiera contradecir a la vida misma.

Y es que la pérdida es algo que acaba llegando.

Y es que dejar ir es algo que tiene que acabar llegando.

Hay ocasiones en las que hay que tomar duras decisiones.

Y esas decisiones nunca serán agradables.

Pero forman parte de la vida, forman parte de madurar.

Pero no quiero madurar si ello supone perderlos.

Han crecido conmigo, los he visto madurar.

Pero ellos han llegado más alto que yo.

Y han aprendido que nada dura para siempre.

Y que hay que decir adiós.

Pero, por favor.

No te vayas, Desdentao.

No te vayas, Hipo.

No me dejéis.

Porque yo sin vosotros no soy nada.

Yo no puedo dejaros ir.

Porque yo sin vosotros no soy nada.

Pero parece que se me había olvidado.

Yo no soy un factor determinante.

Yo no puedo cambiar cómo son las cosas.

No puedo cambiar la realidad, la vida.

Y es que lo que tiene que pasar, irremediablemente pasará.

Sea tarde o temprano, pasará.

E intentar luchar en contra de la corriente no hará más que empeorarlo todo.

Y en vez de superarlo, en vez de aprender, seguiré sumergido en un océano de dependencia.

Un océano de sufrimiento y lágrimas que no harán más que recordarme continuamente el vínculo tan fuerte que compartíamos.

Pero, aunque me percate de esto.

Sigo sin poder dejar ir.

Porque yo sin vosotros no soy nada.

Y eso lo único que está consiguiendo.

Es que me autodestruya.

Ojalá fuera capaz de despedirme.

De tener la capacidad de hacer lo que ambos habéis hecho.

De despediros uno del otro y concentraros en cosas más importantes.

Pero yo simplemente no puedo.

Porque no puedo vivir sin vosotros.

Porque las alas que tengo existían gracias a vosotros.

Y ahora que os vais van a desaparecer.

Y no quiero que desaparezcan.

Quiero vivir en este sueño por siempre.

No quiero aceptar la vida.

No quiero aceptar la realidad.

Quiero seguir viviendo aventuras con vosotros.

Quiero teneros a mi lado por siempre.

Quiero seguir disfrutando.

No quiero que os vayáis.

No, por favor.

Pero parece que se me ha vuelto a olvidar.

Por muy fuerte que lo desee.

Por muy determinado que esté.

No va a cambiar nada.

Porque no se puede nadar contra corriente sin ceder.

Pero, aunque duela, quiero seguir intentándolo.

Porque prefiero una vida de sufrimiento que dejaros ir.

Aunque sepa que mis esfuerzos sean en vano.

Porque todo lo que empieza, tiene que acabar.

Porque todo lo que nace, acaba muriendo.

Porque la vida es así.

Y nada puede cambiarlo.

Ni siquiera yo.

Y tras darme cuenta, mi corazón se rompe.

Porque no volverán.

Porque mis llantos son inútiles.

Pero, por favor, no me dejéis.

No quiero dejar ir.

Seguid conmigo.

Dad calor a mi corazón.

Iluminad mi vida como habéis estado haciendo hasta ahora.

Yo no quiero dejar ir…

No quiero olvidaros…

Aunque no importa lo que quiera.

Porque irremediablemente ha pasado.

Y tras darme cuenta, mi corazón se rompe.

Porque no volverán.

Porque mis llantos son inútiles.

Y yo mismo me acabo de condenar a un infierno eterno.

Ellos han aprendido a dejar ir.

Han aprendido que la vida es así.

Yo no.

Y por ello, sigo lamentándome.

Y seguiré por toda la eternidad.

Porque sigo sin aceptarlo.

Sigo sin querer dejaros ir, Desdentao, Hipo.

Aunque sepa que ya ha ocurrido.

Aunque sepa que el final ya ha llegado.

Pero simplemente no puedo olvidar esos momentos cálidos que alumbraban mi noche más oscura.

Sigo sin poder superarlo.

Porque no soy nada sin vosotros.

Y esa es la única realidad.

Y es que jamás lograré olvidaros.

Habéis entrado en mi corazón de tal manera que jamás podré dejaros ir.

De verdad que quiero dejar de sufrir.

Dejar de llorar.

Pero simplemente no puedo.

Ni nunca podré.

Así que, desde lo más profundo de mi alma.

Deseo que sigáis conmigo por siempre.

Que no me abandonéis.

Aunque sé que eso no es posible.

Porque no puedo ir en contra del rio.

Porque no puedo ir en contra de la vida.

Porque el devenir acaba llegando.

Y a Desdentao le llegó cuando se percató de que su lugar no era estar con Hipo.

Y a Hipo le llegó cuando se percató de que su lugar no era junto a Desdentao.

Y a Cómo entrenar a tu dragón le ha llegado ya.


Hola,

Me llamo Germán. Hace mucho que no me paso por este fandom, hace unos cuantos años me decidí a escribir un fic de CEATD, cosa que dejé a mitad.

No porque dejara de gustarme CEATD, sino porque no pude seguir escribiendo por un largo tiempo.

Cómo entrenar a tu dragón me cautivó desde el principio. Desde que me vi reflejado en los ojos de Hipo. Desde que vi mi alma a través de los ojos de Desdentao.

Y así, una saga que me cautivó, que realmente fue mucho más que una película, acabó con su tercera entrega.

Y me dolió.

Y me sigue doliendo, me arde por dentro percatarme de que…

Se han ido.

Y no volverán.

Y algo que alegró mi vida y me inspiró a seguir adelante se acabó.

Y simplemente no puedo aguantarlo.

No puedo soportar que se hayan ido.

La tercera entrega nos habla constantemente del devenir y sobre dejar ir, sobre madurar…

Desdentao e Hipo han crecido juntos, han reído, llorado juntos. Y yo lo he hecho con ellos.

Pero parece que hay una cosa que yo no he hecho con ellos, y es madurar.

Y madurar supone aceptar que nada dura para siempre, y que hay que tomar duras decisiones.

Y una de esas decisiones era dejar ir al otro.

Y aunque ellos lo hayan logrado, yo no lo he logrado.

Y no voy a poder nunca.

Nunca voy a poder despedirme de Desdentao.

Nunca voy a poder despedirme de Hipo.

Nunca voy a poder despedirme de Cómo entrenar a tu dragón.

Porque su magia me llegaba al corazón.

Y no soy capaz de decir adiós.

Me rompe el corazón haberlos visto despedirse.

Me rompe el corazón darme cuenta de que era algo que tenía que pasar.

Pero, lo que me rompe el corazón aún más, es que se hayan visto años después.

Cinco, seis años después, quizás, se vuelven a ver.

Y me destroza que Desdentao no reconozca a Hipo inmediatamente.

Que no reconozca a su mejor amigo.

Lo reconoce después, pero no es lo mismo.

Es como olvidar momentáneamente a alguien muy importante para ti.

Y el hecho de que no se hayan visto antes. De que Desdentao no haya volado a ver a Hipo, aunque sea una mísera vez antes de que Hipo haya ido a verlo a él.

Y eso me da que pensar.

Y no solo eso, han crecido.

Y me he dado cuenta, de que su historia acaba ahí.

Y yo tengo que seguir adelante sin ellos.

Y de verdad que no quiero.

Quiero seguir viendo sus aventuras, quiero seguir disfrutando de su presencia.

Pero se han ido, y no van a volver.

Y jamás podré vivir de la misma manera sabiendo que ellos ya no están, sabiendo que su historia se ha acabado.

Esta mini-historia ha sido una reflexión del impacto que ha tenido la tercera entrega en mí. De lo mucho que me ha afectado ver que se han despedido, que no seguirán juntos, que toman caminos diferentes. Y, sobretodo, de ver que ya no volveremos a ver nada más de ellos. Y eso me destruye por dentro, porque era más que una película para mí, era parte de mi vida, algo que me ha enseñado valiosas lecciones a lo largo de mi vida.

Os invito a dejarme vuestros propios pensamientos. Tengo curiosidad de ver si a alguien más le ha afectado tanto esta tercera entrega, si a alguien más le duele profundamente que se haya acabado la saga. De ver si a alguien más le va a costar seguir adelante sabiendo que esto se ha acabado.

Gracias por tomaros el tiempo de leer esta reflexión, que no ha sido más que un conjunto de palabras sacadas desde lo más profundo de mi corazón roto por la pérdida irreparable que he sufrido.