Era una despejada noche de verano en el bosque prohibido, y como casi todas las noches Hagrid se encontraba allí internado explorando los terrenos, pues esa misma tarde había encontrado rastros de tres criaturas heridas y aunque el bosque se consideraba peligroso para los humanos solía ser bastante pacifico para sus habitantes por lo que hablar de tres heridos un mismo día era algo que se debía tener en cuenta.
Llego cerca a un claro del bosque que recordaba perfectamente, un súbito escalofrío recorrió su espalda cuando a su mente vinieron imágenes de lo que sucedió en ese lugar hace casi 5 años, sumergido en sus pensamientos y concentrado como estaba el gigante no notó cuando su acompañante Fang, su viejo perro jabalinero se mostraba inquieto, para cuando lo notó forcejeo con tal fuerza se soltó y salió corriendo perdiéndose entre la oscuridad de los árboles.
- ¡No, es peligroso! gritó cuando lo vio correr hacia la espesura, "está asustado, pero… no… no lo entiendo el casi nuca huye" se dijo a si mismo mientras caminaba tras el rastro que dejo el perro a su paso.
Un lamento agudo cortó el silencio del bosque como una cuchilla y Hagrid temiendo lo peor se lanzo corriendo tan rápido como pudo en busca del origen de dicho sonido y allí lo encontró, su anciano perro estaba clavado por el cuello a un enorme árbol gracias a una larga flecha hecha con pluma de hipogrifo, ésta había sido lanzada con tanta fuerza que atravesó el árbol y su punta se alcanzaba a ver por el extremo opuesto del tronco, el impacto fue tal que el perro murió al instante.
-¡Noooooooooo! Gritó y se abalanzó sobre el animal mientras las lágrimas corrían por sus mejillas y se perdían en la espesura de su barba, no sabía cuánto tiempo llevaba en aquel lugar sollozando convulsivamente hasta que el sonido de cascos lo trajo de nuevo a la realidad, cuando alzó la vista estaba ya rodeado por unos veinte centauros, uno de ellos, el líder tenía en su carcaj flechas de pluma de hipogrifo símbolo de su autoridad.
Un anciano centauro dio unos pasos hacia adelante salvando la distancia entre él y el guardabosques, Hagrid quiso estrangularlo allí mismo, pero cada segundo que pasaba observando el rostro imperturbable del anciano líder lo hacía sentirse menos enojado, menos triste, al final se calmó por completo y el parecía saberlo porque justo entonces empezó a hablar, pero cuando habló su vista se clavo en un punto fijo en el cielo.
-El destino fluye y los acontecimientos se precipitan -dijo clavando su mirada en un punto rojo en el cielo nocturno- no podemos hacer nada para intervenir en ese flujo, los centauros somos un antiguo y sabio pueblo así que no solemos juzgar lo bueno y lo malo como lo hacen ustedes humanos, pero hoy definitivamente podemos decir que no tenemos una buena constelación con nosotros.
Dicho esto clavo la mirada en los ojos de Hagrid, luego su vista se posó en el cadáver después en el árbol, y por último devuelta al cadáver fijándose en la sangre que todavía emanaba de la herida, luego se giro hacia su manada y les hizo una señal con la cabeza, acto seguido todos los centauros desaparecieron por donde habían llegado, excepto el líder que seguía allí mirando el charco de sangre en cuya superficie se reflejaba la brillante estrella roja en el cielo.
Hagrid no entendía nada, en especial no entendía las palabras enredadas de los centauros, de hecho nunca las entendía, pero en ese momento no estaba de humor para aguantar rodeos y estaba decidido a sacarle una explicación decente de lo ocurrido aunque le tomara toda la noche.
-Estábamos dando caza a un halcón –dijo el centauro como si respondiera a una pregunta no formulada –pero esa flecha ya pertenecía a su compañero –termino de decir señalando el cuerpo. El gigante abrió la boca para replicar, pero la cerro al darse cuenta que no sabía qué decir, estaba claro, la flecha falló su objetivo y por una terrible coincidencia terminó allí en el cuello de Fang.
Por un tiempo estuvieron los dos en un silencio para nada incómodo, hasta que llegó la manada cargada de troncos y ramas, las apilaron en forma de pira funeraria, al ver esto Hagrid supo lo que se proponían y empezó a sollozar nuevamente mientras arrancaba la flecha del cadáver y con cuidado lo ponía encima de la estructura, luego se limpio lagrimas y mocos de la cara con el dorso de la mano mientras los centauros encendían la pira.
- Llora mientras tengas tiempo para llorar por los tuyos, porque el mundo llorará lágrimas de sangre hasta que el fuego las seque sin dejar más que cenizas –dijo el centauro en un susurro que apenas Hagrid pudo escuchar y mientras el cuerpo se consumía con las llamas no pudo evitar pensar que aquel día agosto 28 del 2003 no había tenido para nada una buena constelación.
